Un día como hoy —24 de enero— de 1983, Toledo recibía la discreta y anónima visita de uno de los artistas más influyentes del mundo en el siglo XX. Nada más y nada menos que Andy Warhol recorría las empedradas calles de la vieja ciudad castellana para así cumplir uno de de sus deseos: conocer el lugar que inspiró a uno de sus artistas más admirados, el Greco. No en vano, un año antes, el 8 de marzo de 1982, en una conversación con Fernando Arrabal, Warhol confesaba a éste que:
"El Greco es el dios de la pintura."
"Él hizo siglos antes lo que yo intento hacer hoy: invertir las relaciones del hombre con el arte."
Su verdadero nombre era Andrew Warhola y nació en Pittsburgh (EE.UU.) el 6 de agosto de 1928. Se ha escrito tanto sobre él y es tal la cantidad de información que podéis encontrar sobre Warhol en la red y en infinidad de libros, que sería absurdo que me extendiera en ofreceros datos sobre su biografía. De modo resumido, se puede decir que a él le debemos una parte muy importante del desarrollo del denominado Pop Art y de otras muchas facetas vanguardistas del arte en campos como el cine o la literatura. Se trata de todo un gurú de la modernidad, cuya obra es hoy mundialmente conocida y reconocida.
Creador de verdaderos iconos del siglo XX como son The Marilyn Diptych (1962) o Campbell's Soup Cans (1962), su obra se expone hoy en los museos más prestigiosos del planeta.
A mi juicio, lo más reseñable de la visita de Andy Warhol a Toledo es constatar, una vez más, el enorme magnetismo de la ciudad, capaz de atraer generación tras generación a los más grandes artistas de la historia. Buena parte de ese atractivo es debido al Greco, como ha quedado demostrado en multitud de casos de ilustres visitantes relacionados con el arte y la pintura. En el siglo XX, Toledo tuvo la suerte de ser visitada por esos genios que buscaban la huella del cretense. Desde Gustav Klimt a Yves Klein, pasando por Édouard Vuillard, Pierre Bonnard o Salvador Dalí, por citar solo algunos ejemplos, nuestras calles fueron pisadas por estos abanderados de la más absoluta modernidad pictórica.
La visita de Warhol a Toledo se enmarcó en un viaje que realizó en aquel enero de 1983 en el que se reunió en Madrid con muchos intelectuales, artistas y personajes de la famosa Movida Madrileña como Alaska, Miguel Bosé, Pitita Ridruejo, Ana Obregón, Ágatha Ruiz de la Prada, Blanca Sánchez, Isabel Preysler, Juan March, Pedro Almodóvar, Ignacio Coca o Antonio de Senillosa.
La estancia de Andy Warhol en Toledo debió ser breve, probablemente sin llegar a hacer noche, pero fue suficiente para que dejara para la historia algunas fotografías. Hay que recordar que para producir muchas de sus litografías, Warhol utilizaba fotografías que eran tomadas indistintamente tanto por él como por sus asistentes y colaboradores. Durante su carrera usó preferentemente una cámara Polaroid que esta marca decidió mantener en producción únicamente para satisfacer a tan insigne cliente. Warhol era, por tanto, un notable fotógrafo que disfrutó en su vida retratando a sus numerosos invitados en su estudio The Factory.
Su experimentación fotográfica ligada a la pintura y su original visión de la fotografía instantánea influyeron notablemente en la fotografía artística posterior. De su visita a Toledo he conseguido hasta el momento recuperar cuatro fotografías tomadas por este genio, que paso a ofreceros. Comenzaremos por ver una preciosa imagen de la Plaza del Ayuntamiento con la fachada del Palacio Arzobispal al fondo. Se observa en la esquina inferior derecha el sello con el nombre de Warhol que certifica su autoría:
Es bellísima esta sensacional fotografía que obtuvo de la torre de la Catedral. Como curiosidad cabe decir que, en contra de lo que pudiera parecer, Warhol era una persona profundamente religiosa:
Es fenomenal también esta fotografía que Andy Warhol tomó al Monasterio de San Juan de los Reyes y el Palacio de los Duques de Maqueda. Probablemente Warhol desconocía que al retratar este palacio fotografiaba la que fuera vivienda de quien salvó de su inminente pérdida al Entierro del Señor de Orgaz del Greco. Me estoy refiriendo a Matías Moreno, genial pintor que rescató esta obra del olvido en 1873 y que compró, rehabilitó y habitó este palacio desde 1871.
Para finalizar, Warhol visitó también el Hospital Tavera probablemente en busca de las obras del Greco que allí se conservan. En su patio obtuvo esta soberbia fotografía:
En Toledo le acompañaron Fred Hughes, Christopher Makos, Lorenzo Larios, Carlos Astiárraga, Vicente Carretón y Teresa Nieto. Esta última tomó durante todo el día multitud de fotografías que ha tenido la generosidad de compartir conmigo y que hoy, casi 35 años después, constituyen un verdadero tesoro. Juntos visitaron lugares del interés de Warhol, antes de comer en compañía de Francisco Javier Cavero de Carondelet y Piedy Aguirre en su precioso cigarral de la Quinta de Mirabel.
