Aunque hace ya unos años destiné una parte de una entrada del blog a la figura de la interesantísima arqueóloga y fotógrafa francesa Jane Dieulafoy, hoy le dedico una entrada específica que tiene más que merecida. Ello se debe al reciente hallazgo de fotos muy desconocidas suyas que he tenido la suerte de realizar en investigaciones llevadas a cabo en varios archivos franceses como el Institut National d’Histoire de l’Art (INHA) y la Bibliothèque Nationale de France.
Por lo tanto, lo primero que haré es recordar la biografía de esta mujer verdaderamente adelantada a su tiempo. Jane Dieulafoy, de soltera Jane Henriette Magre, nació en 1851 en Toulouse y falleció en Pompertuzat en 1916. Esposa de Marcel Dieulafoy de quien tomó su apellido, fue una arqueóloga, fotógrafa, escritora y periodista.
Se trata de una auténtica mujer pionera, adelantada a su tiempo, capaz de hacerse pasar por un hombre a lo largo del mundo para poder viajar y conocer a fondo culturas tan machistas como las de entonces en países tan exóticos como Persia (actual Irán).
Nacida en una familia de ricos comerciantes, Jane se forma en el Convento de la Asunción de Auteuil, donde recibió una educación clásica mostrando un gran talento para el dibujo y la pintura. En 1869 dejó el convento y comenzó su relación con Marcel Dieulafoy, Ingeniero de Caminos, quien también era un apasionado del arte y la arqueología. Se casaron el 11 de mayo 1870. Durante la Guerra Franco-Prusiana, Marcel fue nombrado capitán de ingenieros del ejército y Jane se niega a separarse de él participando en todas las operaciones disfrazada de soldado.
Entre 1881 y 1882 hicieron realidad uno de sus viejos sueños: ir a Persia, a petición del Departamento de Instrucción Pública y Bellas Artes, en la búsqueda de los orígenes de la arquitectura occidental. Marcel y Jane se embarcaron en Marsella rumbo a Estambul, y luego cruzaron el Mar Negro en una nave rusa hasta Poti. A continuación, montaron a caballo todo el camino, viajando desde Tiflis durante catorce meses por los caminos de Persia. Jane fotografió todos los monumentos, mezquitas y puentes que llamaron su atención. Se integraron en la sociedad y cultura persa para conocerla a fondo, describieron los los caravasares y las ciudades por las que pasaron en caravanas, a veces corriendo grave peligro. Escribió sobre la historia del país y la gran miseria de la sociedad y la crueldad de sus líderes, así como sobre el refinamiento de las costumbres y su deliciosa gastronomía. Combinó en sus libros una equilibrada mezcla de descripción, anécdotas y recuerdos históricos siempre con ingenio y precisión. Criticó con decepción el estado en que se encontraba la legendaria ciudad de Isfahán cuyas joyas estaban medio destruidas y abandonadas. También escribió en detalle sobre su larga estancia entre los armenios de Julfa y la persecución que sufrían. En esta estancia en países musulmanes Jane Dieulafoy hubo de retomar su costumbre de vestirse como un hombre para no poner en riesgo su vida cortándose el pelo para seguir a su marido en sus viajes. Este hábito le valió gran fama.
Sus vivencias en este gran viaje fueron publicadas entre 1883 y 1886 en Le Tour du Monde con un gran éxito.
En 1883 la pareja deja Persia para investigar la ciudad de Susa, antigua ciudad de los imperios Elamita, Persa y Parto. Descubren el Friso de los Leones, la barandilla del Palacio de Artajerjes y finalmente, el Friso de los Arqueros informando de ello a Francia para ser exhibidos en el Louvre. Así, el 20 octubre de 1886, se inauguraron las dos "salas de Dieulafoy" recibiendo por ello Jane Dieulafoy la distinción de la Legión de Honor.
En 1888 publicó su diario sobre sus excavaciones en Susa. En 1890 publicó su primera novela y compuso una ópera basada en el libro estrenada en el Teatro Arena de Béziers en 1902.
Tras publicar varias novelas y cuentos con menor éxito decidió volver exclusivamente a la literatura de viajes y estudios históricos.
