Muy pocos arquitectos españoles fueron tan influyentes a comienzos del siglo XX como lo fue el zaragozano Fernando García Mercadal, nacido el 5 de abril de 1896. Es considerado uno de los artistas señeros de la Generación del 25 por ser el introductor del racionalismo arquitectónico centroeuropeo en España.
Su origen famiiar era acomodado, perteneciente a la pequeña nobleza asturiana por parte de padre, aunque ya instalados en Zaragoza. El pequeño Fernando vino al mundo en la "casa-palacio Mercadal" de Zaragoza, hijo de José García Díaz y de Concepción Mercadal Burguete. Tras cursar bachillerato en el colegio de los Hermanos Maristas de Zaragoza, marchó a Madrid para ingresar en la Escuela de Arquitectura, donde se licenció en 1921 siendo el número uno de su promoción. Pronto destacó con originales y valiosos proyectos, como el de un templo monumental para la Pradera de San Isidro, en el que demostró amplios conocimientos de la arquitectura academicista. En 1923 obtuvo una beca de la Academia Española de Roma. Entre 1923 y 1927 su vida fue muy ajetreada, llena de viajes por toda Europa en los que conoció a los principales arquitectos más vanguardistas de aquel entonces.
Así, por ejemplo, en 1924 conoce a Adolf Loos en Viena, empapándose de la arquitectura de la Secesión Vienesa y conociendo a fondo las modernas iniciativas que promovían viviendas obreras en Austria. García Mercadal quedó profundamente marcado, tanto que desde ese año da a conocer en España sus ideas de arquitectura vanguardista, decidido a difundir el movimiento racionalista a través de diversos artículos publicados en la revista Arquitectura.
En 1925 fue discípulo de Hermann Jansen (señero del urbanismo racionalista) y de Hans Poelzig (destacado arquitecto expresionista). En paralelo, García Mercadal fue gran admirador y divulgador de la obra de arquitectos como Walter Gropius, Theo van Doesburg y Mies van der Rohe, que le influyeron notablemente. En París visitó un evento clave en su carrera, la Exposición de Artes Decorativas de aquel año 1925, donde quedó admirado por el pabellón de Le Corbusier.
Con todas estas influencias en la cabeza, Mercadal diseña aquel año la Casa de Álvaro Bielza en Ceuta y realiza el proyecto de oficinas para la Plaza del Ángel de Madrid. Ambos fueron muy aclamados por los amantes del racionalismo y por los seguidores de Le Corbusier, aunque su definitivo reconocimiento lo logró en 1926 con su proyecto del "Rincón de Goya" en Zaragoza, una obra maestra donde conjuga un pabellón con unos jardines de un marcado carácter racionalista. Al acabar las obras en 1928 logró elogios muy notables, como por ejemplo el del destacado historiador de la arquitectura Sigfried Giedion, que lo definió como el «primer edificio de España, capaz de romper con la tradición del siglo XIX». Aquella fue su manera de homenajear a Goya en el centenario de su muerte: en vez de ejecutar el típico monumento escultórico academicista, García Mercadal diseñó un pabellón con biblioteca y sala de exposiciones donde poder estudiar la obra del pintor, en un entorno ajardinado. El edificio combina prismas de hormigón y ladrillo, con amplias cristaleras y grandes vanos de acceso al exterior.
Diseña también la Villa Amparo de Mallorca (1927) o la sede de La Unión y el Fénix de la calle Alcalá en Madrid, junto con Modesto López Otero.
En 1928 acude invitado en La Sarraz (Suiza) al primer Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM) y participa activamente en la Sociedad de Cursos y Conferencias de la famosa Residencia de Estudiantes, donde invita a los más grandes exponentes de la arquitectura moderna. Así, García Mercadal fue el artífice de la primera visita de Le Corbusier a España en mayo del 28. También trajo a Erich Mendelsohn, Theo van Doesburg o Walter Gropius.
En 1929 se incorpora al estudio del gran Secundino Zuazo, donde genera una arquitectura basada en la funcionalidad, la reducción de los costes y la higiene de la vivienda básica, creando un concepto que denominó «vivienda mínima», expuesto claramente en su escrito de 1930 titulado «La casa popular en España», donde habla de su ideal de vivienda popular, digna, racional y barata.
Es en octubre de 1930 cuando funda el GATEPAC (Grupo de Arquitectos y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea) en el Gran Hotel de Zaragoza junto a arquitectos como Aizpurúa, Sert o Torres Clavé. En 1933 ganó el concurso nacional de arquitectura convocado para dotar de una nueva sede al Museo de Arte Moderno, que se tenía pensado construir en la prolongación del paseo de la Castellana, aunque nunca llegó a edificarse.
