En su infancia estudió en la escuela en Immenstadt. Se formó como fotógrafa en Oberstdorf y tras completar su aprendizaje se mudó a Nuremberg, donde trabajó en las tiendas de fotografía Seitz y Porst. Alrededor de 1931 se unió a la Asociación de Amigos de la Fotografía de Nuremberg. Desde abril de 1938, Lala Aufsberg acudió a la escuela estatal de artesanías y artes aplicadas en Weimar, concretamente en el departamento de fotografía con Walter Hege. En julio de 1938 aprobó el examen de maestría para poder impartir clases en el oficio de la fotografía, regresó a Sonthofen y ese mismo año abrió un estudio fotográfico.
Antes de eso, entre 1937 y 1938, Lala Aufsberg documentó fotográficamente las manifestaciones del partido nazi en Nuremberg, por entonces en pleno apogeo de su popularidad en Alemania.
Su faceta de experta fotógrafa de arte se puede decir que comenzó cuando recibió la primera comisión artística en 1941-1942, en la que se le encomendó que fotografiara diversos murales en iglesias y monasterios austriacos en Carintia y en Estiria.
Desde entonces viajó por todo el mundo como una de las fotógrafas más reconocidas en arte, compaginando su faceta profesional con las imágenes que tomaba en su entorno (principalmente cerca de su casa en Allgäu) en las que inmortalizaba la vida con un registro absolutamente diferente, capturando la vida cotidiana y los detalles con un tinte mucho más humanista. Por ello, su obra es absolutamente diversa, extremadamente rica en matices y camaleónica: maravillosamente ortodoxa a la hora de fotografiar el arte pero tremendamente libre y creativa cuando fotografiaba en su faceta no profesional, sino personal.
Lala Aufsberg nos dejó el 18 de mayo de 1976 con 69 años, y poco después el Deutsche Dokumentationszentrum für Kunstgeschichte (Centro Alemán de Documentación para la Historia del Arte), perteneciente a la Universidad de Marburgo, adquirió el Archivo Lala Aufsberg con sus aproximadamente 46.000 negativos en blanco y negro, principalmente de sus registros como fotógrafa del patrimonio histórico y el arte. Solía utilizar los formatos 6x6 y 9x12 y su producción completa consta de la friolera de 103.000 fotos. Los países más representados en su obra son Alemania, Austria, Italia, Grecia y Egipto.
Como suele ser norma habitual en los más grandes fotógrafos de la historia, Lala Aufsberg vino a Toledo para incorporar nuestra ciudad a su prestigioso elenco de lugares inmortalizados. Sucedió en el año 1965 y el resultado es un delicioso viaje al Toledo de aquella época en más de 90 fotografías que dan fe del talento de Aufsberg y de su amplio registro: desde la fotografía documental, casi purista, retratando nuestros principales monumentos, a la visión humanista, cercana, interesada por lo cotidiano, en muchas de sus fotos toledanas, especialmente en las obtenidas con película a color.
Comenzaré por mostraros estas últimas para que enseguida comprendáis lo que os explicaba: relajaos por un instante antes de ver cada imagen. Intentad subir a la máquina del tiempo para trasladaros a ese ya lejano 1965 que parece volver a ser realidad cuando nuestros ojos secuestran a nuestro cerebro para introducirnos en la escena. ¿No os pasa al ver detenidamente este instante inmortalizado el la calle Cardenal Cisneros junto a la Catedral?
El señor Cardeña, con su burro cargado de cerámica en el Valle, parece volver a la vida. Nos mira con un Tajo aún limpio tras él:
Las fotos de Aufsberg desde el Valle tienen una luminosidad muy especial:
Duele en el alma ver el Tajo caudaloso y limpio, azulado y sin atisbo de espumas jabonosas ni aguas opacas y ponzoñosas, en las inmediaciones del Puente de Alcántara. Que el recuerdo de lo que debe ser el Tajo no se desvanezca nunca, que nuestros hijos no lo vean como algo imposible. Acostumbremos a sus ojos (y a los nuestros) a ver estas imágenes con toda la frecuencia que podamos. Solo así lograremos que lo inconcebible sea lo que hoy vemos. Solo así conseguiremos volver a convencernos colectivamente de que lo anómalo es el triste espectáculo de nuestros días:
El Puente de San Martín, siempre tan majestuoso y bello:
La Puerta de Bisagra y el caserío que la rodea:
El Castillo de San Servando, con una preciosa luz primaveral:
San Juan de los Reyes, tanto a color como en blanco y negro, aparece lleno de belleza en las imágenes de Aufsberg:
La Puerta de los Leones de la Catedral:
Diferentes detalles de la Catedral:
El Palacio Arzobispal:
La fuente con el remate de forja obra de Julio Pascual, situada en la Plaza Mayor:
La Puerta de San Martín, solo dos años antes de su derribo:
La Roca Tarpeya, refugio toledano del genial Victorio Macho:
El legendario Baño de la Cava:
La Sinagoga de Santa María la Blanca:
La Puerta del Sol:
La Iglesia de Santiago del Arrabal:
El Palacio de los Condes de Maqueda:
La Puerta Vieja de Bisagra:
Como habréis podido comprobar, no es nada extraño que las fotografías de Lala Aufsberg ilustren las páginas de más de 500 libros de arte dedicados a casi todos los países europeos y otros muchos países del mundo. Su legado es abrumador, y vuelve a ser todo un privilegio para los que amamos Toledo saber que nuestra ciudad cautivó también a esta genial fotógrafa, capaz de obtener imágenes de una belleza fuera de lo común.
