El diplomático, político, académico y profesor universitario ecuatoriano Luis Alfonso Ortiz Bilbao nació en Quito el 31 de octubre de 1903 y falleció en la misma ciudad el 10 de diciembre de 1988 a los 85 años de edad. Fue un formidable fotógrafo aficionado con una intensa vida llena de vicisitudes. Tras estudiar primaria en la escuela de los Hermanos de las Escuelas Cristianas del barrio quiteño de El Cebollar, pasó al Colegio de San Gabriel para completar los estudios secundarios. Tras ello, accedió a la universidad para estudiar en la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Central del Ecuador, donde se licenció en Ciencias Sociales y Políticas. Impulsó el Centro Católico de Obreros en los años 20 y fue uno de los fundadores de la Central Ecuatoriana de Obreros Católicos, una de las principales organizaciones sindicales del país. Fue concejal en Quito, diputado por Pichincha, secretario general del Banco Nacional de Fomento, miembro del Consejo Nacional de Economía, Consejero de Estado, Vicepresidente del Banco Nacional de Crédito, Embajador del Ecuador ante la Santa Sede, Presidente del Instituto Ecuatoriano de Cultura Hispánica, miembro de la Academia Nacional de Historia... en definitiva, una personalidad muy destacada en la sociedad ecuatoriana.
Muy atraído por España como miembro destacado del Instituto Ecuatoriano de Cultura Hispánica, en 1948 fue doblemente invitado a acudir a nuestro país: por un lado, el presidente del Instituto de Cultura Hispánica, Joaquín Ruiz-Giménez, le invitaba a ocupar la cátedra "Ramiro de Maeztu" y, por otro, el director de la Real Academia Española, José María Pemán, le invitaba a la clausura de las festividades del IV centenario del nacimiento de Cervantes. Por ello, Ortiz Bilbao se decidió a acudir a España. Aquí permaneció varios meses, llegando a entrevistarse con el propio Francisco Franco, y recorriendo el país de punta a punta. Como era un gran aficionado a la fotografía, obtuvo una gran cantidad de imágenes de enorme mérito artístico.
Petrechado con una cámara Kodak Reflex 6x6 de anastigmático lumenizado f. 3,5 comprada el año anterior, y un fotómetro Weston (con el propósito de no desperdiciar negativos por ausencia o exceso de luz), Alfonso Ortiz Bilbao recorrió España entre el 15 de marzo y el 20 de julio de 1948 en lo que, para él, era como cumplir un sueño. Fueron nada menos que 13.000 los kilómetros que recorrió por nuestro país, visitando la friolera de 34 de las 50 capitales provinciales.
Utilizó en su periplo español los 720 disparos que le permitían los 60 carretes Kodak 620 Verichrome y Plus X comprados tanto en Quito como en Nueva York, a los que añadió 15 carretes más Gevaert e Infonal adquiridos en varias ciudades españolas. En los últimos días del viaje pudo usar un último cargamento de 20 carretes Kodak que le llegaron a Madrid desde Lisboa. En total fueron finalmente 996 fotografías repartidas en 83 carretes, una cifra que superaba todas sus expectativas cuando comenzó el viaje. Solo quedaron inutilizadas finalmente dos de ellas por haber apretado el disparador de manera inmediatamente consecutiva, por lo que el viaje de Ortiz Bilbao por España se resumió definitivamente en 994 fotografías de enorme valor documental.
Tal fue el entusiasmo que Ortiz Bilbao puso en este viaje, en el que llegó a olvidar "hasta la noción del descanso", que creo conveniente y significativo reproducir lo que él mismo escribió acerca de su recorrido por España:
"Y sin embargo, ¡cuántas cosas dignas de ser vistas tuvieron que quedar fuera de los itinerarios, a veces teniéndolas al alcance de la mano. (...) Sírvame de consuelo por lo que dejé de ver, lo mucho que vi, aunque el goce de lo visto se empañe al considerar cuánto no vi."
Ortiz Bilbao era una persona de temperamento humilde y nada pretencioso, especialmente cuando hablaba de sí mismo. Pese a la tremenda calidad de las fotografías que tomó en España (vais a ser testigos de ello), así definió su propio trabajo en nuestro país:
"Por las circunstancias mismas en que fueron tomadas, no aspiran estas fotografías a la calificación de artísticas. Aún más: ninguna de ellas persiguió tal propósito. Para ello habría sido preciso vivir en España, más que meses, años, escogiendo pacientemente luces, ángulos y motivos, pero sacrificando también la emoción de esos instantes maravillosos en que los ojos y el alma quedaban extáticos ante un monumento o un paisaje... Por lo mismo, si alguna resultó artística, sencillamente no es mi culpa..."
