Si la fotografía histórica tiene un poder que destaque entre los demás, ese es el de la evocación. Contemplar fotografías antiguas permite realizar viajes en el tiempo y casi revivir el momento en que fueron tomadas.
Ello es especialmente importante a la hora de intentar recuperar la memoria, pues el paso del tiempo, si no existieran las fotografías, a veces es capaz de diluir los recuerdos y las vivencias hasta tal punto de casi convertirlas en ilusiones, espejismos o ensoñaciones.
Algo parecido le sucede al río Tajo en Toledo: las generaciones más jóvenes sencillamente no conciben que el Tajo en nuestra ciudad pudiera algún día haber sido un espacio de esparcimiento, de diversión, de juego y de convivencia en familia o entre amigos. Su actual y deplorable estado, fruto de más de cuarenta años de olvido, expolio y abandono, hace que alguien nacido a partir de 1972 —fecha de la prohibición oficial del baño en la ciudad— no pueda comprender lo que aquel río lleno de vida aportaba al día a día de los toledanos.
Pero por suerte está la fotografía y su poder evocador, capaz de hacer revivir aquellos recuerdos en los que realmente los protagonizaron y capaz también de permitir imaginar a los que no pudimos vivirlo lo que aquel río era. Y esto es algo muy importante, porque sitúa la lucha por el Tajo en Toledo en el plano de lo posible, de lo realizable y la aleja del pesimismo, de lo quimérico y de lo inalcanzable.
Hoy, gracias a la inmensa generosidad de la familia Del Cerro Corrales —a quien agradezco con todo mi cariño la cesión de estas imágenes— podemos emprender un precioso viaje a los años 60 y zambullirnos en las aguas de un río, hoy irreconocible, pero que sin duda y con la lucha de la gente de a pie —absténganse políticos, por favor, pues su ineficacia lleva cuarenta años de recorrido: demasiado como para ser fruto de la casualidad— volverá a ser el que fue. Y ese día, que llegará sin duda, estará más cerca cuanto más empeño pongamos desde la sociedad civil en la reivindicación de nuestro derecho a disfrutar de un río limpio, con caudal suficiente, con las riberas cuidadas y sobre todo con la dignidad recuperada.
Las fotografías que esta toledanísima y entrañable familia me ha cedido abarcan el periodo 1964-1969, fueron tomadas en la playa de Safont y son un canto a la vida. A una vida sin grandes ostentaciones pero llena de esas pequeñas grandes cosas que tal vez un progreso mal entendido puede a veces hacernos no valorar: una pradera junto a un río limpio, una cerveza en la orilla de la playa sin moverte de tu ciudad, una tarde en familia con el Alcázar de fondo...
En ellas veremos los recordados gangos —puestos de bebidas y aperitivos situados en la orilla—, contemplaremos niños felices con sus padres y abuelos en el agua y alegres paseos en barca. Veremos un Toledo real, tan real como el actual...o incluso más. Que no nos venza el desánimo, no nos rindamos nunca. Que nadie piense que estas imágenes no volverán. Porque lo harán.
Disfrutad:
Y como guinda del pastel, este emocionante vídeo cedido por Vicente Rodríguez datado en 1965 grabado en la misma zona de la playa de Safont:
sábado, 14 de septiembre de 2013
Toledo en 1927 fotografiado por el músico Joaquín Turina
No es nada nuevo decir que Toledo ha servido de fuente de inspiración a miles de artistas a lo largo de la historia. Sin embargo, sí es bastante novedoso poder contemplar plasmadas en fotografías las estampas de la ciudad que más atrajeron la atención de uno de los mejores músicos españoles del siglo XX. Estamos hablando del compositor y pianista sevillano Joaquín Turina, considerado junto a Manuel de Falla e Isaac Albéniz el máximo representante del sinfonismo contemporáneo en España.
Turina había nacido en Sevilla en 1882, y ya en 1897 con solo 15 años ofreció su primer concierto público de piano. En 1905 viajó a París para proseguir su formación musical que había afianzado en Madríd con Jorge Tragó.
