Albert Oliveras i Folch nació en Montevideo (Uruguay) el 1 de diciembre de 1899. Casado con Josefa Deó Bordoy, era ingeniero industrial y su labor cotidiana se desarrollaba como técnico textil en Cataluña dedicado principalmente al comercio. Al estallar la Guerra Civil huyó a América del Sur volviendo a España durante el franquismo. Se instaló en el barrio barcelonés de Gràcia, en la calle Mayor de Gracia número 30.
Pero su faceta más destacada y por la que pasó a la historia fue la de gran excursionista de alta montaña y escalador. Socio del Centre Excursionista de Catalunya (CEC) desde el 30 de octubre de 1923 y miembro del Centro Académico de Escalada (CADE) desde 1942, ocupó diversos cargos tanto en el CEC presidiendo la Sección de Deportes de Montaña en 1939. También fue presidente la Comisión de Refugios y de la de Publicaciones (1946) e incluso representó al CEC en el Congreso de la Unión Internacional de Asociaciones de Alpinismo (UIAA) en Chamonix (1932). Participó en diversas actividades de la Sección de Fotografía.
Durante los años 1920 y 1930 realizó numerosas ascensiones y travesías con esquíes por los Pirineos y también por los Alpes, junto con Lluís Estasen, Josep Rovira, Jofre Vila y Joan Cardona entre otros. En 1944 recibió la medalla de la Federación Española de Montañismo (FEM). En 1947 formó parte del grupo de rescate de montaña constituido como Hermandad de San Bernardo. Colaboró en la actualización de guías excursionistas, impartió numerosas conferencias y fue autor de varios mapas de los Pirineos editados por el CEC entre los años 1945 y 1951.
Murió el 24 de julio de 1989, a los 90 años.
Su legado fotográfico es amplio. El fondo ingresó en el Archivo Fotográfico del CEC por donación el 7 de noviembre de 1986, cuando los albaceas de Oliveras, Manuel Suñer Vilar y Montserrat Hombravella Banquells, hicieron efectivo el ingreso en dicho archivo. El fondo reúne documentación generada por Albert Oliveras durante toda su vida. Son fotografías -la mayoría estereoscópicas- de ascensiones y grandes travesías por los Pirineos y cumbres de los Alpes que realizó con un amplio grupo de amigos. En gran parte las imágenes sirven como referencia para conocer la evolución de la escalada y el esquí en los inicios del siglo XX. Pero fue también un gran viajero y en el fondo se incluyen fotografías de muchas ciudades visitadas por él.
Por suerte, y como no podía ser de otro modo, Albert Oliveras visitó Toledo en junio de 1927 probablemente con motivo de las fiestas del Corpus Christi.
Gracias a la inmensa tarea de conservación, catalogación y digitalización que está llevando el CEC podemos hoy admirar esta veintena de fotografías que nos muestran el Toledo de 1927. Aprovecho para agradecer Berenguer Vidal como responsable del archivo del CEC su amabilidad y la cesión gratuita de estas imágenes que paso a ofreceros.
La más bella de todas es la única que no es estereoscópica. Nos muestra una preciosa estampa del típico Zocodover de los años 20 con sus coches de época y adornado para el Corpus con bombillas hasta en el Arco de la Sangre:
Cerca de allí tomó fotografías del Hospital de Santa Cruz, por entonces muy descuidado y deteriorado e inmerso en interminables obras de adecuación para su uso como museo:
Oliveras retrató los principales monumentos de la ciudad. Aquí podemos ver la Puerta del Cambrón:
Esta es una bonita vista del Hospital Tavera y el barrio de las Covachuelas:
Esta es la Puerta del Sol:
Aquí tenemos el Ayuntamiento:
Cerca de allí, la Calle de la Ciudad:
Un poco más arriba, la preciosa portada del Palacio de los Toledo frente al Pasadizo de Balaguer:
Este es el Palacio de Fuensalida:
Oliveras inmortalizó el entoladado de la calle Cardenal Cisneros con motivo del Corpus de 1927:
Este es el Monasterio de San Juan de los Reyes:
Aquí podemos ver el Castillo de San Servando y el Puente de Alcántara:
Este es el Callejón de Bodegones:
Para finalizar, tan solo decir que el proceso de digitalización de los fondos del CEC aún no ha finalizado y es muy probable que en él vayan apareciendo nuevos tesoros en forma de fotografías de Toledo. Crucemos los dedos.
viernes, 15 de junio de 2012
Laurie Lee y Roy Campbell: Toledo los unió, la guerra los separó
Decir que Toledo ha sido un imán de magnetismo infinito para artistas y genios a lo largo de la historia no es decir nada nuevo. Decir que nunca se terminará de descubrir todas las maravillosas historias aquí sucedidas tampoco es algo novedoso.
