De entre la larga lista de deudas que la ciudad de Toledo tiene con personajes históricos, ninguna es tan vergonzosa, llamativa, flagrante e inconcebible como la que posee con el líder comunero Juan de Padilla.
Nacido en Toledo en 1490, Padilla lideró junto con su esposa María Pacheco la sublevación de las ciudades castellanas contra Carlos I de España y V de Alemania. Este conflicto -cuyas interpretaciones posibles son múltiples y sobrepasan el alcance de un blog dedicado a la fotografía- desembocó en la Guerra de las Comunidades de Castilla, cuyo episodio final aconteció en Villalar de los Comuneros (Valladolid) con el decapitamiento de los tres principales líderes de la revuelta: el propio Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado el día 24 de abril de 1521.
Maria Pacheco continuó la resistencia en Toledo durante varios meses más hasta febrero de 1522, pero finalmente hubo de huir a Portugal, donde acabó sus días viviendo de la caridad, falleciendo en Oporto en marzo de 1531.
La casa donde vivió el matrimonio en Toledo fue destruida por orden del emperador, esparciéndose sal -según narran las crónicas- de tal modo que en el solar no volviera a crecer la hierba.
La figura de los rebeldes castellanos volvió a cobrar protagonismo y a ser reconocida, tímidamente en los siglos XVII y XVIII, y masivamente en el siglo XIX como encarnación de la lucha por la libertad, contra el despotismo y el absolutismo.
En Toledo, el reconocimiento a la figura de Padilla comenzó -y terminó- concediendo su nombre a la plaza donde se ubicara su casa. La Plaza de Padilla no ha sido históricamante un lugar muy fotografiado, tal vez por la ausencia de edificios de gran relevancia o de monumento alguno a la figura del comunero. Casi como si se tratara de un lugar maldito, y a diferencia de muchos otros rincones de Toledo, la colección fotográfica que puedo ofreceros de imágenes antiguas de esta plaza puede contarse con los dedos de una mano. Así, hacia 1920, fue el gran Pedro Román Martínez quien tomó esta fotografía de la Plaza donde puede verse al fondo, la Torre de San Román y parte del Convento de San Clemente:
Un poco más tarde -por la escasa diferencia de altura del ciprés que puede verse al fondo a la derecha- y coincidiendo con una replantación del arbolado de la plaza, fue tomada esta fotografía:
Esta foto es de D. Pedro Román Martínez:
En la plaza se situaba en Hospital Provincial de la Misericordia, que cumplió esta función durante varios siglos. En esta imagen puede verse la portada del Hospital de la Misericordia en la Plaza de Padilla:
En fecha no lejana a las primeras se tomó esta fotografía donde puede verse a la izquierda la portada del hospital:
Esta es una imagen aérea de la Plaza:
Aquí vemos otras fotos con resolución escasa pero alto valor documental:
Y hasta aquí alcanza este breve reportaje fotográfico de la Plaza de Padilla. Pero me gustaría ofreceros algunos datos de las -hasta ahora- siempre malogradas iniciativas para la colocación en este lugar de un monumento digno a la memoria de Juan de Padilla. La primera noticia de la que tengo constancia es una carta manuscrita de Juan Martín el Empecinado al Ayuntamiento de Toledo solicitando dicho monumento en 1821. El empecinado lideró en 1821 -tres siglos después de la batalla de Villalar- una expedición para exhumar los restos de Padilla y sus compañeros:
Precisamente en mayo de 1821, el diario El Universal se hacía eco de la carta enviada por el Jefe Político Superior de la provincia al ayuntamiento solicitando un monumento a Padilla por suscripción popular a la que como primer suscriptor aportaba 400 reales:
En 1860, el periódico La Iberia se hacía eco del interés del Ayuntamiento de Toledo en adquirir el precioso cuadro titulado "Los Comuneros de Castilla en el patíbulo" de Antonio Gisbert Pérez. La "maldición" siguió su curso y el cuadro no fue adquirido. Hoy puede admirarse en el Congreso de los Diputados:
En 1926 la Real Academia de Bellas Artes crea una comisión para erigir un monumento a Padilla. Lideraban la iniciativa los señores Aragonés y San Román. De nuevo, todo volvió a fracasar y nada se volvió a saber de esta iniciativa.