Como arqueólogos, a pesar de su éxito y su fama, el matrimonio no logró obtener nuevas misiones en países lejanos por lo que entre 1888 y 1914 exploran culturas más cercanas. De este modo viajaron a España en muchas ocasiones dedicando el resto del tiempo a una vida plácida y mundana en París, donde ella solicitó y recibió el permiso para ejercer su travestismo y ser capaz de vestirse como un hombre de modo habitual.
Al llegar la I Guerra Mundial abogó públicamente por la integración de las mujeres en las fuerzas armadas. En 1914 Marcel es movilizado como Coronel de Ingenieros y enviado a Rabat. Jane lo sigue y allí dirige el trabajo de limpieza de la mezquita de Hassan, y tenía previsto ir a explorar la ciudad romana de Volubilis cuando por el grave deterioro de su salud debido a la disentería se vio obligada a regresar a Francia. Murió el 25 de mayo de 1916 en la finca familiar de Langlade.
Las fotografías que he podido localizar recientemente nos hablan de una excelente fotógrafa (es creencia generalizada entre los investigadores que la gran mayoría de las fotografías que la pareja tomó fueron realizadas por Jane por lo que estamos ante las fotografías con firma femenina más antiguas jamás tomadas en Toledo), que si bien mostraba un evidente interés por asuntos arqueológicos y patrimoniales, no desdeñaba las fotografías de tinte más humanista en las que personas corrientes protagonizaban las escenas. Sirva como ejemplo esta maravillosa fotografía de la Plaza de San Justo, con las mujeres y niños que rodeaban junto con sus cántaros la fuente allí situada. Al fondo aparece la Catedral en una estampa realmente bella:
De marcado aire costumbrista son estas dos escenas tomadas frente al Palacio de los Toledo, junto al pasadizo de Balaguer:
El bullicio de la calle Ancha no pasó desapercibido para Jane y Marcel Dieulafoy:
La belleza de la calle de Santo Tomé, siempre atractiva, también cautivó a la francesa:
Esta es una excelente vista del Ayuntamiento:
El Hospital de Santa Cruz, parada obligada de cuantos se interesaban por los edificios de nuestra ciudad:
Dos bellísimas escenas tomadas en las inmediaciones del Baño de la Cava:
Una vista muy buena del Puente de Alcántara, en la que se aprecia perfectamente una higuera creciendo entre los sillares del puente. Es algo que periódicamente sigue sucediendo en nuestros días y que nunca dejará de maravillarme... ¿cómo es posible que estas higueras prosperen sin suelo, sustentándose únicamente con la humedad del interior del puente y nutriéndose de las sustancias contenidas en las rocas y morteros del monumento?
El imponente patio del Hospital Tavera:
Algunos detalles de la Catedral:
La Puerta de Bisagra. Se aprecia perfectamente que en su parte derecha el monumento se asentaba sobre terreno inestable y echadizo, con un importante desnivel hacia la bajada. Es algo que probablemente influyó en el hundimiento acaecido en 1946 y que en la actualidad no se aprecia debido al relleno y nivelado que se realizó para abrir al tráfico rodado la calle que la bordea:
La Puerta del Sol no podía faltar. El edificio más fotografiado de Toledo en el siglo XIX suma con esta imagen un nuevo nombre en la lista de ilustres fotógrafos que se vieron atrapados por su magnetismo y belleza. ¡Qué pena que en nuestros días lleve ya casi 2 años rodeada de vallas de obra y tuberías tiradas junto al muro que linda con el Cristo de la Luz!:
La capilla del Corpus Christi de la Iglesia de San Justo:
Algunos artesonados de la ciudad:
Para finalizar, recuerdo algunas fotos más que ya publiqué en su día, incluidas en el libro De Tolède a Grenade escrito por Madame Jane Dieulafoy para la colección Le Tour du Monde. y publicado en 1905, que en el capítulo dedicado a Toledo, hace una pormenorizada descripción de la ciudad y en él se incluyen preciosas fotografías, muchas de ellas probablemente tomadas por ella.