Como no podía ser de otro modo, Toledo fue una de las ciudades visitadas por Alfonso Ortiz Bilbao. Recorrió las calles de la vieja ciudad castellana acompañado por tres mujeres: Lelia Proaño de Arcos, Mercedes Luna Tobar y Rosario Tobar García, amigas del fotógrafo.
Del inmenso talento fotográfico de Ortiz Bilbao dan fe muchas de las fotografías que obtuvo en Toledo, como testimonio gráfico impagable del aspecto de Toledo y los toledanos en aquellos duros años de posguerra. De entre todas ellas yo destacaría esta imagen en la que una niña posa con un muchacho –probablemente su hermano– sentado en sus rodillas. Al fondo se vislumbra la puerta vieja de Bisagra, mientras que los niños están sobre el pretil que existía a modo de paso superior para acceder al Hostal del Cardenal con una cota mucho mayor a la actual.
La animada vida de la plaza de Zocodover en 1948 vista desde la terraza del Café Español también fue magistralmente retratada por Alfonso Ortiz Bilbao. Las sillas vacías esperaban a los clientes, que no tardarían mucho en llegar en aquel soleado día.
Las acompañantes de Alfonso Ortiz posaron sonrientes en 1948 junto a la imponente presencia de la mezquita del Cristo de la Luz. Unos chiquillos a ambos lados de la imagen se animaron también a completar la escena en un improvisado posado. La aprecia perfectamente la belleza de la verja de la mezquita ejecutada en forja artística por el gran maestro Julio Pascual.
La calle Carmelitas Descalzos fue también inmortalizado por Alfonso Ortiz Bilbao en 1948, que logró captar las texturas de las paredes de las calles de un modo magistral a través de la luz.
Esta foto de una procesión que recorría la calle del Arco de Palacio en 1948 fue titulada por Alfonso Ortiz como “desde la catedral a bendecir los campos” por lo que es muy probable que se tratara de una de las rogativas que se hacían en fechas concretas como los días de San Isidro o de San Marcos pidiendo al cielo una buena cosecha. También eran habituales las procesiones que, en época de sequía o incluso de exceso de lluvias, sacaban a la calle imágenes de santos y vírgenes pidiendo un cambio en las condiciones meteorológicas.
Esta es otra de las grandes fotografías que tomó el ecuatoriano Alfonso Ortiz Bilbao en 1948. En ella vemos la puerta de Valmardón con un grupo de soldados que miran a la cámara y un niño a la izquierda. Dos de los hombres simulan apuntar con su rifle al fotógrafo.
Alfonso Ortiz Bilbao inmortalizó en 1948 a este anciano situado en la puerta de acceso al interior de la sinagoga de Santa María la Blanca. Es posible que se tratara del encargado de la apertura del monumento en aquellos años, pero lo cierto es que, con un cigarro en los labios, apoyado en un bastón y con cara de pocos amigos, su presencia no invitaba demasiado a que los visitantes entraran al edificio.
En 1948 el Alcázar se encontraba sin reconstruir y su patio era un lugar de obligada visita que los dirigentes de la época se esforzaban en erigir como uno de sus símbolos internacionales, rememorando lo sucedido durante el asedio de la guerra civil. Hasta allí se dirigió Alfonso Ortiz Bilbao, que fue capaz de lograr estas bellas imágenes en las que vemos el patio y la escultura de Carlos V rodeada de las ruinas bajo un cielo con nubes algodonosas.
El Museo del Greco fue también objeto de la visita de Ortiz Bilbao y sus acompañantes:
El monasterio de San Juan de los Reyes con sus filigranas góticas:
Una vista del Arrabal y la Puerta de Bisagra:
Como habéis podido comprobar, estamos ante uno de los más bellos reportajes del Toledo de posguerra, de la mano de una persona que plasmó su entusiasmo por nuestro país en forma de soberbias fotografías. Solo me queda agradecer tanto a los herederos de Alfonso Ortiz Bilbao como a la Universidad de Léon su generosidad al permitirme publicar estas fotografías tanto el mi último libro "Toledo Olvidado 5" como en esta entrada del blog que estoy seguro de que os ha hecho disfrutar sobremanera a los amantes de la fotografía histórica toledana.
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