Como si de un inmenso puzle se tratara, poco a poco se van incorporando las piezas que completan el aspecto que la ciudad de Toledo tenía en el siglo XIX, cuando la fotografía daba sus primeros pasos.
Valiosísimos pedazos de historia celosamente guardados en archivos, bibliotecas y colecciones particulares que algunos chalados nos dedicamos a escudriñar y que en el caso de Toledo no paran de depararnos enormes sorpresas y alegrías.
Hace unos meses tuve acceso a un rarísimo álbum francés conservado en esa maravillosa ciudad que es Carcasona, capital del departamento del Aude. En él se incluyen, entre otras, alrededor de veinte inéditas y preciosas fotografías de Toledo tomadas en torno al año 1886 que estoy seguro de que os van a hacer disfrutar mucho.
La autoría de las fotografías es desconocida, aunque por la tipología, estilo y encuadre guardan gran similitud con las imágenes conservadas en el fondo parisino de Roger Viollet, que fueron comercializadas en el siglo XIX por Levy, aunque hace tiempo que sospecho que tras ellas estaba la figura del gran Casiano Alguacil.
Esta veintena de imágenes destaca por la rareza de alguno de los motivos fotografiados, poco frecuentes en reportajes tan antiguos. Sirva de ejemplo esta primera fotografía: la vaguada de Valdecolomba con el arroyo de la Cabeza que, proveniente de Pozuela, desemboca en el Tajo bajo el cerro de la Ermita de la Cabeza. Para que os situéis, la imagen está tomada más o menos donde hoy se levanta el restaurante Hierbabuena. Al fondo, aparece el Valle, carente casi por completo de vegetación en aquel desierto que era la España del siglo XIX, especialmente alrededor de las ciudades castellanas:
Aquí la misma foto, editada con más contraste:
Una de las imágenes más bellas del álbum es esta rarísima vista de la muralla en la zona de la torre de la Almofala, en el barrio de la Antequeruela, antiguo Arrabal de San Isidoro. Al fondo se ve la subida al Miradero, el convento de Santa Fe o el Castillo de San Servando. En primer término, en la traza de la actual calle Carrera, se ve un círculo en el suelo que bien podría tratarse de un antiguo nevero. Hace unos años, en unas obras en este barrio, una máquina se topó con uno de estos antiguos almacenes de nieve al excavar el terreno:
Muy cerca de allí, fueron inmortalizadas las Torres de la Reina:
Son formidables las fotografías del álbum que retratan el monasterio de San Juan de los Reyes, que acababa de ver cómo comenzaban las obras de restauración dirigidas por Arturo Mélida, iniciadas el 2 de mayo de 1883:
El Puente de San Martín era una cita obligada en el recorrido de cualquier fotógrafo pionero que retratase Toledo en el siglo XIX:
Y el otro puente medieval, el de Alcántara, no podía ser menos:
Desde este puente fue tomada esta imagen del Torno del Tajo, con las Turbinas de Vargas en el lugar en que estuvo el Artificio de Juanelo y sus ruinas hasta 1868. Arriba a la derecha, se ve en obras el Picadero Militar, finalizado poco después (en 1887) y que se levantó donde se situara el Hospital de Santiago:
La arquitectura renacentista está bien representada en el álbum, con estas dos fotos del Hospital de Santa Cruz y el Hospital Tavera, respectivamente:
La Catedral está también muy bien retratada en el reportaje, tanto sus exteriores como sus interiores:
Es una gozada admirar el aspecto de la Puerta del Cambrón en 1886:
La Puerta del Sol aparece flamante también en esta imagen:
La Iglesia de Santiago del Arrabal presentaba este imponente aspecto en 1886:
El álbum se completa con algunas fotografías más, estas sí conocidas y con autor identificado, tomadas hacia 1870 por Jean Laurent:
Como creo que ha quedado claro, se trata de un álbum de incalculable valor nunca antes visto en Toledo y con fotografías realmente originales, especialmente las que retratan vistas poco fotografiadas de la ciudad. Un pasito más en el conocimiento del Toledo del siglo XIX que me hace muy feliz poder mostraros.
viernes, 23 de septiembre de 2016
Toledo en 1886 en un rarísimo álbum francés conservado en Carcasona
domingo, 11 de septiembre de 2016
La Sinagoga del Tránsito en 1935 fotografiada por el gran Abraham Pisarek
El fotógrafo alemán Abraham Pisarek nació en el seno de una familia judía el 24 de diciembre de 1901 en Przedbórz (Polonia) y falleció el 24 de abril 1983 en Berlín Occidental (República Federal Alemana). Hacia 1918 se trasladó a Alemania y en 1924 se mudó a Palestina.
