Emmanuel Boudot-Lamotte nació en Paris en 1908. Fue un cultísimo y polifacético personaje: gran viajero, fotógrafo, historiador del arte, ilustrador, editor, traductor y gran amigo de personas clave en la cultura francesa del siglo XX como André Fraigneau. Fue también el editor en jefe de la célebre novelista, ensayista, poeta, dramaturga y traductora belga Marguerite Yourcenar en la editorial Gallimard.
Emmanuel Boudot-Lamotte fue miembro del comité de lectura de Editions Gallimard desde 1931 hasta 1945 donde participó notablemente en la publicación del primer libro de Raymond Queneau titulado Le Chiendent. Tras la II Guerra Mundial comenzó su estrecha relación con Marguerite Yourcenar en el periodo en el que él era director de las ediciones de J. B. Janin. Ambos trabajaron conjuntamente en varios proyectos, incluida una antología de cuentos estadounidenses contemporáneos y una obra recopilatoria de tesoros de arte francés, compilando y comentando obras de pinturas francesas conservadas en museos estadounidenses. La estrecha relación entre ambos se plasmó en multitud de cartas, que recientemente han dado lugar al libro En 1939, l'Amérique commence à Bordeaux: Lettres à Emmanuel Boudot-Lamotte (1938-1980) a partir de las cartas conservadas de Yourcenar a Emmanuel Boudot-Lamotte durante toda su vida.
Pero la faceta que más nos interesa de Boudot-Lamotte es la de fotógrafo autónomo, que le permitió publicar libros de sus fotografías parisinas en 1937 y 1931 o del Monte Sant Michel en 1941, entre otros. Su carácter viajero le llevó con su cámara a Toledo hacia 1950 donde obtuvo geniales fotografías que fueron publicadas sueltas en diversa bibliografía. En los últimos años he logrado recopilar parte de las fotos que tomó Boudot-Lamotte en Toledo y que figuran en diversos libros, y hoy os las ofrezco con la esperanza de que esta entrada pueda ser completada en el futuro con más imágenes según vaya siendo capaz de identificar nuevas imágenes suyas en libros menos conocidos. Comenzaremos por ver esta maravilla de imagen: el Puente de Alcántara fotografiado desde el Paseo del Carmen, con la cuesta de Doce Cantos bajo la perspectiva del fotógrafo. Es una estampa deliciosa, con un Tajo limpio y un gran árbol de sombra en mitad de lo que hoy es la carretera. Un grupo de personas aparece caminando para completar la escena:
El Puente de Alcántara vuelve a ser el protagonista en esta vista en la que aparecen unos pescadores a la orilla del Tajo:
En el otro gran puente medieval, el de San Martín, Emmanuel Boudot-Lamotte descendió hasta el mismísimo nivel del agua para lograr esta vista en la que un cielo precioso con nubes algodonosas completa la escena:
La vista general de la ciudad que Boudot-Lamotte obtuvo hacia 1950 es sensacional pese a ser aún muy patente la destrucción causada por la guerra civil en edificios como el Alcázar:
Fue precisamente desde el Alcázar donde Emmanuel logró una vista hoy imposible de tomar: la vista de la zona de la calle Horno de los Bizcochos y sus alrededores aparece aún con la desaparecida casa del anticuario Justo García Callejo a la que ya dediqué esta otra entrada del blog. La zona está hoy en día absolutamente modificada:
El Hospital de Santa Cruz presentaba hacia 1950 un aspecto un tanto destartalado, con zonas en el piso superior del patio que habían sufrido la perdida de sus balcones y balaustradas probablemente durante la guerra civil:
Para finalizar, probablemente la imagen más bella de todas. Se trata de esta vista del Palacio Arzobispal desde la plaza del Ayuntamiento que nos permite ver una fuente en el centro de la misma que fue muy efímera y que desapareció en la reforma que en 1954 sufrió tanto la plaza como el propio edificio arzobispal, al que se le suprimieron sus dos pequeños torreones en los pisos superiores (aquí vemos uno) así como el revoco de la fachada que pasó tras la reforma a mostrar la piedra y el ladrillo que aquí vemos cubierto con un típico enfoscado:
Emmanuel Boudot-Lamotte nos dejó en el año 1981 pero nos queda su gran legado en forma de fotografías. Son sensacionales sus publicaciones no solo parisinas sino que os recomiendo buscar las imágenes que obtuvo en Grecia, Sicilia, Roma o Dalmacia porque son una absoluta gozada para la vista. Una vez más, es un privilegio para los toledanos poder admirar las fotografías que un fotógrafo de su talla obtuvo en Toledo hace ya más de 70 años.
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