Mi preferida es esta vista de la subida al Castillo de San Servando, justo al lado del actual restaurante "La Cubana", que por entonces no era más que un chamizo.
Aquí tenemos una preciosa fotografía de un mendigo, si bien se trata de un error pues no es Toledo sino otra ciudad castellana, Ávila, en concreto la Iglesia de San Vicente:
Esta es una vista del Palacio de Inés de Ayala en la Plaza de Santa Isabel:
Hasta aquí este repaso al Toledo de alrededor de 1900 de la mano de una mujer realmente especial, dotada de un valor y una sensibilidad que hizo historia. Espero que estas fotos recién descubiertas os hayan gustado tanto como a mí.
sábado, 15 de enero de 2022
La transición entre el siglo XIX y el XX en Toledo fotografiada por Gustave Gillman
Gustave Gillman Bovet fue un auténtico personaje polifacético y erudito: músico, ingeniero, pintor, políglota (hablaba 11 idiomas), fotógrafo, empresario, guitarrista, astrónomo, historiador y metalúrgico. Como se puede comprobar, su actividad fue intensa en muchos campos, pero es en la fotografía donde nos ha dejado un inmenso y valioso legado. En una época en la que ser fotógrafo era algo realmente complejo y bastante engorroso, Gustave Gillman fue capaz de ser autosuficiente en todas las fases del proceso, desde la toma de la imagen hasta la obtención de las copias, en lo que sin duda debió invertir mucho tiempo a lo largo de su vida.
Gustave Gillman nació el 15 de junio de 1856 en Londres, en Warwick Street, en el céntrico barrio de Westminster. Hijo de Robert Gillman y de la suiza Caroline Bovet, fue el menor de cuatro hijos. El mismo año de su nacimiento, la familia Gillman se mudó a Victoria Street, también en Westminster. Con solo dos años, Gustave comenzó a aprender a tocar la corneta, descubriendo una pasión por la música que nunca abandonó. A los cinco años se mudó a la casa de su familia materna en Fleurier (Suiza) pero pronto regresó a Westminster en 1861. En el otoño de 1862 inició sus estudios en el Miss Leach College donde permaneció hasta 1866. Durante este período, pasó sus vacaciones de verano en Fleurier, donde aprendió alemán. En aquellos años, también, el joven Gustave sufrió fiebre tifoidea, lo que requería que pasara parte de su período escolar en Knightsbridge. Desde 1866 pasó un tiempo en Brighton, en el Miss Jane Smith College. En 1868 se mudó al Mr. Jos Hutton College y la Old Hove House School. Toda esa itinerancia sin duda marcó el carácter de Gillman de por vida, que se caracterizó por ser un incansable viajero con multitud de lugares de residencia.
1870 fue un mal año para la familia Gillman Bovet: su madre murió a los cincuenta años y su padre se rompió una pierna en un accidente del que nunca se recuperó. Gustave en ese momento tenía 14 años. Ese mismo año aprobó sus exámenes de ingreso en Cambridge.
En 1871, a la edad de 17 años, Gustave viajó mucho desde Kensington a Exeter y Southsea, donde vivía parte de su familia paterna. En junio de aquel año, su padre le animó a viajar al sur de España donde vivía su hermano Fritz (Federico). Llegó a bordo del barco Britannia a Gibraltar, viajó a Málaga y luego a Granada donde inmortalizó sus visiones del paisaje a través de acuarelas. Más tarde viajó a Darro y a Jaén donde por fin se encontró con Federico. La Navidad de 1871 transcurre con los dos hermanos en Jerez de la Frontera. En 1872 Gustave pasó la mayor parte del año en Madrid experimentado los efectos de la Tercera Guerra Carlista que convulsionaba España en ese momento.
Aunque sus padres priorizaron su educación en lingüística y música, los hermanos se interesaron en la ingeniería como resultado de su agilidad mental. Ambos hermanos desarrollaron un gran interés por la ingeniería minera.
