Las fotografías que hoy tengo el inmenso placer y honor de mostraros forman parte de ese selecto grupo de imágenes de Toledo que se pueden considerar como especiales tanto por su excepcional calidad como por su original formato.
Tomadas probablemente en 1921, son obra del genial José Regueira.
José Regueira García Mirayo Izquierdo nació en Madrid, en la calle Don Martín nº 10, cuarto izquierdo, a las seis y media de la mañana del lunes 11 de octubre de 1880. Hijo del pintor José Regueira Mirayo y de Ángela García Izquierdo, vio truncada su inminente salida hacia París para estudiar Bellas Artes por la brusca enfermedad de su padre, que falleció poco después lo que le obligó a hacerse cargo del taller de pintura y revoco que regentaba su progenitor.
Se casó con la alavesa María Rodríguez Hernani en 1910, con la que tuvo seis hijos. En 1911 funda con un socio la empresa “José Regueira y Compañía”, dedicada a la pintura y revoco de casas y a todas las operaciones relacionadas con este oficio. Participa en la ejecución de multitud de edificios de gran belleza en Madrid bajo las órdenes de los mejores arquitectos del momento, como por ejemplo Pedro Muguruza, de quien era buen amigo. Destaca entre sus obras el trabajo realizado en el edificio de La Unión y el Fénix Español., así como la participación en edificios como el Palacio de la Prensa, el Teatro Real, el Hospital Obrero, el Colegio de Nuestra Señora del Pilar, el Monasterio del Paular o el Monasterio de Piedra. Utiliza la fotografía como un elemento de apoyo en su trabajo, conservándose un buen registro fotográfico de su trabajo.
En los felices años 20 su posición desahogada y su espíritu inquieto le permiten viajar, siendo miembro de la Sociedad Española de Excursiones con la que viaja por todo el país dando rienda suelta al artista que llevaba dentro de la mano de la fotografía.
La faceta más singular de su obra fotográfica comienza cuando adquiere la mítica cámara Kodak Panoram 4, con la que empieza a investigar en la fotografía panorámica consiguiendo asombrosos resultados.
Gran amante de los paisajes, pueblos y ciudades, observa la vida cotidiana de la España de principios del siglo XX. Retrata acontecimientos sociales –como la boda real de Alfonso XIII y el atentado que sufrió, del que conserva cuatro fotografías inéditas–, las tardes del Retiro, partidos de fútbol, desfiles y paradas militares, exposiciones, obras públicas, monumentos, interiores...Todo ello quedó reflejado en las más de siete mil fotografías que contiene su obra, actualmente depositada en la Filmoteca de Castilla y León, de las cuales tres mil son de temática taurina pues era un gran aficionado y entendido del arte de Cúchares. En formato panorámico su legado consta de 220 fotografías, de las que 17 corresponden a Toledo.
Su último gran reportaje data del año 1935, en el que viaja por Andalucía. De camino recaló en Toledo, en lo que fue su segunda y fugaz visita a la ciudad. En este caso el reportaje fue realizado con placas estereoscópicas.
Al estallar la Guerra Civil permanece en Madrid, recluido en casa y prácticamente no sale de su vivienda. Su hijo Ángel es detenido por las milicias republicanas y fusilado en Paracuellos del Jarama. Regueira apenas se sobrepone de esta dramática pérdida, abandonando su actividad fotográfica, que ya no recupera al finalizar la contienda.
Murió en Madrid, el 2 de octubre de 1953.
Pasemos ya a ver las panorámicas tomadas por Regueira en Toledo en 1921, sencillamente espectaculares. Agradezco infinitamente a la familia Regueira y a José Manuel Estebaranz la cesión gratuita de estas joyas. Gracias a ellos podemos gozar con la contemplación de estas maravillosas vistas del Toledo de hace más de 90 años.
