Pese a tratarse de un inmueble muy céntrico, el comúnmente denominado Palacio de Benacazón suele pasar muy desapercibido para toledanos y visitantes al situarse en un callejón sin salida al que se accede por la calle Recoletos, junto a la Plaza de San Agustín.
Sin embargo, ese carácter un tanto recóndito no debe hacer infravalorar el atractivo y la excepcional historia del palacio, repleta de curiosidades y avatares, no siempre agradables de narrar, por desgracia.
Intentaré resumir su historia, a la que añadiré al final de la entrada varios enlaces a excelentes artículos más extensos, pues presenta bastantes curiosidades.
En primer lugar habría que decir que el nombre correcto que debería tener el edificio es "Palacio de los Pantoja", denominación que tuvo al menos desde el siglo XVI al ser la vivienda de Fernán Pérez de Pantoja, señor de la villa sagreña de Pantoja y conocido como "el Portugalés", casado con María de Acebes y emparentados con el linaje de los poderosos e influyentes Ayala. Es probable que el edificio anteriormente ya hubiese pertenecido al Rey Pedro I "el Cruel", y parece que pudo haber acogido la sede de alguna dependencia del Santo Oficio o Inquisición, pues su patio central era conocido como "Patio de los Presos". Además de los Pantoja, este edificio también fue propiedad de otra importante familia toledana: los Gaytán.
Sus fotografías más antiguas son del siglo XIX, destacando entre todas ellas esta vista interior tomada por Casiano Alguacil:
Es preciosa esta foto de su portada tomada probablemente hacia 1900 o 1910:
Sin embargo, para conocer la historia del Palacio de Benacazón, especialmente desde comienzos del siglo XX, es imprescindible hablar de la figura de Anastasio Páramo Barranco, nacido en Madrid el 25 de diciembre de 1879. Este interesantísimo personaje fue quien dio al palacio su actual denominación e hizo del lugar la sede de su impresionante museo de antigüedades relacionadas con Toledo y lo toledano. Su relación con el palacio surge a raíz de su matrimonio con María Dolores Pantoja Portocarrero Cataumber, descendiente de los históricos propietarios del Palacio. La familia de su mujer, en concreto Gonzalo Pantoja y su mujer Juana de Merlo, habían fundado el mayorazgo de Benacazón en la provincia de Sevilla bastantes años atrás. Esta familia, sin embargo, no atravesaba buenos momentos económicos. Maria Dolores no tuvo hijos con Anastasio, y redactó su testamento en 1908 declarando a su marido heredero único de todos sus bienes, que desde 1909 firma ya con la curiosa denominación de Conde de Benacazón, inventada por él mismo pues dicho condado en realidad nunca existió. Además, la familia de Dolores se enfrentaba al problema de una hija ilegítima de su abuelo, que luchó judicialmente por la herencia del anciano. La sentencia, sin embargo, desestimó la demanda y la heredera fue la esposa de Anastasio Páramo.
Anastasio decide reverdecer el antiguo señorío de Mocejón que antaño ostentara la familia de su mujer, para lo que compra numerosas propiedades en esta localidad sagreña en la década de 1910 y también en los años 20. Adquiere también numerosos inmuebles en Madrid, cobrando suculentos alquileres por ellos, lo cual le permitió llevar un tren de vida muy desahogado. Así, pudo dar rienda suelta a una de sus aficiones, como fue el coleccionismo de antigüedades y obras de arte, especialmente relacionadas con Toledo, que fue llevando al ya denominado Palacio de Banacazón, constituyendo el Museo Anastasio Páramo. Fue un curiosísimo personaje: inquieto, influyente, culto, políglota...mucho más que un mero marchante de arte, llegando a ser miembro de la Real Academia de la Historia o de la Hispanic Society de Nueva York. En aquellos años 20 y 30 el palacio lució en todo su esplendor y fue profusamente fotografiado, constituyendo un lugar de visita turística para las élites aristocráticas y personas más interesadas por el arte:
Sin embargo, el estallido de la Guerra Civil supuso el fin de los días de esplendor del palacio. Las milicias republicanas ocuparon el inmueble ocasionando graves destrozos en él, siendo saqueado y expoliado, mientras que Anastasio Páramo fue encarcelado en Madrid por el gobierno republicano por su ideología afín a la derecha y su pertenencia a la nobleza. También le afectó mucho un bombardeo efectuado por la aviación republicana la mañana del 12 de mayo de 1937.
En una carta escrita al finalizar la guerra, Páramo se lamentaba de que “la barbarie de la plebe envenenada por las criminales doctrinas que ensangrentaron recientemente España y destruyeron tantas obras artísticas, haya destrozado tan magnifico edificio y saqueado tan notables objetos como contenía”. Tras la contienda retomó su actividad, colaborando bastante con el régimen franquista. Anciano, viudo y sin hijos, Anastasio Páramo murió poco después, vendiéndose lo que quedaba de su impresionante colección personal en anticuarios y almonedas de España y el extranjero.
Pasaron los años de la posguerra con más pena que gloria para el edificio, hasta que la Caja de Ahorro Provincial de Toledo, hacia 1970, adquirió el palacio para fines culturales, rehabilitándolo en la medida de lo posible. Aún conserva elementos arquitectónicos y decorativos romanos, como bóvedas de cimentación, así como mudéjares en forma de yeserías y artesonados, cerámica talaverana de azulejería de cuerda seca y detalles góticos e italianizantes.
Espero que esta entrada haya servido para sacar algo del olvido a este edificio con una historia tan singular, a menudo desconocido para el gran público.
Para saber más:
- ANASTASIO PÁRAMO (CONDE DE BENACAZÓN). EL LEGADO DE UN ANTICUARIO ERUDITO
por Aránzazu Lafuente Urien, Francisco Gallo León, David López Vázquez, Raquel Rojo Medina,
Luis Megino Collado y Miguel Fernando Gómez Vozmediano, Revista Archivo Secreto.
- Merlos, Pantojas y Portocarreros, por Antonio Herrera García en Anales Toledanos.
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