La que hoy puede ser considerada principal avenida de Toledo se sitúa sobre el trazado de una antigua vía pecuaria donde confluían varios caminos más procedentes del oeste castellano. Situada en la Vega Baja del Tajo, en los comienzos de la era fotográfica presentaba un aspecto carente de vegetación salvo en los márgenes de los caminos en los que desde tiempos de Carlos III se habían plantado olmos negrillos (Ulmus minor) y también moreras. Allí descansaban grandes rebaños de ovejas y sus pastores:
Era un camino de tierra que servía también como paseo, siendo habitual que muchos toledanos bajasen hasta el cementerio -que se situaba en los terrenos del actual barrio de Palomarejos- en las tardes en las que acompañaba el tiempo. No hay que olvidar que por entonces no se podía dar el paseo más popular hoy -la vuelta al Valle- pues hasta los años 30 no se ejecutó ni el Puente de la Degollada ni la carretera del Valle. Tal vez la fotografía más representativa de la actual Avenida en una tarde de Paseo la tomó mi abuelo Eduardo Butragueño Bueno hacia 1930. En ella aparecen de izquierda a derecha mi tía abuela Pepita, su amiga Luisa Lahera y mi bisabuela:
Tras la guerra civil cambia por completo la historia de estos terrenos. La Dirección General de Regiones Devastadas decide construir aquí los primeros bloques de viviendas de la ciudad, dando comienzo a la expansión de Toledo extramuros de la vieja muralla. Es el comienzo de un proceso de profundo cambio para la vieja capital castellana: el centro histórico -desterremos la nefasta denominación de cajco, por favor- comenzó a despoblarse y surgieron nuevas barriadas en muchas ocasiones sin conexión lógica entre ellas dando lugar a la irracional sucesión de islas que hoy configuran la ciudad. Un modelo muy costoso de mantener, difícil de gestionar y que descohesiona no solo geográfica sino también socialmente a Toledo. La actual crisis se presenta como una excepcional oportunidad para acabar con este modelo, pero para ello sería necesario derogar el actual Plan de Ordenación Municipal que incomprensiblemente -o tal vez no- ahondaba este problema contemplando nuevas barriadas periféricas. Es el momento de conectar y compactar frente a dispersar. Es el momento de rehabilitar frente a construir. Es el momento de repoblar frente a despoblar.
Las viviendas fueron diseñadas por el arquitecto Arístides Fernández Vallespín (aprovecho para dar fe de la errata del libro Toledo Olvidado 2 donde las atribuyo a su hermano el también arquitecto Ricardo Fernández Vallespín) en un estilo que intentaba combinar la funcionalidad con la sobria monumentalidad tan típica de la arquitectura de los primeros años del franquismo. También intervinieron los arquitectos Eduardo Lagarde, Francisco Moreno y Esteban Riera. El primer bloque en ser construido fue el que hoy se sitúa en tercer lugar según se desciende y fue finalizado hacia 1944:
Aquí vemos diversas fotografías de las sucesivas fases que fueron dando forma a la desde entonces denominada como Avenida de la Reconquista:
En los años 60 se trataba ya de un barrio prácticamente consolidado. Su vida cotidiana fue magistralmente inmortalizada por John Fyfe, que durante un tiempo se alojó en uno de los bloques:
En los 70 y 80 se desarrolló junto a la avenida el Barrio de Santa Teresa. Es sorprendente ver las imágenes de la zona en esta época:
Esta entrada es especial para mí pues me crié en este entorno y algunos de mis mejores recuerdos estarán siempre ligados a este barrio. Me gustaría dedicarla a todos los componentes de un recién creado grupo de facebook llamado "Los Bloques de la Avenida de la Reconquista" que os animo a conocer en este enlace.
Para saber más:
- Orígenes de un mal modelo, por Adolfo de Mingo Lorente en el diario la Tribuna (16-12-2013)
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15 comentarios
Genial artículo Edu! Como siempre...Increible ver la evolución del barrio!
Muy interesante el artículo, no soy toledana, pero durante un tiempo viví en la Avenida de la Reconquista. Pero no entiendo por qué no te gusta la acepción de "cajco". Casco antiguo es un término que se utiliza en muchas ciudades y es totalmente equivalente a centro histórico.
Es que en Toledo, lo que ahora muchos llaman casco (cajco) siempre se denominó (y aún es habitual oírlo) simplemente Toledo. Un toledano siempre entenderá que aunque todos los barrios sean evidentemente Toledo, la expresión "subir a Toledo" significa ir al centro histórico. Porque ese centro, esa ciudad histórica es y será la razón de ser de la ciudad y nuestro principal orgullo. El alma de de la ciudad. Degradarla a una expresión tan malsonante como cajco es sencillamente humillante para lo que fuera la capital de un imperio.
