En estos extraños días de confinamiento por la pandemia de coronavirus creo que lo que más echamos de menos todos es nuestra rutina diaria, esa que cuando la damos por hecha apenas la valoramos (incluso la despreciamos) pero que, cuando falta, la añoramos como algo esencial en nuestra existencia.
En la parte que me toca, voy a intentar que esa rutina no cambie y podáis seguir disfrutando periódicamente de fotos antiguas de Toledo y de entradas en el blog.
Hoy os voy a proponer un viaje al Toledo de hace más de un siglo, concretamente al 9 de abril de 1910, fecha cuyo 110º aniversario está al caer.
Aquel día, un nutrido grupo de miembros de la Academia de Infantería regresaba a Toledo tras haber realizado unas maniobras en las localidades de Cobisa y Burguillos. Por aquel entonces, mucho antes de la construcción de la carretera del Valle y el Puente de la Degollada, el camino que unía estas localidades con Toledo era el que discurría atravesando la zona de Pozuela (Camino Viejo de Cobisa sigue llamándose hoy en día) para posteriormente acceder a Toledo por el camino que discurría junto al actual Hotel AC Ciudad de Toledo y, más adelante, tras un par de curvas, discurrir pegado a la histórica Venta o Cigarral de Caravantes.
Cuando la comitiva transitaba junto a la mencionada Venta de Caravantes, un grupo de cabras asustó a los caballos de uno de los carros militares que conducía un joven cadete llamado Luis Almansa Díaz, que perdió el control del carro al desbocarse las caballerías y cayó al suelo con la mala fortuna de ser pisado en el pecho por uno de los caballos y de sufrir que una de las ruedas le pasara por encima del rostro saltándole un ojo.
Tremendamente malherido, fue trasladado a la sede de la Academia -por entonces en el Alcázar- donde falleció al poco tiempo. La prensa de la época se hizo eco de la triste noticia:
Un año después, el 9 de abril de 1911, fue inaugurado un monumento en homenaje al malogrado cadete Almansa en el lugar donde ocurrió el accidente, con multitudinaria presencia de autoridades, compañeros de la Academia, familiares y vecinos de la ciudad. Se conservan preciosas fotos obtenidas por el fotógrafo Aurelio Rodero. Debajo de cada imagen pongo una captura de Google Maps actual para que os hagáis una idea de cómo ha cambiado el lugar en estos 110 años pues para muchos será irreconocible:
Aquí la perspectiva inversa:
Esta preciosa vista del fotógrafo Emiliano fue publicada en la revista Nuevo Mundo.
La zona, en efecto, era muy transitada por ganado (no solo cabras, sino también ovejas y vacas) en los primeros años del siglo XX, como queda bien patente en las preciosas fotos que el gran Pedro Román Martínez tomó en este lugar y sus inmediaciones:
El monumento permaneció ahí durante casi 100 años, aunque quedó bastante oculto tanto por el cercano muro de un cigarral construido con posterioridad como por el pretil de la carretera cuando se ensanchó y adecentó la vía como consecuencia del aumento del tráfico rodado:
A finales de 2006 el monumento fue desmontado y trasladado a la Academia de Infantería, quedando solo la base, que hoy está oculta también por la vegetación crecida desde entonces. En 2008 era aún visible la cimentación:
Gracias a la cortesía de José Luis Isabel puedo mostraros el emplazamiento actual del monumento dentro de los terrenos de la Academia de Infantería:
Y hasta aquí este recuerdo a un triste episodio de nuestra historia, que nos sirve para comprobar la evolución de un lugar muy transitado de la ciudad que ha cambiado mucho su aspecto en estos 110 años.
Espero que aprovechéis estos días para disfrutar de la compañía de los vuestros o, si estáis solos, para poder leer y conocer más a fondo la historia de nuestra ciudad. Mucho ánimo a los que estáis sufriendo los efectos del coronavirus, bien porque haya afectado a alguno de vosotros o bien porque alguno de vuestros seres queridos lo haya contraído. Especialmente quiero mandar un fuerte abrazo a las personas que han sufrido la pérdida de seres queridos en estos días y también a todos los sanitarios que luchan día a día contra este enemigo diminuto, invisible, pero de efectos colosales.
Entre todos lograremos vencerlo, muchas gracias por quedaros en casa.
Para finalizar, y como muchos ya sabréis pues lo he puesto en las redes sociales del blog, voy a intentar haceros más ameno el confinamiento. Sois muchos los que en los últimos años me habéis escrito para poder conseguir el primer volumen de Toledo Olvidado (2012), que se agotó hace mucho. He pensado que ha llegado el momento de compartirlo con todos en versión digital y por ello en este enlace podéis acceder al libro y descargarlo. Os ruego solo una cosa: que hagáis un uso privado de él y respetéis las condiciones del copyright. Y sobre todo, dad las gracias a los cientos de mecenas que lo hicieron posible en 2012.
Cuidaos mucho.
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4 comentarios
Muchas gracias por este artículo tan interesante como por la cesión del primer tomo de Toledo Olvidado en digital.
La verdad es que es muy difícil reconocer el espacio del homenaje y su estado actual.
Desconocía estos hechos y la existencia del monumento. Lo que me resulta curioso, es la grandeza de los actos en su honor por un fallecimiento accidental.
Muchas gracias de nuevo por tu trabajo Eduardo. Cuidaos.
Muchas gracias por tu trabajo, indispensable para no perder la historia de mi ciudad. Un abrazo
Muchas gracias por este gran articulo gracias al cual, he podido conocer parte de la histaria de mi familia.
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