Hace ya más de 10 años que publiqué una entrada del blog dedicada al mercadillo del Martes, una preciosa tradición en Toledo desde nada menos que 1465. En aquel entonces apenas pude aportar una fotografía de la etapa en la que el mercado se celebró en el Paseo del Carmen, entre 1972 aproximadamente y 1999.
Fueron, por tanto, más de 25 años en los que este paseo acogió la pintoresca reunión semanal de vendedores, marchantes y toledanos (sobre todo, toledanas) de toda edad y condición que constituye el Martes.
Hay que recordar, además, que aquellas décadas de los años 70, 80 y 90 contemplaron multitud de cambios sociales como el fin de la dictadura y la llegada de la democracia, y también comerciales, como la irrupción masiva de nuevos productos que anteriormente no se encontraban en el mercadillo como por ejemplo las cintas magnetofónicas, las camisetas con contenido o mensaje, la irrupción de las imitaciones de marcas famosas y un largo etcétera de objetos que convivía con la parte más tradicional que aún subsistía como los puestos de cerámica para el menaje diario del hogar, algo cada vez más escaso en los mercadillos de hoy.
Tenía, por tanto, pendiente publicar una entrada dedicada en exclusiva al Paseo del Carmen con tal motivo, y hoy por fin puedo ofrecérosla. En primer lugar, es necesario introducir brevemente la historia fotográfica del emplazamiento, denominado como Paseo del Carmen por ser el lugar en el que se levantó en siglos pasados el célebre convento del Carmen Calzado.
Su origen se remontaba al siglo XIV, cuando entre 1332 y 1338 se ceden a los monjes del Carmelo tanto el templo mozárabe de Santa María de Alficén como otros terrenos y edificios próximos, donde se construyó el convento que hoy nos ocupa. Fue el más importante de la orden en toda Castilla y fue célebre entre otras cosas por ser el lugar en el que estuvo preso San Juan de la Cruz desde diciembre de 1577 y hasta agosto de 1578 por ayudar a Santa Teresa de Jesús en la reforma de la orden entre los miembros masculinos. Tras ocho meses de encierro, logró fugarse descolgándose por un balcón de la zona norte del edificio, saltando al huerto que lindaba con el convento de la Concepción, donde se refugió. Durante su cautiverio escribió las treinta y una primeras estrofas del famoso Cántico espiritual, así como varios romances y el precioso poema de la fonte, textos que recitaba y cantaba para consolarse.
En 1595, el IV Conde de Fuensalida contribuyó a la importante reforma, ejecutada bajo las trazas de Juan Bautista Monegro, que supuso la reconstrucción de parte de la iglesia, así como la construcción de una cripta bajo el altar mayor que le sirviera tanto a él como a su familia de lugar de enterramiento.
Por desgracia, y como le sucediera a tantos y tantos edificios toledanos, entre 1809 y 1812, durante la invasión francesa las tropas de Napoleón saquearon e incendiaron la iglesia y el convento, destruyéndolo casi totalmente. La ruina del convento trajo también la de otro de los elementos que daban fama al edificio, como era la capilla de Nuestra Señora de Soterraño, donde estaba enterrado el ingeniero y relojero cremonés Juanelo Turriano, a escasos metros de donde se levantara su mundialmente conocido Artificio, que elevaba las aguas del Tajo hasta el Alcázar y otras zonas de la ciudad.
El final del edificio vino marcado por las desamortizaciones, pasando entre 1836 y 1849 por diferentes vicisitudes hasta que finalmente el convento pasó a manos del especulador José Safont (el que da nombre al paraje junto al río), quien fue derribando lo que quedaba del edificio para aprovechar o revender los materiales.
Es precisamente en esta época cuando el edificio, aunque ya ruinoso por efecto de desamortizaciones y abandono, llegó a ser fotografiado en pleno proceso del progresivo derribo efectuado por Safont, lo que nos permite ver al menos parcialmente el convento en algunas de las primeras fotografías tomadas en la ciudad a mediados del siglo XIX. En ellas es visible un chapitel y parte de sus muros, que se asoman al cortado del Tajo en esta zona este de la ciudad en lo que fuera parte del recinto del Alficén en época islámica.
Las más antiguas son las tomadas en 1852 tanto por Felix Alexander Oppenheim como por Edward King Tenison:
Con más nitidez se observan los restos aún en pie en estas ampliaciones de fotos de Joseph Carpentier en 1856 y las editadas por Soulier en 1857:
En los años posteriores, entre finales del XIX y comienzos del XX, una vez derribado el edificio, se generó una explanada que es la que actualmente conocemos como Paseo del Carmen, que ocupa no solo el solar de lo que fuera el convento sino también el conocido como cementerio del Pradito de la Caridad, junto al postigo de Doce Cantos, que era el lugar donde la cofradía de la Caridad daba sepultura a las personas con menos recursos. En la explanada se iniciaron efímeros proyectos como unos depósitos municipales de agua ejecutados en 1911.
Durante la guerra civil, al encontrase en plena zona de bombardeos al Alcázar, el entorno quedó muy desfigurado.
Los años 60 marcan su época de mayor verdor y frondosidad, constituyendo todo un pulmón para el centro histórico:
En 1962 aproximadamente se ejecutan las obras de restauración de la Puerta de Alcántara y su conexión con el Paseo del Carmen a través de unas escaleras. Tanto Julián C.T. como mi abuelo fotografiaron el lugar con las obras recién terminadas:
De este modo, con el Paseo frondosamente arbolado y bien comunicado tanto por la zona inferor (Puerta de Alcántara) como con la zona superior (Plaza de la Concepción y calle Cervantes), es cuando se decide que el lugar acoja el mercadillo del Martes dado el comienzo de las obras del Miradero, lugar donde se venía celebrando el mismo. Dieron comienzo así unos 25 años, entre 1972 y 1999 en los que el Paseo del Carmen fue el lugar de encuentro semanal de miles de personas. Os dejo las fotos de esta época, con protagonismo destacado de las tomadas por Tomás García del Cerro y Luciano Ruiz de los Paños:
Como os decía, en 1999 las obras de remodelación de la subida a Zocodover hicieron que el Paseo del Carmen dejase de ser el lugar del mercadillo. Vinieron tristes años para el paseo, relegado a aparcamiento descontrolado que compactó sobremanera la tierra provocando que muchos de los árboles murieran.
Afortunadamente, hace pocos años decidió prohibirse el aparcamiento en el paseo, recuperando su carácter de parque. Sin embargo, nunca se ha efectuado la necesaria replantación arbórea que el lugar necesita. Esperemos que pronto se acometa esta plantación porque el centro histórico necesita árboles y verdor con carácter urgente.
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