En una reciente entrada ya os hablé del legado toledano del genial fotógrafo Martín Santos Yubero, y en ella os adelantaba que, dado el volumen de imágenes de la ciudad que tomó durante su vida, sería necesario dividir en varias entradas el análisis de su trabajo desarrollado en Toledo.
Si en aquella primera entrega me centré en sus alegres imágenes obtenidas en 1959, hoy vamos a retroceder 23 años en la máquina del tiempo hasta viajar a 1936, en los primeros meses de la Guerra Civil, en los que Santos Yubero fotografió Toledo en momentos bastante más desagradables.
Se trata de casi una treintena de fotografías tomadas en septiembre de 1936, la mayoría entre los días 19 y 22, es decir, en los últimos momentos del asedio tras el estallido de la gran mina del día 18 y la llegada de las tropas franquistas a la ciudad el día 28 de ese mes. El valor de estas fotografías se centra especialmente en su carácter inédito pues, hasta donde yo sé, nunca antes han sido publicadas.
Comenzaremos por ver las estampas más bélicas, que muestran combates en Zocodover (probablemente son posados) así como barricadas junto a la Cuesta de las Armas:
Las inmediaciones del Hospital de Santa Cruz fueron testigo de uno de los múltiples intentos de asalto de las tropas republicanas al baluarte, siempre fallidos. Aquí vemos una foto de grupo con la casa de la Caridad de Lorenzana (entonces Gobierno Militar) ya en ruinas en la Calle Cervantes:
En esta toma se ve el avance de los soldados hacia el Alcázar a la altura de la plaza de Santiago de los Caballeros, junto a la parte trasera de la Posada de la Sangre (destruida esos días) con el Hospital de Santa Cruz al fondo:
En el patio del propio Hospital, Santos Yubero tomó esta estampa, casi idéntica a la obtenida por Vincent Doherty que pongo justo debajo de ella:
Aquí otra toma muy similar:
Las tropas que aquí vemos se sitúan cerca del picadero militar, que aparece al fondo, más o menos donde hoy se levanta la piscina cubierta:
Martín Santos Yubero fotografió a estas dos mujeres con niños en brazos en un patio de una casa toledana:
En esta imagen vemos dos milicianos en la calle Núñez de Arce, justo en su entronque con la subida de las Armas junto al Miradero:
En otro patio de Toledo posó este nutrido grupo de milicianos:
Yubero inmortalizó el aspecto de la ciudad justo el día después del estallido de la gran mina que el ejército republicano hizo estallar bajo el torreón suroeste del Alcázar con el objetivo de acabar con los sitiados, sin conseguirlo. La foto está tomada desde las inmediaciones del Parque del Crucero:
El mismo día 19, Santos Yubero se subió a una azotea de la Calle de las Armas para fotografiar el Alcázar, al que ya solo le quedaba una torre en pie:
Esta fotografía es ya del día 22 y en ella ya no aparece ninguna de las 4 torres en pie pues la última (la sureste) cayó el día anterior, el 21:
Un grupo de fotos fue tomado por Santos Yubero en la calle Núñez de Arce, en la portada del Colegio Medalla Milagrosa y sus inmediaciones. Allí el Comité de Milicias repartía lo que parece ser tabaco a sus tropas:
En la plaza de San Vicente, los milicianos y la población lee los bandos del Comité y la prensa que había sido repartida:
Como habréis visto, en las imágenes aparece la puerta del Convento de las Gaitanas. Pues bien, cerraré la entrada con la curiosa historia (no se sabe hasta qué punto real o puramente propagandística del bando republicano) de las monjas de este convento, que según publicó la Revista Estampa el 3 de octubre de 1936 (justo 4 días después de caer el Alcázar en manos franquistas, aunque lógicamente el reportaje debió redactarse antes), dejaron los hábitos y pasaron a ser colaboradoras de los republicanos:
Con el deseo de que estas imágenes inéditas del conflicto de 1936 en Toledo os hayan resultado de interés, os emplazo a próximas entregas en las que seguiré diseccionando la obra del gran Martín Santos Yubero.
Para saber más: Relatos de la Guerra Civil en Santo Domingo el Real en Toledo, artículo de María Jesús Galán en la Revista Archivo Secreto nº 5 (2011)
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1 comentario
Bueno, más que colaborar, solo trataban de ser amables. En Santo Domingo el Real estuvieron los republicanos vigilando la carretera de Madrid y se alojaron allí. Las monjas los cuidaban a ellos con la comida y hasta bordándoles estrellas y al mismo tiempo ellos las protegían. Una especie de simbiosis.
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