Es cierto, yo actualmente vivo en madrid, pero me he criado y he vivido muchos años en el centro histórico y cuando le digo a alguien de Madrid que la casa de mis padres está en el casco no suelen entenderlo, así que he optado por decir siempre que viven en el centro. Aun más, con conocidos o amigos que son de fuera del centro histórico siempre que quedamos en el centro hablamos de "subir a Toledo"
Precioso Artículo Eduardo, admirable como siempre el estudio que haces del tema a tratar.
Veo que la estatua del Rey Carolo ha desaparecido.
Me ha encantado conocer más, y de esta manera tan especial mi barrio. La colección de fotografías es absolutamente maravillosa.Enhorabuena !!!
Fantásticas fotos!! Buena parte de mi infancia la pasé en el barrio de Sta. Teresa, cuando el silencio de sus calles dejaba oir el sonido de la feria en la Vega durante las noches de agosto.
Allí vivieron mis abuelos. Íbamos a visitarlos (vivo en Cádiz) todas las navidades. Anda que no he corrido nada yo por los patios de ese edificio perseguido por un perrito endiablado, blanco y negro, que se llamaba Coco...
De la Avenida de la Reconquista quiero recuperar algunos recuerdos que pertenecen a esa edad de nuestra lejana juventud en la que, traspasada la Puerta de Bisagra, todo era “salir de Toledo”, incluido el paseo invernal por la “Carretera de Ávila” y hasta las propias salidas al Paseo de la Vega, (al que nunca nos acostumbramos los toledanos a llamar “Merchán”), o al Campo Escolar, que es como la cuarta parte verde y arqueológica de la Avenida.
El primero de esos recuerdos, aunque no sabría precisar exactamente su emplazamiento, era un local dedicado al negocio de alquiler de bicicletas. Debían ser aquellos años en los que la euforia colectiva por las hazañas ciclistas de Fede era pareja a las dificultades económicas para comprar el preciado armatoste.
Ya, en la propia Cuesta de las Armas –tampoco la denominación de Venancio González tuvo mucho éxito en el lenguaje popular, lo que demuestra lo efímero y artificial de las glorias políticas– otro establecimiento se dedicó durante un cierto tiempo a esa misma actividad. Era el comercio del señor Moisés Alonso, ante cuyo escaparate, enamorados de las marcas BH y Orbea, los ojos nos hacían chiribitas, porque ya “tenían cambio” y.. ¡el manillar era de carrera!, no de paseo como el de las chicas. ¡Éramos tan machistas!
Aunque no hace mucho, ya ha desaparecido también la tiendecita de barrio de la señora Marina, siempre dispuesta, junto con sus hijos, a atender con solicitud a la clientela del vecindario.
En uno de los bloques con soportales, nunca amenazado de alopecia me dejé bastantes kilos de mi cabellera en la peluquería del señor Jesús, que con su pelo canoso, su sonrisa siempre amable y su bigotito bien recortado, (¡sólo faltaba!), no sé por qué me recordaba la imagen de algún otoñal galán cinematográfico de los cincuenta.
En los mismos soportales, no poca avería nicotínica para mis bronquios fue adquirida en el estanco de la señora Margarita. Su hija, que durante un tiempo también ocupó el mostrador de la expendeduría, muy buena heredera de la cordialidad de su madre y siempre atenta a todo lo toledano, es habitual asistente a toda clase de actos culturales de la ciudad.
Unas puertas más abajo tenía su domicilio familiar doña Dolores Cirujano. Ella, cordialísima persona y gran señora, junto con su marido don Juan Calvo, ha dejado en nosotros tan grato recuerdo como la amistad que todavía perdura con sus hijos.
En el local que actualmente ocupa la Relojería Venecia, regentaba su tienda de comestibles el señor Corral. No llegué a conocerle, pero para apreciarle me basta con saber que su hijo Justo debe tener al menos su misma laboriosidad y condición de excelente persona. Y tengo motivos muy personales y directos para afirmarlo. ¿Verdad que sí, Ana?
Dejo algún otro recuerdo para el comentario siguiente
La desaparición del Restaurante Trocadero ha tenido para “la Reconquista”, salvando todas las distancias, un efecto tan demoledor sobre el paso del tiempo como el Café Español para Zocodover. Dos ejemplos del “tempus fugit” que todo lo devora.
La fotografía de John Fyfe de este restaurante, con sus macetones de palmeras entre las columnas apareadas del soportal, (arquitectos previsores los ha habido siempre), las mesas de la terraza con sus cuidados manteles en espera de los comensales, el toldo con la rotulación del establecimiento bien visible, son una vez más, de la mano de este genial fotógrafo, una preciosa justificación gráfica de que toda nostalgia puede acabar teniendo su exacta imagen. Por lo demás, el predominio blanquirrojo de toda la escena, ya de posible visualización por la fotografía en color, debería ser atractivo irresistible para toda la clientela del restaurante de filiación “colchonera”.
Pero El Trocadero ha tenido la suerte de encontrar, en la misma acera de la Avenida y a muy pocos metros un extraordinario sustituto. Es la cafetería-restaurante que lleva el propio nombre de la calle, cambiado por otro inicial, Salagem, cuyo motivo desconozco y que todavía es referencia del establecimiento. Hoy, la Cafetería-Restaurante Reconquista puede presumir de tener una magnífica cocina de la que habría destacar unos pinchos de tortilla casi excelsos. Los desayunos y el aperitivo en la terraza veraniega son algo imprescindible si se callejea “fuera de Toledo”.
