La obra de algunos de los genios de los primeros años de la era fotográfica se encuentra por desgracia muy disgregada y esparcida por el mundo en museos, colecciones y archivos públicos y privados. Considero una obligación de los que nos interesamos por este patrimonio intentar aglutinar en la medida de lo posible la obra de estos pioneros al menos en lo referente a colecciones digitales.
Uno de los casos más representativos de archivos disgregados es el de Casiano Alguacil Blázquez, natural de Mazarambroz y que fue el más grande fotógrafo que dio España en el siglo XIX.
Su obra se encuentra esparcida en colecciones y archivos como el Archivo Municipal de Toledo, el de la Diputación, la colección Alinari de Florencia, el Courtauld Institute de Londres, el Museo D´Orsay de París y numerosas colecciones de particulares a lo largo del mundo.
Una de las más desconocidas y valiosas porciones de su obra es la existente en el Museo del Traje -Centro de Investigación del Patrimonio Etnológico- y que el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte acaba de digitalizar para alegría de los que amamos la obra del genio de Mazarambroz.
Paso a mostraros estas casi cincuenta imágenes, tomadas aproximadamente entre 1875 y 1880 en su mayoría, y que en algunos casos son absolutamente desconocidas para el gran público.
Las más llamativas y destacadas son las que muestran la Plaza de los Tintes y su entorno, pues dejan ver en parte las hasta la fecha únicas fotografías antiguas que se conocen de la casa que habitara Cervantes -propiedad de la familia de su esposa Catalina de Palacios y Salazar-, hallazgo documental recientemente dado a conocer por Jean Passini y Mariano Calvo, que a buen seguro se alegrarán de ver estas desconocidas fotografías. En esta primera toma es la casa de la izquierda:
Aquí, en una toma inversa, se la ve en parte a la derecha:
Un poco más arriba se situaba esta casa dedicada a la venta de vino. Se trata de la célebre Casa de la Galera, durante muchos años sin identificar y que en ese mismo estudio fue localizada, debiéndose su nombre a su extraña forma de barco o galera:
Mariano Calvo también sostiene que esta portada de la Plaza de la Bellota es la casa del Lazarillo de Tormes:
Otra imagen sensacional y sorprendente es esta vista de una casi irreconocible Plaza de Valdecaleros, con la Torre de Santo Tomé al fondo:
Esta es la Calle del Sacramento:
Muy cerca de allí, la Plaza de las Fuentes:
Una placa en la Capilla de Santa Catalina de la Iglesia del Salvador:
Esta es la iglesia de San Justo:
La preciosa iglesia de San Sebastián:
Esta empinada calle, difícil de identificar, muestra la que tal vez sea una de las primeras vistas de una calle de la ciudad en un día de nieve:
Aquí tenemos la portentosa portada de la calle Recogidas, 1:
Estas fotografías muestran detalles del Monasterio de San Juan de los Reyes:
Aquí vemos el Hospital de Santa Cruz:
Este es un precioso detalle de la iglesia de Santiago del Arrabal:
Aquí vemos la portada del Palacio de los Toledo, enfrente del Pasadizo de Balaguer:
Esta es la Iglesia de San Nicolás de Bari:
El Convento de la Concepción Francisca:
Aquí tenemos magistrales fotografías de patios toledanos:
El Palacio de Inés de Ayala en la Plaza de Santa Isabel:
Esta es la impresionante decoración mudéjar de la Casa del Arcedianato de Madrid en Toledo:
Aquí un detalle de Palacio de Fuensalida:
Hay dos preciosas tomas de la orilla del Tajo y de sus lavanderas:
Aquí tenemos la Casa del Diamantista:
Estos son tres detalles de la Puerta de los Leones de la Catedral:
El patio de la casa de la calle Santa Úrsula -hoy irreconocible- que es sede del Colegio de Arquitectos:
Un detalle gótico de la Iglesia de la Magdalena:
Aquí vemos el sepulcro de los Condes de Mélito en el Convento de San Pedro Mártir:
Aquí vemos la entrada a la capilla del Hospital Tavera:
Esta es la portada del Palacio de los Condes de Peromoro en su emplazamiento original en la Calle Instituto, muchos años antes de ser trasladada a la Audiencia Provincial donde hoy podemos verla:
Este es el patio de la casa que años después acogería el actual Museo del Greco:
Esta es una vista de la Basílica de Santa Leocadia:
Una magistral vista de un pintor junto a la Iglesia de San Bartolomé:
La Sinagoga del Tránsito:
Aquí vemos un mendigo en una puerta:
Es preciosa y desconocidísima esta fotografía de un niño aguador:
Se trata sin duda de tesoros, en buena medida desconocidos, que poco a poco gracias a las técnicas de digitalización y apertura de las administraciones en lo referente a la accesibilidad de sus archivos vamos conociendo todos los interesados por el pasado de la ciudad. Una prueba más de que en lo relativo a la fotografía histórica de Toledo, el camino por recorrer para completar su conocimiento es aún muy largo.