Sin embargo, cada vez que me topo con una nueva curiosidad ocurrida aquí no puedo dejar de sentir cómo se me pone la piel de gallina, y vuelvo a ser consciente del privilegio que es vivir en esta ciudad, testigo de estas increíbles vivencias.
Fue Víctor Sánchez Infantes quien me puso sobre la pista de una relación fascinante: la amistad surgida en Toledo entre dos de los mejores escritores en habla inglesa del siglo XX. Se trata de Laurie Lee y Roy Campbell.
Laurie Lee (Stroud, Gloucestershire, Inglaterra - 1914) fue un célebre escritor, poeta y guionista inglés, mundialmente conocido por su trilogía compuesta por "Cider with Rosie" (1959), "As I Walked Out One Midsummer Morning" (1969) y "A Moment of War" (1991), que superó los 6 millones de libros vendidos. Con 21 años, en el verano de 1935 decidió viajar a España tan sólo porque "una chica de Buenos Aires en Slad -Sophia Rogers era su nombre- me había dicho unas pocas palabras en español". Viajando por nuestro país se mantenía con lo que le pagaban tocando el violín en los bares y restaurantes. Viajó por España casi siempre a pie, comenzando en Vigo el mes de julio de aquel año. Ya en agosto se encontraba en Toledo, empleado como violinista amenizando las veladas de las terrazas de la Plaza de Zocodover -entre ellas la del Café Español- y fue allí donde conoció a Roy Campbell, que por entonces vivía en Toledo. Al darse cuenta de que era inglés, Campbell le invitó a su mesa. Así narra el encuentro el propio Lee:
"Me ofreció una mano fuerte pero temblorosa. 'Roy Campbell' -me dijo-, 'poeta sudafricano, eh... razonablemente famoso en su país".
Se sentó a la mesa y terminó quedándose una semana a vivir con ellos. Con toda probabilidad fue la tarde del 31 de julio de 1935. Los Campbell vivían en una casa que, según Lee, Campbell describió como situada "en una calle apretada cerca de los muros de la Catedral". Se trataba de la Calle Cardenal Cisneros.
Roy Campbell (Durban, Sudáfrica – 1901) fue un poeta, escritor satírico, traductor e hispanista sudafricano. Para bastantes críticos literarios se trata de uno de los mejores autores del periodo de entreguerras. Sus comienzos como domador de caballos o pescador, pasando por su dominio del idioma zulú, dieron paso al inicio de su carrera literaria publicando su primer libro de poemas con sólo 22 años. En los felices años 20 británicos -se había mudado a Oxford y luego a Londres- accedió al celebérrimo Círculo de Bloomsbury de Virginia Woolf. Sin embargo, pronto estuvo en desacuerdo con el enfoque general de este grupo. Allí conoció a su esposa Mary Garman, con quien vivió una vida intensa y extravagante -con un affaire lésbico de Mary con la amante de Virginia Woolf incluido-. Desde joven su principal defecto era su tendencia a beber demasiado, lo que le ocasionó no pocos problemas en su vida.
El encuentro entre Laurie Lee, Roy Campbell y su mujer Mary Garman en Toledo aquella noche del 31 de julio al 1 de agosto de 1935 coincidió con la celebración del santo de Campbell (era la festividad de San Ignacio de Loyola y Roy había adoptado el nombre de Ignacio en su conversión en Altea el 24 de junio), que lo celebró junto a Lee bebiendo generosamente y en un ambiente de complicidad desde el primer momento. Según Lee, Campbell pasaba las horas del día durmiendo para comenzar su actividad al caer la noche. Debió ser una semana muy enriquecedora intelectualmente para ambos. Lee siempre habló con admiración del que denominaba el poeta.
El último día lo pasaron -para variar- bebiendo y en su despedida Campbell acompañó a Lee cruzando juntos el Puente de Alcántara camino seguramente de la estación de tren. Lee prosiguió su periplo español hacia Andalucía y los Campbell se quedaron en Toledo hasta que estalló la Guerra Civil.
