Durante los miles de años que Toledo tuvo la suerte de tener un río (hoy todo el mundo sabe que por Toledo ya no pasa el Tajo, sino los desagües de Madrid vertidos al Jarama), la fuerza del agua fue aprovechada para multitud de aplicaciones, desde el transporte a la ciudad de troncos en las célebres maderadas hasta la molturación de grano en los molinos que se situaban en sus orillas, pasando por la generación de energía eléctrica a partir del descubrimiento de ésta y su posterior desarrollo tecnológico. El río Tajo fue la razón de ser de la existencia de Toledo desde su fundación, y durante milenios el ser humano aprovechó de modo más o menos inteligente la presencia del río para su bienestar, para su alimentación, para su ocio y para su desarrollo. Esa milenaria relación se rompió con dos funestos episodios: la prohibición del baño en junio de 1972 como consecuencia de la contaminación procedente de Madrid y -a modo de puntilla- en 1979 con la puesta en marcha del maldito Trasvase Tajo-Segura que desde entonces humilla de manera permanente nuestra dignidad y nuestra historia.
Hacia 1915, el eminente geólogo, paleontólogo y arqueólogo Eduardo Hernández Pacheco y Estevan (1882-1965) fotografió los molinos que por entonces existían en las orillas del Tajo a su paso por Toledo. Nacido en Madrid pero muy vinculado a Extremadura por lazos familiares, Hernández-Pacheco fue una de las figuras más relevantes del ámbito científico español del S.XX.
Entre sus hitos biográficos hay que destacar que fue miembro de la Real Sociedad Española de Historia Natural y de la famosa Institución Libre de Enseñanza. Como profesor, desarrolló nuevas líneas de investigación y formó equipos de colaboradores de alta cualificación científica. Apoyó y colaboró activamente con instituciones científicas y académicas que promovían las investigaciones en todos los campos de la Ciencia española, como la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE) o la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid. Fue propuesto para multitud de comisiones científicas y académicas nacionales e internacionales debido a su enorme prestigio. Publicó una gran cantidad de tratados, utilizando la fotografía de manera exhaustiva y sistemática para ilustrar los textos. Destaca su Síntesis fisiográfica y geológica de España (1934) así como Fisiografía del Solar Hispano, obra publicada en dos volúmenes en 1955 y 1956. De este modo, tomó personalmente innumerables fotografías de gran valor artístico y científico para ilustrar y documentar sus investigaciones. Falleció en Alcuéscar (Cáceres), en 1965, por los que en este año 2015 que está a punto de finalizar se ha conmemorado el 50 aniversario de su muerte.
Las fotografías de los molinos del Tajo en Toledo que tomó hacia 1915 puedo hoy mostrároslas gracias a la gentileza de la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid (agradezco enormemente a Marta Torres y a Francisco Carvajal las gestiones), propietaria del legado de este genial científico.
Se trata de una decena de originales fotografías centradas en estas construcciones, algunas de las cuales tienen origen medieval. Las más curiosas son las que muestran los molinos de San Servando, pues fueron tomadas desde lo alto del por entonces ruinoso Castillo de San Servando. Estos molinos eran ya citados en documentos del siglo XII y durante siglos molieron el grano para fabricar harina. En el siglo XIX se construyó junto a ellos un edificio que justamente era una fábrica de harina (por lo que la materia prima era allí mismo ya envasada y repartida) hasta que en 1897 Francisco García adquiere para la empresa "La Imperial" los molinos para instalar allí una de las primeras centrales de generación de electricidad con la fuerza del río. Poco después la propiedad pasó a "La Electricista Toledana".
Los molinos de Saelices, de origen también antiquísimo, fueron del mismo modo transformados en central hidroeléctrica en 1890 (comenzaron a dar servicio en abril de 1893) y así fueron fotografiados por Hernández-Pacheco:
Al fondo de la imagen se ve una chimenea de ladrillo, que se correspondía con otra fábrica de electricidad en este caso situada enfrente, en la orilla derecha del río:
Finalmente, Hernández-Pacheco fotografió los molinos de Santa Ana, situados junto al Puente de San Martín y también reconvertidos en central hidroeléctrica:
No quiero finalizar esta breve pero curiosa entrada sin antes desearos unas muy felices Navidades y un nuevo año 2016 cargado de alegrías e ilusiones. Quiero también agradecer de corazón tantas y tantas muestras de cariño que me han llegado desde la presentación del libro Toledo Olvidado 3... es precioso ver que gracias a vuestra generosidad la trilogía de libros de Toledo Olvidado ha sido posible. Y una última cosilla: muchas personas me preguntan si es posible adquirir el estuche para tener los tres libros de tapa blanda juntos, y la respuesta es sí. Podéis comprarlos en las principales librerías de la ciudad al precio de 15 euros por estuche:
Lo dicho, millones de gracias por vuestro apoyo y ¡¡FELIZ 2016!!
lunes, 28 de diciembre de 2015
Los molinos del Tajo en Toledo fotografiados hacia 1915 por Eduardo Hernández-Pacheco
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