Considerado uno de los mejores fotógrafos etnográficos de la historia de España, Arturo Cerdá y Rico nació el 11 de octubre de 1844 en Monóvar (Alicante) y falleció el 15 de febrero de 1921 en Cabra del Santo Cristo (Jaén). De profesión fue médico aunque ha pasado a la posteridad por su faceta como fotógrafo, dejando un legado de unas dos mil fotografías estereoscópicas de gran belleza y valor documental.
Se graduó en Medicina en 1868 y con motivo de su matrimonio en 1871 se trasladó a vivir a la localidad jiennense de Cabra del Santo Cristo, donde ejerció su profesión. Allí compatibilizó su trabajo con la fotografía, edificando en 1900 una casa de estilo modernista diseñada para desarrollar su gran afición. Esta original vivienda contaba con un patio interior con suelo de cristal y con un laboratorio con tres ventanas. Cada ventana tenía un cristal de color diferente: uno verde, otro rojo y otro blanco, lo que permitía a Cerdá revelar con luz natural siguiendo diferentes técnicas. Dominó la fotografía autocroma y especialmente la estereoscópica. Experto en etnografía, fotografiaba a campesinos, trabajadores y escenas de la vida cotidiana tanto de la zona donde residía como en sus viajes por toda España. Su estilo es en ocasiones contrapuesto debido a sus múltiples influencias, yendo desde el pictorialismo, hasta la fotografía directa pasando por el reportaje gráfico. Sus fotografías fueron premiadas en importantes exposiciones internacionales, obteniendo galardones como el primer premio en la exposición de Madrid en 1903 y 1908, el primer premio en Valencia en 1906 o un premio en Londres en 1909. También publicó imágenes en revistas tan importantes como Graphos Ilustrado, Photos o La Fotografía Ilustrada. Su legado se conserva en el Instituto de Estudios Giennenses de la Diputación de Jaén y está siendo recuperado y catalogado gracias al empeño de su bisnieto Julio A. Cerdá, a quien agradezco su ayuda para la obtención de estas fotografías. También agradezco la ayuda desinteresada de la investigadora Ana Real Duro.
Arturo Cerdá visitó Toledo hacia 1910, dejando como recuerdo gráfico un reportaje que mezcló su faceta etnográfica con la de buen fotógrafo de arte y monumentos. Mi preferida, que tuve la suerte de poder incluir en el segundo volumen del libro Toledo Olvidado, es esta que nos muestra a un cura cruzando el Puente de San Martín subido en su borrico:
Pienso que es el mismo cura que aparece en esta foto de la colección Luis Alba junto a la Venta del Alma, por lo que pienso que, dado que parece que este era un recorrido habitual del sacerdote, podría tratarse del párroco de alguno de los pueblos monteños cercanos a Toledo como Layos, Argés, Cobisa o Guadamur:
Es preciosa también esta vista de la zona denominada Vistillas de San Agustín, cerca del actual Instituto Sefarad. Al fondo se ve San Juan de los Reyes:
Sensacional es esta vista de la Puerta del Sol tomada probablemente desde uno de los conventos de la zona norte de la ciudad o sus inmediaciones:
Aquí vemos una buena toma de la Escuela de Artes en sus primeros años de vida, pues fue inaugurada en 1902:
Cerdá se adentró en la Catedral, donde fotografió su interior y también la imagen de la Virgen del Sagrario:
Cerdá visitó la ciudad en varias ocasiones, como lo demuestra esta otra impresionante fotografía que puede considerarse una de las más bellas vistas de Toledo cubierta de nieve:
Esperando que esta entrada os haya gustado, vuelvo a agradecer a Julio, bisnieto del fotógrafo, y a la investigadora Ana Real, su colaboración para poder mostraros esta breve pero intensa serie de fotografías.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios
Magníficas fotos. Muchas gracias por las interesantes fotografías que nos proporcionas, y que nos ayudan a comprender un poco mejor la evolución de este Toledo en el que vivimos.
¿HABEIS VISTO EL ESCUDO DE LA PUERTA DE LA ESCUELA DE ARTES Y OFICIOS (FOTO DE 1910)? CONQUE ¿FRANQUISTA EH?.HEMOS RENUNCIADO A NUESTROS ANCESTROS POR UNA PANDA DE INDOCUMENTADOS.
Publicar un comentario