En 1873 regresaron a Gran Bretaña pues Gustave comenzó a trabajar en la construcción del Ferrocarril de Londres, Chatham y Dover, hasta 1875, cuando Federico lo llamó de regreso a España, llegando a Granada en marzo de ese año. El 28 de septiembre de 1875 se comprometió con María del Rosario Sirvent de Berganza, una bella joven malagueña, hija de un soldado alicantino llamado Juan Sirvent y Picó, que había combatido en la Guerra Carlista. Después de un largo noviazgo de casi cinco años, se casaron en Gibraltar el 15 de junio de 1881, en el 25 cumpleaños de Gustave. Al año siguiente, la pareja tuvo un hijo que murió el mismo día de su nacimiento. Sin embargo, acabarían teniendo diez hijos más, siete de los cuales sobrevivieron hasta la edad adulta. En la primavera de 1886 la familia se traslada de nuevo a la provincia de Granada para vivir en Darro en un palacete.
Su interés fotográfico no se centró únicamente en los ferrocarriles y las minas, realizó muchas placas fotográficas de edificios de interés arquitectónico pero, probablemente, las más interesantes para nosotros hoy son las de la gente común que vivía de trabajar y cultivar la tierra. Gustave tenía un gran respeto por las clases más humildes y la vida en el campo. A menudo, pintaba cuadros a partir de las fotografías que había tomado, que le servían de modelo e inspiración.
En la década de 1880 participó en numerosos proyectos como el desvío del río Genil a Granada mediante un acueducto en el municipio de Güéjar Sierra. En los últimos días del verano de 1889 se alojó temporalmente en Lorca para trabajar en la Great Southern of Spain Railway Company Limited (GSSR). En 1890 se estudia la posibilidad de ejecutar una línea a Vélez Rubio a petición del Departamento de Caminos y Obras de la GSSR. Durante este tiempo estuvo trabajando en Vélez Rubio, Serón y Cantoria en cada uno de los cuales residió entre 1889 y 1894 investigando las mejores rutas para la GSSR. Aunque nunca se han encontrado sus diarios de este período, su registro fotográfico permite saber dónde estuvo en ese tiempo con gran precisión.
Las primeras líneas que se inauguraron fueron las que unen Jaravía y Pulpí el 1 de abril de 1890, tras las cuales se abrieron tramos en un tiempo increíblemente breve, inaugurándose la línea a Baza el 27 de diciembre de 1894. Toda la línea, estaciones, puentes, desmontes, terraplenes y alcantarillas fueron ejecutados en solo en siete años, algo absolutamente sorprendente en esa época. Posteriormente se construyó la vía de Baza a Guadix en 1907, y aunque la GSSR ya había vendido la concesión a 'The Granada Railway Company Limited', se cree que Gustave estuvo involucrado de alguna manera en la construcción de este tramo y que el proyecto se diseñó antes de la citada venta.
Aunque todas estas obras debían ser complejísimas, encontrándose Gustave con dificultades para el transporte de materiales ya que había muy pocas carreteras transitables en la zona montañosa en ese momento y los suministros se importaban en buena medida del Reino Unido hasta los puertos del Mediterráneo, este genial y polifacético personaje aún tuvo tiempo de tomar maravillosas fotografías de la zona y sus gentes, por quienes sentía una verdadera afinidad y respeto.
En 1897, fruto de su enorme esfuerzo y éxitos, la GSSR le nombró 'Director de Ferrocarriles y de la Compañía en España', centrándose en hacer rentable la empresa para lo que estuvo tres meses en Inglaterra tratando de influir en los inversores sobre la posibilidad de extraer minerales de las montañas alrededor de Bacares (Almería) y la zona de los Montes Filabres por tratarse de un área considerada como una veta madre de metales y siendo Gillman consciente de que el ferrocarril pasaba cerca de las famosas canteras de mármol de Macael y de las fábricas de mármol de Olula del Río. En paralelo, continuó desarrollando las instalaciones para el transporte de mineral así como de esparto y de pasajeros, construyendo cargadores como el de Los Caños así como el muelle de carga 'El Hornillo' en Águilas (Murcia) en 1903, considerada hoy la obra de un auténtico visionario.
Durante estas décadas, Gustave aumentó su conocimiento viajando por todo el mundo estudiando la topografía de las áreas productoras de minerales y conociendo de primera mano avances como el teleférico.
