La generosidad de los 700 mecenas que habéis hecho posible la edición del libro Toledo Olvidado 2 ha vuelto a darme la posibilidad de obtener en altísima resolución cientos de preciosas e increíbles imágenes que han sido incluidas en el mismo. La contemplación pausada de ellas me ha deparado muchas horas de enorme disfrute, pues la definición de muchas de estas joyas es absolutamente impresionante, especialmente cuando se trata de escaneos de las placas de cristal originales.
Es el caso del fondo de la casa Léon&Lévy conservado por la agencia parisina Roger Viollet, cuya autoría ya adelanto en el libro que hay indicios de que pudiera atribuirse a Casiano Alguacil y no a fotógrafos franceses de la casa citada.
Lo que hoy voy a contaros ya lo adelanté el pasado viernes en la presentación del libro y estaba previsto mostrarlo en aquel acto, pero un extraño suceso informático impidió poder verlo aquella noche.
Todo comenzó este verano, cuando adquirí varias fotografías en alta resolución del citado archivo para incluirlas en el segundo volumen del libro de Toledo Olvidado. Hacía tiempo que estaba deseando poder ver esas fotos en alta resolución pues son escaneos de las placas originales tomadas hacia 1885 y su definición y nitidez es sencillamente asombrosa. Decidí pasar un buen rato mirando detenidamente una de las imágenes, tal vez la mejor de esa serie: la vista frontal de la fachada de la Iglesia de San Ildefonso (vulgo Los Jesuitas) obtenida desde la torre de la catedral. Una toma realmente magistral.
Pasé largos minutos observando cada detalle: un gato que pasea por un tejado, una ventana con macetas, ropa tendida, una puerta desvencijada, el intrincado caserío con sus tejas árabes, los detalles de las esculturas de la fachada de la iglesia, la torre mudéjar de San Pedro Mártir... estuve disfrutando como un niño muchos minutos hasta que, de pronto, un escalofrío me recorrió la espalda. No era posible lo que estaba viendo.
- Estás loco, Edu, me dije, mientras mi mente se esforzaba en no creer lo que los ojos le mostraban. En la parte inferior, en unas ventanas que se corresponden con el hoy desaparecido Convento de Jesús y María, una figura se asomaba a una ventana. Era necesario ampliar mucho la imagen para poder verlo.
Un poco más cerca, la presencia aparecía más clara. Parecía evidente que una figura humana con hábitos de monja estaba presente en esa ventana:
Decidí ampliar incluso más la fotografía, casi deseando que lo que creía haber visto se esfumara... pero lejos de hacerlo, cada vez era más patente:
Era verano, sí, pero el sudor que recorría mi espalda no se debía en absoluto al calor:
¿Eran imaginaciones mías? ¿No era evidente que esa imagen parece mostrar claramente un cadáver momificado de una monja mirando por la ventana? El hallazgo se lo enseñé sólo a un círculo muy reducido de personas.
Pasaron los meses y el libro había de maquetarse... ¿qué debía hacer entonces con esta foto?
Opté por ponerla sin ampliar, bellísima, pero sin el zoom suficiente como para apreciar esto sin ayuda de una lupa. Es la foto 47 del libro, página 56. Pero decidí hacer un guiño al hallazgo dejando entrever en el texto descriptivo que la foto esconde una inquietante sorpresa... pero no se desvela cual. Días antes de la presentación, Toté, uno de los editores, me dijo que esto podíamos enseñarlo en el acto. Preparó un sensacional powerpoint pero... por causas que nunca sabremos, el archivo quedó inutilizable al hacer unos pequeños cambios.
