El excepcional fotógrafo Robert Julia nació en la localidad pirenaica de Céret (Francia) en 1920. Muy temprano demostró una gran inclinación por su faceta artística, y de este modo desarrolló la pasión por la fotografía a la tempranísima edad de 12 años. Retrató profusamente en su juventud su Céret natal, generando un banco de imágenes local que hoy es un tesoro para esta localidad. Estudió en el liceo de Perpiñán con el gran pintor Jean Capdeville, por lo que se convirtió en un apasionado también por el mundo de la pintura, y de este modo conoció personalmente y fotografió a los más grandes pintores que se acercaban a Céret, localidad bautizada por André Salmon como "La Meca del cubismo". Así fue como Robert Julia pudo retratar magistralmente a artistas como Pierre Brune, Pinchus Krémègne, Frank Burty Haviland, Salvador Dalí o Pablo Picasso, entre otros visitantes ilustres de Céret. Fotógrafo tremendamente perfeccionista, su obra tiene un marcado tinte humanista y era un genio capturando la elegancia, la magia y la mística escondidas en la vida cotidiana y en los paisajes, generando fotografías muy agradables para la vista.
En los años 50 Robert Julia visitó Toledo obteniendo preciosas fotografías, algunas de las cuales fueron incluidas en el delicioso libro de Victor Crastre "Tolède, coeur de l´Espagne", publicado en 1959.
En 1991 Robert Julia publicó un libro acompañado de una exposición fotográfica retrospectiva de sus fotos. El museo de Céret custodia buena parte de la obra de este "pintor-fotógrafo", que nos dejó en el año 2003.
A continuación os ofrezco las mejores fotografías que Robert Julia obtuvo en Toledo en los años 50 para que podáis comprobar vosotros mismos la capacidad de Julia para obtener imágenes enormemente bellas.
En mi opinión, la mejor fotografía que Robert Julia obtuvo en Toledo es esta soberbia imagen que muestra la fuente que existía en la zona de las Carreras de San Sebastián, con la torre mudéjar de la Iglesia de San Cipriano al fondo. Un hombre espera su turno sentado en su cántaro de barro mientras una mujer con un niño llenan los suyos acariciados por la luz de un atardecer invernal. ¿No es una imagen digna de ser enmarcada?
Sin duda, una de las fotografías más bellas e impresionantes es esta toma de San Juan de los Reyes desde el paraje de las Vistillas de San Agustín. A la imponente estampa del monasterio gótico se suman los detalles de humildad de la vida cotidiana de los toledanos de entonces: ropa tendida junto a la Puerta de San Martín, arrieros en burros y casas de modesta factura adosadas a la muralla:
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Cerca de allí, ascendiendo en dirección a San Juan de los Reyes, Robert Julia se detuvo para obtener otra fotografía magistral: la escena de la actividad alrededor de una de las tahonas de la ciudad, denominada "Panadería de San Martín". El burro con sus alforjas cargadas con las barras que habían de ser repartidos por la ciudad es observado por un grupo de mujeres sentadas en sillas bajas así como por un hombre apoyado sobre la pared:
Esta es una vista del Museo del Greco, lugar de obligada visita para un apasionado de la pintura como era Robert Julia:
Robert Julia retrató con maestría la vida cotidiana de la ciudad en estas tomas del mercadillo en la Plaza Mayor, con las bargueñas vendiendo frutos secos:
No podía faltar una fotografía de nuestro centro neurálgico: Zocodover. Son visibles letreros como los del Bar Bahía, el Bar Toledo, los estudios fotográficos de Foto Flores y Lucas Fraile o las oficinas de la Sociedad General Agropecuaria y la Mutua General. También son visibles negocios como una peluquería, la tienda de mazapán Telesforo, el café Suizo y se completa la escena con un buen muestrario de coches de la época.
La devastación causada por la guerra civil permitió durante varias décadas que existieran perspectivas que hoy son imposibles de obtener. Una de ellas es la visión frontal general del convento de la Concepción Francisca, visible por la ausencia del edificio que hace esquina entre la calle Cervantes y la bajada que lleva a este convento:
Aquí vemos el patio y la escalera del Hospital de Santa Cruz:
La portada del Hospital aparece aún con las huellas de la guerra civil: la zona superior derecha de la fachada aún no había sido reparada y no se habían repuesto las piedras que en la actualidad sí podemos contemplar (si os fijáis cuando paséis se reconocen muy bien por estar talladas más recientemente, con color más claro y aristas más patentes):
Aquí vemos un formidable laurel en el claustro de la catedral de Toledo:
Esta es la fachada de la desaparecida casa del anticuario Justo García Callejo, a la que ya dediqué una entrada en el blog. Se situaba junto al Alcázar.
Aquí puede verse la plaza de las Cuatro Calles en su confluencia con Hombre de Palo:
El tibio sol invernal volvió a ser inmortalizado por Julia en esta escena de atardecer en el Palacio de Fuensalida: un grupo de personas aprovecha los últimos rayos en la calle mientras una persona se apoya en el balcón principal del famoso palacio:
Los cigarrales fueron también retratados por Robert Julia. Mirad qué bella estampa con el cigarral de Santa Elena en el centro:
Este es el aspecto del Puente de Alcántara visto por Robert Julia:
Aquí aparece la Puerta Vieja de Bisagra vista desde el nivel que por entonces tenía el paseo que conectaba con Recardo, muy por encima del nivel actual:
La Puerta de Doce Cantos presentaba por entonces un aspecto bastante deteriorado:
El Puente de San Martín no podía faltar en el repaso fotográfico de Robert Julia a la ciudad:
El señor Cardeña, vendedor ambulante de cerámica, con su burro:
Y, para finalizar, una fenomenal vista general de la vieja ciudad castellana desde el Valle. Sobrecogedor resulta el aspecto del Alcázar, aún con las tremendas heridas de la guerra:
Como habéis podido comprobar, una vez más el talento de un gran fotógrafo de la historia del siglo XX se desplegó en Toledo, generando un reportaje que más de 60 años después es capaz de emocionarnos y evocar toda una época. Espero que lo hayáis disfrutado.
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