En 1908, Gustave y Federico viajaron a Sicilia para estudiar el método de producción de azufre para poder construir nuevos hornos de este material en Arcos de la Frontera de los que eran propietarios, donde creían que no estaban produciendo la cantidad de azufre que podían. Allí localizaron a un experto en azufre llamado 'Januzzo' que consiguió construir un horno a pleno funcionamiento en Arcos de la Frontera.
Durante sus numerosos viajes, Gustave siempre anotaba exhaustivamente en sus diarios cada detalle de sus actividades, información que nos ha llegado, descubriéndonos a todo un hombre renacentista interesado en casi cualquier disciplina técnica o artística.
Dichos diarios reflejan su frenética vida de viajes por el mundo, que en aquella época se realizaban con medios de transporte muy diferentes, siendo por ejemplo un visitante habitual de Madrid y Londres. En mayo de 1913 llega a un acuerdo con empresas británicas que tenían intereses en la construcción de vías férreas en Brasil. El 31 de julio llega a Recife y desde allí viajó a Petrópolis, donde tendría su sede, dejando a su esposa y familia en España. En abril de 1915 volvió a cruzar el Atlántico para regresar a Londres, donde tenía pensado organizar una exposición de las pinturas que había realizado durante su estancia en Brasil, aunque las pinturas se perdieron en el viaje. Tras ello viajó a Manchester donde su hijo Gustavo estudiaba ingeniería y posteriormente se dirigió a España para estar con su familia, tras lo que regresó finalmente para proseguir su trabajo en Brasil.
En 1922, finalizada la construcción del ferrocarril en Brasil, Gustave estaba organizando su regreso definitivo a Águilas cuando sufrió un accidente del que nunca se recuperó y, pocos días antes de emprender su viaje a España, enfermó y el 28 de febrero de 1922 falleció a los 66 años de edad de tuberculosis pulmonar en su casa de Petrópolis, en cuyo cementerio descansa. Su esposa María, falleció en Águilas en 1944.
Una vez resumida su apasionante vida, me centraré en sus imágenes tomadas en Toledo a finales del XIX y comienzos del XX en varias estancias en la ciudad. Se trata de parte del material que se conserva en el excelente Archivo General de la Región de Murcia gracias a las donaciones realizadas entre 2009 y 2020 tanto por Gabriel Folqués como por la familia Van der Heijden y Gustavo Gillman Mellado, ambos estos últimos bisnietos del autor, y que se completa con copias digitales de fotografías conservadas por la familia y en instituciones como el Archivo Municipal de Águilas.
Las fotografías más antiguas de Toledo tomadas por Gillman datan de los últimos años del siglo XIX y se conservan mayoritariamente en un álbum:
Sin embargo, las más bellas las tomó ya en los primeros años del siglo XX. Hablan de un fotógrafo experimentado y sensible, con un amplio registro, capaz de obtener imágenes muy diversas pero casi todas ellas técnicamente impecables. Comencemos por la maravillosa calle de santo Tomé.
¿No os parece sencillamente deliciosa esta vista de Zocodover?
El 24 de junio de 1901 aún Benito Pérez Galdós frecuentaba la ciudad, concretamente a menudo se alojaba en la fonda de las hermanas Figueroa que es el edificio que vemos a la izquierda de esta vista. ¿No os parece alucinante pensar que tras esas ventanas pudiera estar asomado discretamente el genial escritor canario?
Mirad qué maravillosas vistas del Baño de la Cava:
No podía faltar la calle Ancha:
La Catedral y la Plaza del Ayuntamiento:
El Puente de Alcántara:
El Puente de San Martín:
La Puerta de Valmardón, pudiéndose ver al fondo que la Mequita del Cristo de la Luz aún estaba semioculta por los muros de la casa del santero:
El conocido como Palacio del Rey Don Pedro en la Plaza de Santa Isabel, cuando albergaba una escuela de niñas:
Cerca de allí, sin salir de la misma plaza, el Palacio de Inés de Ayala:
La casa que años después acogió el Museo del Greco:
Vistas panorámicas de gran belleza tampoco podían faltar:
El Castillo de San Servando:
Los molinos de San Servando:
La Sinagoga de Santa María la Blanca:
El monasterio de San Juan de los Reyes:
La preciosa Puerta del Sol:
En definitiva, se trata de un completísimo repaso al Toledo de entresiglos, de la mano de una persona absolutamente inquieta y polifacética que modernizó buena parte del sureste español y además nos dejó un espléndido legado fotográfico. No quiero terminar sin agradecer al Archivo General de la Región de Murcia la cesión de estas fotos y su excelente labor preservadora y divulgadora.