Andy Warhol falleció en Nueva York el 22 de febrero de 1987, cuatro años después de conocer Toledo, debido a una arritmia postoperatoria tras una intervención de vesícula. Con él se iba un verdadero mito del arte del siglo XX. Espero que hayáis disfrutado de estas fotografías tanto como yo lo he hecho al descubrir e investigar acerca de su estancia en Toledo. Creo que esta entrada es una nueva muestra de algo que debemos valorar cada mañana al despertar: tenemos la suerte de habitar una ciudad absolutamente fascinante. ¡Disfrutemos de ella y cuidémosla como se merece!
sábado, 16 de enero de 2016
Un viaje al Toledo de comienzos del siglo XX
En los tiempos actuales, quien más quien menos ha tenido oportunidad de viajar a otra ciudad por motivos turísticos. Dejar plasmado ese viaje como recuerdo imborrable en forma de fotografías es y será uno de los mayores placeres del hecho de conocer lugares nuevos. Hoy en día, con las cámaras digitales, todos podemos realizar cuantas fotografías nos venga en gana -o hasta que se agote la batería o la capacidad de la memoria del dispositivo- pero hasta no hace tanto, todos recordamos que, con las cámaras de carrete de película, había que economizar y disparar con prudencia...aunque la duda sobre si al revelar las imágenes éstas serían aceptables en ocasiones nos hacía tomar alguna foto de más.
Pero, ¿cómo afrontaban los primeros turistas este reto de dejar constancia fotográfica de su visita? No olvidemos que en aquellos primeros casos, las cámaras eras muy diferentes de las que hoy conocemos y el número de fotografías que se podían tomar mientras se disfrutaba de una visita era bastante limitado.
Para resolver esta duda del modo más visual posible, hoy os traigo dos reportajes realizados por turistas franceses en Toledo nada menos que en 1906 y en 1909 que recientemente he recopilado.
Comenzaremos por el grupo de fotografías tomadas en 1906 por una familia adinerada francesa en nuestra ciudad. Como a nosotros nos ocurre en la actualidad, el fotógrafo hizo un esfuerzo por capturar una mezcla de belleza -monumentos, paisajes...- con curiosidades que le llamaran la atención. Una de estas curiosidades quedó plasmada en esta soberbia fotografía de unas vacas en la preciosa calle de Santa Fe, tomada desde las inmediaciones del Arco de la Sangre, con la inconfundible vista del Convento de Santa Fe al fondo, donde hoy se sitúa el bar El Trébol:
Curioso debía también resultar ver el estado de abandono de algunos monumentos. Sin ir más lejos, este era el deplorable estado del patio del Hospital de Santa Cruz en 1906:
En nuestros días, una de nuestras prioridades es dejar constancia de nuestra presencia en alguna de las fotografías para que quien las vea lo pueda comprobar. En 1906 ya lo tenía claro este fotógrafo que inmortalizó al grupo de personas que le acompañaba en las inmediaciones del Puente de Alcántara en estas dos deliciosas e impagables fotografías:
Cuando viajamos, evidentemente, no podemos evitar fotografiar los paisajes y monumentos que más llaman nuestra atención. Y está claro que Toledo enamoró al fotógrafo viajero que en 1906 no pudo dejar de retratar la vista desde el Valle, el por entonces limpio y caudaloso Tajo y los puentes que lo cruzan:
En el corazón de Castilla, como es Toledo, el fotógrafo no dejó pasar la oportunidad de retratar uno de esos símbolos que dan el nombre a nuestra tierra: los castillos. En este caso, el legendario Castillo de San Servando:
Para un francés, cuyo país fue la cuna del arte gótico, debía ser impresionante ver joyas arquitectónicas de este estilo tan lejos de su tierra. El claustro de San Juan de los Reyes era un buen ejemplo para mostrar en casa a su regreso...
Pasemos ahora al viaje que también unos franceses realizaron a Toledo en 1909. De nuevo, las vistas generales de la ciudad asombraron al portador de la cámara:
El Puente de San Martín, que encandila siempre a quien por primera vez lo admira...
El Puente de Alcántara, que por entonces veía crecer alguna higuera entre sus sillares (siempre me ha sorprendido esta capacidad de las higueras para germinar y prosperar entre los sillares de los monumentos toledanos en los puntos más inverosímiles...):
Tres años después del anterior reportaje, el estado del Hospital de Santa Cruz no era en absoluto mejor:
La Plaza del Ayuntamiento, la Catedral...¡cómo no iban a llamar la atención de los primeros turistas!
Por supuesto, el río Tajo siempre era motivo de admiración de cuantos venían:
Los patios y claustros de los principales monumentos, eran parada obligada:
Un hecho muy curioso es que este turista fotografiase en sentido inverso al habitual el aspecto de la calle de Santo Tomé. El 99,9% de las estampas de esta calle muestran la torre de la iglesia, pero sin embargo él nos dejó esta joya que permite ver los restos del colegio de San Bernardino y la confitería de Santo Tomé:
¿Quién no ha tomado una foto desenfocada, descentrada o con un objeto delante? En 1909 ya les pasaba...