En 1930 Vicente Mena Pérez lamentaba de nuevo la ausencia de un monumento al líder castellano en Toledo:
A finales del siglo XX se excavó la plaza para estudiar la viabilidad de la creación de un aparcamiento. Al parecer se encontraron los cimientos de la casa del héroe comunero. De nuevo se perdió esta oportunidad para homenajear a Padilla:
Más recientemente se ha hablado de la creación de un concurso para erigir un monumento conjunto tanto a Padilla como a María Pacheco. Incluso se llegaron a dar fechas (mayo de 2009), pero de nuevo todo parece parado.
¿Estaremos ante un nuevo episodio de La maldición del Monumento a Padilla?
Esperemos que Toledo, pleno corazón de Castilla, cuente algún día, a ser posible pronto, con un monumento a su comunero -y a su esposa- que al menos tenga el mismo nivel que los existentes en Segovia y Salamanca a Juan Bravo y Francisco Maldonado:
Actualización: marzo de 2015. Afortunadamente, desde el 15 de marzo de 2015 la ciudad cuenta por fin con su anhelada estatua dedicada a Juan de Padilla, realizada en bronce por Julio Martín de Vidales y financiada por la Fundación Soliss que tengo la suerte de dirigir. Ha sido un verdadero placer y un honor poder saldar esta deuda a través de mi faceta laboral, y quisiera agradecer a la dirección de Soliss el apoyo que desde un primer momento brindaron al proyecto y el entusiasmo que pusieron en ello, dentro del Premio Bienal de Escultura "Julio Pascual".
La Plaza de Padilla en Google Maps:
Ver Toledo Olvidado en un mapa más grande
sábado, 22 de mayo de 2010
Un reto con premio y dos joyas muy diferentes
La entrada de esta semana va a ser un tanto especial, distinta a las demás. En ocasiones uno es incapaz de descifrar los secretos que Toledo sigue encerrando y no le queda más remedio que pedir ayuda antes de darse por vencido.
El caso es que llevo meses preguntándome a qué edificio corresponde una torre que descubrí mirando detenidamente la colosal fotografía panorámica tomada desde el Valle por Charles Clifford en 1857 y que, como sabéis, se conserva en el Victoria and Albert Museum de Londres.
Esta torre se sitúa en la línea que une la iglesia de San Nicolás (que es la torre más alta que puede verse tras esta misteriosa edificación) con la parte trasera de la catedral junto a la Plaza Mayor. Según la perspectiva estaría muy cerca de la Iglesia de las Santas Justa y Rufina, pero no he encontrado evidencias de que esa iglesia poseyera una torre.
En la foto panorámica de Jean Laurent de 1872 sigue apareciendo, por lo que me desconcierta no encontrarla reflejada en el plano de de Francisco Coello y Maximiano Hijón de 1858:
En definitiva: no sé con qué se corresponde esa torre por lo que he decidido pedir ayuda a todos vosotros. Además, como si de un concurso se tratara, el primero en descifrar el enigma tendrá un premio: decidir el tema sobre el que versará la próxima entrega de Toledo Olvidado (siempre que no haya sido ya abordado).
Espero vuestras propuestas, que podéis comunicar tanto en forma de comentario en el blog como en el sitio de Toledo Olvidado en Facebook.
Por otra parte, en esta entrada un tanto especial, os traigo dos joyas muy diferentes. La primera de ellas es un breve documental de incalculable valor por su antigüedad. Se trata de L'Antique Tolède , obra grabada nada menos que en 1912 por todo un genio como Segundo de Chomón. Nacido en Teruel el 17 de octubre de 1871, Segundo Víctor Aurelio Chomón y Ruiz -que era su verdadero nombre- fue todo un pionero en el cine mudo europeo.
Dotado de un gran talento, fue precursor en multitud de avances tecnológicos en el cine como el trucaje de maquetas, la doble exposición, la sobreimpresión, el del travelling (uso de una plataforma habilitada especialmente para el movimiento) o el "paso de manivela". Trabajó en París, Barcelona e Italia y dejó para la historia películas geniales como El Hotel Eléctrico (1908) o Una excursión incoherente (1909), entre otras muchas. Segundo de Chomón falleció en París en 1929.