Para saber más:
- Vida de Gustave Gillman en GSSR.es
- Documentación del fondo Gillman en el Archivo General de la Región de Murcia
Gustave Gillman nació el 15 de junio de 1856 en Londres, en Warwick Street, en el céntrico barrio de Westminster. Hijo de Robert Gillman y de la suiza Caroline Bovet, fue el menor de cuatro hijos. El mismo año de su nacimiento, la familia Gillman se mudó a Victoria Street, también en Westminster. Con solo dos años, Gustave comenzó a aprender a tocar la corneta, descubriendo una pasión por la música que nunca abandonó. A los cinco años se mudó a la casa de su familia materna en Fleurier (Suiza) pero pronto regresó a Westminster en 1861. En el otoño de 1862 inició sus estudios en el Miss Leach College donde permaneció hasta 1866. Durante este período, pasó sus vacaciones de verano en Fleurier, donde aprendió alemán. En aquellos años, también, el joven Gustave sufrió fiebre tifoidea, lo que requería que pasara parte de su período escolar en Knightsbridge. Desde 1866 pasó un tiempo en Brighton, en el Miss Jane Smith College. En 1868 se mudó al Mr. Jos Hutton College y la Old Hove House School. Toda esa itinerancia sin duda marcó el carácter de Gillman de por vida, que se caracterizó por ser un incansable viajero con multitud de lugares de residencia.
1870 fue un mal año para la familia Gillman Bovet: su madre murió a los cincuenta años y su padre se rompió una pierna en un accidente del que nunca se recuperó. Gustave en ese momento tenía 14 años. Ese mismo año aprobó sus exámenes de ingreso en Cambridge.
En 1871, a la edad de 17 años, Gustave viajó mucho desde Kensington a Exeter y Southsea, donde vivía parte de su familia paterna. En junio de aquel año, su padre le animó a viajar al sur de España donde vivía su hermano Fritz (Federico). Llegó a bordo del barco Britannia a Gibraltar, viajó a Málaga y luego a Granada donde inmortalizó sus visiones del paisaje a través de acuarelas. Más tarde viajó a Darro y a Jaén donde por fin se encontró con Federico. La Navidad de 1871 transcurre con los dos hermanos en Jerez de la Frontera. En 1872 Gustave pasó la mayor parte del año en Madrid experimentado los efectos de la Tercera Guerra Carlista que convulsionaba España en ese momento.
Aunque sus padres priorizaron su educación en lingüística y música, los hermanos se interesaron en la ingeniería como resultado de su agilidad mental. Ambos hermanos desarrollaron un gran interés por la ingeniería minera.
En 1873 regresaron a Gran Bretaña pues Gustave comenzó a trabajar en la construcción del Ferrocarril de Londres, Chatham y Dover, hasta 1875, cuando Federico lo llamó de regreso a España, llegando a Granada en marzo de ese año. El 28 de septiembre de 1875 se comprometió con María del Rosario Sirvent de Berganza, una bella joven malagueña, hija de un soldado alicantino llamado Juan Sirvent y Picó, que había combatido en la Guerra Carlista. Después de un largo noviazgo de casi cinco años, se casaron en Gibraltar el 15 de junio de 1881, en el 25 cumpleaños de Gustave. Al año siguiente, la pareja tuvo un hijo que murió el mismo día de su nacimiento. Sin embargo, acabarían teniendo diez hijos más, siete de los cuales sobrevivieron hasta la edad adulta. En la primavera de 1886 la familia se traslada de nuevo a la provincia de Granada para vivir en Darro en un palacete.
