Uno de los lugares de Toledo con más historia es sin duda este imponente castillo medieval. Situado en un lugar estratégico -al alzarse sobre un promontorio rocoso que domina el acceso a la ciudad por el este- su fundación se remonta al siglo XI durante el reinado de Alfonso VI.
Su advocación a San Servando (y a San Germán) se debe al agradecimiento del monarca castellano a dichos santos pues en la Batalla de Sagrajas (o Zalecas) acaecida el 23 de octubre de 1086 -dia de la festividad de estos mártires ajusticiados en el año 305- salvó la vida milagrosamente en una huida desesperada.
Su construcción está datada documentalmente en fecha de 11 de marzo de 1088, cuando Alfonso VI eligió el lugar para su emplazamiento, fundándose allí un monasterio que fue encomendado a los abades de San Víctor de Marsella. No es descartable que este mismo cerro albergara con anterioridad fortalezas romanas -los caminos que por allí pasan son romanos- y, más probablemente, islámicas.
Su situación a las afueras de la ciudad en la otra orilla del Tajo, le hizo sufrir multitud de ataques almorávides en 1099, 1109, 1114, 1128 y 1139, resistiendo todos ellos. La importancia estratégica del castillo decayó tras la batalla de las Navas de Tolosa (1212), pues la frontera de los conflictos quedó ya muy al sur de Toledo.
En el siglo XIV con motivo de las luchas entre Pedro I y Enrique de Trastámara fue levantada una pequeña fortificación en las ruinas del castillo por parte de los partidarios de Pedro I. Los partidarios de Enrique tomaron el castillo sin dificultad y emprendieron entonces una eficaz reconstrucción del edificio entre 1380 y 1389 encabezados por el cardenal Pedro Tenorio, partidario de los Trastámara. Al concluir las obras se otorgó la tenencia del castillo a Pedro López de Ayala.
Sin embargo, en 1525 se le vuelve a citar como ruinoso, y su degradación fue progresiva hasta 1857 en que se sabe que era utilizado como polvorín. En 1873 fue subastado por 3.500 pesetas y, gracias a la intervención de la comisión provincial de Monumentos, fue declarado Monumento Nacional el 26 de agosto de 1874, siendo el primer castillo de España en obtener esta protección.
Su estado sin embargo siguió deterioraándose hasta las pequeñas intervenciones de 1911 y 1920. Pero fue en 1945 cuando cambió el destino del castillo al ser destinado a albergar un colegio menor de la Delegación de Juventudes, que fue inaugurado en 1958. La obra respetó y aprovechó el perímetro exterior del castillo del siglo XIV, y se levantó de nueva planta el interior que había desaparecido por completo. Este uso es el que dio lugar al actual como Albergue de la Juventud.
Se trata de uno de los lugares de Toledo citados históricamante en la literatura más destacada. Así, es nada menos que citado en el Cantar de Mío Cid, en su cantar tercero (La afrenta de Corpes):
"Pora Tolledo el rrey tornada da.
Essa noch Mío Çid Tajo non quiso passar:
«¡Merced, ya rrey; si el Criador vos salve!
Penssad, sennor de entrar a la çibdad,
e yo con los míos posaré a San Serván.
Las mis compannas esta noche legarán;
terné vigilia en aqueste sancto logar.
Cras mannana entraré a la çibdad
e iré a la cort en antes de yantar.»
Dixo el rrey: «Plazme de veluntad.»
El rrey don Alfonsso a Tolledo es entrado,
Mío Çid Ruy Díaz en San Serván posado.
Mandó fazer candelas & poner en el altar.
sabor a de velar en essa santidad
al Criador rrogando & fablando en poridad.
Entre Minaya & los buenos que i ha
acordados fueron quando vino la man."
Que traducido del castellano antiguo quedaría así:
"Don Alfonso hacia Toledo quería volverse ya;
pero el Cid aquella noche no quiso el Tajo pasar.
