Probablemente situada donde en tiempos se levantara una iglesia visigótica y posteriormente una mezquita -varios capiteles son visigóticos y se retiraron en 1572 dos lápidas árabes-, la actual iglesia de San Román fue citada documentalmente por primera vez al poco de ser reconquistada la ciudad en 1085. En ese documento, uno de los caudillos de Alfonso VI, Pedro Illán, es citado como parroquiano de la Iglesia de Sancto Romano.
Otro Illán, en este caso Don Esteban, encabezó la proclamación como rey de Alfonso VIII de Castilla en la madrugada del 26 de agosto de 1166. La tradición sitúa en la torre de San Román el alzamiento de los pendones del joven rey en el enfrentamiento entre las familias Lara y Castro, que había degenerado en una guerra civil.
La Iglesia de San Román, de estilo mudéjar principalmente pero con añadidos del siglo XVI, destaca por su alta y robusta torre, fechada a finales del siglo XIII o inicios del XIV.
Situada en el punto topográfico de mayor elevación de la ciudad, esta iglesia ha visto muy alterado su entorno desde los comienzos de la era fotográfica. La fotografía más antigua que he podido localizar es esta fechada antes de 1863:
La anterior fotografía puede ser datada con anterioridad a 1863 porque en esa fecha fueron construidos delante de la Iglesia de San Román, en la plaza que lleva su nombre, los depósitos de agua de la traída de aguas de los manantiales de Pozuela según proyecto de Luis de la Escosura. Al ser el punto de mayor elevación, el agua se repartía desde aquí por gravedad por las fuentes de la ciudad. En esta imagen del siglo XIX de Casiano Alguacil posterior a 1863 ya puede verse la plaza elevada que esos depósitos generaban en ese espacio:
Los depósitos conformaban un estrecho callejón entre la iglesia y la portada del anejo Convento de San Pedro Mártir:
Estas son otras imágenes del interior y del exterior de la iglesia tomadas a comienzos del siglo XX:
En los años 20, el alemán Georg Weise fotografió su interior, con especial atención a los detalles escultóricos del retablo:
Pero tal vez el mayor tesoro de esta preciosa iglesia son sus pinturas al fresco del siglo XIII y que fueron tapadas en el siglo XVII. Las mismas fueron redescubiertas accidentalmente por Rafael Ramirez de Arellano detrás del órgano en 1921. Nueve años después, en 1930, los sacerdotes toledanos Pérez-Hita y Sierra descubrieron una porción mucho mayor de las pinturas.
Pero no fue hasta 1940 cuando dichas pinturas fueron recuperadas en su totalidad con motivo de la restauración total de la Iglesia, suprimiéndose también los añadidos del exterior:
Entre 1967 y 1970 las obras para ubicar el Museo de los Concilios y la Cultura Visigoda permitieron una recuperación aún mayor de la iglesia:
En 1979 fueron finalmente demolidos los depósitos de agua que constreñían la Iglesia y se generó el espacio que actualmente ocupa la plaza pública que preside la escultura de Garcilaso de la Vega de Julio Martín de Vidales.
Como curiosidad final, un recuerdo que a muchos les resultará entrañable: el mítico bar "Los Candiles" que se situaba justo enfrente de la puerta de acceso a la Iglesia. Esta preciosa fotografía del bar está tomada en los años 60:
La Iglesia de San Román en Google Street View:
Ver Toledo Olvidado en un mapa más grande
sábado, 23 de enero de 2010
En busca de los modelos de El Greco (Homenaje a Gregorio Marañón)
Fue Manuel Bartolomé Cossío el primero en plantear, en 1908, la posibilidad de que Doménikos Theotokópoulos, El Greco, hubiese utilizado a modelos con algún tipo de demencia para representar a los apóstoles en sus geniales cuadros.
Unos años más tarde, en 1955, en un intento de dar forma a esta revolucionaria teoría, Gregorio Marañón y Posadillo convocó en el Antiguo Hospital de dementes del Nuncio (hoy sede de la Consejería de Economía) a los fotógrafos de la Casa Rodríguez y al pintor y escultor Sebastián Miranda para tomar unas fotografías y unos dibujos de algunos locos residentes en aquel hospital, a los que previamente se les había dejado crecer el pelo y la barba.
La idea de Marañón era poder hallar en estas personas los rasgos del célebre misticismo castellano que El Greco recreó con maestría en su apostolado y que en Toledo alcanza su máxima expresión. En palabras del propio Marañón, El Greco escogió Toledo por ser "la ciudad de Europa en la que era más denso el clima del misticismo oriental, propicio para su genio creador".
De este modo, ataviaron a los dementes con paños y túnicas mientras Miranda tomaba dibujos y Rodríguez inmortalizaba las escenas con su cámara fotográfica.
