sábado, 31 de diciembre de 2016

Toledo en 1981 fotografiado por Eddy Allart

¿Cuándo se convierte una imagen en antigua? ¿Qué edad mínima ha de tener una fotografía para despertar en nosotros ese precioso y agridulce sentimiento que es la nostalgia?
Probablemente ambas sean preguntas sin respuesta, o más bien, con infinidad de respuestas en tanto la nostalgia es algo absolutamente subjetivo.
Vamos a hacer un ejercicio práctico para ver si, de manera más o menos unánime, treinta y cinco años son suficientes para que opinemos que unas fotografías son capaces de hacer sentirnos nostálgicos.
Y es que hoy tenemos la suerte de poder ver un puñado, pequeño pero selecto, de fotografías tomadas por el fotógrafo holandés Eddy Allart en Toledo en 1981 que amablemente me ha cedido el propio autor (mil gracias, tocayo) para que las disfrutemos juntos.
Hace treinta y cinco años Toledo era una ciudad muy diferente de la que hoy habitamos. Se trataba de una ciudad que, como toda España, vivía con intensidad la transición hacia la estabilidad democrática. Sin ir más lejos, las fotos parecen estar hechas en primavera, por lo que debía estar muy reciente el recuerdo del intento de golpe de Estado del 23 de febrero de aquel año. Por aquel entonces, el éxodo de la población a barrios más modernos comenzaba a ser una realidad, pero que contaba aún con un centro histórico con una gran cantidad de establecimientos destinados a abastecer a sus habitantes. A ello ayudaba la distribución habitual del comercio en aquella España en la que todavía no existían grandes supermercados ni centros comerciales. Una de aquellas tiendecitas de barrio era la situada en la calle de los Tintes, establecida bajo la marca Spar nada menos que en la célebre casa de la Galera de la que os hablé en esta entrada, muy cerca de la vivienda que fuera residencia toledana de Miguel de Cervantes. La casa es denominada así por su curiosa forma estrecha a modo de barco o galera:
Casa de la Galera en Toledo en 1981. Fotografía de Eddy Allart © Eddy Allart

Este era el aspecto de la misma casa en 1879, más de un siglo antes de la imagen que hoy os traigo:
Entorno de la Plaza de los Tintes hacia 1875. Casa de la galera. Fotografía de Casiano Alguacil © Museo del Traje. Centro de Investigación del Patrimonio Etnológico. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte

En la actualidad, por desgracia, la casa está en venta y sin uso (click aquí para ver su estado).

Eddy Allart fotografió la vida cotidiana de las colegialas de algún centro educativo, tal vez las Terciarias, a la salida del Colegio. Aquí vemos a un par de ellas en la calle Sixto Ramón Parro junto al restaurante los Cuatro Tiempos en el acceso del callejón del Locum:
Colegialas en la Calle Sixto Ramón Parro en Toledo en 1981. Fotografía de Eddy Allart © Eddy Allart

Muy cerca de allí, la confluencia de la bajada del Barco con la calle Cardenal Cisneros, donde el tráfico rodado empezaba a hacer de las suyas, poniendo a prueba la atención de las abuelas encargadas de la chiquillería:
Camión en la Calle Cardenal Cisneros junto a la Bajada del Barco en Toledo en 1981. Fotografía de Eddy Allart © Eddy Allart

El Paseo del Miradero ya había sido vaciado para albergar en su interior las galerías comerciales que tuvieron algunos años de pujanza, coincidentes probablemente con esta época. Arriba, en el paseo, los mayores seguían con la ancestral costumbre de mirar el amplio paisaje dando así el mayor sentido del mundo a la denominación del paseo. Al fondo aparece el estadio Salto del Caballo, que por entonces solo contaba con 8 años de edad:
Asomado en el Paseo del Miradero en Toledo en 1981. Fotografía de Eddy Allart © Eddy Allart

Eddy Allart capturó en el mismo lugar en dos imágenes correlativas a esta pareja de hombres, uno de los cuales se había girado entre toma y toma:
Ancianos en el Paseo del Miradero de Toledo en 1981. Fotografía de Eddy Allart © Eddy Allart

Otra preciosa estampa que Allart nos dejó en su visita de 1981 es ésta en la que vemos las cocheras situadas al comienzo del barrio de las Covachuelas, muy cerca del hospital Tavera. Una imagen llena de fuerza y de esa extraña belleza que tienen los vehículos antiguos:
Cochera en las Covachuelas en Toledo en 1981. Fotografía de Eddy Allart © Eddy Allart

