¿Qué diferencia a una ciudad de las demás? ¿Qué hace que un lugar escape a la progresiva homogeneización que despersonaliza todo en nuestros tiempos?
Yo diría que la respuesta se resume en una palabra: autenticidad.
Las ciudades auténticas saben identificar, utilizar y preservar sus señas de identidad. Y esas señas de identidad, que también son patrimonio y cultura, a menudo son intangibles o inmateriales. Uno de esos nuevos patrimonios es el lingüístico, concretamente el ligado a localismos o expresiones singulares que sirven para definir realidades de una manera peculiar, de modo que su uso se limita a la población local.
En la ciudad de Toledo poseemos una larga lista de curiosas denominaciones basadas en ese particular humor con retranca toledano que surgieron a lo largo del siglo XX y que aún perduran, sirviendo para generar una genuina identidad y autoestima, aunque este legado —como todo patrimonio— debe ser protegido para que no se pierda.
Así, tenemos barrios y zonas de la ciudad que deben su nombre a que fueron creados cuando estallaron renombrados conflictos bélicos: el barrio de Corea y la zona de Las Malvinas. Ambos desarrollos urbanísticos coincidieron con las citadas guerras, en los años 50 y 80, respectivamente, y su su denominación aún perdura entre los toledanos.
Un tercer conflicto bélico, el desatado en el Congo a comienzos de los años 60, determinó el nombre de lo que era una novedad por entonces en Toledo: los autobuses urbanos, que habían empezado a funcionar en diciembre de 1960 de modo "oficial" (si bien hacía unos meses que la empresa Alegre tenía una breve línea que comunicaba Zocodover con la Avenida de la Reconquista):
Aquí la nota que informaba del nacimiento de los katangas en 1960 con un concurso público para la explotación de las líneas:
Aquella guerra tuvo a la región de Katanga como uno de sus focos de mayor conflictividad, llegándose a proclamar su independencia de la República Democrática del Congo. Los toledanos comenzaron a llamar katangas, sin que nadie sepa quién fue el que comenzó a hacerlo, a aquellos primeros autobuses urbanos que empezaron a circular en la ciudad para unir el centro histórico con las nuevas barriadas que se estaban construyendo y creciendo con rapidez, como eran Los Bloques de la Avenida de la Reconquista, Palomarejos (Corea incluída) o Santa Bárbara.
La razón por la que se asoció el nombre de la región de Katanga a estos primeros autobuses no está del todo clara, más allá de la coincidencia temporal del comienzo del conflicto y del servicio de transporte urbano. Hay quien dice que las frecuentes averías y el traqueteo de los autobuses al circular por las empinadas y adoquinadas calles toledanas, era comparado por aquellos primeros usuarios con algo así como "ir a la guerra", por lo que el nombre de katanga venía al pelo (según el blog Norogaca la denominación nació en el mismo día inaugural, en el que se armó tal revuelo por montar que alguien gritó: «¡Esto es peor que la guerra de Katanga!»). Otros dicen que, además, el color azul muy oscuro de aquellos primeros autobuses también se asoció a las imágenes que llegaban diariamente de aquella guerra en la prensa, en la que militares y políticos de raza negra como Lumumba o Mobutu poblaban portadas y reportajes.
Sea como fuere, el término katanga se generalizó entre los toledanos a la hora de referirse a los autobuses urbanos, y aún hoy mucha gente lo utiliza, especialmente entre las personas de más edad. En la temprana fecha de 1976 ya aparecen así citados incluso en publicaciones del ayuntamiento:
Creo que sería bonito que no se perdiera esta denominación tan curiosa, este localismo con raíces históricas tan peculiares, y que desde los poderes públicos se hiciera algún guiño a este término para fijarlo y que perdurase (¿qué costaría poner unas pegatinas en los nuevos vehículos con la leyenda "Katangas de Toledo"?, todo el mundo lo encontraría simpático, no hiere a nadie y despertaría el interés y la curiosidad de los foráneos).