Su documental grabado en Toledo para el público francés en 1912 muestra en poco más de tres minutos los principales monumentos de la ciudad, y constituye un verdadero tesoro por su antigüedad (Gracias a Conde Orlok por ponerme sobre la pista):
La otra joya que hoy os traigo es una fotografía muy especial. Corría el mes de abril del año 1958 cuando Jean Paul Margnac, en su viaje en moto que le llevó a conocer España y Marruecos, decidió instalar su tienda de campaña a las orillas del Tajo para pasar la noche- una práctica muy poco habitual en aquella época en España-. A la mañana siguiente tomó esta impresionante fotografía (recomiendo hacer click para ampliarla) que nos muestra una diáfana visión de la Playa de Safont y, al fondo, Toledo con el Alcázar aún en reconstrucción tras devastación sufrida en la Guerra Civil. Sin duda una foto soberbia en una preciosa mañana de la primavera toledana de 1958:
Agradeciendo a Jean Paul Margnac el permiso para publicar su fotografía me despido con la ilusión de ver algún día de nuevo el río sin contaminar como pudo verlo Jean Paul en 1958.
El caso es que llevo meses preguntándome a qué edificio corresponde una torre que descubrí mirando detenidamente la colosal fotografía panorámica tomada desde el Valle por Charles Clifford en 1857 y que, como sabéis, se conserva en el Victoria and Albert Museum de Londres.
Esta torre se sitúa en la línea que une la iglesia de San Nicolás (que es la torre más alta que puede verse tras esta misteriosa edificación) con la parte trasera de la catedral junto a la Plaza Mayor. Según la perspectiva estaría muy cerca de la Iglesia de las Santas Justa y Rufina, pero no he encontrado evidencias de que esa iglesia poseyera una torre.
En la foto panorámica de Jean Laurent de 1872 sigue apareciendo, por lo que me desconcierta no encontrarla reflejada en el plano de de Francisco Coello y Maximiano Hijón de 1858:
En definitiva: no sé con qué se corresponde esa torre por lo que he decidido pedir ayuda a todos vosotros. Además, como si de un concurso se tratara, el primero en descifrar el enigma tendrá un premio: decidir el tema sobre el que versará la próxima entrega de Toledo Olvidado (siempre que no haya sido ya abordado).
Espero vuestras propuestas, que podéis comunicar tanto en forma de comentario en el blog como en el sitio de Toledo Olvidado en Facebook.
Por otra parte, en esta entrada un tanto especial, os traigo dos joyas muy diferentes. La primera de ellas es un breve documental de incalculable valor por su antigüedad. Se trata de L'Antique Tolède , obra grabada nada menos que en 1912 por todo un genio como Segundo de Chomón. Nacido en Teruel el 17 de octubre de 1871, Segundo Víctor Aurelio Chomón y Ruiz -que era su verdadero nombre- fue todo un pionero en el cine mudo europeo.
Dotado de un gran talento, fue precursor en multitud de avances tecnológicos en el cine como el trucaje de maquetas, la doble exposición, la sobreimpresión, el del travelling (uso de una plataforma habilitada especialmente para el movimiento) o el "paso de manivela". Trabajó en París, Barcelona e Italia y dejó para la historia películas geniales como El Hotel Eléctrico (1908) o Una excursión incoherente (1909), entre otras muchas. Segundo de Chomón falleció en París en 1929.
Su documental grabado en Toledo para el público francés en 1912 muestra en poco más de tres minutos los principales monumentos de la ciudad, y constituye un verdadero tesoro por su antigüedad (Gracias a Conde Orlok por ponerme sobre la pista):
La otra joya que hoy os traigo es una fotografía muy especial. Corría el mes de abril del año 1958 cuando Jean Paul Margnac, en su viaje en moto que le llevó a conocer España y Marruecos, decidió instalar su tienda de campaña a las orillas del Tajo para pasar la noche- una práctica muy poco habitual en aquella época en España-. A la mañana siguiente tomó esta impresionante fotografía (recomiendo hacer click para ampliarla) que nos muestra una diáfana visión de la Playa de Safont y, al fondo, Toledo con el Alcázar aún en reconstrucción tras devastación sufrida en la Guerra Civil. Sin duda una foto soberbia en una preciosa mañana de la primavera toledana de 1958:
Agradeciendo a Jean Paul Margnac el permiso para publicar su fotografía me despido con la ilusión de ver algún día de nuevo el río sin contaminar como pudo verlo Jean Paul en 1958.