Eddy debió llegar a Toledo en tren, y así debió también marcharse. En nuestra preciosa estación tuvo la suerte de obtener dos sensacionales fotografías. La primera de ellas nos muestra el andén, con un tren bastante menos aerodinámico que los modernos AVE que hoy disfrutamos. Al fondo aparece la Puerta de Bisagra y el Arrabal:
Estación de ferrocarril de Toledo en 1981. Fotografía de Eddy Allart © Eddy Allart

Para finalizar, la segunda imagen de Allart en la estación, es un perfecto resumen y ejemplo de ese poder que tiene la fotografía para despertar en nosotros el sentimiento de nostalgia, mitad alegría por rememorar tiempos pasados, mitad vértigo por recordarnos con qué tremenda rapidez el tiempo pasa ante nosotros escapándose como arena entre nuestros dedos:
Estación de Ferrocarril de Toledo en 1981. Fotografía de Eddy Allart © Eddy Allart

Esperando que os hayan gustado estas fotografías de Eddy Allart, aprovecho para desearos de corazón un 2017 lleno de alegrías e ilusiones.

sábado, 17 de diciembre de 2016

Descubierto un daguerrotipo de Toledo tomado hacia 1845

Los amantes de la fotografía histórica de Toledo estamos de enhorabuena. Esta semana se ha presentado, en el marco del VII Encuentro de Historia de la Fotografía celebrado en Ciudad Real por el Centro de Estudios de Castilla-La Mancha de la universidad regional, un excepcional hallazgo. Se trata de un daguerrotipo anterior a 1850 que desbanca a las imágenes de Felix Alexander Oppenheim, Edward King Tenison y Charles Clifford como la fotografía más antigua de la ciudad de Toledo.
Lo primero que hay que hacer en estos casos, además de celebrar por todo lo alto el descubrimiento, es agradecer a sus propietarios Soraia Molina y José Valderrey la divulgación de la imagen y al Centro de Estudios de Castilla-La Mancha el haber canalizado dicha divulgación dentro de este ya prestigioso y veterano encuentro de fotografía.
Tiempo habrá de ir ahondando en el estudio pormenorizado de la imagen para determinar su posible autoría o su datación exacta, que según parece podría fijarse de alrededor del año 1845, para lo cual será bueno analizar en detalle todos y cada uno de los milímetros cuadrados del daguerrotipo. La historia resumida del descubrimiento, según ha trascendido de la mano de las profesoras María de los Santos García Felguera (Universidad Pompeu Fabra) y Esther Almarcha (UCLM), nace en 2012 cuando sus propietarios actuales la adquirieron a un chamarilero en San Sebastián. Tras proceder a su limpieza con una pera de aire, pronto comprendieron la magnitud del hallazgo por tratarse de uno de los escasísimos daguerrotipos exteriores conservados en toda España. Se trata de una placa metálica de cobre plateado de 16 x 12 centímetros aproximadamente, que muestra una vista de la vieja ciudad castellana desde el Valle con una nitidez bastante aceptable pese al tiempo transcurrido y su deficiente conservación (al parecer se encontraba en una caja metálica junto a tornillos y otros materiales). Para concluir, deciros que el daguerrotipo fue el primer procedimiento fotográfico dado a conocer en 1839, desarrollado y perfeccionado por el galo Louis Daguerre desde unos años antes a partir de las primeras experiencias hasta entonces inéditas de Nicéphore Niépce, llevadas a cabo antes de 1826. Los daguerrotipos son muy valiosos, además de por su antigüedad, por su carácter de piezas únicas pues la imagen se formaba sobre una superficie de plata pulida como un espejo, no siendo posible su posterior reproducción a partir de esta impresión original. La imagen se generaba al fijarse partículas microscópicas de aleación de mercurio y plata, gracias a que el revelado con vapores de mercurio (altamente tóxicos) producía estas amalgamas en la cara plateada de la placa. Previamente, la placa debía ser expuesta a vapores de yodo para que fuera fotosensible. En definitiva, una maravilla de la química y de la física que sentó las bases de lo que hoy es la fotografía, esa mágica congelación de un instante para la eternidad.
Como conclusión final, reiterar lo que en otras ocasiones he expuesto: la historia fotográfica de Toledo nunca terminará de escribirse pues siempre podrán surgir sorpresas y hallazgos de tesoros como el que hoy, a modo de adelantado regalo de Navidad, podemos admirar. Disfrutadlo:
Daguerrotipo de Toledo tomado hacia 1845 © Colección Soraia Molina y José Valderrey / Centro de Estudios de Castilla-La Mancha