La Fundación Juan March conserva los archivos personales del genial músico y entre ellos se encuentran agradabilísimas sorpresas relacionadas con Toledo. El primer contacto conocido de Turina con la ciudad castellana data de 1905, justo antes de viajar a París. Consiste en cuatro postales escritas desde Toledo a su gran amor Obdulia Garzón, por entonces su novia, y que con el tiempo sería su esposa y madre de sus cinco hijos. En estas postales Turina elogia la enorme belleza de la ciudad, aunque lamenta que los toledanos de entonces eran "sumamente brutos". No hay que olvidar en qué contexto conoció Turina la ciudad: en 1905 Toledo contaba tan solo con 23.000 habitantes y vivía una larguísima decadencia desde el siglo XVII, especialmente agudizada en el XIX. Como dato que podría hablar bien a las claras de la rudeza de los habitantes de la ciudad en 1905 cabe señalar que el 72% de los habitantes de la provincia eran analfabetos o carecían de estudio alguno en aquel entonces:
Pero la parte más llamativa y valiosa del legado personal de Turina relacionado con Toledo es una serie de preciosas fotografías tomadas por él mismo en 1927 en las fiestas del Corpus Christi. El viaje lo realizó acompañado de Obdulia y sus hijos. A buen seguro Turina quería repetir con su familia las vivencias y sensaciones que la ciudad le ofreciera veintidós años antes. Comenzaremos por ver las fotografías tomadas en la Plaza del Ayuntamiento, en las que en una de ellas aparece el propio Turina, por lo que es probable que esa en concreto fuera tomada por Obdulia o alguno de sus hijos:
Son muy bellas las fotografías que Turina tomó en el claustro de San Juan de los Reyes:
Esta estampa muestra el paso de la procesión del Corpus de 1927 por el callejón de Jesús y María esquina calle Trinidad. Como indiqué en otra entrada del blog, este era el paso más estrecho del recorrido hasta que fue suprimido en 1985:
Aquí vemos una original vista de la calle situada junto a la Plaza del Cristo de la Calavera. El propio Turina dejó escrito que había buscado este emplazamiento como lugar eminentemente ligado a su paisano Gustavo Adolfo Bécquer:
Turina tomó también esta llamativa imagen de la Plaza de Zocodover, en la que se ve con claridad el urinario subterráneo ejecutado un solo año antes, con la preciosa barandilla del rejero Julio Pascual:
Estas fotografías corresponden a la Puerta del Sol:
También son excelentes las fotografías relacionadas con el Tajo, que a buen seguro resultó evocador para el músico. Podemos ver en ellas una vista desde Roca Tarpeya así como estampas de los dos puentes medievales de Toledo, el de Alcántara y el de San Martín:
Como podéis ver, estamos ante una muestra más del magnetismo que la ciudad ha ejercido históricamente -incluso en sus épocas más oscuras- hacia las personas con elevada sensibilidad artística en cualquiera de sus facetas. Espero que hayáis disfrutado con estas imágenes.
Para saber más:
- La colección iconográfica del compositor Joaquín Turina: descripción y análisis documental, por María Olivera Zaldúa (PDF)
Turina había nacido en Sevilla en 1882, y ya en 1897 con solo 15 años ofreció su primer concierto público de piano. En 1905 viajó a París para proseguir su formación musical que había afianzado en Madríd con Jorge Tragó.
La Fundación Juan March conserva los archivos personales del genial músico y entre ellos se encuentran agradabilísimas sorpresas relacionadas con Toledo. El primer contacto conocido de Turina con la ciudad castellana data de 1905, justo antes de viajar a París. Consiste en cuatro postales escritas desde Toledo a su gran amor Obdulia Garzón, por entonces su novia, y que con el tiempo sería su esposa y madre de sus cinco hijos. En estas postales Turina elogia la enorme belleza de la ciudad, aunque lamenta que los toledanos de entonces eran "sumamente brutos". No hay que olvidar en qué contexto conoció Turina la ciudad: en 1905 Toledo contaba tan solo con 23.000 habitantes y vivía una larguísima decadencia desde el siglo XVII, especialmente agudizada en el XIX. Como dato que podría hablar bien a las claras de la rudeza de los habitantes de la ciudad en 1905 cabe señalar que el 72% de los habitantes de la provincia eran analfabetos o carecían de estudio alguno en aquel entonces:
Pero la parte más llamativa y valiosa del legado personal de Turina relacionado con Toledo es una serie de preciosas fotografías tomadas por él mismo en 1927 en las fiestas del Corpus Christi. El viaje lo realizó acompañado de Obdulia y sus hijos. A buen seguro Turina quería repetir con su familia las vivencias y sensaciones que la ciudad le ofreciera veintidós años antes. Comenzaremos por ver las fotografías tomadas en la Plaza del Ayuntamiento, en las que en una de ellas aparece el propio Turina, por lo que es probable que esa en concreto fuera tomada por Obdulia o alguno de sus hijos:
Son muy bellas las fotografías que Turina tomó en el claustro de San Juan de los Reyes:
Esta estampa muestra el paso de la procesión del Corpus de 1927 por el callejón de Jesús y María esquina calle Trinidad. Como indiqué en otra entrada del blog, este era el paso más estrecho del recorrido hasta que fue suprimido en 1985:
Aquí vemos una original vista de la calle situada junto a la Plaza del Cristo de la Calavera. El propio Turina dejó escrito que había buscado este emplazamiento como lugar eminentemente ligado a su paisano Gustavo Adolfo Bécquer:
Turina tomó también esta llamativa imagen de la Plaza de Zocodover, en la que se ve con claridad el urinario subterráneo ejecutado un solo año antes, con la preciosa barandilla del rejero Julio Pascual:
Estas fotografías corresponden a la Puerta del Sol:
También son excelentes las fotografías relacionadas con el Tajo, que a buen seguro resultó evocador para el músico. Podemos ver en ellas una vista desde Roca Tarpeya así como estampas de los dos puentes medievales de Toledo, el de Alcántara y el de San Martín:
Como podéis ver, estamos ante una muestra más del magnetismo que la ciudad ha ejercido históricamente -incluso en sus épocas más oscuras- hacia las personas con elevada sensibilidad artística en cualquiera de sus facetas. Espero que hayáis disfrutado con estas imágenes.
Para saber más:
- La colección iconográfica del compositor Joaquín Turina: descripción y análisis documental, por María Olivera Zaldúa (PDF)
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