Comenzaré por la más original y la que puede verse mejor en el blog dada su orientación vertical. Se trata de esta soberbia vista de la Catedral desde el Ayuntamiento. Aún no he decidido qué fotografías se incluirán como láminas-obsequio a los mecenas del libro de Toledo Olvidado que aportaron 80 euros o más, pero creo que esta fotografía debidamente recortada bien podría ser una de ellas por su originalidad y valor artístico en 1921. A ello se añade su carácter de obra inédita nunca antes vista en Toledo. Espero vuestra opinión:
Las mejores panorámicas de la ciudad las obtuvo Regueira desde el Castillo de San Servando y sus inmediaciones. Algunas de ellas con la particularidad de estar tomadas desde las almenas del propio castillo, que por entonces se encontraba en estado de grave abandono. Disfrutad de ellas pinchando en cada una y obteniendo su tamaño máximo porque de otro modo no podréis valorar la belleza de cada imagen y sus increíbles detalles:
Esta no se encuentra demasiado bien conservada:
Otra excelente panorámica, aunque algo deteriorada, es esta tomada desde el interior de la ciudad donde se ve el caserío, los tejados y las torres, destacando la Iglesia de San Ildefonso:
Es una pena que esta vista de las Covachuelas y la Antequeruela se encuentre algo dañada:
Regueira cruzó la ciudad hasta el Puente de San Martín, donde tomó más panorámicas, pero por desgracia no se han conservado bien estas tomas. Aún así os las pongo dado su enorme valor documental:
Para finalizar os dejo con esta toma cuya ubicación no está clara. No es seguro que sea Toledo, pero podría tratarse del Tajo en la zona cercana a la carretera de la Puebla de Montalbán:
Esperando que hayáis disfrutado con estas impresionantes vistas tanto como yo, tan sólo agradecer de nuevo a José Manuel Estebaranz y a la familia Regueira su generosidad a la hora de ayudar a difundir este precioso legado.
viernes, 3 de agosto de 2012
La Panorámica desde el Valle más antigua tomada por Alphonse De Launay en 1854
Sería difícil describir con palabras la emoción que sentí hace unos días al abrir un correo que contenía una fotografía que llevaba años persiguiendo infructuosamente. En ocasiones la única pista o indicio sobre algún autor muy antiguo y poco conocido es una simple referencia en algún libro especializado o en alguna lista de una casa de subastas. A veces son solo rumores sobre el supuesto paso por Toledo de huidizos y esquivos autores que, aunque parezca mentira, están en nuestros días siendo redescubiertos.
Este era el caso de Alphonse De Launay (o Delaunay en algunas otras citas), un fotógrafo muy poco conocido y estudiado del que se decía que había visitado España en dos ocasiones, una en 1851 y otra en 1854, y en cuyo periplo aparecía en algunas citas la ciudad de Toledo.
Cuando tuve noticias de su existencia en 2009 comencé un rastreo periódico sobre cualquier pista que me pudiera llevar a alguna fotografía suya tomada en Toledo. Las escasas citas sobre subastas de imágenes suyas mencionaban precios de salida que rondaban los 6.000 euros por cada foto, lo cual automáticamente me descartaba como potencial comprador de alguna de sus fotografías y me "condenaba" a tener que localizar a alguno de los compradores y que éstos accedieran a cederme un escaneo.
Así fue cómo en uno de esos correos que periódicamente envío a ciertos contactos con pocas esperanzas de obtener éxito sonó la flauta: mi contacto acababa de estar en Paris con un coleccionista francés que le había mostrado una fotografía de Alphonse de Launay tomada en Toledo. Me dio su correo y le escribí rogándole un escaneo de la fotografía, explicándole el valor que tendría para todos los que amamos Toledo. Dos meses después, un correo de su asistente personal me alegró el día, la semana y prácticamente el año.
Allí estaba: una fotografía del legendario Alphonse De Launay, extraño personaje, discípulo del maestro entre los maestros Gustave Le Gray y del cual se saben tan sólo retazos de su vida. Nació en 1827 en Manche (Normandía, Francia) y junto con el amplio conjunto de discípulos de Gustave Le Gray, experimentó las nuevas soluciones técnicas sobre papel. Habiendo rechazado el puesto de Inspector de la Compagnie de la Vieille-Montagne, nunca dio un sesgo profesional a su actividad como fotógrafo, -aunque estuvo vinculado a las instituciones de la época, como la Societé Française de Photographie, a la que perteneció desde 1858 a 1866- sino que desarrolló su modo de vida como propietario y abogado. Fue un hombre de espíritu cultivado con aficiones como la literatura y el teatro publicando diversas obras de éxito así como un asiduo viajero.