En estos días sois muchos los que me habéis preguntado por este detalle y, por eso, hoy lo publico con el deseo de que ahora sí podáis verlo. Pero hacedlo con cuidado... tal vez, ¿quién sabe?, alguien os mira desde la ventana de enfrente. Puede, incluso, que lleve 130 años haciéndolo.
domingo, 1 de diciembre de 2013
El Palacio de Munárriz
La que fuera casa original de Rodrigo Niño Lasso, señor de Añover y miembro de la Orden de Santiago, situada junto a la Iglesia de San Lorenzo es conocida desde el siglo XVIII como casa o palacio de Munárriz, en honor a D. Andrés de Munárriz, capiscol y obrero mayor de la Catedral Primada bajo cuyo mandato se fundió la célebre campana gorda.
El edificio original fue encargado por Rodrigo Niño hacia 1536. Enrique Egas trazó el patio y se contrató como escultor a Pedro de Egas y como canteros a los granadinos Juan de Aysera, Pedro Muñoz y Francisco de Medina. Sin embargo los incumplimientos del contrato llevaron a que fuese Alonso de Covarrubias quien se hiciera cargo en 1539 de las obras así como de la ejecución de los capiteles y columnas de mármol del patio.
El portentoso edificio tuvo diversos dueños e inquilinos desde entonces, destacando la presencia en él de José Francisco Aizquibel -o Aizkibel- Epelde, escritor y lexicógrafo vasco (Azcoitia, 1798- Toledo, 1865) que vivió en el Palacio de Munárriz durante años.
Existió hasta hace pocos años en este edificio una placa bilingüe escrita en castellano y en vascuence recordando este hecho, colocada el 25 de mayo de 1996 por la Real Sociedad Bascongada de Amigos de País, pero fue retirada por razones que desconozco.
La fotografía más antigua del Palacio de Munárriz es esta vista estereoscópica tomada por Pedroso y Leal hacia 1863:
Poco después del fallecimiento de Aizquibel Epelde da comienzo el progresivo deterioro y abandono del edificio, que desde entonces y hasta mediados del siglo XX sufrió un lamentable expolio que prácticamente acabó con él. De este modo fue tristemente desmantelado, siendo desmontado el patio de Covarrubias cuyas cuarenta columnas terminaron en París, fueron desmontados los artesonados para ser vendidos a subasteros y constructores y fueron retiradas las soberbias ocho rejas de Domingo de Céspedes que lo adornaban.
Aunque es solo una hipótesis, es sospechoso que en la imagen más antigua, obtenida por Fernando González Pedroso se aprecie a personas en el patio en lo que podría ser el inicio del desmantelamiento, y además este fotógrafo tuviera como principal actividad la de subastero ofreciendo entre sus servicios incluso el de carros para el transporte de materiales.
A comienzos de siglo fue fotografiada en varias ocasiones la preciosa portada renacentista típicamente toledana de frontispicio de vuelta redonda:
Un detalle decorativo:
También fueron fotografiadas otras partes del exterior de la casa contigua, denominada "Casa del Jardín" y que fue propiedad de la misma familia:
Me queda la duda (admito opiniones) de si esta vista está tomada desde el interior del ruinoso palacio. Si no lo es, desde luego está realmente cerca:
A mediados del siglo XX el estado de ruina del edificio hizo que la portada hubiera de ser apuntalada, lo cual facilitó que se concediera permiso para su venta y traslado a la entrada del Cigarral del Santo Ángel Custodio, donde puede ser hoy admirada:
En la década de los 50 el afamado arquitecto Fernando Chueca Goitia se encarga de la rehabilitación y reconstrucción del edificio para usarlo como vivienda personal. En 1959 fueron tomadas las siguientes fotografías de las obras en las que destaca la ausencia de la portada, ya trasladada al Cigarral del Ángel:
La restauración no escatimó en materiales y si bien el edificio primitivo prácticamente desapareció, hoy puede decirse que el actual es uno de los edificios más bellos de esta zona de la ciudad, con una portada en piedra similar a la original y terminaciones de excelente calidad -son formidables las rejas- tanto en el exterior como en el interior del palacio. Se trata de una más de las diferentes actuaciones de recuperación de espacios históricos degradados que este arquitecto emprendió, entre las que destacan la Torre del Hierro, el Palacio de Galiana o el Colegio Sadel.