sábado, 3 de diciembre de 2016

Toledo en 1959 fotografiado por Martín Santos Yubero

Si hay un fotógrafo que puede considerarse un verdadero cronista gráfico de la actualidad española, especialmente la madrileña, entre los años 1925 y 1975 ese es sin duda Martín Santos Yubero.
Nació en Vallecas (Madrid) en el 11 de agosto de 1903 en una humilde vivienda cerca del depósito de máquinas de la Compañía de Ferrocarril Madrid-Zaragoza-Alicante (MZA), empresa en la que su padre trabajaba como maquinista. Fue precisamente el abandono del hogar que protagonizó su padre lo que motivó su traslado a Lavapiés con su madre, cuando Martín solo contaba con 7 años. Afortunadamente su madre había conseguido encontrar trabajo en el famoso restaurante “Casa Lastra”, de modo que madre e hijo habitaron un modesto apartamento en el mismo edificio, haciendo de Lavapiés su barrio de por vida. Con 12 años, Martín empieza a trabajar como dependiente en una guantería y más tarde en la casa Loewe, en la Gran Vía.
Con 17 años adquiere su primera cámara, una Kodak de cajón, que le costó 100 pesetas. Aunque apenas la sabía manejar, con ella comenzó a hacer fotos como aficionado. Muy interesado por el mundo del espectáculo, decidió fotografiar concursos de belleza, distribuyendo las imágenes de las concursantes entre las revistas y periódicos de la época. Ello le reportó los primeros ingresos como fotógrafo y les permitió conocer los estudios de los mejores fotógrafos madrileños del momento como Alfonso Sánchez García y su hijo Alfonso Sánchez Portela.
Autoretrato de Martín Santos Yubero
Quiso el destino que parte de la redacción del célebre periódico El Imparcial comiera habitualmente en "Casa Lastra", de modo que una tarde Martín supo por una conversación entre ellos que no iban a poder cubrir una corrida en la plaza de toros de Tetuán de las Victorias. Martín mostró interés y el jefe de la sección taurina del periódico le retó a escribir la crónica del festejo. Su trabajo gustó, de modo que entre los años 1920 y 1923 Martín Santos Yubero fue reportero taurino de la Plaza de Toros de Tetuán de las Victorias.
No fue hasta 1927, sin embargo, cuando obtuvo el carnet profesional de reportero gráfico. Accede a la redacción de La Nación en ese año, comenzando a firmar sus imágenes como “Foto Santos Yubero”.
Durante su estancia en La Nación aprendió mucho de los maestros Alfonso y Campúa, sin perder su carácter autodidacta, forjando al periodista y reportero intuitivo que siempre fue.
Con la llegada de la II República en 1931 abandona su dedicación exclusiva para La Nación y sirve a muchos periódicos como fotógrafo autónomo e independiente, colaborando en medios de distintas tendencias políticas e ideológicas como Ahora, ABC, Estampa, La Tierra, Ya o el diario Luz. Dos años más tarde, en 1933, se une al Diario de Madrid que acababa de fundarse donde empieza a fotografiar también con una cámara Contax de 35 mm.
En 1935 se hizo cargo del servicio gráfico del diario Ya, con la mala suerte de que el estallido de la Guerra Civil hiciera que se incautaran las cámaras y rotativas del diario, lo que le obligó a volver a ser autónomo utilizando de nuevo sus viejas cámaras de placas, con las que trabajó durante los tres años del conflicto armado, junto a los hermanos Benítez Casaux, con los que fundó a tales efectos una agencia gráfica que surtía de imágenes a La Voz, La Libertad, Crónica y al diario ABC durante su etapa republicana. Santos Yubero obtuvo buenas imágenes en Toledo durante el asedio del Alcázar.
Tras la Guerra Civil, regresó al diario Ya, dirigiendo la sección gráfica del mismo. Publicó libros sobre Manolete en 1944 y 1947 y obtuvo diversos premios, distinciones y condecoraciones, siendo también miembro de la Junta directiva de la Asociación de la Prensa de Madrid entre 1965 y 1973, vocal del Consejo Nacional de Prensa y secretario de actos de la Unión de Informadores Gráficos. En 1974 finalizó su actividad laboral, falleciendo 20 años más tarde en Madrid en 1994 cuando contaba con 91 años de edad.
