Si todo va bien, el próximo Corpus Christi de 2022 será el primero en celebrarse con relativa normalidad tras el parón de dos años ocasionado por la pandemia del coronavirus. Los toledanos, sean o no sean creyentes, esperan con gran ilusión la recuperación de nuestra fiesta grande por todo lo que implica para nosotros el Corpus en lo relativo a orgullo cívico, recuerdos vitales e intrahistoria de la ciudad. En esa edición del año que viene se cumplirán nada menos que treinta años de la celebrada en el año 1992, cuyo recuerdo traigo hoy de la mano de un grande de la fotografía nacional como es Miguel Ángel García Olmo.
Nacido en Murcia en 1963 y residente en aquella misma ciudad, García Olmo es profesor de Latín en un instituto de la vecina localidad alicantina de Orihuela. En su juventud cultivó el arte de la fotografía en blanco y negro, cautivado por el trabajo de los grandes fotógrafos que florecieron a partir de las guerras mundiales. Como él mismo reconoce, "mi apego al cuarto oscuro ha sido tal que no supe dar el salto digital, y sigo enredado entre carretes analógicos, negativos y químicos para revelar blanco y negro". En este sentido, opina que podría serle de aplicación, como persona ligada al mundo clásico, la frase acuñada por el mago del color David Hamilton: "El empleo del blanco y negro aporta a la fotografía un toque de clasicismo puro". Su obra fotográfica en blanco y negro es accesible en su excelente web Fotografía Revelada, que os recomiendo vivamente visitar.
En aquel ya lejano y olímpico año de 1992, Miguel ángel García Olmo visitó Toledo, ciudad que ha ejercido una gran atracción sobre él por diferentes razones y que sigue visitándola recurrentemente. El propio Miguel Ángel me explica que "mi afán por perderme en ella fantaseando de noche con las leyendas de Bécquer o escudriñando de día sus glorias y recovecos con el "Ángel Guerra" de Galdós en la mano y "Toledo Olvidado" en el móvil, proviene de la infancia: de cuando los padres nos llevaban a los hijos del "Baby boom" a ver la ciudad imperial como hoy se les lleva a Terra Mítica. Luego hice extensivo mi amor a toda Castilla, influido igualmente por el énfasis que ponían aquellos maestros del colegio y el instituto explicando la Generación del 98, y ése ha sido desde entonces mi mayor cometido fotográfico eternamente inacabado".
Las imágenes que obtuvo el 17 y 18 de junio de 1992 durante las fiestas del Corpus Christi dejan a las claras el talento fotográfico de Miguel Ángel, a quien agradezco enormemente la cesión de estas fotos. Comenzaremos por ver esta estampa del piquete de la Guardia Civil con su traje de gala. Durante muchos años, la imponente presencia ecuestre de este jinete, con larga barba y traje de gala, marcaba el inicio de la procesión del Corpus. García Olmo supo captar a la perfección la razón de la presencia de este piquete de la benemérita, que no es otra que abrir paso con la mayor solemnidad y autoridad posible, haciendo ver al público que el cortejo va a comenzar a desfilar ante ellos. La imagen fue tomada en la calle de la Trinidad:
Esta vista está lograda en la propia calle Trinidad:
Otra sensacional fotografía es esta tomada en la víspera, el miércoles por la tarde, cuando la ciudad se llena de personas que recorren las calles por las que discurrirá la procesión la mañana siguiente. Se trata de una de las tardes más entrañables del año en la ciudad, en la que familias enteras se mezclan con visitantes llegados de todo el mundo creando un ambiente muy especial en un entorno que ya de por sí es bellísimo, pero que adornado para esta fiesta presenta un aspecto espectacular. La imagen fue tomada en la calle Alfileritos, esquina Cristo de la Luz, en la tarde del 17 de junio de 1992:
En la misma calle, a la mañana siguiente, García Olmo retrató a esta mujer que mira a la cámara. Se puede apreciar perfectamente que, por entonces, la cantidad de tomillo esparcida en las calles era muy superior a la que en la actualidad se emplea. Este hecho hace que, en los últimos años, el aroma de las calles en este día no sea tan intenso como debería pues no hay que olvidar que se trata de una de las señas de identidad de nuestra fiesta grande. Dicho tomillo procede históricamente de la finca Cervatos.
La Plaza Mayor y sus inmediaciones fue el lugar desde el que García Olmo logró una mayor cantidad de imágenes. Se aprecia perfectamente el gentío que siempre llena este espacio urbano el día de la procesión:
Aquí vemos un grupo de seminaristas:
Dos miembros del Capítulo Hispanoamericano de Caballeros del Corpus Christi. Esta institución une a países hispanoamericanos para “luchar contra la injusticia, el hambre, la inmoralidad y promover la paz”. Son embajadores, cónsules y personal del Instituto de Cultura Hispánica. Lucen hábito verde:
Unas niñas de primera comunión que hoy rondarán los cuarenta años:
Mirad qué magnífica fotografía en contraluz tomada desde el interior de la Catedral, a través de la Puerta Llana:
Un aspecto de la Plaza de Marrón:
Como creo que habréis podido comprobar, se trata de una serie de imágenes de gran calidad y belleza, y que ya pueden ser catalogadas como históricas por lo mucho que ha cambiado el mundo en estos treinta años, incluyendo el propio arte de la fotografía, hoy prácticamente copado por lo digital frente a estas tomas analógicas que hoy vemos de la mano de la generosidad de su autor, a quien vuelvo a reiterar mi profundo agradecimiento:
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1 comentario
Qué inmerecido honor aparecer con estas imágenes en una entrada de "Toledo Olvidado", donde tantos ratos he pasado (¡casi desde que se fundó!) embobado frente a la pantalla de un PC escudriñando hasta el último detalle de sus espectaculares colecciones toledanas. Y cuánto tengo que agradecer a la generosidad de su creador, Eduardo Sánchez Butragueño, un puntal en la difusión y preservación de la cultura y el patrimonio del Toledo de todas las épocas, como sabemos los admiradores de esta inolvidable ciudad.
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