Campbell había sufrido en España una profunda conversión religiosa abrazando el catolicismo. "España salvó mi alma", dijo en más de una ocasión. Se bautizó en su estancia en Altea a comienzos de 1935 y una vez en Toledo entabló gran amistad con los frailes del Convento de los Carmelitas. Vivía en la ciudad con su esposa y con sus hijas Anna y Tess.
Ya en marzo de 1936, los Campbell acogieron a varios religiosos que eran perseguidos por ciertos círculos radicales anticlericales. En una ceremonia secreta y privada recibió la confirmación por el mismísimo Cardenal Isidro Gomá. La situación en la ciudad se complicaba por momentos y los carmelitas temiendo lo peor le encomendaron el día 21 de julio -tres días después de comenzar la guerra- la custodia de los manuscritos originales de San Juan de la Cruz, que guardaron de madrugada en casa del sudafricano en una caja de madera. Esta casa en la que vivían desde aproximadamente el otoño de 1935 se situaba en la calle Airosas nº 13 -probablemente el actual Hostal del Cardenal-, cerca por tanto del convento. Al día siguiente, los milicianos entraron en el convento carmelita, capturaron a los 16 frailes que allí estaban y les fusilaron en un callejón cercano. Campbell fue quien descubrió sus cuerpos tendidos en el suelo, junto con los de otros religiosos asesinados. La biblioteca del convento fue quemada poco después, pero por suerte los manuscritos ya estaban en casa de Campbell.
La casa de los Campbell fue registrada por milicianos, pero por fortuna no hicieron una búsqueda minuciosa y llegaron a posar sus rifles sobre la caja de madera que contenía el tesoro carmelita sin abrirla. Tras varias peripecias, Campbell y su familia pudieron abandonar la ciudad en dirección a Madrid y luego al consulado británico de Valencia, desde donde partieron hacia el Reino Unido.
Durante la guerra el poeta se unió al bando nacional dando apoyo explícito a Franco. Son varios los autores que piensan que este hecho, así como sus problemas con los círculos intelectuales más poderosos y su carácter iconoclasta literariamente hablando, provocó una merma en el reconocimiento a su obra por parte de los escritores europeos que en su mayoría entonces eran cercanos a la izquierda.
Tras la guerra volvió a Toledo en 1941 supuestamente como periodista, aunque en realidad lo hizo como agente secreto británico, si bien no duró ni un día pues la noche que supo que iba a ser espía en España bebió tanto que se lo dijo a todos los presentes. Así lo recoge Jimmy Burns Marañón en su libro "Papá espía".
Al menos le dio tiempo a comprobar que las cajas de madera con los manuscritos de San Juan de la Cruz estaban intactas en su sitio. Los tradujo al inglés, logrando la que hoy en día es considerada la mejor traducción de las obras del místico a esta lengua. En una entrevista años después dijo que mientras los milicianos registraban la casa rezó a San Juan de la Cruz y prometió traducirle al inglés si salían de aquel trance. Entabló amistad con J. R. R. Tolkien inspirándole nada menos que el personaje de Aragorn para su célebre Señor de los Anillos.
Recientemente se ha publicado un repaso muy completo a su figura por parte de Joseph Pierce, "España salvó mi alma". Del mismo modo Judith Lütge Coullie ha escrito el libro "Remembering Roy Campbell: The Memoirs of His Daughters Anna and Tess".
Por su parte, Laurie Lee vivió la guerra civil de modo totalmente diferente. El comienzo le sorprendió en Andalucía y pudo volver a Inglaterra tomando un barco británico en Gibraltar.
En Inglaterra comenzó una relación con la hermana pequeña de Mary, Lorna Garman, con quien tuvo una hija -Yasmin- que no fue reconocida por Laurie y sí por el marido de ella. En diciembre de 1937 Lee volvió a España para combatir enrolado en las Brigadas Internacionales. Regresó en febrero de 1938. Posteriormente escribiría sobre esta etapa comentando en la tercera parte de su trilogía ("A Moment of War") la decepción que para él supuso esta experiencia en muchos aspectos. Llegó a ser detenido hasta tres veces por el propio bando republicano al pensar que era un infiltrado.
En la II Guerra Mundial, Campbell participó contra el ejército nazi al servicio de Inglaterra. Más tarde se estableció en Portugal. En 1957, al regresar de la Semana Santa que había disfrutado en Toledo y en Sevilla, reventó la rueda delantera del Fiat 600 que conducía su mujer Mary Garman, la cual no pudo controlar el coche que se estrelló contra un árbol falleciendo Roy Campbell en el acto.