Los resultados fueron del total agrado de Marañón, que pidió confidencialidad a los presentes en cuanto a la divulgación de las imágenes por tratarse de "un asunto delicado". Hay que tener en cuenta las circunstancias especiales que se daban en la España de los años cincuenta, época en la que asociar santidad a locura podía generar problemas con algunos sectores de la Iglesia o del gobierno. Marañón pronto quiso aclarar que "no he querido disfrazar de Apóstoles a los actuales inocentes, sino mostrar que son los mismos en la morfología y en la exaltación expresiva”.
El trabajo de Marañón fue publicado en el libro "El Greco y Toledo" en 1956 en su primera edición y en 1958 en una segunda. La repercusión que tuvo su teoría fue enorme en todo el mundo y las fotografías aparecieron en diversos periódicos y revistas que, en algunos casos, criticaron la teoría del doctor.
Cincuenta y cinco años después de tomar esas fotografías creo que es de justicia recordar la valentía y la originalidad de Marañón. Y qué mejor forma de recordarle que con una reedición de su trabajo con modelos de 2010, que si bien no están en ningún manicomio, bien podrían encarnar ese misticismo tan castellano y tan toledano que El Greco plasmó en las expresiones de los protagonistas de sus cuadros.
Con fotografías de Eva Corral, una de las mejores fotógrafas toledanas del momento, y con la colaboración como modelos de Daniel Fernández-Cid, Luis Manuel García, José Luís Nares, Daniel Sánchez y Jorge de la Fuente intenté recrear en el siglo XXI esta teoría en una gélida mañana de enero. A continuación os dejo esta serie de imágenes que alternan los originales de El Greco, las fotografías de Rodríguez en 1955 y las fotografías de este tributo a Marañón en 2010.
Con especial agradecimiento a todos los modelos y a Eva Corral por las fotografías y con el deseo de que El Greco siga siendo uno de los máximos exponentes en la divulgación de lo que Toledo representa, sólo me queda dedicar esta entrada al eterno descanso de Chuchi: pocas personas conoceré nunca con sentimientos tan elevados como los que tú tenías.
Unos años más tarde, en 1955, en un intento de dar forma a esta revolucionaria teoría, Gregorio Marañón y Posadillo convocó en el Antiguo Hospital de dementes del Nuncio (hoy sede de la Consejería de Economía) a los fotógrafos de la Casa Rodríguez y al pintor y escultor Sebastián Miranda para tomar unas fotografías y unos dibujos de algunos locos residentes en aquel hospital, a los que previamente se les había dejado crecer el pelo y la barba.
La idea de Marañón era poder hallar en estas personas los rasgos del célebre misticismo castellano que El Greco recreó con maestría en su apostolado y que en Toledo alcanza su máxima expresión. En palabras del propio Marañón, El Greco escogió Toledo por ser "la ciudad de Europa en la que era más denso el clima del misticismo oriental, propicio para su genio creador".
De este modo, ataviaron a los dementes con paños y túnicas mientras Miranda tomaba dibujos y Rodríguez inmortalizaba las escenas con su cámara fotográfica.
Los resultados fueron del total agrado de Marañón, que pidió confidencialidad a los presentes en cuanto a la divulgación de las imágenes por tratarse de "un asunto delicado". Hay que tener en cuenta las circunstancias especiales que se daban en la España de los años cincuenta, época en la que asociar santidad a locura podía generar problemas con algunos sectores de la Iglesia o del gobierno. Marañón pronto quiso aclarar que "no he querido disfrazar de Apóstoles a los actuales inocentes, sino mostrar que son los mismos en la morfología y en la exaltación expresiva”.
El trabajo de Marañón fue publicado en el libro "El Greco y Toledo" en 1956 en su primera edición y en 1958 en una segunda. La repercusión que tuvo su teoría fue enorme en todo el mundo y las fotografías aparecieron en diversos periódicos y revistas que, en algunos casos, criticaron la teoría del doctor.
Cincuenta y cinco años después de tomar esas fotografías creo que es de justicia recordar la valentía y la originalidad de Marañón. Y qué mejor forma de recordarle que con una reedición de su trabajo con modelos de 2010, que si bien no están en ningún manicomio, bien podrían encarnar ese misticismo tan castellano y tan toledano que El Greco plasmó en las expresiones de los protagonistas de sus cuadros.
Con fotografías de Eva Corral, una de las mejores fotógrafas toledanas del momento, y con la colaboración como modelos de Daniel Fernández-Cid, Luis Manuel García, José Luís Nares, Daniel Sánchez y Jorge de la Fuente intenté recrear en el siglo XXI esta teoría en una gélida mañana de enero. A continuación os dejo esta serie de imágenes que alternan los originales de El Greco, las fotografías de Rodríguez en 1955 y las fotografías de este tributo a Marañón en 2010.
Con especial agradecimiento a todos los modelos y a Eva Corral por las fotografías y con el deseo de que El Greco siga siendo uno de los máximos exponentes en la divulgación de lo que Toledo representa, sólo me queda dedicar esta entrada al eterno descanso de Chuchi: pocas personas conoceré nunca con sentimientos tan elevados como los que tú tenías.
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