En 1928 regresó a tierras germanas instalándose en Berlín y formándose como fotógrafo. Pronto publicó imágenes en Illustrierte Zeitung y en prensa judía. Colaboró con el gran John Heartfield y entabló amistad con Max Liebermann, frecuentando los círculos de artistas y escritores durante la República de Weimar. Con la llegada del partido nazi al poder tras las elecciones de 1933, se le prohibió fotografiar salvo en trabajos difundidos exclusivamente para la comunidad judía. A partir de entonces trabajó como fotógrafo de periódicos judíos, colaborando clandestinamente con medios antifascistas lo que le llevó a repetidos arrestos y citaciones ante la Gestapo. En 1935 visitó Toledo, tomando bellas fotografías de la Sinagoga del Tránsito, a donde acudió a buen seguro por motivos religiosos. En 1936 es expulsado de su vivienda junto con su mujer y sus dos hijos. En los años 40 fue confinado en un campo de trabajo, realizando tanto tareas de intérprete para presos polacos y soviéticos como trabajos forzados. Tras fracasar en un intento de fuga a EE.UU., fue liberado en 1943 gracias a las célebres Protestas de Rosenstrasse en las que mujeres arias reclamaban la libertad de sus maridos judíos, encontrándose entre ellas su mujer Gerda. Después de la guerra trabajó como intérprete para la administración militar soviética en Berlín y retomó su actividad como reportero, documentado de esta manera el establecimiento de la República Democrática Alemana en la zona ocupada por los soviéticos. Sus fotos más famosas fueron la serie de imágenes del apretón de manos de Otto Grotewohl y Wilhelm Pieck en el Congreso de la Unidad del Partido Socialista Unificado de Alemania del Este en 1946.
Retrató a artistas como Helene Weigel, Thomas Mann y Hanns Eisler. Desde finales de la década de 1950 se dedicó casi exclusivamente a la fotografía de obras de teatro. Murió en 1983 en Berlín Occidental. Como decía anteriormente, en 1935 visitó Toledo a buen seguro atraído por sus raíces judías y tomó dos preciosas fotos de la Sinagoga del Tránsito. A la belleza de las fotografías se añade alguna curiosidad, como por ejemplo la presencia de los enterramientos y la sillería de madera, testigos de su uso como templo cristiano posterior a la expulsión de los judíos. Esos enterramientos y sillería fueron retirados de esta ubicación en reformas posteriores.
La imagen exterior es también muy bella, y podemos decir que es de esos lugares de la ciudad que apenas ha cambiado, por lo que, salvo el coche de época (un ómnibus, parece), podría tratarse de una fotografía tomada en nuestros días:
Como veis, un par de imágenes muy especiales, sobre todo teniendo en cuenta la biografía del autor con sus duros avatares, sufridos tan solo por profesar una religión. Dedico esta entrada como humilde homenaje a todos aquellos judíos que padecieron la barbarie del nazismo, especialmente a aquellos como Abraham Pisarek que de un modo u otro sintieron la llamada de Toledo como cuna de sus ancestros de Sefarad.
En 1928 regresó a tierras germanas instalándose en Berlín y formándose como fotógrafo. Pronto publicó imágenes en Illustrierte Zeitung y en prensa judía. Colaboró con el gran John Heartfield y entabló amistad con Max Liebermann, frecuentando los círculos de artistas y escritores durante la República de Weimar. Con la llegada del partido nazi al poder tras las elecciones de 1933, se le prohibió fotografiar salvo en trabajos difundidos exclusivamente para la comunidad judía. A partir de entonces trabajó como fotógrafo de periódicos judíos, colaborando clandestinamente con medios antifascistas lo que le llevó a repetidos arrestos y citaciones ante la Gestapo. En 1935 visitó Toledo, tomando bellas fotografías de la Sinagoga del Tránsito, a donde acudió a buen seguro por motivos religiosos. En 1936 es expulsado de su vivienda junto con su mujer y sus dos hijos. En los años 40 fue confinado en un campo de trabajo, realizando tanto tareas de intérprete para presos polacos y soviéticos como trabajos forzados. Tras fracasar en un intento de fuga a EE.UU., fue liberado en 1943 gracias a las célebres Protestas de Rosenstrasse en las que mujeres arias reclamaban la libertad de sus maridos judíos, encontrándose entre ellas su mujer Gerda. Después de la guerra trabajó como intérprete para la administración militar soviética en Berlín y retomó su actividad como reportero, documentado de esta manera el establecimiento de la República Democrática Alemana en la zona ocupada por los soviéticos. Sus fotos más famosas fueron la serie de imágenes del apretón de manos de Otto Grotewohl y Wilhelm Pieck en el Congreso de la Unidad del Partido Socialista Unificado de Alemania del Este en 1946.
Retrató a artistas como Helene Weigel, Thomas Mann y Hanns Eisler. Desde finales de la década de 1950 se dedicó casi exclusivamente a la fotografía de obras de teatro. Murió en 1983 en Berlín Occidental. Como decía anteriormente, en 1935 visitó Toledo a buen seguro atraído por sus raíces judías y tomó dos preciosas fotos de la Sinagoga del Tránsito. A la belleza de las fotografías se añade alguna curiosidad, como por ejemplo la presencia de los enterramientos y la sillería de madera, testigos de su uso como templo cristiano posterior a la expulsión de los judíos. Esos enterramientos y sillería fueron retirados de esta ubicación en reformas posteriores.
La imagen exterior es también muy bella, y podemos decir que es de esos lugares de la ciudad que apenas ha cambiado, por lo que, salvo el coche de época (un ómnibus, parece), podría tratarse de una fotografía tomada en nuestros días:
Como veis, un par de imágenes muy especiales, sobre todo teniendo en cuenta la biografía del autor con sus duros avatares, sufridos tan solo por profesar una religión. Dedico esta entrada como humilde homenaje a todos aquellos judíos que padecieron la barbarie del nazismo, especialmente a aquellos como Abraham Pisarek que de un modo u otro sintieron la llamada de Toledo como cuna de sus ancestros de Sefarad.
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