La guerra civil supuso para Toledo la destrucción y desfiguración de buena parte de la ciudad. A los edificios completamente destruidos como el Alcázar, la Fonda de la Caridad, el convento de San Juan de la Penitencia o las Iglesias de San Lorenzo y de la Magdalena, por citar los más voluminosos, hay que añadir centenares de viviendas repartidas por toda la ciudad que dejaron como consecuencia una situación complicadísima en lo patrimonial y urbanístico en un contexto económico y social absolutamente desolador.
En esas circunstancias es donde se encarga por el recién creado Servicio de Protección del Patrimonio Artístico Nacional la elaboración de un plan de reconstrucción y recuperación de las consideradas como las dos principales joyas históricas de toda España: las ciudades de Toledo y Santiago de Compostela.
Surge así una cadena de órdenes que, partiendo del Ministro de la Gobernación, permitió crear una Comisión de Urbanismo que resolviera el problema de las dos citadas ciudades. En esa comisión figuraban la Dirección General de Arquitectura, los ayuntamientos de ambas cudades y otros organismos entre los que destacaba Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. De este modo, el denominado "Plan General de Ordenación de Toledo" fue redactado en 1945 por la Junta de Urbanismo de Toledo bajo la tutela técnica de la Sección de Urbanismo de la Dirección General de Arquitectura.
Se trata de un documento cuyo espíritu se resume en el preámbulo con estas palabras:
"La declaración de monumentalidad impone una rigidez restrictiva perfectamente aplicable a un edificio, pero muy difícil de practicar en una ciudad sin alterar su vida normal; pudiendo producir un colapso contraproducente si no se dictan las normas necesarias y oportunas para canalizar la vitalidad urbana y la influencia rural en una convivencia con los principios de observancia inexcusables en la conservación de una ciudad histórica y en su debida organización interna."
Hace poco he adquirido un ejemplar original de esta joya de la historia del urbanismo de Toledo, que fue publicado en abril de 1945 en la Revista Nacional de Arquitectura. Se trata de un documento de inmenso interés por sus planteamientos, en una época en la que hay que recordar que la ciudad aún se circunscribía prácticamente en su totalidad al recinto amurallado, con unas condiciones de vida muy rudimentarias para sus 35.000 habitantes tanto por los estragos de la guerra como por la degradación que Toledo había sufrido en los siglos anteriores, que conformaba una ciudad inmersa en profundísimos problemas de habitabilidad, salubridad y deterioro patrimonial en un entorno también complicado topográficamente.
Como sabéis, en este blog me centro en la fotografía histórica, por lo que no analizaré aquí los planteamientos urbanísticos que el documento proponía con profusión de planos y mapas de elaboración ciertamente esmerada. Sin embargo, sí os mostraré las valiosísimas imágenes que se tomaron de la ciudad para ser incluidas en el documento y que tienen el valor de ser una muestra muy representativa del estado de todo el centro histórico en 1945 con un enfoque muy diferente del habitual, ya que incidían más en lo problemático y deteriorado que en lo monumental y bien conservado. Ello supone para nosotros un verdadero tesoro que nos permite valorar, casi 80 años después, el inmenso salto que ha dado la ciudad en su estado de conservación y habitabilidad, aún siendo conscientes de que todavía queda mucho camino por recorrer y muchos problemas que solventar.
Comenzaremos por repasar el entorno del Alcázar, el más degradado por la guerra. Cuesta casi reconocer los lugares si los comparamos con su estado actual, y sobrecoge ver su aspecto en 1945:
Otra zona profusamente fotografiada para la redacción del plan fue la de la cornisa, con las Iglesias de San Lucas y San Sebastián como centros. El documento apuntaba acertadamente la necesidad de abrir una circunvalación que uniera todo el sur del centro histórico y sacara estos barrios de su situación de extrema pobreza, pues eran auténticos suburbios con una población viviendo en condiciones a menudo inconcebibles para nuestros estándares actuales. Esa circunvalación, que aprovechaba parte del denominado "camino de ronda" que aquí vemos en algunos tramos, no fue realidad hasta que en los años 70 y 80 se ejecutó la denominada "Ronda Cornisa" que cambió para bien toda esta zona de Toledo.
No lejos de allí, las calles interiores que terminan descendiendo hacia esa proyectada circunvalación, fueron también fotografiadas con motivo de la redacción de este plan:
Una de las plazas más fotografiadas del plan es la de Barrio Nuevo en la judería, que en el documento cobraba gran importancia por sus posibilidades para convertirse en un de los "centros" de la ciudad histórica:
Sorprende mucho en esta vista de la Plaza del Salvador ver al fondo las viviendas que existían en la actual plaza junto a San Marcos y la Trinidad, que ocupaban el terreno que siglos atrás acogió un convento trinitario:
No lejos de allí, junto a Santa Úrsula, se puede ver la portezuela colocada donde se situaba una de las portadas del convento trinitario, que ya había sido trasladada a la Alhóndiga:
La calle del Taller del Moro y su confluencia con el Paseo de San Cristóbal quedó retratada en estas dos fotografías que muestran bastantes cambios con el aspecto actual de la zona:
La explanada situada frente a San Juan de los Reyes tenía en 1945 este aspecto:
Algo más abajo, el Palacio de los Duques de Maqueda:
La calle de San Juan de la Penitencia fue inmortalizada con una pequeña curiosidad: el logotipo en forja del taller del genio del hierro Julio Pascual, colocado en perpendicular a la fachada de la que era su casa y lugar de trabajo, en nuestros días presa de una incomprensible y vergonzosa ruina:
Muy cerca de allí, el denominado Callejón de la Divisa:
Esta es la calle del Ángel, en su zona inferior, junto a la actual Plaza del Sofer:
Aquí vemos dos tomas de la calle de la Merced:
La Iglesia de Santiago del Arrabal aún permanecía semioculta en varias de sus fachadas por viviendas adosadas a ella. Así de sorprendente era el aspecto de la zona cuando se observa la Iglesia desde la Puerta de Bisagra, justo donde hoy se sitúa la parada del autobús:
La propia Puerta de Bisagra, con el hueco practicado de manera absolutamente tosca en la muralla junto a ella para permitir el tránsito de vehículos:
Para finalizar, os dejo una vista general de la ciudad en aquel ya lejano 1945. Espero que os haya gustado este repaso al Toledo de la posguerra y que os sirva, como a mí me ha sucedido, para valorar cada día más el gran avance que la ciudad ha experimentado en las últimas décadas en su conservación y aspecto general. Sigamos entre todos trabajando para que cada día nuestra ciudad luzca mejor, nuestro patrimonio esté lo mejor conservado posible y logremos que las condiciones de vida en el centro histórico sigan mejorando para mantener la esencia de una ciudad viva, que siempre -incluso en los momentos más duros como es una guerra- logró afrontar y superar los desafíos que cada época presenta. Nuestra generación debe estar a la altura para volver a conseguirlo.
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2 comentarios
Gracias por todo el trabajo que hace.
Es muy interesante ver los estragos de la guerra y poder compararlo al estado actual. Muchas gracias por permitirnos ver esto
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