Pero hay algo mucho más valioso en este clásico establecimiento: es la amabilidad de su jefe, Pepe, la cordialidad y atención profesional de sus hijos y de sus camareros, Iván, Jose, Pablo. ..Y, sobre todo, que debe ser uno de los pocos establecimientos, (autoridades y organismos oficiales incluidos), donde no te llaman caballero. O te llaman por tu nombre, (con o sin don, da igual, es lo de menos), o te llaman señor. Lo cual, dentro del caballerismo que nos invade, ya es un punto. ¡Qué cansinos con lo de caballero!
Ni qué decir tiene que, durante un tiempo, a cierta parte de la progresía de la ciudad, la Avenida de la Reconquista le parecía una calle de fachas, ocupada en su mayoría, sobre todo en los bloques de primera construcción, por militares franquistas, (en el supuesto de que hubiera otros en aquellos primeros años). Recuerdo como anécdota que al pasar por uno de esos bloques una de las pocas manifestaciones contra el trasvase, en dirección hacia La Vega, una buena parte de los componentes que iban en su cabecera, dirigiendo su mirada y gestos, nada benévolos, hacia quienes estaban asomados a balcones o ventanas de esas viviendas, cambiaron, de forma bastante ilustrativa, cualquier eslogan de defensa del Tajo o el clásico de “no nos mires, únete” por el de “no nos mires, ugeté”. Todo un detalle para apoyar una causa unitaria de todo el pueblo de Toledo. De todo. ¡En fin, así andamos todavía!
La realidad es que si hay calles del Toledo intramuros, (Santo Tomé, Hombre de Palo, Alfileritos, Tornerías…), sobre las que es imposible construir nada de la historia de la ciudad sin mencionarlas, la Avenida de la Reconquista es lugar imprescindible de esa otra historia, (otra o…la misma, ¡qué más da!), del Toledo extramuros que se empieza a construir en esa frontera del espacio que son las murallas del recinto histórico y la otra frontera del tiempo que es, con sus luces y sus sombras, el final de nuestra guerra civil.
Pues para mi representa la larga caminata diaria , desde Santo Tomé a la entonces llamada "Escuela Normal de Magisterio".
Me hice adicta a tus relatos el pasado verano, muchas gracias por tu esfuerzo e ilusión.
Alfonsa.
Ricardo Sánchez Candelas dijo...
El primero de esos recuerdos, aunque no sabría precisar exactamente su emplazamiento, era un local dedicado al negocio de alquiler de bicicletas....
Estaba en el segundo bloque y sus dueños se llamaban Pedroche.
Tambien estaba la tienda de "ultramarinos" Corral ,la tienda nueva y la antigua que era una tienda verduleria y un poco mas llamada "tienda de Marina".
Existia la farmacia de "Sanchez de Rivera" y frente a los bloques un estupendo "parque escolar" lleno de flores, de Lilas, de pinos y hasta de un nogal, el guarda lo cuidaba con mimo y los crios robaban de cuando en cuando flores para regalarselas a su abuela.
Ese parque en la actualidad es una cochambre.
En la puerta del 2º Bloque se ponia el pipero con su carrillo, que vendia cigarrillos de anis a granel, pipas que media en un barrilito minusculo y que costaban una perra chica o una perra gorda, caramelos Sacis o Sazis y chuches de la epoca.
Al lado del Bloque 5º, en el lateral se ponia un carro con un asno que vendia frutas y verduras a granes, el borrico siempre con un saco de comida en la boca y las mujeres revoloteando alrededor para comprar fruta fresca.
Justo al terminar el colegio de las Carmelitas y antes de que empezara la huerta del Tio Neto construyeron, como gran novedad un quiosquillo de chuches, quedaba frente al bloque penultimo y toda la zona bullia de joven alegria, habia niños a montones, hijos de los militares que vivian en dichos bloques.
Y entre todo este mundo, el perro Boxer de "La alemana" la dueña del Trocadero
Era otra calle, otras gentes y otra actitud ante la vida
Amigo Geppetto:
¡Qué exhibición de memoria! Nos has dejado asombrados con ese repaso admirable a toda la vida de la Reconquista de aquellos años que ya nos parecen tan lejanos, Es necesario haber vivido muy intensamente un barrio y haber amado mucho a una ciudad para mantener de ella recuerdos tan vivos y reales. Con muchos comentarios como el tuyo, el blog tendría que empezar a plantearse cambiar de nombre, y de llamarse Toledo Olvidado tendría que empezar a llamarse Toledo Recordado.
Muchas gracias por ese alarde de memoria toledana.
Alguno os acordáis de muebles Entrevegas. Estaba donde están hoy las ópticas y la frutería de los Moros. Como se llamaba el dueño? El local era enorme
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