Bill Gates es, entre otras muchas cosas, propietario de Corbis, una de las mayores compañías de distribución de imágenes en todo el mundo. Su impresionante archivo crece cada año con miles de fotografías de calidad excelente, tanto nuevas como antiguas.
Como no podía ser de otra manera, Toledo tiene una interesante representación en los archivos de Corbis. Estas imágenes van desde el siglo XIX hasta finales del XX pasando por impresionantes fotografías de la Guerra Civil de magnífica calidad.
Antes de comenzar debo advertiros que son fotografías sujetas a derechos de reproducción por lo que está prohibido cualquier uso de las mismas con ánimo de lucro sin permiso de Corbis. Del mismo modo, en su web se pueden adquirir estas imágenes a mayor resolución.
En primer lugar empezaremos viendo las fotografías del siglo XIX, tomadas por Casiano Alguacil y pertenecientes a la colección privada de Fratelli Alinari (Hermanos Alinari), casa fundada en 1852 Leopoldo Alinari y sus hermanos Giuseppe y Romualdo. La imagen más llamativa es esta que muestra una vista de Toledo aproximadamente desde la Huerta del Rey, pudiéndose ver unos cortados arcillosos de gran altura junto al río hoy desaparecidos:
También de Casiano Alguacil es esta bonita imagen de la Calle Sixto Ramón Parro, donde puede verse a la izquierda el edificio que existía donde luego se levantó el Mercado de Abastos:
En esta fotografía tenemos una bella estampa del patio de la tristemente desaprecida Posada de la Sangre:
En esta toma podemos ver un carro de bueyes:
La última imagen de Alguacil es esta vista del Puente de Alcántara:
Esta estampa, también del siglo XIX, muestra una perspectiva de la Plaza de Santa Isabel con varios azacanes:
Fue una imagen usada por una casa de postales, por lo que puedo ofrecérosla a mayor resolución:
De principios del siglo XX es esta estupenda fotografía del Castillo de San Servando con Toledo de fondo:
En 1924, el prestigioso Jules Gervais-Courtellemont -famoso por sus impresionantes autocromos tomados durante la I Guerra Mundial- tomó este precioso autocromo en Toledo. Se trata de una portada toledana que no he conseguido identificar (se agradecen aportaciones):
Una buena parte de las fotografías toledanas de Corbis corresponde a imágenes de la Guerra Civil. Sin duda la mejor de las fotografías es esta que muestra a dos milicianas tomando uvas en un receso de los combates del día 19 de septiembre de 1936. La imagen, preciosa y llena de fuerza, está tomada en la Cuesta de las Armas junto a Zocodover:
En estas otras fotografías podemos ver en primer lugar la lectura del estado de Guerra a cargo del Capitán Vela Hidalgo (forografía de Rodríguez), así como varias escenas de combates cerca de Zocodover y el Alcázar:
Es muy interesante esta fotografía tomada probablemente en las cercanías del Paseo del Miradero:
Esta otra fotografía es curiosa por razones que ahora os comentaré:
Se trata de una imagen casi idéntica a estas dos de Hans Namuth y Georg Reisner, lo cual hace pensar de que se trataba claramente de un posado, práctica muy habitual en el reporterismo durante la Guerra Civil:
Aquí podemos ver una vista de Toledo en los primeros días de la contienda, aún con el Alcázar en pie:
Esta imagen, de 1939, muestra ya la ciudad destruida:
De los años posteriores a la guerra Corbis tiene alguna imagen de Toledo, como esta bonita toma del Puente de Alcántara en 1950:
Aquí tenemos una de las fotografías más glamourosas que sin duda se habrán tomado nunca en Toledo. Se trata de un posado de una modelo americana en abril de 1963 para el prestigioso Jaime Pato Martín -nacido en Madrid en 1920- con Toledo de fondo:
En octubre de 1975 visitó Toledo Leka de Albania, hijo del rey Zog, con motivo de su boda con Susan Cullen-Ward. Leka estaba en España amparado por el régimen franquista. Se trata de un personaje muy peculiar, de más de dos metros de altura. Al parecer la boda se celebró en Illescas:
La más moderna de la imágenes es esta de 1989 de Richard T. Nowitz. Pese a a ser bastante reciente muestra una perspectiva de Toledo dominada por un célebre y portentoso pino piñonero. Es una vista de Toledo que hoy ya no es posible contemplar. No diré más:
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7 comentarios
Me encantan todas las fotos que tienes, pero de esta entrada, me ha impresionado ver la batalla en Zocodover.
Espero que sigas brindando estas maravillosas imágenes de una ciudad mágica como es Toledo.
Te vas superando, Eduardo, esta entrada,a pesar de su innegable dureza, respira humanidad por los cuatro costados con unas de la mejores fotos de reportaje que se han visto de la contienda civil.
La de la chica tomando uvas es sencillamente magnífica así como la fechada el 25 de Julio del 36 de la calle de las Armas donde recién aparece por la derecha abajo la entrada al Bar "La Solera", que sobrevivió muchos años después y donde de niño me mandaba mi madre a comprar "sifón" llevando el casco, claro está, pues vivíamos al lado. (Ahora sede de la Casita de la Pradera, para entendernos)
Felicidades y nuestro sincero agradecimiento de nuevo. Un abrazo
Impresionantes fotos. Llegue aquí investigando sobre el artificio de Juanelo y me encuentro con esta esta obra de arte que es tu blog. Verdaderamente debe hacer falta mucho trabajo y esfuerzo para reunir tal colección de fotos antiguas.
La primera vez que estuve en la plaza de Zocodover, juro que me senté en un banco y pensé que me apetecía quedarme a vivir allí. Es hermosa. Me ha gustado ver tantas fotos. He pasado las dos (¿o tres?) últimas horas viendo fotos y transportado a un mundo que ya no existe (en algunos casos por suerte, como las fotos de esta entrada, en otros por desgracia).