Esta es una de las más bellas fotografías del Arco de la Sangre que jamás he visto. A la izquierda, como una aparición, la imponente y sobria presencia del muro de la desaparecida y renombrada Posada de la Sangre:
La Puerta del Sol, con su impecable estilo mudéjar:
Para finalizar, esta curiosa foto. ¿Quién se aventura a adivinar dónde está tomada? Muchas gracias por vuestra colaboración de antemano:
Esperando que os haya gustado esta curiosa entrada os animo a tomar y conservar fotografías de todos vuestros viajes...¡con el tiempo pueden ser joyas muy valoradas!
Pero, ¿cómo afrontaban los primeros turistas este reto de dejar constancia fotográfica de su visita? No olvidemos que en aquellos primeros casos, las cámaras eras muy diferentes de las que hoy conocemos y el número de fotografías que se podían tomar mientras se disfrutaba de una visita era bastante limitado.
Para resolver esta duda del modo más visual posible, hoy os traigo dos reportajes realizados por turistas franceses en Toledo nada menos que en 1906 y en 1909 que recientemente he recopilado.
Comenzaremos por el grupo de fotografías tomadas en 1906 por una familia adinerada francesa en nuestra ciudad. Como a nosotros nos ocurre en la actualidad, el fotógrafo hizo un esfuerzo por capturar una mezcla de belleza -monumentos, paisajes...- con curiosidades que le llamaran la atención. Una de estas curiosidades quedó plasmada en esta soberbia fotografía de unas vacas en la preciosa calle de Santa Fe, tomada desde las inmediaciones del Arco de la Sangre, con la inconfundible vista del Convento de Santa Fe al fondo, donde hoy se sitúa el bar El Trébol:
Curioso debía también resultar ver el estado de abandono de algunos monumentos. Sin ir más lejos, este era el deplorable estado del patio del Hospital de Santa Cruz en 1906:
En nuestros días, una de nuestras prioridades es dejar constancia de nuestra presencia en alguna de las fotografías para que quien las vea lo pueda comprobar. En 1906 ya lo tenía claro este fotógrafo que inmortalizó al grupo de personas que le acompañaba en las inmediaciones del Puente de Alcántara en estas dos deliciosas e impagables fotografías:
Cuando viajamos, evidentemente, no podemos evitar fotografiar los paisajes y monumentos que más llaman nuestra atención. Y está claro que Toledo enamoró al fotógrafo viajero que en 1906 no pudo dejar de retratar la vista desde el Valle, el por entonces limpio y caudaloso Tajo y los puentes que lo cruzan:
En el corazón de Castilla, como es Toledo, el fotógrafo no dejó pasar la oportunidad de retratar uno de esos símbolos que dan el nombre a nuestra tierra: los castillos. En este caso, el legendario Castillo de San Servando:
Para un francés, cuyo país fue la cuna del arte gótico, debía ser impresionante ver joyas arquitectónicas de este estilo tan lejos de su tierra. El claustro de San Juan de los Reyes era un buen ejemplo para mostrar en casa a su regreso...
Pasemos ahora al viaje que también unos franceses realizaron a Toledo en 1909. De nuevo, las vistas generales de la ciudad asombraron al portador de la cámara:
El Puente de San Martín, que encandila siempre a quien por primera vez lo admira...
El Puente de Alcántara, que por entonces veía crecer alguna higuera entre sus sillares (siempre me ha sorprendido esta capacidad de las higueras para germinar y prosperar entre los sillares de los monumentos toledanos en los puntos más inverosímiles...):
Tres años después del anterior reportaje, el estado del Hospital de Santa Cruz no era en absoluto mejor:
La Plaza del Ayuntamiento, la Catedral...¡cómo no iban a llamar la atención de los primeros turistas!
Por supuesto, el río Tajo siempre era motivo de admiración de cuantos venían:
Los patios y claustros de los principales monumentos, eran parada obligada:
Un hecho muy curioso es que este turista fotografiase en sentido inverso al habitual el aspecto de la calle de Santo Tomé. El 99,9% de las estampas de esta calle muestran la torre de la iglesia, pero sin embargo él nos dejó esta joya que permite ver los restos del colegio de San Bernardino y la confitería de Santo Tomé:
¿Quién no ha tomado una foto desenfocada, descentrada o con un objeto delante? En 1909 ya les pasaba...
Esta es una de las más bellas fotografías del Arco de la Sangre que jamás he visto. A la izquierda, como una aparición, la imponente y sobria presencia del muro de la desaparecida y renombrada Posada de la Sangre:
La Puerta del Sol, con su impecable estilo mudéjar:
Para finalizar, esta curiosa foto. ¿Quién se aventura a adivinar dónde está tomada? Muchas gracias por vuestra colaboración de antemano:
Esperando que os haya gustado esta curiosa entrada os animo a tomar y conservar fotografías de todos vuestros viajes...¡con el tiempo pueden ser joyas muy valoradas!
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