La divulgación de los tesoros patrimoniales de Toledo ha ido evolucionando a lo largo de la historia en consonancia con los avances tecnológicos y las modas editoriales en cada una de las épocas. Desde los libros más clásicos como la Descripcion de la Imperial Ciudad de Toledo, y Historia de sus Antigüedades publicado en 1605 por Francisco de Pisa, a los primeros libros de los viajeros románticos en el XIX o los imprescindibles como Toledo en la Mano de Sixto Ramón Parro en 1857, en ellos se fueron incorporando poco a poco junto a los textos algunos dibujos o grabados que ilustraban al lector permitiéndole hacerse una idea de la ciudad, y cuyo realismo dependía del talento y el estilo de los dibujantes. A mediados del XIX, tras el descubrimiento de la fotografía, Toledo comenzó a verse a lo largo del mundo tal cual era. Llegaron las espectaculares colecciones de fotografías estereoscópicas que permitían una experiencia tridimensional de visionado que aún hoy nos maravilla para aquella época, y los libros sobre de la ciudad poco a poco también iban teniendo cada vez una calidad de impresión mayor, con lo que la ciudad se mostraba por fin al mundo en todo su esplendor generándose ese deseo internacional de visitarla para admirarla que cristalizó en el fenómeno del turismo tal como hoy lo conocemos.
Los sucesivos progresos tecnológicos fueron incorporándose a los proyectos editoriales y divulgativos, buscando no solo mostrar Toledo cada vez con más realismo, sino también intentando generar productos atractivos y rentables que llegasen a un público cada vez más amplio.
Llegamos así al año 1965 en que la mítica editorial Aguilar -empresa española creada en 1923 en Madrid por Manuel Aguilar Muñoz y que quebró en 1982- dedicó a Toledo uno de sus denominados Librofilms. Se trataba de un original concepto que aunaba una descripción clásica en papel con textos en inglés junto con una serie de 40 diapositivas a color que el lector debía proyectar en su casa para realizar un viaje virtual por la ciudad. Junto a Toledo, la serie tuvo ejemplares dedicados a las ciudades más turísticas españolas: Granada, Santiago de Compostela, Sevilla, Palma de Mallorca, Córdoba, Salamanca, Ávila, Cáceres e Ibiza.
Se trata de una edición bastante cuidada en lo relativo al papel y la encuadernación, aunque de modo sorprendente no figuran ni el autor de los textos ni el de las fotografías. Solo figura el traductor de los textos: Neville Roy Hinton, M. A.
Como os decía, el gran atractivo tecnológico que poseía la colección era su complemento de 40 diapositivas a color que se correspondían con los monumentos descritos en el texto. Hace poco he adquirido un ejemplar y hoy voy a "proyectaros" las diapositivas 55 años después de su inclusión en el Librofilm. Por desgracia, al menos en el ejemplar que poseo, el color de las fotografías ha virado mucho a tonos rojizos por degradación de la propia película, tal vez derivado de una no excesiva calidad del material empleado. Pese a todo, con un poco de trabajo de edición he logrado recuperar en la medida de lo posible sus colores, aunque me gusta mantener un poco esa coloración rojiza que en cierto modo resulta muy característica, casi típica de muchas de las fotos de esa época.
Comenzaré por mostraros a una toledana que posa orgullosa con su traje de lagarterana a la puerta de una casa del centro histórico:
El Hospital Tavera está muy presente en la serie, incluyendo algunos de los cuadros del Greco que allí se conservan:
La Mezquita del Cristo de la Luz, a la que sorprende ver sin la verja de Julio Pascual, tras el derrumbe acaecido en febrero de 1964 que la dañó. El edificio aparece ya restaurado:
La Mezquita de Tornerías, no demasiado fotografiada en aquellos años:
En esta toma vemos el Ayuntamiento:
Mirad qué bonita perspectiva de San Pedro Mártir cuando aún acogía el Hospicio:
Aquí está la Iglesia de San Ildefonso, o San Juan de los Jesuitas:
La Puerta del Sol:
La Puerta de Bisagra:
La Puerta Vieja de Bisagra:
Aquí vemos varias tomas de la Catedral:
El precioso interior de la Casa de Mesa:
El Taller del Moro:
El Castillo de San Servando aparece ya restaurado:
La Posada de la Hermandad:
Aquí tenemos los dos viejos puentes, el de San Martín y el de Alcántara:
La Sinagoga del Tránsito, aún con sepulcros en el centro de la nave:
La Sinagoga de Santa María la Blanca:
La Iglesia de Santo Tomé, así como el entierro del Señor de Orgaz que alberga:
Una bonita vista del Convento de la Concepción Francisca:
El Hospital de Santa Cruz aparece en varias tomas:
Una bella vista de Santiago del Arrabal:
Sorprende ver la Iglesia de San Román en una perspectiva poco habitual, con la zona superior de los antiguos depósitos de agua llena de broza. Ese espacio pasó a ser una plaza tras la demolición de los mismos en 1979:
El Monasterio de San Juan de los Reyes:
Para finalizar, una vista general desde el Valle:
Como habréis comprobado, se trata de una buena muestra del estado de los monumentos de la ciudad hacia 1965, cuyo principal valor se centra en el formato en que se publicaron. Puede que hoy nos parezca algo muy simple, casi ridículo, pero en 1965 los librofilms permitieron a miles de personas en todo el mundo poder hacerse una idea muy fiel de la belleza de Toledo proyectada en las paredes de sus casas, despertando en muchos de ellos el deseo de venir a la ciudad o la nostalgia por el tiempo pasado en ella.
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3 comentarios
Querido Eduardo, te felicito de nuevo por tu generosidad al regalarnos esta otra joya que, al tratarse de diapositivas directas, es aún más pura, fotográficamente hablando.
El desvanecimiento del color es muy normal, pues las emulsiones usadas en dispositivas color no soportan sin degradarse un período de más de 10 años, y eso bien conservadas al abrigo de la luz y de la humedad, más aún al tratarse de una edición, evidentemente, no son originales sino copias duplicadas en serie probablemente hechas con alguna de las Kodak duplicating de le época o con las primeras Ektachrome. Menos mal que las fotografías en blanco y negro no están sujetas a ese deterioro y podemos disfrutar de imágenes centenarias sin ningún problema. Al caso es curioso comprobar cómo el color de los primeros autocromos han superado el paso del tiempo con bastante más calidad que los inventos posteriores.
Lo dicho, muchas gracias por estas aportaciones tan valiosas.
Gracias una vez más, y nunca serán suficientes, por todo tu trabajo para documentar fotográficamente la historia de nuestra ciudad.
¡Mil gracias por vuestros comentarios, José María y Frantic! Un fuerte abrazo.
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