Encima veo tu perfil y me encuentro con que coicides con mis "pelis" de culto (2001..,Blade Runner, 4 bodas...) y mi música (MIke Oldfield, Battiato)..
En fin, Felicidades por tu trabajo. Visitaré tu blog asiduamente. Un saludo
¡Muchas gracias a todos!
Amigo José María, amigos de "Toledo Olvidado":
Muchas veces he hecho ese recorrido en mis recuerdos de ese tramo de subida a Toledo por la Cuesta de las Armas. Y con un sentimiento bastante indefinible, a veces confuso, no he podido por menos que comparar esas fotos de las barricadas de los milicianos asaltantes en el Asedio al Alcázar y el mucho más pacífico y amable escenario de los años de la posguerra de mi infancia y juventud. Porque allí, como tu bien recuerdas, estaba ese Bar Solera, en el que por el módico precio de un café, y como mucho un "sol y sombra", pasamos muchas sobremesas domingueras de dominó, hasta que llegaba la hora de empezar la sesión de tarde del Moderno o del Imperio. Unos pasos más arriba, tenía su despacho de billetes la Empresa Galiano, concesionaria del servicio de Autocares de línea a Madrid, y que nos resultaba particularmente detestable porque en aquella ventanilla sabíamos que se ponía término a nuestro fin de semana de estudiantes, para encontrarnos con el madrugón del lunes, con las odiosas obligaciones académicas y separarnos, ¡ay!, de proximidades y afectos bien queridos. Casi al lado, y en la misma acera, estuvo durante algunos años un diminuto chiscón, abovedado en túnel, con apariencia de bar, de nombre Texas, y en el que también con módico dispendio te podías administrar un modesto "texanito" y hasta permitirte el lujo rumboso de invitar a las chicas, que todavía no se lo tomaban a mal y no lo consideraban como un gesto de insoportable machismo. Algo más arriba se estableció la más moderna peluquería de caballeros que hubo en Toledo en aquellos años, propiedad de los hermanos Villacañas. Amplia, de discreta elegancia, todo a estreno y muy higiénica nos parecía el no va más en el acicalamiento masculino. Creo recordar que allí ejerció su buen arte el inolvidable Quique, (q.e.p.d.), que durante muchos años fué también masajista y utillero del Club Deportivo Toledo. Por no salir del mismo escenario, aunque cruzando la calle, casi enfrente, estaba la Librería El Coyote, posiblemente el establecimiento librero más pequeño de todo el hemisferio norte, que en no más tres metros cuadrados satisfacía todas las ansias de lectura de los devotos de los afamados autores Marcial Lafuente Estefanía, para ellos, y Corín Tellado, para ellas. Y por terminar este recorrido, justo a la espalda de las dos milicianas de la foto enfrascadas, en medio de aquel guirigay, en la ingesta de un racimo de uvas, estaba una armería, también de minúsculo despacho, en la que mi padre, después de darle durante no sé cuanto tiempo la matraca, terminó por acceder a comprarme una escopetilla de aire comprimido - de balines se llamaban - y que, descompuesta a las primeras de cambio, frustró en muy poco tiempo mi incipiente afición a la caza. Con tal motivo, no pude presumir de mayor trofeo que una indefensa lagartija con lo que se colmaban ya para siempre mis hazañas cinegéticas.
Cuando ahora, pasados ya tantos años, de lo uno y de lo otro, este "Toledo olvidado" nos permite hacer estas "superposiciones" en los mismos escenarios, te embarga ese impreciso sentimiento de recuerdo que siempre nos queda de lo hermoso o de lo inútil, o de lo intrascendente por ser simplemente vulgar o cotidiano, con que los humanos vamos llenando las fechas de nuestras vidas.
Hola Ricardo, recuerdo perfectamente todos y cada uno de los locales que magníficamente describes, con especial cariño "El Coyote" donde nunca se compraban sino que se cambiaban los tebeos (faltaba mucho para que se llamaran comics...) competencia directa del de la cuesta de Belén que no recuerdo su nombre. Gracias por estos apuntes, nos los dejes, los toledanos te los agradeceremos siempre, no son intrascendentes ni inútiles son la vida misma.
Dos apostillas a mi anterior comentario: La primera, mi olvido de no haber mencionado otro de los establecimientos clásicos de ese tramo de la Cuesta de las Armas. En este caso, justo enfrente del Bar Solera - también lo recordarás, José María - estaba la tienda de bicicletas de Moisés Alonso. No sólo vendía bicis, sino que incluso las alquilaba, negocio parecido al de los intercambios de tebeos de El Coyote. Nada me extrañaría que fuese en este establecimiento, (porque creo recordar que no había otro en Toledo), donde Fede hiciese alguna de sus primeras adquisiciones. Otro detalle que no quisiera dejar sin anotar, puesto que en el comentario mencionaba a este autor de "novelas del Oeste" - Marcial Lafuente Estefanía - es el origen toledano de este prolífico novelista, nacido en Toledo en 1903, hijo del periodista y escritor Federico Lafuente. Es un personaje de una biografía realmente muy atractiva, y entre sus peripecias vitales está la de haber sido durante la guerra, oficial de Artillería del ejército republicano en el frente de Toledo. Tendría verdadera "gracia" que, de una u otra forma, el bueno de Lafuente hubiera tenido algo que ver con ese episodio bélico del asalto al Alcázar por tropas milicianas, precisamente allí, tan cerca, tan al lado de El Coyote, donde durante muchos años sus novelas del Oeste habrían de ser mercancía de modesto consumo literario. Cosas más raras se habrían visto en aquellos agitados años de la vida nacional.
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