sábado, 15 de mayo de 2010
El Palacio de Fuensalida
Célebre por su rico pasado histórico, el enorme Palacio de Fuensalida es uno de los edificios más emblemáticos de Toledo. Construido hacia 1440, se trata de un soberbio palacio mudéjar con claras influencias góticas. Sus promotores fueron los primeros Condes de Fuensalida, Pedro López de Ayala y Elvira de Castañeda. Entre sus muros falleció Isabel de Portugal, esposa del emperador Carlos V, el día 1 de mayo de 1539. Por aquel entonces la corte de la reina vivía en el palacio mientras duraban las obras del Alcázar. El fallecimiento de Isabel en el Palacio de Fuensalida hundió al Emperador, que se retiró al Monasterio de La Sisla y posteriormente al de Yuste. En el traslado del cadáver desde Toledo hasta Granada -donde fue enterrada- sucedió la conversión de San Francisco de Borja. Él fue el jefe de la comitiva fúnebre como caballerizo de la Emperatriz que era. Al llegar a Granada, debía abrir el féretro para hacer entrega del cuerpo a los monjes que iban a enterrarlo. Fue entonces cuando, al contemplar el cuerpo descompuesto de Isabel, pronunció su famosa frase: «No puedo jurar que ésta sea la Emperatriz, pero sí juro que fue su cadáver el que aquí se puso». Después de este traumático suceso, decidió optar por la vida religiosa y cuando enviudó de la dama portuguesa de la Emperatriz, Eleanor de Castro, ingresó en la Compañía de Jesús.
Posteriormente el edificio tuvo muchos usos, entre los que destaca el de cuartel del batallón la milicia provincial. Sixto Ramón Parro, en el siglo XIX, comenta su uso en alquiler para vecinos y como almacén de maderas.
Por fortuna, en 1964, se hace cargo del edificio la Dirección General del Patrimonio Artístico, que lo restauró inaugurándolo en 1969. Actualmente alberga la sede de la Presidencia de la Junta de Comunidades.
Sus fotografías más antiguas datan del siglo XIX. Sin lugar a dudas, la mejor de todas ellas es esta tomada en 1897 por el granadino Rafael Garzón. Pueden apreciarse todos y cada uno de los detalles de la preciosa portada:
También a finales del siglo XIX el palacio fue fotografiado por Casiano Alguacil o Alexander Lamont Henderson:
Ya a comienzos del siglo XX fue también fotografiado de modo brillante por varios autores:
Muy curiosa resulta esta imagen del palacio con un cartel de una academia de formación militar allí instalada: la famosa Academia Gamir:
Es muy destacable esta fotografía tomada hacia 1915 por Arthur Byne y conservada en la Hispanic Society of America. Su interés radica en la personalidad del autor: Byne pasó a la historia como uno de los mayores expoliadores de arte que asolaron España en los comienzos del siglo XX.
A él se debe el desmontaje y -en ocasiones- traslado íntegro de impresionantes monumentos como el Convento de San Francisco de Cuéllar (Segovia), el Monasterio de Santa María de Sacramenia (Segovia), el Castillo de Benavente (Zamora), la reja de la Catedral de Valladolid, la sillería del coro y un arco de jaspe de la catedral de la Seo de Urgel (Lérida), diversa ornamentación del Monasterio de Santa María de Moreruela (Zamora), el Monasterio de Santa María de Óvila (Guadalajara) y más de 80 artesonados hispano-musulmanes, probablemente alguno de ellos de Toledo. Curiosamente, Arthur Byne era también famoso por ser muy ruidoso en las múltiples reuniones de amigos que celebraba en su casa de la calle Gravina en Madrid. Quiso el destino que su atormentado vecino fuese Juan Ramón Jiménez, quien solía aporrear la pared para pedirles silencio. En una de estas noches, al escritor le llamó la atención entre tanto escándalo una voz femenina. Se propuso averiguar quién era la dueña de esa voz y resultó ser Zenobia Camprubí, que finalmente acabaría siendo su esposa.
Esta casualidad debió ser una de las pocas cosas positivas que dejara la presencia de Byne en España. Impostor y dado al soborno -se hacía pasar por arquitecto sin serlo- consiguió poderosas amistades e incluso fue condecorado durante el gobierno de Primo de Rivera.