Laurie Lee trabajó tras el periodo bélico como guionista, escritor y también para el Ministerio de Información británico.
El destino volvió a acercar a Laurie Lee con la familia Campbell, pues en 1950 se casó con Catherine Francesca Polge, sobrina de Mary Garman y de su ex amante Lorna. En 1952 fue condecorado con la Orden del Imperio Británico. Tuvo una brillante trayectoria literaria reconocida ampliamente, siendo una referencia en el mundo cultural británico.
Al final de su vida se retiró con su mujer a Slad -el lugar en el que pasó su infancia-, donde falleció en 1997. Está enterrado junto a la pequeña iglesia de este precioso lugar y hoy en día su tumba es un verdadero lugar de peregrinación y de culto para los amantes de la literatura.
Para finalizar, y como homenaje a estos dos genios unidos por Toledo y separados ideológicamente por una maldita guerra os dejo con las palabras que uno y otro dedicaron a la ciudad:
"Luego subimos más por la ciudad hasta la casa del Greco, aún conservada con su jardín en declive; una pequeña villa íntima, bella y enmarañada (...) Dentro estaban los cuadros: colores que yo nunca había visto, morados supurantes, verdes lima, amarillos amargos; los cráneos alargados de los santos y sus párpados hundidos, los ojos revestidos de abnegaciones extasiadas, miembros y rostros estirados hacia arriba como capiteles en ascenso, ropas parpadeantes igual que llamas afliladas. Comparadas con las pinturas de carnes robustas que había visto en Madrid, aquellas parecían reducidas al hueso enfebrecido". (Laurie Lee, "Díptico Español")
Por su parte Campbell siempre tuvo a Toledo como la ciudad de su corazón. Como muestra dejo dos de sus frases sin traducir dedicadas a la ciudad:
- "Toledo: sacred city of the mind"
- "This heavenly place which means more than all the world to me"
Actualización: gracias al gran Emilio Díaz he tenido acceso al álbum familiar de los Campbell, custodiado por Francesca -su nieta-, y en él hay interesantes fotos que podrían ayudar a identificar exactamente en qué casa vivían los Campbell en 1935 en la calle Cardenal Cisneros. Yo me inclino por pensar que es una vivienda que hace esquina con el callejón de San Pedro:
Sin embargo, cada vez que me topo con una nueva curiosidad ocurrida aquí no puedo dejar de sentir cómo se me pone la piel de gallina, y vuelvo a ser consciente del privilegio que es vivir en esta ciudad, testigo de estas increíbles vivencias.
Fue Víctor Sánchez Infantes quien me puso sobre la pista de una relación fascinante: la amistad surgida en Toledo entre dos de los mejores escritores en habla inglesa del siglo XX. Se trata de Laurie Lee y Roy Campbell.
Laurie Lee (Stroud, Gloucestershire, Inglaterra - 1914) fue un célebre escritor, poeta y guionista inglés, mundialmente conocido por su trilogía compuesta por "Cider with Rosie" (1959), "As I Walked Out One Midsummer Morning" (1969) y "A Moment of War" (1991), que superó los 6 millones de libros vendidos. Con 21 años, en el verano de 1935 decidió viajar a España tan sólo porque "una chica de Buenos Aires en Slad -Sophia Rogers era su nombre- me había dicho unas pocas palabras en español". Viajando por nuestro país se mantenía con lo que le pagaban tocando el violín en los bares y restaurantes. Viajó por España casi siempre a pie, comenzando en Vigo el mes de julio de aquel año. Ya en agosto se encontraba en Toledo, empleado como violinista amenizando las veladas de las terrazas de la Plaza de Zocodover -entre ellas la del Café Español- y fue allí donde conoció a Roy Campbell, que por entonces vivía en Toledo. Al darse cuenta de que era inglés, Campbell le invitó a su mesa. Así narra el encuentro el propio Lee:
"Me ofreció una mano fuerte pero temblorosa. 'Roy Campbell' -me dijo-, 'poeta sudafricano, eh... razonablemente famoso en su país".
Se sentó a la mesa y terminó quedándose una semana a vivir con ellos. Con toda probabilidad fue la tarde del 31 de julio de 1935. Los Campbell vivían en una casa que, según Lee, Campbell describió como situada "en una calle apretada cerca de los muros de la Catedral". Se trataba de la Calle Cardenal Cisneros.