Feliz año nuevo a todos.
lunes, 31 de diciembre de 2012
El Casiano Alguacil más desconocido: la colección del Museo del Traje
sábado, 22 de diciembre de 2012
Las imágenes más nítidas de la torre mudéjar de la Iglesia de Santa Justa y Rufina
En mayo de 2010, rastreando tranquilamente una soberbia fotografía de Charles Clifford de 1857, tuve la suerte de toparme con algo que llamó mi atención: una torre que me resultaba extraña y desconocida.
Se trataba de la torre mudéjar de la Iglesia de las Santas Justa y Rufina, tal vez el más misterioso caso de desaparición patrimonial acaecido en el siglo XIX en Toledo, pues no existen -al menos que yo conozca- menciones a su derribo y sustitución por la actual espadaña, sucedido en fecha posterior a 1883.
Hoy tengo la alegría de poder mostraros imágenes realmente nítidas de esta torre hacia 1870, en superampliaciones de negativos de Jean Laurent custodiados por el Archivo Ruiz Vernacci de la Fototeca del Patrimonio Cultural de España, a cuyos responsables agradezco la cesión de estas imágenes para disfrute de todos.
La imagen en la que se aprecia mejor es esta panorámica poco conocida del genio galo:
Al ampliarla aparece ante nosotros, majestuosa, la torre mudéjar fantasma, mencionada y dibujada en antiguos grabados pero de la que se pierde el rastro hace siglos pese a haber estado en pie hasta, al menos, 1883 (aparece en fotos de Alfred Dismorr de ese año). ¿Por qué nadie lamentó su derribo?, ¿por qué ni siquiera la prensa de la época lo cita?, ¿por qué se produjo su demolición? Son preguntas hasta ahora sin respuesta que tal vez pronto alguien pueda responder:
Actualización (1 de enero de 2013): gracias a las impagables aportaciones de Francisco García Martín, a quien todos debemos agradecer su generosidad, tenemos esta valiosa información (obtenida investigando archivos de la Junta Diocesana de obras) referida a la Torre de Santa Justa que transcribo a continuación.
Conocemos las intervenciones en este templo gracias a la intervención del Ayuntamiento debido a la situación de su torre, que hacía peligrar vidas y propiedades circundantes[1]. Ante el estado de la torre, Quinto de Resines, párroco de la misma, comunica el 7 de abril de 1866 al presidente de la Junta de Reparación de Templos el oficio del arquitecto municipal, en el que se indica que “...no obstante de hallarse denunciada por su estado de inminente ruina, tengo el honor de molestar de nuevo la atención de V.I. para que si lo estima procedente se sirva ordenar la necesaria, a fin de que por quien corresponda ejecuten en el plazo más breve posible las consiguientes obras de reparación, y en el ínterin que se estimen oportunas de apuntalado y apeos, a fin de evitar desgracias”, decretando que “si en el término de tercero día, no dispone lo concerniente que exige la Policía de seguridad publica, ínterin llevan a efecto las obras de reparación necesarias, esta alcaldía en virtud de sus atribuciones procederá con los operarios del Ayuntamiento al apeo y apuntalado de la referida torre, por cuenta y a cargo de quien corresponda; declinando desde ahora la responsabilidad de los siniestros que puedan ocurrir, dado su mal estado, en los que resultara ser culpable de que no tengan el debido cumplimiento mis repetidas ordenes"[2]
Diecisiete años después, el mismo sacerdote, junto con Fernández de Arrieta, cura ecónomo del templo, de nuevo escribe para decir que ha recibido comunicación del Sr. alcalde, en que hace presente “que por Arquitecto Municipal de la misma se ha denunciado como ruinosa la torre de la Iglesia parroquial de mi cargo. En su vista, habiendo sido reconocida por el Arquitecto Diocesano, parece ser cierto el estado ruinoso de dicha torre, para cuya demolición y reparación, haciéndola sin dar lugar a nuevos desperfectos, podrá vastar la cantidad de 4.940 pesetas, según dictamen del expresado arquitecto diocesano”[3].
Ya en 1888, el arquitecto Juan García Ramírez se vuelve a dirigir a la Junta realizando unas manifestaciones muy interesantes para el balance del momento:
“Por encontrarse en estado de ruina inminente, fue demolida, hace dos o tres años, parte de la torre de la iglesia parroquial de las santas Justa y Rufina de esta ciudad.
