¿Cuándo se convierte una imagen en antigua? ¿Qué edad mínima ha de tener una fotografía para despertar en nosotros ese precioso y agridulce sentimiento que es la nostalgia?
Probablemente ambas sean preguntas sin respuesta, o más bien, con infinidad de respuestas en tanto la nostalgia es algo absolutamente subjetivo.
Vamos a hacer un ejercicio práctico para ver si, de manera más o menos unánime, treinta y cinco años son suficientes para que opinemos que unas fotografías son capaces de hacer sentirnos nostálgicos.
Y es que hoy tenemos la suerte de poder ver un puñado, pequeño pero selecto, de fotografías tomadas por el fotógrafo holandés Eddy Allart en Toledo en 1981 que amablemente me ha cedido el propio autor (mil gracias, tocayo) para que las disfrutemos juntos.
Hace treinta y cinco años Toledo era una ciudad muy diferente de la que hoy habitamos. Se trataba de una ciudad que, como toda España, vivía con intensidad la transición hacia la estabilidad democrática. Sin ir más lejos, las fotos parecen estar hechas en primavera, por lo que debía estar muy reciente el recuerdo del intento de golpe de Estado del 23 de febrero de aquel año. Por aquel entonces, el éxodo de la población a barrios más modernos comenzaba a ser una realidad, pero que contaba aún con un centro histórico con una gran cantidad de establecimientos destinados a abastecer a sus habitantes. A ello ayudaba la distribución habitual del comercio en aquella España en la que todavía no existían grandes supermercados ni centros comerciales. Una de aquellas tiendecitas de barrio era la situada en la calle de los Tintes, establecida bajo la marca Spar nada menos que en la célebre casa de la Galera de la que os hablé en esta entrada, muy cerca de la vivienda que fuera residencia toledana de Miguel de Cervantes. La casa es denominada así por su curiosa forma estrecha a modo de barco o galera:
Este era el aspecto de la misma casa en 1879, más de un siglo antes de la imagen que hoy os traigo:
En la actualidad, por desgracia, la casa está en venta y sin uso (click aquí para ver su estado).
Eddy Allart fotografió la vida cotidiana de las colegialas de algún centro educativo, tal vez las Terciarias, a la salida del Colegio. Aquí vemos a un par de ellas en la calle Sixto Ramón Parro junto al restaurante los Cuatro Tiempos en el acceso del callejón del Locum:
Muy cerca de allí, la confluencia de la bajada del Barco con la calle Cardenal Cisneros, donde el tráfico rodado empezaba a hacer de las suyas, poniendo a prueba la atención de las abuelas encargadas de la chiquillería:
El Paseo del Miradero ya había sido vaciado para albergar en su interior las galerías comerciales que tuvieron algunos años de pujanza, coincidentes probablemente con esta época. Arriba, en el paseo, los mayores seguían con la ancestral costumbre de mirar el amplio paisaje dando así el mayor sentido del mundo a la denominación del paseo. Al fondo aparece el estadio Salto del Caballo, que por entonces solo contaba con 8 años de edad:
Eddy Allart capturó en el mismo lugar en dos imágenes correlativas a esta pareja de hombres, uno de los cuales se había girado entre toma y toma:
Otra preciosa estampa que Allart nos dejó en su visita de 1981 es ésta en la que vemos las cocheras situadas al comienzo del barrio de las Covachuelas, muy cerca del hospital Tavera. Una imagen llena de fuerza y de esa extraña belleza que tienen los vehículos antiguos:
Eddy debió llegar a Toledo en tren, y así debió también marcharse. En nuestra preciosa estación tuvo la suerte de obtener dos sensacionales fotografías. La primera de ellas nos muestra el andén, con un tren bastante menos aerodinámico que los modernos AVE que hoy disfrutamos. Al fondo aparece la Puerta de Bisagra y el Arrabal:
Para finalizar, la segunda imagen de Allart en la estación, es un perfecto resumen y ejemplo de ese poder que tiene la fotografía para despertar en nosotros el sentimiento de nostalgia, mitad alegría por rememorar tiempos pasados, mitad vértigo por recordarnos con qué tremenda rapidez el tiempo pasa ante nosotros escapándose como arena entre nuestros dedos:
Esperando que os hayan gustado estas fotografías de Eddy Allart, aprovecho para desearos de corazón un 2017 lleno de alegrías e ilusiones.
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2 comentarios
Magníficas fotografías cargadas, efectivamente, de nostalgia ! Qué suerte contar con ellas para el archivo de la ciudad.
Es maravilloso ver como era antes y como algunas cosas, de alguna forma, se conservan.
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