Ángel del Campo Cerdán nació en Cuenca el 11 de mayo de 1881 en el seno de una familia muy destacada en la ciudad. La temprana muerte de su padre, Zoilo, cuando él sólo contaba cinco años, hizo que pasara su infancia junto a su madre Sofía.
Fue un estudiante ejemplar y 1895 obtuvo el título de Bachiller en el Instituto de Enseñanza Secundaria de Cuenca con nota de sobresaliente y premio extraordinario.
Concluido el Bachillerato, con 14 años, marchó a Madrid para matricularse en el curso 1895-96 en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central, actual Universidad Complutense.
En pocos años, Ángel del Campo se convirtió en unos de los químicos y científicos españoles más importantes del siglo XX.
En junio de 1913 contrajo matrimonio con Trinidad Francés Mexía, perteneciente a una familia de artistas, cuyo cabeza de familia era el pintor Placido Francés Pascual, fundador del Círculo de Bellas Artes de Madrid. Al año siguiente fueron padres de su único hijo, Ángel del Campo Francés.
Según coinciden todas las fuentes en señalar, Ángel del Campo era una persona culta, cordial y amable, con grandes cualidades humanas y de una gran valía intelectual. No limitaba su vida a la faceta científica sino que, muy al contrario, poseía una fina sensibilidad artística. Además de cultivar la fotografía, también escribía poemas y, en menor medida, pintaba.
Una prueba de que no es exagerado afirmar que Ángel del Campo fue uno de los principales científicos españoles del siglo XX es esta fotografía donde puede vérsele en el reducido grupo de personalidades de la ciencia que posó junto a Albert Einstein en su visita a España en 1923. Ángel del Campo es el penúltimo, de izquierda a derecha, de la fila superior:
El científico compró una máquina fotográfica con su primer sueldo de profesor auxiliar, tomando sus primeras imágenes hacia 1901.
Pronto quedó fascinado por la fotografía tridimensional, a buen seguro como consecuencia de su actividad científica. De este modo, en 1910, adquirió una cámara estereoscópica alemana marca Voigtländer, posiblemente el modelo Stereoflektoskop de 6x13 cm. Tras el fallecimiento de su madre en 1918 es cuando Ángel del Campo inicia la fase más prolífica de su producción fotográfica. Gracias sus conocimientos químicos y fotográficos, él mismo positivaba los negativos en cristales al gelatinobromuro -principalmente de las marcas inglesas Gem, Ilford y Jougla y de la francesa Guilleminot- y, unos años más tarde cuando la película de celuloide desbancó definitivamente a las placas de cristal, revelaba sobre todo películas Eastman Kodak de nitrato en su modalidad de filmpack. Así describe su propio hijo esta minuciosa tarea de su padre:
"El llamado cuartito oscuro nunca fue ropero y sí laboratorio fotográfico de mi padre; fue éste un competente aficionado a la fotografía estereoscópica y bajo su tulipa roja revelaba sus negativos y ensayaba sus experiencias con el color sobre placas de cristal. Él me enseño aquellos químicos secretos y fue siguiendo, progresivamente la evolución de este arte hasta el final de sus días."
De este modo, Ángel del Campo se convirtió en un fotógrafo excepcional: estaba al tanto de los últimos adelantos técnicos, experimentaba con la luz, con los nuevos materiales fotográficos y con el color. Su puesto de trabajo se situaba muy cerca del de su colega D. Santiago Ramón y Cajal, que ideó ciertas técnicas fotográficas que el conquense intentó ensayar con mayor o menor acierto, logrando llamativos virajes en tonalidades sepia, amarillo, marrón, rojo e incluso al azul.
El legado fotográfico de Ángel del Campo, que comprende miles de imágenes tomadas en numerosos países, ha sido cuidadosamente conservado por su familia llegando en perfecto estado a nuestros días.