Pero con aquellas obras, autorizadas por el ministerio de Gracia y Justicia solo se consiguió prevenir parcialmente los daños que en personas y edificios colindantes, hubiera causado la ruina, si hubiera sobrevenido, pero de ningún modo, conjurar por completo los perjuicios graves que necesariamente han de ocurrir, si las cosas continúan en estado actual.
Digo esto, porque reconocida nuevamente la parte de la torre que aun subsiste, por invitación del Sr. cura propio de aquella parroquial, resulta hallarse en estado tal de ruina, que causa perjuicios gravísimos no solo al indicado templo, si que también a la casa señalada con los nºs 19 y 21 modernos de la calle de las Cordonerías.
Por esta razón, me atrevo a llamar la atención de V. Emcia. en asunto de tanta responsabilidad, para si lo estima oportuno, acuda al Ministerio de Gracia y Justicia, en demanda de que, puesto que se halla terminado el expediente de obras para la completa demolición y nueva construcción de aquella torre, se sirva acordar lo que considere más oportuno la Superioridad, a fin de evitar daños personales y materiales de mucha consideración, si no se acude tan perentoriamente como dejo indicado, a interponer los medios precisos para evitación de aquellos males”[4].
Debemos esperar, nada menos que hasta 1890, 24 años después de iniciado el expediente, para encontrar el desglose de las “cuentas del nuevo campanario de Santas Justa y Rufina"[5].
[1]: Julio Porres nos dice que un vecino, el escribano Pedro de Roa, construyó en 1861 la casa inmediata al ábside de la Iglesia. Historia de las calles de Toledo, op. cit. tm. III, pág. 1136.
[2]: ADTO, Reparación de Templos, Toledo, 33.14. Santas Justa y Rufina.
[3]: ADTO, Reparación de Templos, Toledo, 33.14. Santas Justa y Rufina. Toledo, 2 de mayo de 1883. Contestación a oficio de 26 de abril.
[4]: ADTO, Reparación de templos, Toledo, 39,3. Santas Justa y Rufina.
[5]: ADTO, Reparación de Templos, Toledo, 33.14. Santas Justa y Rufina. Toledo, 25 de junio de 1890.
En esta otra toma, de 1872, aparece escondida pero la calidad de la imagen hace que merezca la pena mostrarla:
Esperando que disfrutéis de estas joyas de la arqueología fotográfica, sólo me queda desearos a todos de corazón una muy Feliz Navidad y un estupendo año 2013, así como agradeceros todo el cariño que estoy recibiendo estos días, tanto por la publicación del libro de Toledo Olvidado, como por el reciente premio de la Real Fundación de Toledo.
Se trataba de la torre mudéjar de la Iglesia de las Santas Justa y Rufina, tal vez el más misterioso caso de desaparición patrimonial acaecido en el siglo XIX en Toledo, pues no existen -al menos que yo conozca- menciones a su derribo y sustitución por la actual espadaña, sucedido en fecha posterior a 1883.
Hoy tengo la alegría de poder mostraros imágenes realmente nítidas de esta torre hacia 1870, en superampliaciones de negativos de Jean Laurent custodiados por el Archivo Ruiz Vernacci de la Fototeca del Patrimonio Cultural de España, a cuyos responsables agradezco la cesión de estas imágenes para disfrute de todos.
La imagen en la que se aprecia mejor es esta panorámica poco conocida del genio galo:
Al ampliarla aparece ante nosotros, majestuosa, la torre mudéjar fantasma, mencionada y dibujada en antiguos grabados pero de la que se pierde el rastro hace siglos pese a haber estado en pie hasta, al menos, 1883 (aparece en fotos de Alfred Dismorr de ese año). ¿Por qué nadie lamentó su derribo?, ¿por qué ni siquiera la prensa de la época lo cita?, ¿por qué se produjo su demolición? Son preguntas hasta ahora sin respuesta que tal vez pronto alguien pueda responder:
Actualización (1 de enero de 2013): gracias a las impagables aportaciones de Francisco García Martín, a quien todos debemos agradecer su generosidad, tenemos esta valiosa información (obtenida investigando archivos de la Junta Diocesana de obras) referida a la Torre de Santa Justa que transcribo a continuación.
