La fotografía histórica tiene muchas aplicaciones maravillosas, pero tal vez la más bella es la reconstrucción visual del aspecto en el pasado de lugares que hoy conocemos con una imagen muy diferente. Y si de paso ello nos ayuda a comprender mejor pasajes de fascinantes novelas escritas en Toledo, entonces la fotografía parece cobrar la vida de la mano de la literatura.
Este es el caso de una calle de Toledo, muy céntrica, pero absolutamente desfigurada hoy en día con respecto al aspecto que presentaba en los siglos pasados. Se trata de la durante siglos denominada Cuesta de la Portería de la Trinidad, callejuela entonces estrecha y misteriosa convertida hoy en amplio espacio urbano con las denominaciones de Plaza y Calle del Salvador.
Se llamaba Cuesta de la Portería de la Trinidad porque en ella se situaba la portería del convento de Trinitarios Calzados, que dejó de serlo hacia 1836 para albergar entre otras cosas un cuartel. Para hacernos una idea del ambiente que generaba su estrechura nada mejor que leer este extracto de la genial novela de Benito Pérez Galdós titulada Ángel Guerra, escrita hacia 1890.
Retirábase por Santo Tomé y el Salvador, cuando al atravesar la cuesta de la Portería oyó una voz que clamaba como quien pide socorro. El sitio era solitario, fosco, siniestro, apropiado a los tapadijos galantes y a los acechos de la traición; la calleja se replegaba en la más intensa obscuridad, y sólo al medio de ella, traspasado el segundo recodo, distinguíase a lo lejos la lucecilla de un farol colgado como a cinco varas del suelo delante de un Cristo que llaman de la Buena Muerte, con melena y enagüillas, en mohoso nicho cubierto de alambrera. Avanzó en seguimiento de la triste voz, hasta llegar a un espacio irregular formado por las tapias de Santa Úrsula y los paredones de la casa de los Toledos, plazoleta que merece el nombre de ratonera, porque la salida de ella es difícil para quien no sepa encontrar los pasadizos o callejones, que más bien son grietas, por los cuales tiene que escurrirse el transeúnte.
Esta calle, que partía de la confluencia de la Calle Santo Tomé con Trinidad -a la altura de la Iglesia del Salvador- hasta llegar al conocido como Palacio de los Toledo, justo enfrente del Pasadizo de Balaguer, era por tanto muy diferente a la actual.
Para hacernos una idea de sus dimensiones y comprender así mejor qué quería decir Galdós, nada mejor que una fotografía. En ella podemos ver no solo las pequeñas dimensiones de la parte más alta de la calle sino la preciosa portada del convento trinitario que daba nombre a la calle. Esta portada no es otra que la que hoy podemos ver en la Alhóndiga en la calle Gerardo Lobo. Al derribar el edificio en 1960 se generó el amplio espacio que hoy conocemos como Plaza del Salvador. La portada fue desmontada y trasladada años antes al mencionado lugar -en 1943, a tenor de lo escrito en una placa colocada hoy en la Alhóndiga-. La foto, tomada desde el ábside del Convento de Santa Úrsula, data aproximadamente de 1915 y es del estudio de Abelardo Linares (gracias a Renate Takkenberg-Krohn por la cesión de esta maravilla):
Estas son otras fotos antiguas de esta portada renacentista de frontispicio de vuelta redonda en su emplazamiento original:
Formando un ángulo recto con esta portada se situaba otra portada también trinitaria, que se encontraba a la espalda del denominado Palacio de Caracena. Dicha portada fue también trasladada en 1943 a la Alhóndiga. Fue fotografiada varias veces en su emplazamiento original, destacando las tomas de Pedro Román Martínez y Otto Wunderlich hacia 1910 y 1925 respectivamente.
Como decía, según diversa documentación en 1943 se trasladaron las portadas y en 1960 el edificio fue demolido:
De este modo se generó un amplio espacio de modo casi involuntario, que en los primeros años fue un espacio terrizo, abandonado, donde incluso se construyeron infraviviendas de gente muy humilde. En 1962 lo retrató Harry Weber desde el ángulo opuesto a donde se situaba la portería:
En 1969 se rodaron en el solar algunas escenas de Tristana de Luis Buñuel, para la adaptación de la novela homónima de Galdós:
Como se ve, ya no estaba la portada situada junto al Palacio de Caracena:
Buñuel grabó también partes de la película en el inicio de la calle en su zona más baja. Es curiosa la comparativa entre su aspecto en época de Galdós -por Alguacil- y el fotograma de la película:
En los años de auge automovilístico la plaza se usaba como aparcamiento indiscriminado. Mi padre puso empeño en ganar ese espacio para el peatón, y fotografió la plaza cuando se prohibió aparcar allí:
Posteriormente volvió a permitirse el aparcamiento, hasta que se construyó el edificio del Archivo Municipal -que ocupó parte del solar- y por fin quedó el espacio restante arbolado y de uso exclusivo para el peatón.
Como veis, las posibilidades que brinda la fotografía histórica para un mejor conocimiento de Toledo son casi inagotables. Estos días este pequeño proyecto personal en forma de blog cumple cinco años del mejor modo posible: celebrando que ha alcanzado un millón de visitas desde su creación (lo podéis ver en el contador situado al inicio de la página). Muchas gracias a todos por haber contribuido a lograr esta preciosa cifra.
La Cuesta de la Portería de la Trinidad en la actualidad en Google Maps:
Ver Toledo Olvidado en un mapa más grande
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10 comentarios
Una entrada realmente sensacional, para quitarse el sombrero.
Gran entrada, Eduardo. Tú en tu línea...Un Maestro de la investigación histórica y fotográfica. Enhorabuena por ese millón de visitas...y me parecen pocas para el gran trabajo que realizas.
