La entrada de hoy va a ser realmente especial. Tal vez la que más emoción me haya producido publicar en los cinco años de andadura de este blog. Como veréis, no es ni más ni menos que la constatación de que este mundo, pese a todo, sigue estando poblado por personas maravillosas. Personas ejemplares, con una historia detrás de enorme sufrimiento al que supieron sobreponerse superando dificultades que son casi inconcebibles. Son personas lamentablemente desconocidas para la mayoría, pero que en realidad son las que mueven el mundo y las que hacen que vivir merezca indudablemente la pena.
Todo comenzó en el mes de mayo del año pasado, cuando me topé por casualidad con un libro publicado en Berlín en 1907, titulado Die Kunst in der Photographie (El Arte en la Fotografía, en alemán). Se trata de la undécima edición de una especie de anuario fotográfico que el prestigioso editor Franz Goerke publicaba con el fin de reivindicar la fotografía como una más de las artes pictóricas, a la altura de la pintura o el grabado. En este libro (que en este enlace podéis ver al completo) aparecía una rara foto tomada en Toledo mediante la técnica del fotograbado o autotipo, firmada por un para mí desconocido Dr. J. Rothberger y titulada Motiv aus Toledo.
La toma, preciosa, mostraba la Puerta de Valmardón pudiéndose ver aún a la derecha el muro de la casa del santero que todavía ocultaba la fachada de la Mezquita del Cristo de la Luz (cuya inscripción cúfica había sido descubierta en 1899). La fotografía debió ser tomada hacia 1906.
Intrigado por el autor de la fotografía, indagué sobre su identidad y poco a poco comencé a descubrir una la biografía de una persona fascinante...con un final dramático.
El Doctor Carl Julius Rothberger nació en Viena en octubre de 1871 en el seno de una familia judía. Fue el único hermano que no se dedicó a los negocios de la familia sino que entregó su vida a la medicina, obteniendo el título de doctor general en 1897. Desarrolló la mayor parte de su carrera en el Institut für Pathophysiologie und Allergieforschung (Instituto de Patologías General y Experimental). Destacó sobremanera en la rama de la cardiología, realizando hallazgos que fueron esenciales para el perfeccionamiento del electrocardiograma. Sin embargo, pese a la importancia de sus descubrimientos científicos, el hecho de ser judío y su casi absoluta sordera le hizo tener grandes dificultades a la hora de ser un médico con el debido reconocimiento académico.
Se casó con Leopoldine Wohlfarth en noviembre de 1923, matrimonio del cual nació una única hija -Bertha- en 1928. Leopoldine era de raza aria, por lo que este matrimonio mixto consiguió mantener inicialmente a Rothberger libre de una mayor persecución por parte de los nazis. A partir de la anexión de Austria a la Alemania nazi en 1938, su situación fue haciéndose más difícil, siendo arrestado el 23 de marzo de 1938. Fue pronto liberado gracias a la intermediación del decano Eduard Pernkopf. Como parte judía del matrimonio mixto, tanto él como su hija -y también su mujer-, sufrieron muchas discriminaciones: sus bienes fueron incautados, tuvieron que añadir el nombre de Sara o Israel a sus nombres de pila como estigma que les identificase y se vieron obligados a pagar una tasa de expiación por el hecho de ser judíos. Se le negó a su hija el derecho a acudir a la escuela. Mantuvieron a duras penas su apartamento en el centro de la ciudad en Augustinerstrasse, en el célebre edificio Philipphof.
El 12 de marzo de 1945, su hija Bertha había acudido a clases clandestinas con unas monjas que les encubrían -los niños entraban cada día por puertas distintas en horarios diferentes-. Sus padres, el Doctor Rothberger y Leopoldine, permanecieron en casa. Aquel día tuvo lugar el más intenso bombardeo aliado sobre la ciudad. El centro de Viena quedó arrasado y el matrimonio Rothberger falleció como consecuencia del bombardeo junto a más de 300 personas. Al salir de clase, Bertha -con tan solo 17 años- comprendió que se había quedado completamente sola en la vida.
Pudo huir de Austria gracias a un familiar y finalmente llegó a Estados Unidos. Allí comenzó una nueva vida, conoció a su marido y formó una familia.
Lleva años luchando por dignificar y restituir la figura de su padre y por la devolución por parte del Estado Austriaco de las pertenencias incautadas a su familia. En los últimos años, el admirable empeño de Bertha ha conseguido que se celebren varios actos públicos de restitución de estos bienes con presencia de autoridades austriacas.
Al conocer esta historia intenté contactar con ella para informarle del hallazgo de la foto que su padre hizo en Toledo hacia 1906. Por intermediación del Center for Jewish History pude escribirla. Le expliqué cómo había dado con ella y le hablé del especial significado que Toledo tiene para la comunidad judía en todo el mundo.
Para mi infinita sorpresa y alegría, Bertha no solo me respondió sino que decidió venir a Toledo a conocerme y a visitar la ciudad que su padre había fotografiado 106 años antes. Finalmente, en noviembre de 2012 llegó acompañada de su hija Anne y pude tener el honor de pasar unas horas con ellas comiendo y recorriendo la ciudad.
Es difícil de explicar con palabras lo que sentí al conocer a una persona con semejante historia detrás. Hablar con ella, verla contemplando la ciudad desde el Valle, mirarla a los ojos, tocarla, fue para mí una experiencia inolvidable. Bertha Gutmann es la encarnación de la ilusión por vivir y por luchar, es el ejemplo vivo de que siempre merece la pena mirar al futuro con esperanza.
Y todo gracias a una foto olvidada que un día por casualidad se presentó ante mis ojos. Sin duda Carl Julius Rothberger, allá donde esté, se alegrará de ver cómo aquella imagen que tomó en 1906 ha sido el motor que ha llevado a su propia hija al mismo lugar, y en el que su nieta Anne ha reproducido la estampa:
Sirva pues esta entrada como tributo a Carl Julius Rothberger y su hija. Su coraje, sus ganas de vivir y su actitud ante la vida son un ejemplo que debe hacer replantearnos nuestra reacción ante cualquier problema o situación difícil que la vida nos pueda deparar. Gracias por todo Bertha, nunca te olvidaré.
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13 comentarios
La entrada más emocionante que he leído, Edu. Preciosa historia que te llevas para siempre. Gracias por compartirla. Mimi.
Que historia tan bonita. Estas haciendo una labor estupenda. Gente como tu hace que este mundo sea un poquito mejor.da gusto leer cosas tan interesantes.si tengo que elegir entre la información que nos ofrecen en los medios de comunicación y tu blog, sin duda me quedo con la segunda opción.
Eduardo, solamente: muchas gracias por este nuevo regalo; un abrazo fuerte.
Una historia muy bonita
Una historia conmovedora que tu trabajo y la fotografía nos ha servido en bandeja. Muchas gracias.
Nos emocionamos contigo, Eduardo, y con Bertha. ¡Ojalá pudiéramos darte las gracias como mereces!
Muy interesante. Llevo un año un año leyéndote. Toledo ahora siempre es recordado.
Simplemente genial. Guarda esa fotografía, porque su valor es incalculable.
Una historia preciosa y entrañable.
Una historia preciosa acorde a la gran labor que estás haciendo con el Blog, enhorabuena de nuevo Edu
Thank you for such a moving story, Eduardo.
Increíble la historia que cuentas...
Que bonita historia, desgraciadamente hay muchas como esa.
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