Roy Campbell (Durban, Sudáfrica – 1901) fue un poeta, escritor satírico, traductor e hispanista sudafricano. Para bastantes críticos literarios se trata de uno de los mejores autores del periodo de entreguerras. Sus comienzos como domador de caballos o pescador, pasando por su dominio del idioma zulú, dieron paso al inicio de su carrera literaria publicando su primer libro de poemas con sólo 22 años. En los felices años 20 británicos -se había mudado a Oxford y luego a Londres- accedió al celebérrimo Círculo de Bloomsbury de Virginia Woolf. Sin embargo, pronto estuvo en desacuerdo con el enfoque general de este grupo. Allí conoció a su esposa Mary Garman, con quien vivió una vida intensa y extravagante -con un affaire lésbico de Mary con la amante de Virginia Woolf incluido-. Desde joven su principal defecto era su tendencia a beber demasiado, lo que le ocasionó no pocos problemas en su vida.
El encuentro entre Laurie Lee, Roy Campbell y su mujer Mary Garman en Toledo aquella noche del 31 de julio al 1 de agosto de 1935 coincidió con la celebración del santo de Campbell (era la festividad de San Ignacio de Loyola y Roy había adoptado el nombre de Ignacio en su conversión en Altea el 24 de junio), que lo celebró junto a Lee bebiendo generosamente y en un ambiente de complicidad desde el primer momento. Según Lee, Campbell pasaba las horas del día durmiendo para comenzar su actividad al caer la noche. Debió ser una semana muy enriquecedora intelectualmente para ambos. Lee siempre habló con admiración del que denominaba el poeta.
El último día lo pasaron -para variar- bebiendo y en su despedida Campbell acompañó a Lee cruzando juntos el Puente de Alcántara camino seguramente de la estación de tren. Lee prosiguió su periplo español hacia Andalucía y los Campbell se quedaron en Toledo hasta que estalló la Guerra Civil.
Campbell había sufrido en España una profunda conversión religiosa abrazando el catolicismo. "España salvó mi alma", dijo en más de una ocasión. Se bautizó en su estancia en Altea a comienzos de 1935 y una vez en Toledo entabló gran amistad con los frailes del Convento de los Carmelitas. Vivía en la ciudad con su esposa y con sus hijas Anna y Tess.
Ya en marzo de 1936, los Campbell acogieron a varios religiosos que eran perseguidos por ciertos círculos radicales anticlericales. En una ceremonia secreta y privada recibió la confirmación por el mismísimo Cardenal Isidro Gomá. La situación en la ciudad se complicaba por momentos y los carmelitas temiendo lo peor le encomendaron el día 21 de julio -tres días después de comenzar la guerra- la custodia de los manuscritos originales de San Juan de la Cruz, que guardaron de madrugada en casa del sudafricano en una caja de madera. Esta casa en la que vivían desde aproximadamente el otoño de 1935 se situaba en la calle Airosas nº 13 -probablemente el actual Hostal del Cardenal-, cerca por tanto del convento. Al día siguiente, los milicianos entraron en el convento carmelita, capturaron a los 16 frailes que allí estaban y les fusilaron en un callejón cercano. Campbell fue quien descubrió sus cuerpos tendidos en el suelo, junto con los de otros religiosos asesinados. La biblioteca del convento fue quemada poco después, pero por suerte los manuscritos ya estaban en casa de Campbell.
La casa de los Campbell fue registrada por milicianos, pero por fortuna no hicieron una búsqueda minuciosa y llegaron a posar sus rifles sobre la caja de madera que contenía el tesoro carmelita sin abrirla. Tras varias peripecias, Campbell y su familia pudieron abandonar la ciudad en dirección a Madrid y luego al consulado británico de Valencia, desde donde partieron hacia el Reino Unido.
Durante la guerra el poeta se unió al bando nacional dando apoyo explícito a Franco. Son varios los autores que piensan que este hecho, así como sus problemas con los círculos intelectuales más poderosos y su carácter iconoclasta literariamente hablando, provocó una merma en el reconocimiento a su obra por parte de los escritores europeos que en su mayoría entonces eran cercanos a la izquierda.
Tras la guerra volvió a Toledo en 1941 supuestamente como periodista, aunque en realidad lo hizo como agente secreto británico, si bien no duró ni un día pues la noche que supo que iba a ser espía en España bebió tanto que se lo dijo a todos los presentes. Así lo recoge Jimmy Burns Marañón en su libro "Papá espía".
