A comienzos del siglo XV eran comunes en toda Castilla las epidemias de enfermedades, por fortuna hoy casi olvidadas, como la tiña, la lepra y la sarna. El número de enfermos, el carácter contagioso de algunas de ellas y el rechazo social que sufrían los afectados por estas dolencias hicieron necesaria la creación de hospitales específicos situados preferiblemente en las afueras de las ciudades más pobladas.
Ese fue el origen del Hospital de San Lázaro, construido en Toledo probablemente en 1418 por D. Juan Sánchez de Greviñón, criado de Fernán Pérez de Guzmán. Esta fecha de creación del hospital, así como de finalización de su iglesia, figuraba en una lápida incrustada en sus muros y transcrita por el historiador Francisco de Pisa a comienzos del s. XVII. Cabe la posibilidad, sin embargo, de que el hospital fuese algo anterior pues ya en 1407 se cita una "casa de San Lázaro, cerca de Toledo" en un documento conservado en el Convento de San Clemente. La advocación del hospital a San Lázaro se debió a que este famoso coetáneo de Jesucristo era ya el patrón de pobres y enfermos, debido al conocido pasaje del "levántate y anda", en el que Lázaro fue resucitado por Jesús según la tradición cristiana.
Las penurias económicas hicieron que el hospital cerrase sus puertas, reabriéndose de nuevo en 1560 con ayuda de la corona, por lo que pasó a denominarse Hospital Real de San Lázaro. En el siglo XVIII el edificio presentaba un estado casi ruinoso y los enfermos fueron trasladados a la Puerta de Valmardón. Su actividad prosiguió hasta aproximadamente 1833 (Sixto Ramón Parro data en ese año su supresión), y en 1836 con la promulgación de la Ley de Beneficencia su propiedad pasa al ejército, instalándose entonces en el edificio un cuartel de la Infantería Española, si bien ya en 1815 Blas Manuel Teruel había dibujado los planos del "Quartel de S. Lázaro de la ciudad de Toledo".
De la primitiva edificación del s. XV ha llegado hasta nuestros días el notable ábside que hoy podemos admirar, si bien parece claro que su zona inferior con sillares de piedra debió ejecutarse en una restauración del edificio algo posterior, cercana a la citada fecha de 1560 en que fue denominado Hospital Real. Se trata de un ábside con peculiaridades destacables, como por ejemplo el remate superior con cajas de mampostería que, como bien apunta la historiadora Teresa Pérez Higuera, recuerda a algunos ábsides de Ávila, Valladolid o Segovia, siendo muy raro encontrarlo en Toledo. En la zona central del ábside vemos un una arquería ciega que combina arcos de herradura apuntados insertados en arcos polilobulados, decoración, esta sí, muy típica en Toledo.
Desde que el ejército se hizo cargo del edificio hacia 1836, fueron varios los usos del mismo. La fotografía más antigua que conocemos del Hospital de San Lázaro es esta vista ampliada de Alfonso Begue tomada en 1864 desde el convento de los Carmelitas. Se observa el hospital y al fondo la ermita de San Antón. Nótese la ausencia aún de la Plaza de Toros:
En 1869 se instaló una Escuela de Tiro. Algo después, a finales del XIX, D. Fernando Fernández de Córdova, II Marqués de Mendigorría (a él se le debe el nombre de la calle), fundó en el edificio el Colegio de María Cristina para Huérfanos de la Infantería.
En esta vista aérea podemos ver el edificio en los años 30:
En 1936 el edificio sufrió un grave incendio durante los primeros días de la Guerra Civil, al ser atacado por las tropas republicanas en su intento por evitar que los sublevados se hicieran fuertes en este puesto avanzado de la ciudad, logrando que se replegaran hacia el Alcázar. La primera foto muestra milicianos con el hospital aún sin daños, muentras que las siguientes dan fe de los daños, y las dos últimas fueron tomadas justo a la entrada de las tropas nacionales a finales de septiembre de 1936:
Pasaron muchas décadas tras la guerra con el edificio sin restaurar, en estado de ruina y abandono:
En 1986, bajo la dirección del arquitecto Fernando Chueca Goitia, el edificio fue rehabilitado para acoger el Hotel María Cristina así como algunos locales, cines y otras dependencias. La parte más polémica de esta actuación fue la división interior del ábside en dos alturas.
Espero que este pequeño resumen haga de que la próxima vez que paséis por este transitado lugar recordéis la antigua historia de este edificio que a menudo pasa desapercibido, ensombrecido por la presencia cercana del grandioso Hospital Tavera.
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