A petición de Jav, activo miembro del estupendo foro de Tolétho, abordo hoy la historia fotográfica del Acueducto Romano de Toledo.
El conjunto de abastecimiento hidráulico nacía en la presa de Alcantarilla en Mazarambroz, en el arroyo Guajaraz. Iniciada su construcción en el siglo I, los mismos romanos ampliaron esta presa desviando hacia la misma también el curso del arroyo de San Martín de la Montiña, hasta alcanzar una capacidad de 3,5 millones de metros cúbicos, es decir 3 hectómetros cúbicos y medio, que no está nada mal.
Desde esta presa comenzaba el specum o canalización a traves de los 38 kilómetros que separan Alcantarilla de Toledo. A veces enterrada, a veces elevada, la canalización iba de este modo salvando las dificultades orográficas. El punto más difícil llegaba al acercarse a Toledo, ya que las fuertes pendientes que conducen al Valle del Tajo hacían que el agua pudiera alcanzar fuertes velocidades con peligro de perder toda la carga. Los ingenieros romanos lo solucionaron empleando las denominadas torres acuarias donde el agua se almacenaba en un depósito intermedio, caía a otro al rebosar este y de nuevo, ya sin fuerza y purificada por decantación, dicha agua era recanalizada con una pendiente pequeña, hasta llegar a la siguiente torre acuaria si el desnivel persistía (había 4 torres acuarias cerca de Toledo). Estas torres acuarias están aún en pie en el paraje de La Sisla y fueron fotografiadas ya en el siglo XIX y comienzos del XX (cuando el vulgo las llamaba "horno del vidrio").
Pero la principal dificultad consistía en salvar la hoz del Tajo en Toledo, justo antes de adentrarse en el promontorio rocoso de Toletvm. Aún hoy son patentes los estribos de mortero de esta obra, desprovistos de la sillería de piedra por diferentes expolios y avatares, anclados a la roca madre justo a la altura del puente nuevo de Alcántara. Estos estribos también fueron fotografiados desde el principio:
En ese lugar los romanos se vieron obligados a construir un acueducto, del que esos estribos eran la sujección y que salvaba el tajo que el río había allí generado en su secular discurrir por el lecho rocoso. Esta hoz, o Torno del Tajo fue fotografiada en este punto donde se ubicaba el acueducto por diferentes fotógrafos. Una de las fotos más antiguas, tomada desde el sur, es esta de Clifford en 1857:
Un año más tarde Jean Laurent lo fotografiaba desde el otro lado, el norte, junto con el Artificio de Juanelo (ambos monumentos distaban escasos 150 metros):
Otras vistas de finales del XIX y principios del XX nos muestran este punto, antes de la construcción del puente nuevo de Alcántara efectuada hacia 1930.
También mi abuelo Eduardo Butragueño lo fotografió hacia 1962:
Así estaba la zona en los años 60:
¿Y como era el Acueducto? Os preguntaréis. Pues bien, dado que dejó de funcionar hacia el siglo IX (estuvo en pie unos 1000 años, nada menos), sus recreaciones no dejan de ser algo aventuradas.
Rey Pastor, a principios del siglo XX propuso un acueducto de 70 metros de altura, con tres arcadas:
Más tarde, Ortiz Dou lo propone con igual altura pero con sólo dos pisos. Años después Fernández Casado y Smith propusieron la recreación hasta ahora más aceptada. Su hipótesis resta altura al acueducto al considerarlo acueducto-sifón, es decir, un sistema hidráulico que, mediante vasos comunicantes, podría tener un tramo descendente, un tramo central horizontal (vientre de sifón) y un tramo al otro lado ascendente que permitiría recuperar el nivel del agua del otro lado del río mediante el citado principio de vasos comunicantes. De este modo, el acueducto de Toledo se correspondería con un vientre de sifón más o menos horizontal situado entre las cotas superiores de los dos extremos del valle. De este modo, la altura del acueducto sería de unos 50 metros. Aún así sería uno de los más majestuosos del Imperio Romano. Recordemos que el de Segovia tiene 34 metros y el de Nimes (Pont du Gard) 48,7 metros. El agua circularía en este sifón por tuberías de plomo o cerámica para soportar mejor la presión. Esta es la recreación de Fernandez Casado-Smith:
Una vez en la ciudad, el agua era almacenada en grandes cisternas o depósitos (Castellum aquae). Los recientes hallazgos en Las Cuevas de Hércules en San Ginés parecen corresponderse con este sistema de almacenamiento.