Al menos le dio tiempo a comprobar que las cajas de madera con los manuscritos de San Juan de la Cruz estaban intactas en su sitio. Los tradujo al inglés, logrando la que hoy en día es considerada la mejor traducción de las obras del místico a esta lengua. En una entrevista años después dijo que mientras los milicianos registraban la casa rezó a San Juan de la Cruz y prometió traducirle al inglés si salían de aquel trance. Entabló amistad con J. R. R. Tolkien inspirándole nada menos que el personaje de Aragorn para su célebre Señor de los Anillos.
Recientemente se ha publicado un repaso muy completo a su figura por parte de Joseph Pierce, "España salvó mi alma". Del mismo modo Judith Lütge Coullie ha escrito el libro "Remembering Roy Campbell: The Memoirs of His Daughters Anna and Tess".
Por su parte, Laurie Lee vivió la guerra civil de modo totalmente diferente. El comienzo le sorprendió en Andalucía y pudo volver a Inglaterra tomando un barco británico en Gibraltar.
En Inglaterra comenzó una relación con la hermana pequeña de Mary, Lorna Garman, con quien tuvo una hija -Yasmin- que no fue reconocida por Laurie y sí por el marido de ella. En diciembre de 1937 Lee volvió a España para combatir enrolado en las Brigadas Internacionales. Regresó en febrero de 1938. Posteriormente escribiría sobre esta etapa comentando en la tercera parte de su trilogía ("A Moment of War") la decepción que para él supuso esta experiencia en muchos aspectos. Llegó a ser detenido hasta tres veces por el propio bando republicano al pensar que era un infiltrado.
En la II Guerra Mundial, Campbell participó contra el ejército nazi al servicio de Inglaterra. Más tarde se estableció en Portugal. En 1957, al regresar de la Semana Santa que había disfrutado en Toledo y en Sevilla, reventó la rueda delantera del Fiat 600 que conducía su mujer Mary Garman, la cual no pudo controlar el coche que se estrelló contra un árbol falleciendo Roy Campbell en el acto.
Laurie Lee trabajó tras el periodo bélico como guionista, escritor y también para el Ministerio de Información británico.
El destino volvió a acercar a Laurie Lee con la familia Campbell, pues en 1950 se casó con Catherine Francesca Polge, sobrina de Mary Garman y de su ex amante Lorna. En 1952 fue condecorado con la Orden del Imperio Británico. Tuvo una brillante trayectoria literaria reconocida ampliamente, siendo una referencia en el mundo cultural británico.
Al final de su vida se retiró con su mujer a Slad -el lugar en el que pasó su infancia-, donde falleció en 1997. Está enterrado junto a la pequeña iglesia de este precioso lugar y hoy en día su tumba es un verdadero lugar de peregrinación y de culto para los amantes de la literatura.
Para finalizar, y como homenaje a estos dos genios unidos por Toledo y separados ideológicamente por una maldita guerra os dejo con las palabras que uno y otro dedicaron a la ciudad:
"Luego subimos más por la ciudad hasta la casa del Greco, aún conservada con su jardín en declive; una pequeña villa íntima, bella y enmarañada (...) Dentro estaban los cuadros: colores que yo nunca había visto, morados supurantes, verdes lima, amarillos amargos; los cráneos alargados de los santos y sus párpados hundidos, los ojos revestidos de abnegaciones extasiadas, miembros y rostros estirados hacia arriba como capiteles en ascenso, ropas parpadeantes igual que llamas afliladas. Comparadas con las pinturas de carnes robustas que había visto en Madrid, aquellas parecían reducidas al hueso enfebrecido". (Laurie Lee, "Díptico Español")
Por su parte Campbell siempre tuvo a Toledo como la ciudad de su corazón. Como muestra dejo dos de sus frases sin traducir dedicadas a la ciudad:
- "Toledo: sacred city of the mind"
- "This heavenly place which means more than all the world to me"
Actualización: gracias al gran Emilio Díaz he tenido acceso al álbum familiar de los Campbell, custodiado por Francesca -su nieta-, y en él hay interesantes fotos que podrían ayudar a identificar exactamente en qué casa vivían los Campbell en 1935 en la calle Cardenal Cisneros. Yo me inclino por pensar que es una vivienda que hace esquina con el callejón de San Pedro:
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