Byne murió en un accidente de coche en Ciudad Real, en julio de 1935. Su obituario en ABC demuestra a las claras la reputación que increíblemente había logrado ganarse:
Los restos de Byne descansan en el cementerio inglés de Carabanchel.
Pero volvamos al Palacio de Fuensalida. Algunas de las mejores vistas del edificio a comienzos de siglo fueron tomadas desde el cercano Paseo de San Cristóbal. Se trata de uno de los mejores miradores de la ciudad y uno de los lugares que más ha cambiado desde las primeras fotografías. Las más antiguas muestran un paseo mucho más estrecho de lo que es hoy. Existía una doble bajada en rampa que acababa en dos mojones coronados por una bola de piedra. Al fondo podemos ver el Palacio de Fuensalida (click para ampliar):
En los años 40 el paseo fue ampliado tomando terreno del frontal del paseo:
La última ampliación y remodelación, de los años 80, suprimió las rampas y abrió la cuesta a los vehículos por donde hoy se accede al Taller del Moro. Esta imagen está tomada poco antes de la supresión de esas rampas peatonales:
La primitiva configuración con rampas es la que aparecía en las impresionantes imágenes de Albert Einstein en 1923 y que recordaréis que tanto me costó identificar:
Esas dos bolas que existían al fondo de las rampas fueron fotografiadas por mi abuelo en los años 20 cuando era solo un adolescente:
Desde el Paseo de San Cristóbal, antes de ser remodelado, fue tomada esta interesantísima imagen que nos muestra una procesión bajando desde la Plaza del Conde:
Mi abuelo también retrató en los años 20 el Palacio de Fuensalida visto desde el Paseo del Tránsito:
A mediados de siglo, en 1964, el Palacio de Fuensalida fue escenario de algunas escenas de la Película "El Greco", que fue estrenada en 1966. Dirigida por Luciano Salce, protagonizada por Mel Ferrer y Rosanna Schiaffino y con música de Ennio Morricone, el film no obtuvo el éxito previsto.
Estas son algunas de las imágenes tomadas en el Palacio de Fuensalida, donde al parecer se recrearon también algunas escenas con enfermos del manicomio como ya hiciera pocos años antes Gregorio Marañón:
Aquí tenemos a los dos protagonistas en la Playa de Safont:
Este era el aspecto del Palacio en esos años de mediados de siglo:
En 1970, al finalizar la restauración, se publicó un interesante reportaje en la revista Blanco y Negro con buenas fotografías de José Sánchez Martínez:
Este es un reportaje de 1979:
Estas son imágenes de la restauración llevada a cabo para su adecuación como sede de la Presidencia de la Junta:
Sirva esta entrada como celebración de la nueva restauración recién finalizada del edificio y que al parecer ha dejado por fin el palacio en un estado óptimo. Un edificio con tal historia merecía una actuación de este nivel.
El Palacio de Fuensalida en Google Maps:
Ver Toledo Olvidado en un mapa más grande
Posteriormente el edificio tuvo muchos usos, entre los que destaca el de cuartel del batallón la milicia provincial. Sixto Ramón Parro, en el siglo XIX, comenta su uso en alquiler para vecinos y como almacén de maderas.
Por fortuna, en 1964, se hace cargo del edificio la Dirección General del Patrimonio Artístico, que lo restauró inaugurándolo en 1969. Actualmente alberga la sede de la Presidencia de la Junta de Comunidades.
Sus fotografías más antiguas datan del siglo XIX. Sin lugar a dudas, la mejor de todas ellas es esta tomada en 1897 por el granadino Rafael Garzón. Pueden apreciarse todos y cada uno de los detalles de la preciosa portada:
También a finales del siglo XIX el palacio fue fotografiado por Casiano Alguacil o Alexander Lamont Henderson:
Ya a comienzos del siglo XX fue también fotografiado de modo brillante por varios autores:
Muy curiosa resulta esta imagen del palacio con un cartel de una academia de formación militar allí instalada: la famosa Academia Gamir:
Es muy destacable esta fotografía tomada hacia 1915 por Arthur Byne y conservada en la Hispanic Society of America. Su interés radica en la personalidad del autor: Byne pasó a la historia como uno de los mayores expoliadores de arte que asolaron España en los comienzos del siglo XX.