También en 1933 diseñó los denominados Jardines de Sabatini, junto al Palacio Real de Madrid, con criterios historicistas, sobre el solar que ocuparon en tiempos del rey Carlos III las caballerizas diseñadas por el arquitecto Sabatini.
Planteó aquellos años también la Ciudad Verde del Jarama, que nunca llegó a realizarse, diseñó multitud de viviendas y proyectos urbanísticos racionalistas.
Tras la guerra civil sufrió un proceso de depuración que le impidió volver a ejercer hasta 1946. Una vez rehabilitado, fue nombrado Arquitecto del Instituto Nacional de Previsión, donde se dedicó hasta su muerte a diseñar edificios sanitarios, entre los que destaca el Gran Hospital de Zaragoza (1947) o el ambulatorio de la esquina de las calles Modesto Lafuente con Espronceda en Madrid (1950).
A los 83 años, García Mercadal fue nombrado académico de número de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Falleció en Madrid el 3 de febrero de 1985.
En los años de mayor actividad profesional e intelectual visitó Toledo en varias ocasiones, en la década de 1930, antes de la guerra civil. De aquellas visitas se conservan una serie de valiosísimas fotografías que custodia la Fundación Arquitectura del Colegio de Arquitectos de Madrid, con la que he contactado en los últimos meses y a quien agradezco su atención y labor de conservación de los fondos de Mercadal. Hoy tengo el enorme placer de poder ofreceros estas fotografías que demuestran el interés de Fernando García Mercadal por la arquitectura en Toledo, donde obtuvo imágenes de gran valor documental. Comenzaré por una de las joyas que casi me hizo dar un vuelco al corazón cuando la vi por primera vez. Mucho ojo a esta foto porque es la única que yo conozca que muestra un primer plano de los restos del gran palacio privado del renacimiento en Toledo según muchas crónicas: el Palacio de los Vargas. Se trataba de una inmensa construcción con claras influencias italianas situado junto a la actual Diputación Provincial y del que no se conservan restos actualmente. Destruido por las tropas francesas a comienzos del XIX, sus pocos restos estuvieron visibles entre la maleza y fueron presa del expolio durante décadas. García Mercadal se vio atraído por ellos y cruzó el umbral que aún quedaba en pie para, atravesando los restos esparcidos, llegar a la zona donde el palacio se asomaba a la Vega Baja, donde los viejos grabados ubicaban la gran y suntuosa fachada con profusa decoración renacentista que hoy, por fin, podemos ver aunque sea parcialmente en estas piedras talladas pocos años antes de ser desmanteladas por completo:
García Mercadal se vio muy atraído también por diferentes portadas repartidas por la ciudad, algunas de ellas tapiadas por aquel entonces:
El mundo conventual está muy representado en las fotografías de Mercadal:
En esta vista de las Covachuelas vemos al fondo el edificio en construcción (hoy inexistente como ya os conté) de la Escuela Normal de Magisterio de la Vega:
La Plaza de San Justo, en un original encuadre:
La Iglesia de los Jesuitas o San Ildefonso:
Un patio toledano:
Mercadal debió intervenir (o seguir muy de cerca) en las obras de adecuación y restauración del Hospital de Santa Cruz para convertirlo en Museo en los años 30:
Son muy destacadas las fotos del interior de la Iglesia de San Román, en los años en que se descubrieron sus pinturas románicas:
La preciosa carpintería de Modesto de la Cuerda en la Plaza de Santa Isabel:
El interior de la Iglesia de Santa Eulalia:
El marcado del martes en la Plaza de Zocodover:
El Instituto Lorenzana, obra de Ignacio Haan, no podía pasar desapercibido para un arquitecto de la sensibilidad de Mercadal:
Los restos visigóticos de San Ginés:
El Palacio de Galiana, cuando aún estaba en ruinas:
Hay preciosas vistas del caserío toledano con sus tejados:
Creo que coincidiréis conmigo en el excepcional valor de estas fotos, máxime habiendo sido tomadas por una figura tan importante de la historia de la arquitectura española como fue Fernando García Mercadal. Solo me queda agradecer una vez más al Colegio de Arquitectos de Madrid poder ofreceros estas imágenes y a Mauricio Macarrón por los datos aportados para poder llegar a ellas.
domingo, 29 de noviembre de 2020
El retrato del Toledo de los años 30 por el gran arquitecto Fernando García Mercadal
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