La porción de este inmenso archivo correspondiente a Toledo es extensa, pues no en vano, Ángel del Campo era un enamorado de Toledo y visitaba frecuentemente la ciudad con su mujer y su hijo. Debo agradecer infinitamente a sus nietas Maité y Ana la cesión de estas fotografías, así como a Paco de la Torre y Laura Valeriano la intermediación para conseguirlo.
Comenzaremos viendo las fotografías que Ángel del Campo tomó en una curiosa reunión en un cigarral, problablemente el de Gregorio Marañón pues ambos tenían una buena relación. La perspectiva de la ciudad al fondo parece confirmar esta hipótesis:
Son interesantes las fotografías que Ángel del Campo tomó de los principales monumentos toledanos. Aquí tenemos la Mezquita del Cristo de la Luz:
En esta fotografía podemos ver la Puerta del Sol:
Aquí aparecen varias imágenes del Museo de Santa Cruz:
El Hospital Tavera está bien representado en la colección del científico conquense:
Aquí tenemos la portentosa reja del tristemente desaparecido Convento de San Juan de la Penitencia (por cierto que esta reja parece que va a poder ser vista restauradas próximamente en el Museo de Santa Cruz):
Ángel del Campo tomó varias fotografías de las Turbinas de Vargas (la primera de ellas es uno de los ensayos de color mencionados):
Aquí podemos ver el Puente de Alcántara y el Alcázar:
En esta fotografía aparece el Salón de Mesa:
Es preciosa esta fotografía de aguadores en la Plaza de las Capuchinas:
Aquí tenemos la Posada de la Hermandad:
Esta imagen es del interior de la Catedral:
Aquí podemos ver el interior de la Sinagoga del Tránsito:
En esta estampa podemos ver el Arrabal y la Puerta de Bisagra:
Este es el Callejón el Nuncio Viejo o de Orates:
Aquí podemos ver la Vega Baja desde el Paseo de Recaredo:
Es preciosa esta fotografía del conocido como Palacio del Rey Pedro I el Cruel en la Plaza de Santa Isabel:
Este es el claustro del Monasterio de San Juan de los Reyes:
Aquí podemos ver el jardín del Museo del Greco:
Esta es una bonita vista del río Tajo con el Hospital Tavera de fondo:
Sirva esta entrada como pequeño tributo a este destacadísimo científico e impulsor de multitud de actividades culturales en su Cuenca natal, merecimientos que le valieron en su dia reconocimientos como el ingreso Real Academia de Ciencias Exactas Físicas y Naturales o el nombramiento como Hijo Predilecto de Cuenca.
Durante la Guerra Civil siguió trabajando intensamente en investigación en los laboratorios de Defensa y Sanidad. Tras la contienda fue depurado y posteriormente rehabilitado, continuando con su labor docente e investigadora. En 1942 sufrió un atropello por un automóvil, que le dejó maltrecho. Falleció en Madrid el 4 de noviembre de 1944. Una buena semblanza de su vida fue la que dejó escrita en la revista Anales de la Sociedad Española de Física y Química uno de sus alumnos y biógrafo ocasional, Manuel Lora Tamayo, al poco de la muerte del científico:
“Amante de la belleza por temperamento –escribió en una ocasión que sus aficiones a la Ciencia procedían de la gran belleza que ofrece sus variadísimos aspectos-, artista por ambiente, de una superior cultura que derivaba de ambos sentimientos, hombre de fe, había de estar siempre, por innata repulsión, al margen de todo lo que no fuera bello, bueno y justo.
La Ciencia española ha perdido un valor relevante; la Universidad, un Profesor de honda vocación; todos y cada uno, un amigo leal y un maestro. Ante su tumba abierta, un día de triste recuerdo, elevamos a Dios una oración por su alma; hoy, en el libro abierto de la Historia científica de España, escribimos una página en homenaje cordial y emocionado a su memoria.”
Podréis encontrar más información y fotografías en el estupendo libro Estereoscopía en la ciudad de Cuenca (1858-1935) escrito por Laura Valeriano, Francisco de la Torre, Manolo Pinedo y Carlos Gonzalez (Diputación de Cuenca, 2009).
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