«Merced os pido, señor, a quien Dios libre de mal,
entrad vos, rey don Alfonso, en Toledo, la ciudad,
en San Servando me quiero yo con los míos quedar,
que muchas de mis compañas esta noche llegarán.
La noche la velaré rezando en este lugar
y mañana al ser de día entraré en esa ciudad
y antes de comer el Cid ante la corte estará».
Le contesta don Alfonso: «Pláceme de voluntad».
El rey de Castilla entonces en Toledo se fue a entrar
y el Cid en aquel castillo de San Servando se está.
Manda que enciendan candelas y las lleven al altar,
quiere velar en aquel paraje de santidad,
a Dios estarse rogando, con Él en secreto hablar.
Álvar Fáñez de Minaya y los otros que allí están
cuando vino la mañana dispuestos se encuentran ya."
Luis de Góngora le dedicó en 1592 estas palabras (se dirige a él como Castillo de San Cervantes):
"(...) que te respectaba el Reino
por juez de apelaciones
de mil católicos miedos.
Ya menospreciado ocupas
la aspereza de ese cerro,
mohoso como en diciembre
el lanzón del viñadero.
Las que ya fueron corona
son alcándara de cuervos
almenas que como dientes,
dicen la edad de los viejos."
Incluso este castillo es citado en el Quijote de Avellaneda, donde Cervantes es comparado con él al hablar de su vejez (en esta época el castillo estaba ya en ruinas) en el prólogo del libro:
"Y, pues Miguel de Cervantes es ya de viejo como el castillo de San Cervantes, y por los años tan mal contentadizo, que todo y todos le enfadan, y por ello está tan falto de amigos, que cuando quisiera adornar sus libros con sonetos campanudos, había de ahijarlos como él dice al Preste Juan de las Indias o al Emperador de Trapisonda, por no hallar título quizás en España que no se ofendiera de que tomara su nombre en la boca, con permitir tantos vayan los suyos en los principios de los libros del autor de quien murmura; ¡y plegue a Dios aun deje, ahora que se ha acogido a la iglesia y sagrado! Conténtese con su Galatea y comedias en prosa, que eso son las más de sus novelas: no nos canse."
La historia fotográfica del Castillo de San Servando arranca en 1854, 1856 y 1857 cuando fue fotografiado por Alphonse de Launay, Joseph Carpentier
y Charles Clifford, respectivamente, en la época en que era usado como polvorín:
Hacia 1858 lo fotografió Alfonso Begue en esta extraordinaria imagen estereoscópica:
En 1868 lo retrató Jean Andrieu:
Hacia 1872 lo inmortalizó Jean Laurent, un año antes de ser subastado por 3.500 pesetas:
Durante el siglo XIX, probablemente las mejores fotografías del castillo corresponden a Casiano Alguacil:
También en el XIX lo fotografió Levy (para algunos autores la cuarta foto es de Alguacil):
Estas son otras imágenes del castillo en el siglo XIX. En la primera de ellas puede verse sobre la puerta y su escudo un relieve visigótico reaprovechado:
A finales del siglo XIX y comienzos del XX fue fotografiado su interior:
Esta es una selección de imágenes de principios del siglo XX, anteriores a la restauración. Puede verse, como ya comenté en otro post, la enorme aridez del cerro del castillo, muy distinta de la situación actual:
Tras la restauración de los años 50 el castillo luce flamante. Se realizó una plantación perimetral con distintas especies vegetales que resultó ser todo un éxito. Tanto, que hoy en día varios pinos carrascos y algunos eucaliptos tapan casi por completo alguna de las perspectivas del castillo y piden a gritos una poda de sus ramas bajas. Tal vez sea demasiado pedir en esta ciudad en la que algunos árboles son brutalmente mutilados casi anualmente y otros por el contrario, como es el caso, no han visto una motosierra en su vida:
Para finalizar, os dejo con una curiosa leyenda sobre un fantasma del Castillo de San Servando publicada en 1923 en la revista Toledo:
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