Los que seguís el blog desde hace ya algunos años sabéis bien que el río Tajo es el protagonista de una buena proporción de las entradas y las fotografías que lo conforman.
El río es para mí la herida más sangrante que Toledo tiene en la actualidad y, por ello, recuperar la memoria fotográfica de las vivencias relacionadas con el Tajo de nuestros antepasados es una de mis obsesiones.
Esa es la razón por la que la entrada que hoy os ofrezco es para mí realmente especial, pues va a mostraros la vida cotidiana de las familias más estrechamente ligadas al río: las familias Polo y Collado, descendientes ambas de la misma rama, y vinculadas al embarcadero situado frente a la casa del Diamantista.
En primer lugar, quiero dar las gracias a las personas que ceden las imágenes: por un lado, las hermanas Valle y Pilar Polo, y por otro la familia Collado Arévalo. Su generosidad nos va a brindar la oportunidad de adentrarnos en el día a día de la vida junto al Tajo, por entonces libre de contaminación y sin la sangría del nefasto Trasvase Tajo-Segura.
El origen común de la presencia de ambas familias junto al río se debe a que Crisantos Collado, el abuelo de Pilar y Valle, trabajaba como empleado en el Palacio de la Sisla.

Los dominios de dicho palacio llegaban hasta el propio río Tajo, de modo que su dueña Consuelo Cubas —Condesa de Arcentales, señora de Pelizaeus y Condesa de Santa María de la Sisla— cedió una casa situada en el embarcadero a Crisantos y a su mujer Tomasa para que vivieran en ella con sus ocho hijos. Esa casa era una construcción situada en la orilla del río, en su margen izquierda, en el comienzo del zigzag que asciende hasta la ermita del Valle.

Los datos más abundantes de los que dispongo corresponden a la rama familiar Polo. Ello se debe a la prodigiosa memoria de Valle y Pilar, cuyo testimonio nos permite adentrarnos en la historia de esta familia estrechamente ligada al Tajo.
De modo resumido, os cuento que la segunda hija de esos ocho hermanos fruto del matrimonio entre Crisantos y Tomasa, era Pepa Collado, la madre de Pilar y Valle.
Como toda la vida de aquellas familias se desarrollaba en torno al río, la joven Pepa conoció a un pescador que vivía enfrente, en la plaza de la Retama, que solía pescar en la zona de la Incurnia con su padre. Ese humilde pescador era Gregorio Polo, que se convirtió en el marido de Pepa. El matrimonio marchó a vivir a Madrid, donde la misma condesa había dado trabajo como portero a Gregorio en el centro de la capital cerca del cine Capitol. El estallido de la guerra hizo que Gregorio tuviera que marchar al frente, mientras que Pepa tuvo que refugiarse de los bombardeos en el metro de Madrid con sus dos pequeños hijos (Pilar, que aún vive, nacida en 1934 y el pequeño recién nacido Pepe —que ya falleció—). Al haber perdido su empleo, Gregorio hubo de regresar tras la guerra a Toledo con Pepa y los niños, estableciéndose muy cerca de la casa de Pepa y su familia junto al Tajo. Concretamente a escasos metros, en un humilde "chiringuito" que logró comprar a la empresa de la central hidroeléctrica de Saelices allí situada.
Fue en ese entrañable lugar donde vino al mundo Valle —la segunda de las hermanas Polo que hoy nos ceden estas fotos— en el año 1943.
La familia Polo Collado se ganó la vida ejerciendo como barqueros y gestionando el
gango o merendero que instalaron junto a la casita, si bien Gregorio lo compaginaba con un empleo en el obrador de mazapán de Santo Tomé.

La tremenda riada de febrero y marzo de 1947 se llevó por delante tanto la casa como el merendero —también arrasó en la otra orilla la mitad de la Casa del Diamantista— por lo que la familia hubo de instalarse precariamente unos días en la sala de juntas de la ermita del Valle, antes de mudarse a una vivienda en la otra orilla del río, ya en la ciudad. Desde entonces, pasaban el invierno en ese nuevo hogar y los meses de verano regresaban a su querido chiringuito de la orilla.

La pequeña Valle se ocupó desde que tiene uso de razón de ejercer como barquera. ¿Puede haber una persona más toledana?: nacer junto al río, llamarse Valle, vivir bajo esa ermita y trabajar como barquera cruzando el Tajo... ¡insuperable!

Hay fotografías realmente entrañables de la actividad familiar como barqueros. Por ejemplo, en el día de la romería del Valle era tal la cantidad de personas que querían cruzar, que colocaban unas empalizadas de madera para gestionar la fila de gente y poder cobrar la pequeña aportación por pasajero sin que nadie se colara:

En su merendero o gango, la familia Polo servía en ocasiones la comida transportándola en barca hasta los diferentes puntos de la orilla en la que estaban instalados los clientes pasando una jornada de campo junto al río. Pilar y Valle nos cuentan que eran muchos los madrileños que se desplazaban a Toledo para ello, y les encargaban la comida al bajar por el zigzag o cruzar en la barca. Los clientes les indicaban el lugar concreto de la orilla en el que iban a estar pasando el día y posteriormente ellas les llevaban la comida y la bebida a ese punto a la hora convenida. Tortillas, pescado frito, pollo al ajillo, conejo, pimientos fritos y demás platos típicos eran las raciones más demandadas.

Fabricaron con sus propias manos una barca a la que llamaron "Paloma Blanca" que aparece en varias de las fotografías:

Estas son otras fotografías con la barca llena de pasajeros y la vida asociada a esta actividad:

Junto al merendero o gango plantaron árboles para sombrear el espacio. Aquellos chopos o álamos aparecen en varias imágenes:

En el gango, los clientes pasaban las horas con muchos entretenimientos. Uno de los favoritos era el popular "juego de la rana" que aparece en esta fotografía. Consistía en el lanzamiento de unas fichas ("tejos") o piezas metálicas que se debían introducir en los múltiples agujeros que existían en la "mesa de la rana". Algunos de los orificios tenían obstáculos que dificultaban la precisión del lanzamiento:

La vida de estas familias junto al río se veía también acompañada por la presencia de algunos animales que criaban, como por ejemplo cerdos:

También cultivaban huertos en las fértiles orillas:

Ambas ramas familiares, muy bien avenidas, pasaban alegres jornadas que reunían a decenas de tíos, primos y hermanos que vivieron su niñez, juventud, madurez y ancianidad en un entorno único como era este:

La preciosa historia de convivencia entre estas familias y el río Tajo se fue al traste a partir de 1972, con la prohibición oficial del baño en el río y la posterior puesta en marcha del maldito Trasvase Tajo-Segura. Privados de su modo de vida, pues ya nadie quería ni podía sumergirse en sus aguas, ni disfrutar de sus orillas, estas familias toledanas tuvieron que abandonar su vínculo con el Tajo y emigrar a otros barrios. La familia Polo vendió su casita al célebre herrero Antonio Balmaseda que instaló allí su fragua y pasó a ser el nuevo barquero, aunque ya pocos demandaban sus servicios.
Agradeciendo de nuevo a las familias Polo y Collado la cesión de estos maravillosos tesoros fotográficos, solo me queda esperar que os hayan hecho disfrutar tanto como a mi, y que sirvan para que ese nexo que existía entre los toledanos y su río nunca caiga en el olvido y sigamos luchando hasta el final por poder recuperarlo.