Mencionada con ese nombre al menos desde 1780 y situada junto al Camino Real de Toledo a Valladolid (luego carretera de Ávila), debió formar parte del antiquísimo enclave de nombre Darrayel, donde se hallaron restos judíos. Esta histórica construcción muy cercana a Toledo, que perteneció al Hospitalito del Rey y que hoy está abandonada, albergaba un manantial cuyas aguas llegaron a ser comercializadas y declaradas de utilidad pública en 1918, contando asimismo con un modesto balneario. Se decía que los enfermos de diabetes mejoraban mucho con el consumo del agua que esta surgencia suministraba. Aún pueden verse desde la carretera de Ávila los restos de este complejo, cuyo entorno está hoy absolutamente degradado por una extracción de áridos que probablemente ha acabado con el manantial. Los edificios, presa del vandalismo, se encuentran en un fantasmal estado llenos de suciedad e inmundicias y amenazando con desplomarse cualquier día.
El origen del balneario, como bien cuenta Rafael del Cerro en este artículo, se sitúa en 1916, cuando su propietario, Antonio Vélez Hierro, enfermo de diabetes, notó cómo su salud mejoraba cuando descansaba en este lugar y bebía el agua que allí manaba. Analizó sus posibles propiedades terapéuticas y decidió fundar el balneario y comercializar el agua. La presentación del proyecto tuvo lugar el 23 de julio de 1917 en un acto muy concurrido con banquete servido por la casa Excelsior de Madrid y la inauguración, un año después, el 24 de julio de 1918.
Las botellas envasadas lucían el águila imperial, y presumían de ser «aguas bicarbonatadas, nitrato sódicas y radioactivas» para curar la diabetes, habiendo sido analizadas nada más y nada menos que por Santiago Ramón y Cajal.
Sin embargo, parece que algo de publicidad engañosa había, pues el propio Ramón y Cajal desmintió los hechos:
Veamos fotos antiguas de la Venta del Hoyo, como por ejemplo estas de la colección personal de Luis Alba:
La Venta del Hoyo apareció en varios reportajes de la prensa de la época por diferentes motivos:
Aquí vemos su interior con la fuente decorada con cerámica con el escudo de Toledo:
En 1924 se publicó un extenso reportaje con excelentes fotos en El Castellano Gráfico:
La Guerra Civil acabó con los días de esplendor de este balneario que ya nunca volvió a funcionar como tal, hasta llegar al actual abandono. Además, en la Venta del Hoyo durante la guerra tuvo lugar el fusilamiento del Capitán Alba en una historia que ha sido excelentemente recogida recientemente en el blog Toledo GCE por su autor Carlos Vega en este enlace.
Sirva esta entrada de humilde recuerdo a este peculiar enclave, hoy degradado hasta límites vergonzosos, como puede verse en este estupendo enlace con fotos de David Utrilla.
Esperemos que vuelva a conocer tiempos mejores...al menos intentaremos que no caiga en el olvido.
Para saber más:
- "El Despoblado toledano de Darrayel, excavación arqueológica en el yacimiento medieval de la Venta del Hoyo", por Alberto Vicente y Juan Manuel Rojas.
- La Venta del Hoyo en "Misterios de Toledo".
- Completísimo artículo sobre la Venta del Hoyo en "Locus Amoenus".
sábado, 9 de septiembre de 2017
El Parador del Macho y el Barrio de San Blas
El Parador del Macho, citado en ocasiones como Venta del Macho o Parador de Macho, era un paraje situado muy cerca del Castillo de San Servando, junto al denominado Cerro de San Blas. Sus límites no están demasiado claros, si bien parece que iban desde lo alto de la ladera situada en la orilla izquierda del Tajo (terrenos que hoy ocupa el jardín frontal de la Academia de Infantería) hasta casi la propia orilla del río, en escarpado y acusado descenso topográfico. La zona alta la ocupaba una construcción sencilla que probablemente se correspondiese con la venta o parador que da nombre al lugar, que debía dar servicio al histórico camino que llegaba desde el sur de la península a Toledo, la antigua Vía Flaminia romana. Se conservan anuncios en la prensa escrita de Toledo de este establecimiento, siendo denominado indistintamente como Parador del Macho o Parador de San Blas:
En esta zona superior de la ladera se generó, probablemente alrededor de la citada venta, en las primeras décadas del siglo XX, el humilde barrio de San Blas:
Durante la guerra civil el barrio sufrió graves daños al situarse allí buena parte de las piezas de artillería que disparaban hacia el Alcázar durante el asedio en 1936. En 1937 también fue zona de conflicto pues las tropas republicanas procedentes de los cerros de Pozuela intentaron recuperar estos terrenos en la cruenta batalla que tuvo lugar en mayo de aquel año en toda la zona de los cigarrales al sur de la ciudad, desde el Cerro de los Palos hasta estos terrenos de San Blas. Esta vista está tomada desde San Blas una vez finalizada la guerra:
Pero la parte de estos terrenos más pintoresca y que ha dado más fama y referencias al nombre al Parador del Macho (erróneamente, con toda probabilidad, como bien indica Rafael del Cerro al explicar que el verdadero parador era el situado en lo alto del promontorio) era una humilde construcción, totalmente desaparecida en nuestros días, situada en la zona inferior de la ladera, cerca ya del río, junto a los molinos y fábricas de electricidad allí construidos (algunos de cuyos restos sí son aún hoy visibles). Esta construcción estaba pegada a la roca madre en su zona trasera y poseía un típico tejado a un agua. Delante de la puerta principal, sujeto con dos pilares de madera, un austero porche daba una pequeña sombra gracias a que en él crecía una parra. La humilde belleza de esta casita fue fotografiada por alguno de los más grandes fotógrafos que pasaron por Toledo. Este era su aspecto a finales del siglo XIX:
Particularmente bella es esta toma de Jules Gervais-Courtellemont obtenica a color real mediante la técnica del autocromo hacia 1910:
Son fenomenales las estampas de este lugar que logró el gran Pedro Román Martínez:
Desde el ángulo opuesto la retrató otro fotógrafo mítico como fue el alemán Otto Wunderlich:
En esta vista se ve muy bien el paraje: arriba el germen del Barrio de San Blas y en la zona baja de la ladera, junto a los molinos, la humilde construcción ya citada en tono claro:
En esta toma se ve el camino que llegaba tanto a los molinos como al humilde Parador del Macho:
Esta vista de los molinos con el Parador en el extremo izquierdo de la imagen es muy buena:
Al final de los años 20, las obras de construcción del Puente Nuevo de Alcántara supusieron la destrucción de la pintoresca edificación, pues se hicieron voladuras en la ladera y se generó el tramo de carretera que hoy se utiliza para llegar a la zona de "La Cubana":
La zona se encuentra hoy muy cambiada, tanto en lo alto de la ladera donde en 1942 comenzó la construcción de la Academia de Infantería que supuso la desaparición del Barrio de San Blas, como en la zona baja, donde solo subsisten algunos ruinosos restos de los molinos que, por cierto, alguien debería pensar qué hacer con ellos:
Para terminar, me despediré con una curiosa historia que sucedió en 1860 en este Parador del Macho: el secuestro de una persona narrado por Eugenio Pantoja "Cacheta", que fue publicado por capítulos en 1877 en El Periódico para Todos. Os dejo las primeras líneas de la narración de la primera entrega, donde se describe lo lúgubre de este rocoso lugar:
En esta zona superior de la ladera se generó, probablemente alrededor de la citada venta, en las primeras décadas del siglo XX, el humilde barrio de San Blas:
Durante la guerra civil el barrio sufrió graves daños al situarse allí buena parte de las piezas de artillería que disparaban hacia el Alcázar durante el asedio en 1936. En 1937 también fue zona de conflicto pues las tropas republicanas procedentes de los cerros de Pozuela intentaron recuperar estos terrenos en la cruenta batalla que tuvo lugar en mayo de aquel año en toda la zona de los cigarrales al sur de la ciudad, desde el Cerro de los Palos hasta estos terrenos de San Blas. Esta vista está tomada desde San Blas una vez finalizada la guerra:
Pero la parte de estos terrenos más pintoresca y que ha dado más fama y referencias al nombre al Parador del Macho (erróneamente, con toda probabilidad, como bien indica Rafael del Cerro al explicar que el verdadero parador era el situado en lo alto del promontorio) era una humilde construcción, totalmente desaparecida en nuestros días, situada en la zona inferior de la ladera, cerca ya del río, junto a los molinos y fábricas de electricidad allí construidos (algunos de cuyos restos sí son aún hoy visibles). Esta construcción estaba pegada a la roca madre en su zona trasera y poseía un típico tejado a un agua. Delante de la puerta principal, sujeto con dos pilares de madera, un austero porche daba una pequeña sombra gracias a que en él crecía una parra. La humilde belleza de esta casita fue fotografiada por alguno de los más grandes fotógrafos que pasaron por Toledo. Este era su aspecto a finales del siglo XIX:
Particularmente bella es esta toma de Jules Gervais-Courtellemont obtenica a color real mediante la técnica del autocromo hacia 1910:
Son fenomenales las estampas de este lugar que logró el gran Pedro Román Martínez:
Desde el ángulo opuesto la retrató otro fotógrafo mítico como fue el alemán Otto Wunderlich:
En esta vista se ve muy bien el paraje: arriba el germen del Barrio de San Blas y en la zona baja de la ladera, junto a los molinos, la humilde construcción ya citada en tono claro:
En esta toma se ve el camino que llegaba tanto a los molinos como al humilde Parador del Macho:
Esta vista de los molinos con el Parador en el extremo izquierdo de la imagen es muy buena:
Al final de los años 20, las obras de construcción del Puente Nuevo de Alcántara supusieron la destrucción de la pintoresca edificación, pues se hicieron voladuras en la ladera y se generó el tramo de carretera que hoy se utiliza para llegar a la zona de "La Cubana":
La zona se encuentra hoy muy cambiada, tanto en lo alto de la ladera donde en 1942 comenzó la construcción de la Academia de Infantería que supuso la desaparición del Barrio de San Blas, como en la zona baja, donde solo subsisten algunos ruinosos restos de los molinos que, por cierto, alguien debería pensar qué hacer con ellos:
Para terminar, me despediré con una curiosa historia que sucedió en 1860 en este Parador del Macho: el secuestro de una persona narrado por Eugenio Pantoja "Cacheta", que fue publicado por capítulos en 1877 en El Periódico para Todos. Os dejo las primeras líneas de la narración de la primera entrega, donde se describe lo lúgubre de este rocoso lugar:
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