Conocemos las intervenciones en este templo gracias a la intervención del Ayuntamiento debido a la situación de su torre, que hacía peligrar vidas y propiedades circundantes[1]. Ante el estado de la torre, Quinto de Resines, párroco de la misma, comunica el 7 de abril de 1866 al presidente de la Junta de Reparación de Templos el oficio del arquitecto municipal, en el que se indica que “...no obstante de hallarse denunciada por su estado de inminente ruina, tengo el honor de molestar de nuevo la atención de V.I. para que si lo estima procedente se sirva ordenar la necesaria, a fin de que por quien corresponda ejecuten en el plazo más breve posible las consiguientes obras de reparación, y en el ínterin que se estimen oportunas de apuntalado y apeos, a fin de evitar desgracias”, decretando que “si en el término de tercero día, no dispone lo concerniente que exige la Policía de seguridad publica, ínterin llevan a efecto las obras de reparación necesarias, esta alcaldía en virtud de sus atribuciones procederá con los operarios del Ayuntamiento al apeo y apuntalado de la referida torre, por cuenta y a cargo de quien corresponda; declinando desde ahora la responsabilidad de los siniestros que puedan ocurrir, dado su mal estado, en los que resultara ser culpable de que no tengan el debido cumplimiento mis repetidas ordenes"[2]
Diecisiete años después, el mismo sacerdote, junto con Fernández de Arrieta, cura ecónomo del templo, de nuevo escribe para decir que ha recibido comunicación del Sr. alcalde, en que hace presente “que por Arquitecto Municipal de la misma se ha denunciado como ruinosa la torre de la Iglesia parroquial de mi cargo. En su vista, habiendo sido reconocida por el Arquitecto Diocesano, parece ser cierto el estado ruinoso de dicha torre, para cuya demolición y reparación, haciéndola sin dar lugar a nuevos desperfectos, podrá vastar la cantidad de 4.940 pesetas, según dictamen del expresado arquitecto diocesano”[3].
Ya en 1888, el arquitecto Juan García Ramírez se vuelve a dirigir a la Junta realizando unas manifestaciones muy interesantes para el balance del momento:
“Por encontrarse en estado de ruina inminente, fue demolida, hace dos o tres años, parte de la torre de la iglesia parroquial de las santas Justa y Rufina de esta ciudad.
Pero con aquellas obras, autorizadas por el ministerio de Gracia y Justicia solo se consiguió prevenir parcialmente los daños que en personas y edificios colindantes, hubiera causado la ruina, si hubiera sobrevenido, pero de ningún modo, conjurar por completo los perjuicios graves que necesariamente han de ocurrir, si las cosas continúan en estado actual.
Digo esto, porque reconocida nuevamente la parte de la torre que aun subsiste, por invitación del Sr. cura propio de aquella parroquial, resulta hallarse en estado tal de ruina, que causa perjuicios gravísimos no solo al indicado templo, si que también a la casa señalada con los nºs 19 y 21 modernos de la calle de las Cordonerías.
Por esta razón, me atrevo a llamar la atención de V. Emcia. en asunto de tanta responsabilidad, para si lo estima oportuno, acuda al Ministerio de Gracia y Justicia, en demanda de que, puesto que se halla terminado el expediente de obras para la completa demolición y nueva construcción de aquella torre, se sirva acordar lo que considere más oportuno la Superioridad, a fin de evitar daños personales y materiales de mucha consideración, si no se acude tan perentoriamente como dejo indicado, a interponer los medios precisos para evitación de aquellos males”[4].
Debemos esperar, nada menos que hasta 1890, 24 años después de iniciado el expediente, para encontrar el desglose de las “cuentas del nuevo campanario de Santas Justa y Rufina"[5].
[1]: Julio Porres nos dice que un vecino, el escribano Pedro de Roa, construyó en 1861 la casa inmediata al ábside de la Iglesia. Historia de las calles de Toledo, op. cit. tm. III, pág. 1136.
[2]: ADTO, Reparación de Templos, Toledo, 33.14. Santas Justa y Rufina.
[3]: ADTO, Reparación de Templos, Toledo, 33.14. Santas Justa y Rufina. Toledo, 2 de mayo de 1883. Contestación a oficio de 26 de abril.
[4]: ADTO, Reparación de templos, Toledo, 39,3. Santas Justa y Rufina.
[5]: ADTO, Reparación de Templos, Toledo, 33.14. Santas Justa y Rufina. Toledo, 25 de junio de 1890.
En esta otra toma, de 1872, aparece escondida pero la calidad de la imagen hace que merezca la pena mostrarla:
Esperando que disfrutéis de estas joyas de la arqueología fotográfica, sólo me queda desearos a todos de corazón una muy Feliz Navidad y un estupendo año 2013, así como agradeceros todo el cariño que estoy recibiendo estos días, tanto por la publicación del libro de Toledo Olvidado, como por el reciente premio de la Real Fundación de Toledo.
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