Si hay en Toledo un parque emblemático que debería recibir un cuidado infinitamente mayor del que desgraciadamente recibe ese es el Paseo de Merchán, o —como todos los toledanos le conocen— paseo de La Vega.
Situado en el espacio que separa la Puerta de Bisagra del Hospital de Tavera, se trata de un terreno cuya cota original era muy inferior a la actual. Utilizado históricamente como escombrera, era un espacio convertido en un descuidado e insalubre muladar hasta que en 1538 el Mariscal Pedro de Navarra y de la Cueva —corregidor de la ciudad— ordenase la explanación de la zona situada enfrente de la Puerta de Bisagra. La intención del mariscal era que ese espacio sirviera para la celebración de torneos, juegos, desfiles y actos de la realeza y la nobleza. De este modo están documentados grandes actos de este tipo con la presencia incluso del emperador Carlos V.
Así nace la denominación de la zona como explanada o paseo "del Mariscal", la cual fue derivando en composiciones fonéticas parecidas como "del Marichal" o "del Marechel" hasta llegarse al nombre que perdura en nuestros días de "Paseo de Merchán". Es difícil encontrar algún toledano que conozca la historia de esta derivación fonética, por lo que lo más habitual es que el paseo sea conocido simplemente como "La Vega".
En el siglo XIX la explanada tenía un uso castrense como lugar donde los alumnos del Colegio General Militar realizaban ejercicios de formación. Es en esta época cuando son tomadas las primeras fotografías. En concreto, la primera de la que se tiene constancia es esta joya de Alfonso Begue obtenida hacia 1864. En ella se ve que la denominación de Tavera como "Hospital de Afuera" tenía todo el sentido del mundo, y también constatamos que la explanación de 1538 había sido incompleta pues la mayor parte del paseo que hoy conocemos aún se encontraba sin rellenar. En el centro de esa vaguada se puede ver una fuente de uso ganadero, denominada "fuente del corregidor":
Fue en 1868 cuando el parque que hoy conocemos fue ejecutado finalizándose hacia 1871 siendo alcalde Juan Antonio Gallardo, siguiendo las trazas del proyecto del arquitecto municipal Mariano López Sánchez. La idea había surgido en 1866 del entonces alcalde Gaspar Díaz de Labandero.
Para ello fue necesario modificar el trazado de la carretera que llegaba desde Ávila, la cual desde entonces circunda el paseo conformando la actual calle Duque de Lerma por delante de la portada del Hospital Tavera. El gran jardín de forma más o menos rectangular fue concebido como un salón dominado por un espacio central con núcleos ajardinados a ambos lados. Se añadieron fuentes, bancos, farolas y una caseta artística diseñada por Rodrigo Amador de los Ríos estando previsto el riego del parque con el agua del Tajo procedente del depósito de la elevadora de aguas situado en el Alcázar. En 1890 el Vizconde de Palazuelos lo describe ya como "hermoso salón y agradable jardín" y añade: "antes extensa planicie llena de escombros y hoy el mejor paseo artificial con que cuenta Toledo".
Competía este parque con el otro gran paseo de Toledo por entonces —el del Miradero— en cuanto a afluencia de público, como demuestra esta coplilla publicada en septiembre de 1898 en el periódico La Campana Gorda de la que se deduce que La Vega era el paseo predilecto en invierno por ser más soleado que el Miradero, situado en orientación norte en zona de umbría:
Las fotografías de estos primeros años de vida del parque nos lo muestran con plantaciones vigorosas y cuidadas aunque aún recientes —que evidencian que lo más probable es que los grandes plátanos del paseo central que aún perduran fuesen plantados hacia 1870 al crear el paseo, lo que les convierte en joyas botánicas dignas de ser mejor tratadas por el ayuntamiento—, pudiendo verse también bonitas fotos de la célebre Casita de Corcho:
En la zona baja existía una curiosa construcción denominada Quiosco de la Montaña, hoy desaparecida:
Tal vez las fotografías más bellas del Paseo de Merchán sean las tomadas hacia 1910 por Pedro Román Martínez en las que se puede ver su animada vida en las ferias de agosto, y también en algunas en septiembre y escenas de vida cotidiana en el paseo:
En Mayo de 1925 Alfonso XIII, Miguel Primo de Rivera y el General Aguilera inauguraron el monumento al Comandante Villamartín, que fue trasladado pronto a la explanada norte del Alcázar donde sobrevivió a la guerra y hoy subsiste:
A mediados de siglo fue instalada en el paseo la oficina de información turística:
Durante décadas, el Paseo de Merchán o de la Vega fue el lugar donde miles de personas disfrutaban de las Ferias de Toledo, multitudinarias por entonces, y hoy irreconocibles tras la nefasta decisión de su traslado a La Peraleda, un lugar alejado, frío, inhóspito, descuidado por todas las corporaciones y convertido en una de las mayores vergüenzas que los toledanos a día de hoy sufrimos. Una puñalada en la autoestima de la ciudad que lleva años amenazando con aniquilar las fiestas de Toledo. Esta es una selección de imágenes de la feria en este céntrico paseo (que sirven de homenaje a la familia Torrecillas, quienes me han cedido buena parte de las imágenes, y que estuvieron presentes con sus barcas de rempujos, puestos de tiro de escopeta, caballitos y cochecitos en el paseo desde 1946 hasta el fallecimiento el pasado agosto de Pedro Torrecillas):
Tanto en el invierno como en el verano tomar un refresco, horchata, chocolate con churros o patatas fritas en sus emblemáticos establecimientos (Katalino, El Parque, Mariano...) es un verdadero placer que se disfruta de generación en generación:
El comienzo del fin del paseo como lugar de encuentro masivo durante las ferias fue la inconcebible proliferación de altavoces, bafles y tremendos equipos de sonido en cada uno de los puestos y atracciones que acudían (algo que jamás entenderé de las ferias de España), lo que comenzó a incomodar lógicamente a los vecinos. También se adujeron problemas de espacio. Lo cierto es que a día de hoy el número de atracciones que acuden a la feria en ese suburbial y humillante espacio denominado Peraleda es muy inferior al que lo hacía en las últimas ediciones celebradas en La Vega, con lo que el problema a día de hoy no es el espacio. Toledo necesita como ciudad recuperar su autoestima con unas ferias y fiestas al nivel que la ciudad merece, como las tuvo hasta hace no tanto en este céntrico paseo. Personalmente pienso que con una limitación sonora a cada atracción (lo que ya de por sí agradecerían los tímpanos de cualquier visitante a la feria se celebre donde se celebre) y un plan de tráfico bien estudiado las ferias pueden y deben volver a este lugar. La Peraleda debe pasar a la historia. Sencillamente no es un lugar que una ciudad como Toledo merezca.
Espero que este repaso fotográfico a la historia del Paseo de Merchán os haya hecho disfrutar tanto como yo lo he hecho al redactarlo.
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