No tengo palabras. Eduardo seguro que crees saber lo que me gusta esta entrada....... multiplicalo por mil y aún estarás lejos de saberlo.
Muchas gracias Eduardo.
Cada entrada es un testimonio del pasado de nuestra Ciudad y cada día aprendemos algo remoto a través de las mismas.
Transcribo literalmente de “Galdós en Toledo, mis andanzas con Ángel Guerra”, otra de mis obras inéditas, el siguiente texto en el que Ángel “me refería” su inesperado encuentro con don Pito, el tío de Dulce, su abandonado amor. Es este paisano, borrachín y aventurero, uno de los más estrambóticos personajes de la novela. Se producía el indeseable encuentro en este escenario del Toledo más interior –en el sentido más íntimo y misterioso del término– que hoy nos aparece como resucitado en esta entrega, de extraordinarios valor y belleza, con la que Eduardo en su “Toledo Olvidado” puede celebrar con sano orgullo el millón de visitas a su blog que ha merecido su incansable labor investigadora.
Dice así el mencionado texto:
“Según me comentaba, se retiraba ya por Santo Tomé y El Salvador cuando al atravesar la cuesta de la Portería, en un paraje que le pareció “solitario, fosco y siniestro…la calleja se replegaba…y sólo al medio de ella…distinguíase a lo lejos la lucecilla de un farol…delante de un Cristo que llamaban de La Buena Muerte” , en la recoleta plazuela que forman las tapias de Santa Úrsula y los paredones de la casa de los Toledos, se topó nada menos que con don Pito. De regreso ya a su alojamiento en la posada de arrieros, vaya usted a saber desde dónde –tal vez desde alguna tabernucha trasnochadora de San Martín o de Valdecaleros–, en situación de delirante embriaguez, aterido de frío, perdido en medio de aquel laberinto de esquinas y rincones y dando grandes voces, era como el santo y seña de que toda aquella desquiciada caterva había sentado sus reales en la Ciudad Imperial, más imperial ahora que nunca con la llegada de los sueños erráticos de la neurasténica madre de Dulce, la bargueña doña Catalina de Alencastre.
No debía ser aquel Cristo de la Buena Muerte del encuentro con don Pito el mismo al que aludía don José Miranda Calvo en su Pregón Homenaje al Santísimo Cristo de la Buena Muerte, pronunciado el día 29 de marzo de 2007, con motivo de cumplirse el cincuentenario de la fundación de su cofradía penitencial. Decía allí el ilustre académico que dicha advocación…se sustenta en el lamento final del joven malherido a cuchilladas en la Travesía o Callejón de Barrio Rey, que discurre en dirección a la Cuesta del Alcázar, junto a la entonces hostería o mesón titulado “La Negra”, cuando sintiéndose morir, exclamó: “dadme buena muerte, Dios mío”, siendo recogido y curado totalmente…En agradecimiento pintó un crucifijo sobre una sencilla cruz de madera que existía en la pared, como hoy día puede verse en dicha Travesía. Este lance ocurrió a comienzos del siglo XVII y el personaje fue atribuido a Luis Tristán, discípulo del Greco, quien tras su curación pintó al Crucificado. De ahí que las gentes no dudaron en denominarle con la advocación de Cristo de la Buena Muerte.
Ausente de cualquier mención, sin alusión recordatoria alguna, allí está, en efecto, en la pequeña esquina que forman dos edificios en el umbrío recoveco de la Travesía, la cruz mencionada, que de puro arrinconada pasa desapercibida.
Resulta raro que Galdós no tuviera bien identificado el exacto lugar de esta leyenda toledana, siendo como era su escenario, lugar tan frecuentado por él en su habituales visitas al mesón de Granullaque, allí mismo en Barrio Rey, y del que además podría haber supuesto a la hostería “La Negra”, a la que se hace mención en el relato del señor Miranda Calvo, como su remoto y curioso predecesor.
Sea cual fuere la ubicación en la ciudad de la leyenda sobre aquella venerada imagen del Crucificado lo cierto es que Ángel y yo pudimos, en efecto, constatar la presencia de una cruz de madera, desnuda de talla o escultura y carente de iluminación alguna, en el exterior del propio ábside del convento de Santa Úrsula”.
Hasta aquí la cita. No sé si “los chinos” que se han establecido hoy con un exótico negocio de hostelería sobre el antiguo y olvidado Granullaque tendrán alguna idea de que están junto a un lugar tan legendario como “el del clisto de la buena muelte”.
Como siempre, un extraordinario documento para despertar nuestros recuerdos.
Como siempre, no tengo palabras para agradecerte tu gran labor, y sobre todo el amor que le pones en este gran trabajo que realizas. enhorabuena por los cinco años de vida del blog, y por ese millón de visitas, que espero haber podido contribuir con algunas, por mis conciudadanos y amigos , que les doy siempre "la tabarra" con tu blog, que si te soy sincera promociono más que el mío , y es que te lo mereces, de verdad, espero darte la enhorabuena cuando esa cifra, se doble o se triplique, un abrazo, que tengas un feliz domingo.
¡Gracias a todos por vuestros cariñosos y valiosos comentarios! He actualizado la entrada con la corrección del dato del año de traslado de las portadas, que parece ser 1943 a tenor de lo escrito en una placa colocada en la Alhóndiga (gracias a Pedro Liñán de Riaza por fijarse en el detalle). El edificio, según diversas fuentes, fue demolido en 1960.
Que maravilla de entrada Edu. Una vez más, enhorabuena por un nuevo post y por el número de entradas en el blog, desde luego totalmente merecido :)
Vous avez fait quelques bons points là-bas. J'ai fait une recherche sur le sujet et a trouvé la plupart des gens seront d'accord avec maps.google.es
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