Ubicada donde se levantara la basílica visigótica de Santa Leocadia, en plena Vega Baja de Toledo, la ermita del Cristo de la Vega es un edificio cuya parte más antigua, el ábside, data del siglo XIII y es de estilo mudéjar.
Este templo conservó el nombre de Basílica y Abadía de Santa Leocadia hasta 1851, fecha en la que fue suprimido el título de abad de Santa Leocadia. Desde entonces fue renombrado oficialmente como Ermita del Cristo de la Vega, si bien este Cristo ya era venerado allí al menos desde 1612, fecha en la que Francisco de Pisa mencionara la famosa leyenda tradicional que años más tarde inspirara a José Zorrilla para escribir la titulada "A buen juez, mejor testigo", que tiene a este peculiar Cristo como protagonista.
La imagen del Cristo, con un brazo desclavado, podría provenir de un conjunto escultórico de un descendimiento. En 1808, y en uno más de los múltiples episodios de destrozos de patrimonio toledano que llevaron a cabo las tropas napoleónicas, la imagen original fue destruida junto con buena parte del primitivo templo. El 14 de septiembre de 1826, el párroco Vicente Vega inauguró la nueva imagen que él mismo había costeado. Del mismo modo se inauguró la reconstrucción del edificio.
Las primeras imágenes de la ermita del Cristo de la Vega datan del siglo XIX, algunos años después de esta restauración.
Antes de la Guerra Civil también fue bastante fotografiada la ermita:
El 11 de febrero de 1931, el Cardenal Pedro Segura colocó la primera piedra del Monumento al Corazón de Jesús situado junto a la ermita. Muy poco después, el Cardenal era expulsado de España por su abierta oposición a la recién instaurada II República. Las obras de construcción del monumento se vieron por ello muy dificultadas, pese a lo cual vieron la luz en junio de 1933. Se trata de un precioso conjunto neomudéjar en el que trabajaron afamados artistas de la época. Así, el genial Julio Pascual se encargó de las partes de forja y hierro; Joaquín Potenciano se encargó de las columnas y artesonado de la cripta; Tomás Gimena fue el encargado de ejecutar el modelo de la estatua en escayola; Francisco Hernández labró la escultura; Ángel Pedraza fue el encargado de la cerámica y de la maqueta del monumento; toda la obra fue dirigida por el arquitecto Juan García Ramírez y el maestro de obras Ángel Peña.
La escultura del Cristo que corona el conjunto está esculpida en piedra de Almorquí, y la cabeza y las manos son de mármol de Carrara. Tiene una altura superior a los cinco metros y pesa unas doce toneladas.
Todo el conjunto alcanza una altura de 36 metros. Está dividido en tres cuerpos: el primero, que sirve de base al monumento, está coronado por una terraza mientras que en el segundo, más esbelto, están representados dieciséis medallones en cerámica con efigies de santos toledanos y escudos de las seis provincias por las que se extendía la archidiócesis primada. El tercer cuerpo lo ocupa una torre sobre la que se apoya la majestuosa escultura.
Pero puede que lo más destacado y desconocido del monumento sea su cripta con capacidad para 200 personas, dividida en tres pequeñas naves por dos filas de columnas. Posee un sencillo altar con gradas cubiertas de cobre repujado.
Esta fotografía fue tomada por mi abuelo Eduardo Butragueño Bueno en 1936:
Sin embargo, al poco de inaugurarse estalló la guerra civil y el monumento fue blanco de las iras de las milicias republicanas que lo derribaron y lo dañaron gravemente.
También fue destrozada la imagen del Cristo del interior de la ermita. Fue restaurada en 1938 por Bienvenido Villaverde en la Catedral.
El 22 de marzo de 1942 el monumento fue reinaugurado tras su reconstrucción. Presidió el acto Don Gregorio Modrego.
Como curiosidad, decir que en los inicios del proyecto hubo algo de polémica entre los partidarios de elevar el monumento sobre la piedra del rey Moro en el cerro de la Virgen del Valle y los que defendían su ubicación en el Cristo de la Vega.
Con el deseo de que pronto sea adecentado todo el entorno que rodea este precioso e histórico lugar, actualmente muy descuidado, os invito a acudir a visitarlo porque no os defraudará. Y si podéis, procurad que esa visita coincida con uno de los clásicos reviernes que en primavera allí se celebran. Es realmente agradable disfrutar de un botellín, unos tostones y unas quínolas en las preciosas tardes de la primavera toledana en el Cristo de la Vega.
El Cristo de la Vega en Google Maps:
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Para saber más:
- Ficha del monumento al Corazón de Jesús. Ayuntamiento de Toledo.
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