Mandado construir por el Cardenal Pedro González de Mendoza, este edificio que inicialmente se iba a ubicar cerca de la catedral, es uno de los máximos exponentes de la arquitectura renacentista española.
La principal intención del Cardenal era destinarlo a la crianza de los bebés abandonados por sus padres -niños expósitos se decía entonces-, como escribiera Pedro Salazar de Mendoza, biógrafo del cardenal:
«No se puede encarecer el beneficio que ha recebido España con la
fundación de este hospital, principalmente en la criança de los
niños expósitos. Ha sido singular remedio contra las crueldades
de sus padres. Vianse antes muchos hijos arrojados en el campo
a las fieras, y a las aues, ahogados otros en los ríos, arroyos, y en
los poços. Otros enterrados en muradales, y otros hechados en
lugares sucios. Los más piadosos los ponían a las puertas de las
yglesias, donde se los comían, y despedaçauan los perros, y otros
animales... Hanse labrado a exemplo de este hospital, otros
muchos en todo el Reyno: de manera que apenas ay oy buen lugar
en él, en que no aya comodidad y abrigo, para recoger estos niños
y criallos»
El Cardenal no llegó siquiera a ver comenzar las obras pero en su testamento lo dejó como único heredero lo cual garantizaba su ejecución. Tras solventar finalmente los problemas para su ubicación, se comenzó a levantar en 1504 donde existía el monasterio de San Pedro de las Dueñas. Su diseño en planta hace honor a su nombre por expreso deseo de Mendoza: se trata de una cruz griega que arquitectónicamente era una tipología de influencia italiana muy innovadora en aquellos días. Se conservan pocos documentos de su edificación pero se da por seguro que los arquitectos fueron los hermanos Antón y Enrique Egas. La soberbia portada de estilo plateresco es de Alonso de Covarrubias, y en ella queda patente que estamos ante una obra de los inicios del renacimiento con influencias góticas y sin una concepción aún clara de las nuevas pautas renacentistas. El edificio se inauguró en 1514.
El cimborrio original era una media naranja sobre arcos torales, pero se hundió y fue sustituido por el actual en forma de linterna. De los cuatro patios previstos solo se ejecutaron dos, de modo que se respetó finalmente el Convento de Santa Fe al que está adosado. De estos dos patios destaca el sureste, con sus dos pisos con arcos sobre columnas, comunicados ambos por su famosa escalera renacentista obra también, como el patio, de Covarrubias. Muchas de las techumbres del Hospital son artesonados de excelente madera de Cuenca que según Sixto Ramón Parro fueron las primeras en ser transportadas hasta Toledo por el curso del río Tajo.
En 1846 el edificio dejó de ser hospital para acoger el Colegio General Militar, trasladándose las labores hospitalarias a San Pedro Mártir.
Las primeras imágenes fotográficas del edificio, por tanto, corresponden ya a su uso militar. La primera datada es nada menos que de 1852 y corresponde a Charles Clifford y se conserva en Londres dentro del Royal Collection Trust:
En 1853 el mismo autor tomó esta otra foto que la identificó como Vista de la portada de la Casa de los Mendoza (hoy inclusa). Se conserva en la Biblioteca Nacional.
Al año siguiente fue el francés Alphonse De Launay quien fotografió el edificio:
También de Clifford tenemos estas otras de 1858:
Es un lujo ampliar las fotografías para comprobar la nitidez que lograban estos genios pioneros en 1858 con métodos aún muy poco desarrollados:
También en 1858 lo retrató Gustave de Beaucorps:
Hacia 1860 hacía lo propio Ernest Làmy:
Casiano Alguacil también tomó en el siglo XIX una buena serie de fotografías del Hospital de Santa Cruz:
Estas son otras fotografías del siglo XIX:
A comienzos del siglo XX el edificio se encontraba desde hacía años abondonado, una vez que el Colegio de Infantería se había mudado al Alcázar. A las toscas obras efectuadas para habilitarlo como sede militar, había que sumar ahora los expolios, los daños por lluvias y humedades y el deterioro a causa del propio abandono. Y ello pese a que a comienzos del siglo el edificio fue declarado Monumento Nacional a instancias del Conde de Cedillo que luchó duramente para conseguirlo. Pero esa declaración no se tradujo en inversiones para conservarlo. En 1906 Rodrigo Amador de los Ríos lamentaba el hundimiento de tres arcos en el patio de Covarrubias y denunciaba que el número de Monumentos Nacionales declarados era muy superior al que el Estado podía mantener, de modo que "por atender a todo, no atiende a nada" y calificaba irónicamente a las declaraciones de Monumento Nacional como "bula de difuntos".
En esos primeros años del siglo el edificio fue sin embargo muy fotografiado:
De este modo, sin un uso definido y con algunas restauraciones poco profundas y espaciadas en el tiempo, se suceden los años:
Es así como se llega a la primavera de 1935 en que por fin es instalado en el Hospital de modo oficial el Museo Arqueológico Provincial Toledano y el Archivo Histórico. Sucedió el 21 de abril del mencionado año de 1935 siendo el arquitecto de estos trabajos de adecuación para museo D. Emilio Moya Lledós, mientras que el jardín del patio lo diseñó Javier de Winthuysen. El primer director de este museo fue Francisco de Borja San Román.
Pero la mala suerte se cebó con el destino de este museo. Poco más de un año después estallaba uno de los episodios en los que el edificio padeció más: la Guerra Civil. En su transcurso sufrió graves daños debido a su cercanía al Alcázar y al hecho de servir de cuartel a las milicias republicanas. Son numerosas las fotografías y los videos que muestran a los soldados en el interior del edificio y los combates con cañones que disparaban desde la misma portada de Covarrubias:
Milagrosamente el edificio aguantó en pie en medio de un mar de devastación que destrozó casi todo su entorno: Posada de la Sangre, Zocodover, Calle Cervantes, Alcázar...
El mayor daño se centró en la rotura de parte de las filigranas de piedra de la portada (los cañones disparaban desde esa misma puerta y las vibraciones debieron ser tremendas) y en los graves daños que sufrió la linterna, que hubo de ser tirada abajo y levantada de nuevo, como se comprueba en esta espectacular toma aérea de 1945:
Tras la contienda hubo de nuevo que afrontar la recuperación del edificio:
Algo más de 20 años después del fin de la guerra y tras las obras de rehabilitación, se inauguró el flamante Museo de Santa Cruz en 1961 (si bien ya en 1958 acogió una exposición con motivo del centenario de Carlos V):
Desde el comienzo fue una referencia museística por la calidad de su continente y de su contenido. Fueron numerosas las personalidades que en esos primeros años de vida del museo se decidieron a visitarlo. Así en febrero de 1967 el museo albergó al canciller alemán Konrad Adenauer:
En abril de 1971 estuvo el Emperador de Etiopía Haile Selassie I, considerado un Dios por todo el movimiento rastafari con Bob Marley a la cabeza. Allí estaba mi abuelo Eduardo Butragueño Bueno para fotografiarlo:
Se trata en definitiva de una verdadera joya tanto por el edificio como por la calidad de su colección permanente, desgraciadamente poco valorada y a menudo no demasiado bien cuidada ni promocionada. Sigue necesitando muchas inversiones para su modernización y conservación pero es sin duda uno de los museos de referencia de España.
El Hospital de Santa Cruz en Google Maps:
Ver Toledo Olvidado en un mapa más grande
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