En sus viajes se cita uno a España en 1851, por lo que existía la posibilidad de que la fotografía que me remitían desde París fuese la más antigua tomada en Toledo, aunque parece que de su viaje de 1851 sólo se conservan fotografías de Sevilla. Lo más probable es que la fotografía que os ofrezco, tomada desde la Ermita del Valle, fuese realizada en su segunda visita tres años después, en 1854. Deleitaos con ella tanto como yo lo he hecho y, a la espera de poder conseguirla a mayor resolución, admiremos los detalles que nos permite ver, como por ejemplo el de contemplar la torre mudéjar de Santa Justa y Rufina aún en pie:
De Launay incluyó esta segunda visita en un viaje que le llevó a Argel y Orán. Se casó con Marie-Constance Chastellain, fue un devoto católico y tuvo un hijo en 1860 llamado Louis Auguste Alphonse De Launay que también fue un brillante escritor e historiador además de geólogo. Alphonse De Launay murió en 1906.
Para finalizar, tan solo agradecer infinitamente a Serge Kakou la cesión de esta joya. Os dejo con la fotografía más célebre que tomase De Launay: este retrato excepcional de su maestro Gustave Le Gray, con una expresividad al alcance de muy pocos en 1854.
Para saber más:
- Biografía de Alphonse De Launay, por Alex Novak
Este era el caso de Alphonse De Launay (o Delaunay en algunas otras citas), un fotógrafo muy poco conocido y estudiado del que se decía que había visitado España en dos ocasiones, una en 1851 y otra en 1854, y en cuyo periplo aparecía en algunas citas la ciudad de Toledo.
Cuando tuve noticias de su existencia en 2009 comencé un rastreo periódico sobre cualquier pista que me pudiera llevar a alguna fotografía suya tomada en Toledo. Las escasas citas sobre subastas de imágenes suyas mencionaban precios de salida que rondaban los 6.000 euros por cada foto, lo cual automáticamente me descartaba como potencial comprador de alguna de sus fotografías y me "condenaba" a tener que localizar a alguno de los compradores y que éstos accedieran a cederme un escaneo.
Así fue cómo en uno de esos correos que periódicamente envío a ciertos contactos con pocas esperanzas de obtener éxito sonó la flauta: mi contacto acababa de estar en Paris con un coleccionista francés que le había mostrado una fotografía de Alphonse de Launay tomada en Toledo. Me dio su correo y le escribí rogándole un escaneo de la fotografía, explicándole el valor que tendría para todos los que amamos Toledo. Dos meses después, un correo de su asistente personal me alegró el día, la semana y prácticamente el año.
Allí estaba: una fotografía del legendario Alphonse De Launay, extraño personaje, discípulo del maestro entre los maestros Gustave Le Gray y del cual se saben tan sólo retazos de su vida. Nació en 1827 en Manche (Normandía, Francia) y junto con el amplio conjunto de discípulos de Gustave Le Gray, experimentó las nuevas soluciones técnicas sobre papel. Habiendo rechazado el puesto de Inspector de la Compagnie de la Vieille-Montagne, nunca dio un sesgo profesional a su actividad como fotógrafo, -aunque estuvo vinculado a las instituciones de la época, como la Societé Française de Photographie, a la que perteneció desde 1858 a 1866- sino que desarrolló su modo de vida como propietario y abogado. Fue un hombre de espíritu cultivado con aficiones como la literatura y el teatro publicando diversas obras de éxito así como un asiduo viajero.
En sus viajes se cita uno a España en 1851, por lo que existía la posibilidad de que la fotografía que me remitían desde París fuese la más antigua tomada en Toledo, aunque parece que de su viaje de 1851 sólo se conservan fotografías de Sevilla. Lo más probable es que la fotografía que os ofrezco, tomada desde la Ermita del Valle, fuese realizada en su segunda visita tres años después, en 1854. Deleitaos con ella tanto como yo lo he hecho y, a la espera de poder conseguirla a mayor resolución, admiremos los detalles que nos permite ver, como por ejemplo el de contemplar la torre mudéjar de Santa Justa y Rufina aún en pie:
De Launay incluyó esta segunda visita en un viaje que le llevó a Argel y Orán. Se casó con Marie-Constance Chastellain, fue un devoto católico y tuvo un hijo en 1860 llamado Louis Auguste Alphonse De Launay que también fue un brillante escritor e historiador además de geólogo. Alphonse De Launay murió en 1906.
Para finalizar, tan solo agradecer infinitamente a Serge Kakou la cesión de esta joya. Os dejo con la fotografía más célebre que tomase De Launay: este retrato excepcional de su maestro Gustave Le Gray, con una expresividad al alcance de muy pocos en 1854.
Para saber más:
- Biografía de Alphonse De Launay, por Alex Novak
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