Aquí vemos al arquitecto en el palacio:
El Palacio de Munárriz en Google Maps:
Ver Toledo Olvidado en un mapa más grande
El edificio original fue encargado por Rodrigo Niño hacia 1536. Enrique Egas trazó el patio y se contrató como escultor a Pedro de Egas y como canteros a los granadinos Juan de Aysera, Pedro Muñoz y Francisco de Medina. Sin embargo los incumplimientos del contrato llevaron a que fuese Alonso de Covarrubias quien se hiciera cargo en 1539 de las obras así como de la ejecución de los capiteles y columnas de mármol del patio.
El portentoso edificio tuvo diversos dueños e inquilinos desde entonces, destacando la presencia en él de José Francisco Aizquibel -o Aizkibel- Epelde, escritor y lexicógrafo vasco (Azcoitia, 1798- Toledo, 1865) que vivió en el Palacio de Munárriz durante años.
Existió hasta hace pocos años en este edificio una placa bilingüe escrita en castellano y en vascuence recordando este hecho, colocada el 25 de mayo de 1996 por la Real Sociedad Bascongada de Amigos de País, pero fue retirada por razones que desconozco.
La fotografía más antigua del Palacio de Munárriz es esta vista estereoscópica tomada por Pedroso y Leal hacia 1863:
Poco después del fallecimiento de Aizquibel Epelde da comienzo el progresivo deterioro y abandono del edificio, que desde entonces y hasta mediados del siglo XX sufrió un lamentable expolio que prácticamente acabó con él. De este modo fue tristemente desmantelado, siendo desmontado el patio de Covarrubias cuyas cuarenta columnas terminaron en París, fueron desmontados los artesonados para ser vendidos a subasteros y constructores y fueron retiradas las soberbias ocho rejas de Domingo de Céspedes que lo adornaban.
Aunque es solo una hipótesis, es sospechoso que en la imagen más antigua, obtenida por Fernando González Pedroso se aprecie a personas en el patio en lo que podría ser el inicio del desmantelamiento, y además este fotógrafo tuviera como principal actividad la de subastero ofreciendo entre sus servicios incluso el de carros para el transporte de materiales.
A comienzos de siglo fue fotografiada en varias ocasiones la preciosa portada renacentista típicamente toledana de frontispicio de vuelta redonda:
Un detalle decorativo:
También fueron fotografiadas otras partes del exterior de la casa contigua, denominada "Casa del Jardín" y que fue propiedad de la misma familia:
Me queda la duda (admito opiniones) de si esta vista está tomada desde el interior del ruinoso palacio. Si no lo es, desde luego está realmente cerca:
A mediados del siglo XX el estado de ruina del edificio hizo que la portada hubiera de ser apuntalada, lo cual facilitó que se concediera permiso para su venta y traslado a la entrada del Cigarral del Santo Ángel Custodio, donde puede ser hoy admirada:
En la década de los 50 el afamado arquitecto Fernando Chueca Goitia se encarga de la rehabilitación y reconstrucción del edificio para usarlo como vivienda personal. En 1959 fueron tomadas las siguientes fotografías de las obras en las que destaca la ausencia de la portada, ya trasladada al Cigarral del Ángel:
La restauración no escatimó en materiales y si bien el edificio primitivo prácticamente desapareció, hoy puede decirse que el actual es uno de los edificios más bellos de esta zona de la ciudad, con una portada en piedra similar a la original y terminaciones de excelente calidad -son formidables las rejas- tanto en el exterior como en el interior del palacio. Se trata de una más de las diferentes actuaciones de recuperación de espacios históricos degradados que este arquitecto emprendió, entre las que destacan la Torre del Hierro, el Palacio de Galiana o el Colegio Sadel.
Aquí vemos al arquitecto en el palacio:
El Palacio de Munárriz en Google Maps:
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