Su interés fotográfico no se centró únicamente en los ferrocarriles y las minas, realizó muchas placas fotográficas de edificios de interés arquitectónico pero, probablemente, las más interesantes para nosotros hoy son las de la gente común que vivía de trabajar y cultivar la tierra. Gustave tenía un gran respeto por las clases más humildes y la vida en el campo. A menudo, pintaba cuadros a partir de las fotografías que había tomado, que le servían de modelo e inspiración.
En la década de 1880 participó en numerosos proyectos como el desvío del río Genil a Granada mediante un acueducto en el municipio de Güéjar Sierra. En los últimos días del verano de 1889 se alojó temporalmente en Lorca para trabajar en la Great Southern of Spain Railway Company Limited (GSSR). En 1890 se estudia la posibilidad de ejecutar una línea a Vélez Rubio a petición del Departamento de Caminos y Obras de la GSSR. Durante este tiempo estuvo trabajando en Vélez Rubio, Serón y Cantoria en cada uno de los cuales residió entre 1889 y 1894 investigando las mejores rutas para la GSSR. Aunque nunca se han encontrado sus diarios de este período, su registro fotográfico permite saber dónde estuvo en ese tiempo con gran precisión.
Las primeras líneas que se inauguraron fueron las que unen Jaravía y Pulpí el 1 de abril de 1890, tras las cuales se abrieron tramos en un tiempo increíblemente breve, inaugurándose la línea a Baza el 27 de diciembre de 1894. Toda la línea, estaciones, puentes, desmontes, terraplenes y alcantarillas fueron ejecutados en solo en siete años, algo absolutamente sorprendente en esa época. Posteriormente se construyó la vía de Baza a Guadix en 1907, y aunque la GSSR ya había vendido la concesión a 'The Granada Railway Company Limited', se cree que Gustave estuvo involucrado de alguna manera en la construcción de este tramo y que el proyecto se diseñó antes de la citada venta.
Aunque todas estas obras debían ser complejísimas, encontrándose Gustave con dificultades para el transporte de materiales ya que había muy pocas carreteras transitables en la zona montañosa en ese momento y los suministros se importaban en buena medida del Reino Unido hasta los puertos del Mediterráneo, este genial y polifacético personaje aún tuvo tiempo de tomar maravillosas fotografías de la zona y sus gentes, por quienes sentía una verdadera afinidad y respeto.
En 1897, fruto de su enorme esfuerzo y éxitos, la GSSR le nombró 'Director de Ferrocarriles y de la Compañía en España', centrándose en hacer rentable la empresa para lo que estuvo tres meses en Inglaterra tratando de influir en los inversores sobre la posibilidad de extraer minerales de las montañas alrededor de Bacares (Almería) y la zona de los Montes Filabres por tratarse de un área considerada como una veta madre de metales y siendo Gillman consciente de que el ferrocarril pasaba cerca de las famosas canteras de mármol de Macael y de las fábricas de mármol de Olula del Río. En paralelo, continuó desarrollando las instalaciones para el transporte de mineral así como de esparto y de pasajeros, construyendo cargadores como el de Los Caños así como el muelle de carga 'El Hornillo' en Águilas (Murcia) en 1903, considerada hoy la obra de un auténtico visionario.
Durante estas décadas, Gustave aumentó su conocimiento viajando por todo el mundo estudiando la topografía de las áreas productoras de minerales y conociendo de primera mano avances como el teleférico.
En 1908, Gustave y Federico viajaron a Sicilia para estudiar el método de producción de azufre para poder construir nuevos hornos de este material en Arcos de la Frontera de los que eran propietarios, donde creían que no estaban produciendo la cantidad de azufre que podían. Allí localizaron a un experto en azufre llamado 'Januzzo' que consiguió construir un horno a pleno funcionamiento en Arcos de la Frontera.
Durante sus numerosos viajes, Gustave siempre anotaba exhaustivamente en sus diarios cada detalle de sus actividades, información que nos ha llegado, descubriéndonos a todo un hombre renacentista interesado en casi cualquier disciplina técnica o artística.