Pasemos ahora a realizar un repaso fotográfico a los katangas desde sus comienzos hasta nuestros días, para comprobar la evolución tanto de los vehículos como del servicio prestado y de la propia distribución de los barrios de la ciudad. Las imágenes más antiguas nos muestran esos primeros modelos de color oscuro que tal vez dieron lugar al término katanga:
Dado que hasta 1976 no se abrió al tráfico el nuevo puente de la Cava, los vehículos circulaban por el histórico puente de San Martín, con sus estrechas puertas. Ello motivó que el ayuntamiento hubiera de adquirir un katanga especialmente estrecho para que cupiese. En un nuevo alarde de humor castizo, los toledanos bautizaron a este autobús como el supositorio, por lo ajustado que pasaba por las históricas puertas del puente.
Estas son imágenes de los años 60 y 70:
El crecimiento de la ciudad a nuevas barriadas hizo necesaria la ampliación de las líneas, incorporándose por ejemplo el polígono industrial oficialmente denominado como Santa María de Benquerencia:
En los años 80 se modifica el color de los katangas, pasando a ser amarillos durante bastante tiempo, quedando en el recuerdo de toda una generación. Fue la época en la que la compañía Microbuses Urbanos de Toledo se hizo con parte de la gestión, conviviendo con la antigua empresa Autobuses Urbanos de Toledo. La inmensa mayoría de los vehículos seguían siendo de la marca española Pegaso:
La flota de autobuses amarillos presentaba a finales de los 80 un estado lamentable (llegaron a ser catalogados por el diario ABC como "el peligro amarillo" en su primera portada con foto de la historia de la edición local), por lo que urgía una sustitución.
Después de algunas curiosas incidencias, como los meses en que circularon por Toledo autobuses rojos con publicidad de Caixa Ourense procedentes de descartes de la capital orensana, hacia marzo de 1990 se adquiere una importante y nueva remesa de katangas blancos con rayas azules de la marca Scania. Previamente, en 1989, el alcalde José Manuel Molina había decretado la expropiación del mando, aunque no del patrimonio, de la empresa concesionaria Unión de Autobuses Urbanos de Toledo (UNAUTO), que había surgido tras la fusión de las dos empresas preexistentes (autobuses y microbuses). Los viejos katangas amarillos terminaron en lugares como Cuba o Fuengirola:
Ya en el siglo XXI, los katangas siguieron cambiando de color, siendo azules y más tarde morados. En la actualidad, aunque aún se sigue usando el término katanga, lo cierto es que su uso está en peligro de extinción y, desde aquí, quiero hacer un alegato por su conservación en esa búsqueda de nuestra autenticidad y preservación de nuestras señas de identidad más genuinas que nos permita diferenciarnos del resto de ciudades. Al igual que en Las Palmas de Gran Canaria asumieron como identitario el término guagua denominando así oficialmente a sus autobuses, es tarea de todos que en Toledo la palabra katanga no se pierda. Quedará fijada si los ciudadanos la usamos diariamiente y si las instituciones hacen algún guiño mediante rotulaciones o menciones. No costaría ningún trabajo y, sinceramente, ¡creo que suena mucho mejor katanga que autobús!, ¿no creéis?
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4 comentarios
Y cómo olvidar a aquellos conductores de los katanga...el señor Ángel y Pablo!!! Y sus asientos de madera...y el cambio de marchas!!!
Antes de los Katangas el servicio de transporte urbano de Toledo era prestado por las empresas "Alegre" y "Ernesto Pérez Díaz". En ambos casos, los autobuses eran, digamos, "convencionales", es decir, llenos de asientos y el autobús no admitía más viajeros que el número de asientos que tenía. En Toledo fue una auténtica revolución el encontrarse de buenas a primeras con un autobús ¡¡¡sin asientos!!! (o sólo con unos pocos) en el que la gente ¡¡¡viajaba de pie!!! y que además ¡¡¡no se llenaba nunca!!! o, mejor dicho, siempre admitía viajeros aunque estuviera lleno. Aquello fue un verdadero shock en la ciudad y, al coincidir con la guerra de Katanga, que para los toledanos era lo más exótico y hasta salvaje de lo que teníamos noticia, justificó el bautizo del nuevo servicio de autobuses urbanos con el nombre del conflicto africano.
Los autocares Alegre también hacían la ruta Toledo-Burguillos-Ajofrín-Sonseca y Mazarambroz
Siempre me acordaré de una rima que cantaba mi padre a cerca de los autobuses urbanos de Toledo, y que decía así:
"Señores que pachanga, que me voy en el katanga"
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