¿Cuánto talento cabe en 145 centímetros de estatura? Esta es la pregunta con la que hoy comienzo esta entrada dedicada a una fotógrafa y mujer excepcional: la alemana Erika Groth-Schmachtenberger. Como podréis comprobar con vuestros propios ojos, la respuesta a la pregunta es evidente. El talento no guarda ningún tipo de relación con el tamaño físico de las personas, y así lo puso de manifiesto la pequeña gran Erika a lo largo de toda una vida dedicada a la fotografía.
Nacida en 1906 en la ciudad bávara de Frisinga (Freising en alemán), se trasladó con su familia cuando contaba tan solo un año de edad a Wuzburgo.
Fue a la edad de 14 años, en 1920, cuando Erika se sintió atraída por la fotografía, de la mano de su padre -fotógrafo aficionado- que poseía una cámara estenopeica Agfa Box Tengor. Fue tal en entusiasmo de la joven por la fotografía, que tras un fugaz paso por un empleo bancario decidió convertirse en fotógrafa profesional, fundando en 1928 su propio estudio llamado "Fotohaus Erika" en Tanneheim. Siguió formándose como fotógrafa en Múnich y mudó su negocio a Schwabing como estudio para retratos. Las dificultades económicas, sin embargo, hacen que en 1932 decida dedicarse a ser fotógrafa de prensa, trabajando desde entonces para varias publicaciones de Múnich entre las que destacó "Münchner Illustrierte" que le permitió viajar por multitud de países como reportera. De este modo retrató Nueva York y se dio a conocer como una fenomenal fotógrafa etnográfica en trabajos en Hungría, Austria, Rumanía, Italia, Alemania, Francia o España. Era una apasionada de la fotografía del mundo rural y de los campesinos y artesanos de estas zonas. Desde 1942 trabajó para la compañía cinematográfica TOBIS. Durante la II Guerra Mundial tuvo que mudarse en varias ocasiones de lugar de residencia y su archivo corrió el riesgo de perderse. Finalizada la contienda, Erika destacó especialmente por sus impactantes fotografías sobre la destrucción y reconstrucción de muchas ciudades alemanas, constituyendo este trabajo una obra de valor documental incalculable y que técnica y artísticamente roza la perfección. En 1948 se casa con el ingeniero Hans Groth y vuelve a trabajar para grandes editoriales y publicaciones viajando por toda Europa. En 1974 la pareja se muda a Murnau donde Erika sigue trabajando como fotógrafa hasta 1982. En 1987 recibió el Premio de la Orden del Mérito de Primera Clase del gobierno federal alemán por su impresionante trayectoria. Tras el fallecimiento de su marido en 1989, regresa a Wuzburgo, ciudad en la que fallece el 13 de marzo de 1992. Su impresionante legado fotográfico de unos 300.000 negativos está hoy repartido en distintos archivos como la Biblioteca de la Universidad de Augsburgo, la Casa de la Historia de Baviera, el Museo Nacional de Baviera, el Instituto de Etnología Comparada, la Universidad de Múnich, el Bildarchiv Foto Marburg o el archivo de imágenes del Patrimonio Cultural Prusiano.
Erika Groth-Schmachtenberger viajó a España en 1952, y en su periplo por nuestro país realizó un extenso reportaje de la ciudad de Toledo. La calidad de las fotografías que tomó en nuestra ciudad es verdaderamente impresionante y demuestran que estamos ante una de las mejores fotógrafas europeas del siglo XX como así es calificada en la numerosa bibliografía que la cita. De la mano de la Biblioteca de la Universidad de Augsburgo y del Bildarchiv Foto Marburg (derechos de copyright reservados, propiedad de estas instituciones) os ofrezco hoy una selección de sus mejores fotografías toledanas. Sin duda sus fotografías os harán disfrutar mucho.
Comenzaré por ofreceros un par de imágenes de una belleza descomunal, y que demuestran no solo el talento de Erika Groth-Schmachtenberger sino su sensibilidad social desde la perspectiva de una mujer fotógrafa. Se trata de este grupo de mujeres que carga la colada desde el río hasta sus casas subiendo primero por la cuesta de Doce Cantos y más adelante cerca de la Iglesia de San Miguel. Hay que recordar que si bien la llegada del agua corriente a Toledo data de 1948, en 1952 aún muchas casas no disponían de este suministro. Por suerte el Tajo era todavía un río limpio y la ropa aún podía lavarse en sus aguas:
Otra fotografía formidable de Erika Groth-Schmachtenberger es esta vista de la terraza del café Suizo de Zocodover:
Erika inmortalizó la vida cotidiana de Toledo en varias fotografías llenas de vida a través de algunas de las calles más concurridas:
Esta toma la realizó desde el interior de una estancia, probablemente el Hotel Carlos V:
Son muy bellas las vistas del Puente de Alcántara:
El Palacio de los duques de Maqueda:
En esta vista de la Antequeruela-Covachuelas aún se ve el desaparecido edificio de la Escuela Normal de Magisterio en el actual Paseo de Sisebuto, junto a la Vega y a Tavera:
Mirad qué bello reportaje de San Juan de los Reyes:
¿Habíais pensado alguna vez qué bar precedió al legendario Ludeña? Aquí tenéis la respuesta: el bar Tropical. Una foto deliciosa:
Otra vista del Corral de Don Diego:
Estas son tomas de la Catedral:
La Iglesia del Salvador, aún con su placa en honor de Rojas Zorrilla en la torre:
La Sinagoga del Tránsito, y en ella un cartel con el nombre de "Plaza del Greco". Me pregunto, ¿sigue el nomenclátor actual municipal denominando este espacio así? Si así fuera, ¿no es hora de reponer esa placa?:
El Museo del Greco está bien representado:
Aquí vemos el Hospital de Santa Cruz:
El Alcázar aún era una inmensa ruina:
Sin embargo sí estaba restaurado ya en 1952 el Castillo de San Servando:
Esta es una preciosa vista de Santiago del Arrabal:
Aquí tenemos las Torres de la Reina:
La Plaza y la Torre de Santo Tomé:
Y hasta aquí llega este sensacional reportaje de una de las fotógrafas más grandes del siglo XX. Os aseguro que poder ofrecéroslo ha sido para mí una de las alegrías más grandes de los últimos tiempos, pues es una de mis fotógrafas más admiradas. Os recomiendo rastrear la red en busca de su obra etnográfica y de la reconstrucción de Alemania tras la guerra, pues es una auténtica gozada para la vista.
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4 comentarios
Magnífica entrada, con una gran calidad fotográfica. Las fotos de la mujeres subiendo Doce Cantos y San Miguel con la ropa limpia no tienen desperdicio. ¡Qué bien que esta mujer se decidiera a hacer fotos de Toledo justo el año que yo nací!. He tardado unos años en verlas gracias a que tú nos las has traído ya reveladas y todo. Muchas gracias.
Enhorabuena! Trabajo magnífico que los toledanos te agradecemos enormemente.
Una entrada impresionante Eduardo, qué gran trabajo. He disfrutado muchísimo contemplando el trabajo de esta magnífica fotógrafa. Me ha llamado muchísimo la atención, aparte de sus potentísimos encuadres... lo bien que ha resuelto las condiciones de luz que tenía, alucinantes contraluces y perfectas exposiciones, unas fotos para estudiar y disfrutar.
Como sólo soy un aficionado a este blog, diré que me parecen esplendidas las del Claustro de San Juan de los Reyes.
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