Dichos diarios reflejan su frenética vida de viajes por el mundo, que en aquella época se realizaban con medios de transporte muy diferentes, siendo por ejemplo un visitante habitual de Madrid y Londres. En mayo de 1913 llega a un acuerdo con empresas británicas que tenían intereses en la construcción de vías férreas en Brasil. El 31 de julio llega a Recife y desde allí viajó a Petrópolis, donde tendría su sede, dejando a su esposa y familia en España. En abril de 1915 volvió a cruzar el Atlántico para regresar a Londres, donde tenía pensado organizar una exposición de las pinturas que había realizado durante su estancia en Brasil, aunque las pinturas se perdieron en el viaje. Tras ello viajó a Manchester donde su hijo Gustavo estudiaba ingeniería y posteriormente se dirigió a España para estar con su familia, tras lo que regresó finalmente para proseguir su trabajo en Brasil.
En 1922, finalizada la construcción del ferrocarril en Brasil, Gustave estaba organizando su regreso definitivo a Águilas cuando sufrió un accidente del que nunca se recuperó y, pocos días antes de emprender su viaje a España, enfermó y el 28 de febrero de 1922 falleció a los 66 años de edad de tuberculosis pulmonar en su casa de Petrópolis, en cuyo cementerio descansa. Su esposa María, falleció en Águilas en 1944.
Una vez resumida su apasionante vida, me centraré en sus imágenes tomadas en Toledo a finales del XIX y comienzos del XX en varias estancias en la ciudad. Se trata de parte del material que se conserva en el excelente Archivo General de la Región de Murcia gracias a las donaciones realizadas entre 2009 y 2020 tanto por Gabriel Folqués como por la familia Van der Heijden y Gustavo Gillman Mellado, ambos estos últimos bisnietos del autor, y que se completa con copias digitales de fotografías conservadas por la familia y en instituciones como el Archivo Municipal de Águilas.
Las fotografías más antiguas de Toledo tomadas por Gillman datan de los últimos años del siglo XIX y se conservan mayoritariamente en un álbum:
Sin embargo, las más bellas las tomó ya en los primeros años del siglo XX. Hablan de un fotógrafo experimentado y sensible, con un amplio registro, capaz de obtener imágenes muy diversas pero casi todas ellas técnicamente impecables. Comencemos por la maravillosa calle de santo Tomé.
¿No os parece sencillamente deliciosa esta vista de Zocodover?
El 24 de junio de 1901 aún Benito Pérez Galdós frecuentaba la ciudad, concretamente a menudo se alojaba en la fonda de las hermanas Figueroa que es el edificio que vemos a la izquierda de esta vista. ¿No os parece alucinante pensar que tras esas ventanas pudiera estar asomado discretamente el genial escritor canario?
Mirad qué maravillosas vistas del Baño de la Cava:
No podía faltar la calle Ancha:
La Catedral y la Plaza del Ayuntamiento:
El Puente de Alcántara:
El Puente de San Martín:
La Puerta de Valmardón, pudiéndose ver al fondo que la Mequita del Cristo de la Luz aún estaba semioculta por los muros de la casa del santero:
El conocido como Palacio del Rey Don Pedro en la Plaza de Santa Isabel, cuando albergaba una escuela de niñas:
Cerca de allí, sin salir de la misma plaza, el Palacio de Inés de Ayala:
La casa que años después acogió el Museo del Greco:
Vistas panorámicas de gran belleza tampoco podían faltar:
El Castillo de San Servando:
Los molinos de San Servando:
La Sinagoga de Santa María la Blanca:
El monasterio de San Juan de los Reyes:
La preciosa Puerta del Sol:
En definitiva, se trata de un completísimo repaso al Toledo de entresiglos, de la mano de una persona absolutamente inquieta y polifacética que modernizó buena parte del sureste español y además nos dejó un espléndido legado fotográfico. No quiero terminar sin agradecer al Archivo General de la Región de Murcia la cesión de estas fotos y su excelente labor preservadora y divulgadora.
Para saber más:
- Vida de Gustave Gillman en GSSR.es
- Documentación del fondo Gillman en el Archivo General de la Región de Murcia
Suscribirse a:
Entradas (Atom)