A él se debe el desmontaje y -en ocasiones- traslado íntegro de impresionantes monumentos como el Convento de San Francisco de Cuéllar (Segovia), el Monasterio de Santa María de Sacramenia (Segovia), el Castillo de Benavente (Zamora), la reja de la Catedral de Valladolid, la sillería del coro y un arco de jaspe de la catedral de la Seo de Urgel (Lérida), diversa ornamentación del Monasterio de Santa María de Moreruela (Zamora), el Monasterio de Santa María de Óvila (Guadalajara) y más de 80 artesonados hispano-musulmanes, probablemente alguno de ellos de Toledo. Curiosamente, Arthur Byne era también famoso por ser muy ruidoso en las múltiples reuniones de amigos que celebraba en su casa de la calle Gravina en Madrid. Quiso el destino que su atormentado vecino fuese Juan Ramón Jiménez, quien solía aporrear la pared para pedirles silencio. En una de estas noches, al escritor le llamó la atención entre tanto escándalo una voz femenina. Se propuso averiguar quién era la dueña de esa voz y resultó ser Zenobia Camprubí, que finalmente acabaría siendo su esposa.
Esta casualidad debió ser una de las pocas cosas positivas que dejara la presencia de Byne en España. Impostor y dado al soborno -se hacía pasar por arquitecto sin serlo- consiguió poderosas amistades e incluso fue condecorado durante el gobierno de Primo de Rivera.
Byne murió en un accidente de coche en Ciudad Real, en julio de 1935. Su obituario en ABC demuestra a las claras la reputación que increíblemente había logrado ganarse:
Los restos de Byne descansan en el cementerio inglés de Carabanchel.
Pero volvamos al Palacio de Fuensalida. Algunas de las mejores vistas del edificio a comienzos de siglo fueron tomadas desde el cercano Paseo de San Cristóbal. Se trata de uno de los mejores miradores de la ciudad y uno de los lugares que más ha cambiado desde las primeras fotografías. Las más antiguas muestran un paseo mucho más estrecho de lo que es hoy. Existía una doble bajada en rampa que acababa en dos mojones coronados por una bola de piedra. Al fondo podemos ver el Palacio de Fuensalida (click para ampliar):
En los años 40 el paseo fue ampliado tomando terreno del frontal del paseo:
La última ampliación y remodelación, de los años 80, suprimió las rampas y abrió la cuesta a los vehículos por donde hoy se accede al Taller del Moro. Esta imagen está tomada poco antes de la supresión de esas rampas peatonales:
La primitiva configuración con rampas es la que aparecía en las impresionantes imágenes de Albert Einstein en 1923 y que recordaréis que tanto me costó identificar:
Esas dos bolas que existían al fondo de las rampas fueron fotografiadas por mi abuelo en los años 20 cuando era solo un adolescente:
Desde el Paseo de San Cristóbal, antes de ser remodelado, fue tomada esta interesantísima imagen que nos muestra una procesión bajando desde la Plaza del Conde:
Mi abuelo también retrató en los años 20 el Palacio de Fuensalida visto desde el Paseo del Tránsito:
A mediados de siglo, en 1964, el Palacio de Fuensalida fue escenario de algunas escenas de la Película "El Greco", que fue estrenada en 1966. Dirigida por Luciano Salce, protagonizada por Mel Ferrer y Rosanna Schiaffino y con música de Ennio Morricone, el film no obtuvo el éxito previsto.
Estas son algunas de las imágenes tomadas en el Palacio de Fuensalida, donde al parecer se recrearon también algunas escenas con enfermos del manicomio como ya hiciera pocos años antes Gregorio Marañón:
Aquí tenemos a los dos protagonistas en la Playa de Safont:
Este era el aspecto del Palacio en esos años de mediados de siglo:
En 1970, al finalizar la restauración, se publicó un interesante reportaje en la revista Blanco y Negro con buenas fotografías de José Sánchez Martínez:
Este es un reportaje de 1979:
Estas son imágenes de la restauración llevada a cabo para su adecuación como sede de la Presidencia de la Junta:
Sirva esta entrada como celebración de la nueva restauración recién finalizada del edificio y que al parecer ha dejado por fin el palacio en un estado óptimo. Un edificio con tal historia merecía una actuación de este nivel.
El Palacio de Fuensalida en Google Maps:
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