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6 comentarios
Gracias Eduardo,
Espero cada semana las nuevas entregas. Son geniales.
Un saludo.
Algún comentario a esta formidable nueva entrada de "toledoolvidado": El primero que se le ocurre a cualquier observador es el sorprendente hecho de que los romanos, con un caudaloso rio rodeando la ciudad, no tuviesen mejor idea para el suministro de agua a la misma que transportarla, mediante un acueducto de más de 30 kilómetros, desde la presa de Alcantarilla, en el término municipal de Mazarambroz. Con el problema final añadido, como bien se comenta en el blog, de tener que construir un impresionante acueducto para salvar la hoz del Tajo. Aparte razones de mejor calidad del agua, no excesivamente potable la del Tajo a su paso por Toledo, parece cosa evidente que los romanos dominaban mucho más el arte de la "horizontalidad" en el transporte del agua, que el de la "verticalidad" de su elevación, por muy al pie de la ciudad que la tuvieran, como era el caso del rio Tajo en nuestra ciudad, siempre tan "desencontrada" con su río. !Treinta kilómetros frente a treinta metros! Cosa sorprendente. Los árabes, sin embargo, parece que mediante sus artificios de azudes y norias, eran más diestros en las ascensiones hidráulicas verticales, aunque también, al parecer,en destruir a los "competidores" horizontales. La destrucción del acueducto, creo haber leído en alguna ocasión, se produjo en un intento almorávide de reconquistar Toledo, una vez conquistada por Alfonso VI en 1085. En términos mediáticos de hoy día podría decirse que se trató de un auténtico sabotaje terrorista, que dejó sin agua a la ciudad de Toledo. Es de suponer que con gran regocijo del gremio de azacanes que, en ese momento, vería las primeras luces de lo que habría de ser con el tiempo una de las organizaciones gremiales más importantes y poderosas de Toledo, aunque, todo hay que decirlo, también de las más trabajosas. Que se lo preguntaran si no a sus pobres y martirizados borricos. Y no menos cierto también que su buen disgusto se llevaron los pobres azacanes toledanos cuando llegó a Toledo, nada menos que con un encargo del Emperador Carlos, un iluso arbitrista, llamado Juanelo Turriano, para montar un ingenioso artificio - El Ingenio o Artificio de Juanelo, ya estupendamente reseñado en este blog - y que venía a destruir su menestral oficio y su modo de vida. O sea, que no hay felicidad eterna en esta tierra ni mal que cien años dure.
De todo ello nos queda el inerte, pero muy elocuente, testimonio fotográfico de esta nueva entrega de Eduardo.
Como aclaración a los seguidores del blog, señalar que por algún error de mi poca habilidad informática, el anterior comentario, que aparece como anónimo, es de mi modesta cosecha.
Gracias y perdón por el error.
Ricardo Sánchez Candelas.
Fabulosa entrada Eduardo. Sea la hipótesis que fuera, la verdad es que debía ser impresionante contemplar ese majestuoso acueducto.
Saludos!!
Otro buen artículo, muy currado, interesantes los dibujos del acueducto.
Con respecto al mensaje del tal anónimo,continuo la historia: a pesar de que el siglo XVI no fue muy bueno para el gremio de los azacanes, llegó el XVII y el artificio de Juanelo ya era historia. Tan sólo el gremio de fontaneros logró acabar con ellos bien entrado el siglo XX. ;D
Saludos cordiales.
Hace algún tiempo visitamos Toledo y terminamos el viaje con una una ruta nocturna. Quedamos impresionados.
Casualidades..., hoy vivimos en Toledo y quisimos conocerlo mejor empezando por el principio.
Al llegar a los visigodos no entendíamos por qué se habían instalado en la Vega Baja fuera de la muralla. Por muy "vagos" que fuesen, por muy complicado que les resultase traer agua "horizontal, o verticalmente", según lo que describes había acueducto y justo al otro lado..., a ver si nos puedes ayudar o aclarar algo. Gracias.
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