El origen de este maravilloso convento renacentista se sitúa en 1230, cuando el rey Fernando III El Santo fundase el primer convento dominico de la ciudad -dedicado a San Pablo- en la zona de la Huerta del Granadal. Fue en 1407 cuando los monjes se trasladaron al actual emplazamiento ya bajo la advocación de San Pedro Mártir, ocupando unas casas cedidas por Guiomar de Meneses y su esposo Alonso Tenorio de Silva junto a la Iglesia de San Román.
Sucesivas ampliaciones le convirtieron en uno de los más grandes de toda la ciudad. A ello contribuyó el traslado a Toledo en 1485 del tribunal de la Inquisición que le fue encomendado a los dominicos. Tal es su tamaño, que ocupa una manzana completa y posee nada menos que tres patios, denominados Patio del Silencio, Patio Real y Patio de los Naranjos o de las Procesiones.
El más famoso de los tres patios es el Real, obra de Hernán González de Lara siguiendo las trazas indicadas por su maestro Alonso de Covarrubias y comenzado a construir en 1541. Sus tres pisos ejecutados enteramente en piedra constituyen una de las joyas de la arquitectura renacentista española. González de Lara también ejecutó la portada principal que daba acceso al convento en la Calle San Pedro Mártir.
La sacristía y la Iglesia principal del convento son obra de Nicolás de Vergara El Mozo y comenzaron a edificarse en 1587 -la sacristía- y 1605 -la iglesia-, sustituyendo a una iglesia anterior gótica que hoy se corresponde con la capilla de Santa Inés y donde se sitúan los sepulcros más interesantes del convento.
Las obras de la iglesia fueron finalizadas por Juan Bautista Monegro -a quien se debe también la entrada principal junto a la torre de San Román- a la muerte de Vergara. Las pinturas del retablo son obra de Juan Bautista Maíno y las tallas del retablo y la sillería fueron ejecutadas por Giraldo de Merlo. Allí se sitúan también estupendos sepulcros como por ejemplo el de los Condes de Mélito o el de María de Orozco La Malograda y otros procedentes de diferentes puntos de la ciudad en la época en que el edificio fue Museo Provincial.
En el siglo XVIII se hicieron importantes reformas, como un nuevo refectorio de excelsa azulejería o un relicario octogonal.
El edificio tuvo diferentes usos tras su desacralización, y además de Museo Provincial fue cuartel militar, maternidad, reformatorio o asilo.
Las imágenes más antiguas del Convento de San Pedro Mártir datan del siglo XIX, cuando fue excepcionalemente retratado por los galos Louis Léon Masson y Jean Laurent:
La calidad de la primera imagen, digitalizada por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, es tan alta que al hacer ampliaciones se observan detalles increibles como por ejemplo el precioso brocal de pozo de la Mezquita Aljama -datado entre el 15 abril y el 14 mayo de 1032- con caracteres arábigos que allí existió hasta 1872, o las personas que estaban asomadas en los pisos superiores del claustro en el momento de tomar la fotografía:
También otros destacados autores fotografiaron en el siglo XIX este edificio, como por ejemplo hizo el gran Casiano Alguacil:
Ya a comienzos del siglo XX, las mejores fotografías de este convento son de Eugène Lefèvre-Pontalis y de Pedro Román Martínez:
Es muy destacable la colección de imágenes de este edificio tomadas por Santiago Relanzón Almazán cuando hacía las funciones de asilo:
Aquí tenemos otras fotografías de principios del siglo XX tomadas en San Pedro Mártir:
Una de las joyas más desconocidas del edificio es la torre mudéjar datada en época de Enrique III, probablemente por tanto anterior a la instauración del convento y que sería uno de los restos conservados de las posesiones de Guiomar de Meneses cedidas para edificarlo allí. Es una torre casi invisible pues solo puede ser contamplada desde el interior del edificio. Su estado era lamentable hasta que ha sido recientemente y afortunadamente restaurada. Estas fotos nos la muestran a comienzos de siglo, antes de ser restaurada y tras la actuación del Consorcio con su reloj de sol rehabilitado (pero sin aguja):
La portada principal estuvo hasta los años 70 semioculta debido a la presencia de los depósitos de agua de la Plaza de San Román:
San Pedro Mártir fue también escenario de algunas de las más bellas imágenes de la película Tristana de Luis Buñuel. José Ponos tomó algunas preciosas fotografías del rodaje en 1969 con Catherine Deneuve, Franco Nero y el propio Buñuel:
Este es el aspecto que tuvo finalmente el convento en el film:
En el edificio se encuentran como decía al comienzo varios sepulcros de interés. Uno de ellos, el de Elvira de Castañeda, esposa de Pedro López de Ayala, inspiró a Gustavo Adolfo Bécquer la famosa leyenda de "El Beso". Se trata de una escultura de mármol italiano que fue trasladada desde el desaparacido Convento del Carmen Calzado. Esta leyenda fue publicada por vez primera el la revista La América el día 27 de julio de 1863. Aquí podéis ver el texto original (click para ampliar):
En los años 80 se decidió restaurar el edificio para ubicar allí la sede principal de las administraciones públicas de la recién creada autonomía, si bien finalmente el uso que se le dio fue universitario, siendo hoy la sede de diversas facultades entre las que por desgracia no se encuentran ni Historia del Arte -la sede de esta facultad en la región está en una de las ciudades con menor patrimonio histórico o artístico de España- ni el título oficial de Traducción e Interpretación -en la ciudad de la Escuela de Traductores de Alfonso X no se ha tenido a bien instaurar estos estudios- ni por supuesto el título oficial de Turismo.
El Convento de San Pedro Mártir en Google Maps:
Ver Toledo Olvidado en un mapa más grande
Para saber más:
- San Pedro Mártir el Real, libro escrito por Ángel Alcalde, Isidro Sánchez Sánchez y Rafael del Cerro Malagón
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