En palabras del gran Publio López Mondejar, el secreto de Santos Yubero para estar presente en la actualidad gráfica en las épocas tan diferentes que le tocó vivir, residió en que "fue un hombre políticamente acomodado, que no se significó, lo que le permitió estar en todas partes". Su legado es extensísimo y, consciente aún en vida de ello, Santos Yubero se preocupó de su custodia, ordenación y documentación, ayudado por dos sobrinas y con la colaboración de Gabriel Carvajal. Antes de fallecer, en 1986 la Comunidad de Madrid se interesa por su adquisición, de modo que es en 1988 cuando el Fondo Fotográfico Martín Santos Yubero es adquirido por la Dirección General de Medios de Comunicación Social. En 1995 se procede a su ingreso en el Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, incorporándose posteriormente otros negativos y fotografías procedentes de adquisiciones y donaciones.
He tenido durante el pasado verano la suerte de acceder a los fondos de Santos Yubero que muestran imágenes de Toledo, y he obtenido el correspondiente permiso para su divulgación en este blog, lo que me llena de alegría. Son varios cientos de imágenes, obtenidas en épocas muy diversas, por lo que dedicaré varias entradas a este genio de la fotografía en los próximos meses.
Hoy comenzaré con una serie que me enamoró nada más ver las fotografías. Se trata de un reportaje obtenido en la primavera de 1959, probablemente durante el Domingo de Resurrección de aquel año. Retratan de manera espectacular el ambiente del Toledo de entonces, con especial protagonismo de Zocodover.
Pasemos ya a ver estas imágenes, que como os digo son el primer capítulo de una serie de entregas dedicadas a Martín Santos Yubero que hoy comienzo. Como decía, la gran parte del reportaje discurre en un abarrotado y animado Zocodover una tarde de primavera con una celebración concurrida. La plaza aparece llena de puestos, se ven vendedores de globos, niños felices, jóvenes en alegres conversaciones, coches de época, almendras garrapiñadas, tostones, terrazas llenas de gente y un sinfín de detalles que a muchos de vosotros os harán viajar literalmente en el tiempo si vivisteis esos años:
Zocodover en 1959. Fotografía de Santos Yubero © Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, fondo fotográfico
Zocodover en 1959. Fotografía de Santos Yubero © Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, fondo fotográfico
Zocodover en 1959. Fotografía de Santos Yubero © Archivo Regional de la Comunidad de Madrid,fondo fotográfico
Zocodover en 1959. Fotografía de Santos Yubero © Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, fondo fotográfico
Zocodover en 1959. Fotografía de Santos Yubero © Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, fondo fotográfico
Zocodover en 1959. Fotografía de Santos Yubero © Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, fondo fotográfico
Zocodover en 1959. Fotografía de Santos Yubero © Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, fondo fotográfico
Zocodover en 1959. Fotografía de Santos Yubero © Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, fondo fotográfico
Zocodover en 1959. Fotografía de Santos Yubero © Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, fondo fotográfico
Zocodover en 1959. Fotografía de Santos Yubero © Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, fondo fotográfico
Zocodover en 1959. Fotografía de Santos Yubero © Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, fondo fotográfico
Zocodover en 1959. Fotografía de Santos Yubero © Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, fondo fotográfico
Zocodover en 1959. Fotografía de Santos Yubero © Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, fondo fotográfico
Zocodover en 1959. Fotografía de Santos Yubero © Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, fondo fotográfico
Zocodover en 1959. Fotografía de Santos Yubero © Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, fondo fotográfico

Santos Yubero también retrató la zona de la Puerta de Bisagra en aquel 1959. Una estampa claramente considerable un anticipo de la década que estaba a punto de comenzar es esta vista en la que aparecen una Vespa y un Citroën 2CV:
Puerta de Bisagra en 1959. Fotografía de Santos Yubero © Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, fondo fotográfico

Junto al Bar Los Claveles una curiosidad: la muralla perforada para permitir el tráfico sin el arco hoy existente:
Puerta de Bisagra en 1959. Fotografía de Santos Yubero © Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, fondo fotográfico
Puerta de Bisagra en 1959. Fotografía de Santos Yubero © Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, fondo fotográfico

Son deliciosas estas vistas desde el Valle, en las que aparecen las mesas del precursor del actual Kiosco Base:
Bar en el Valle (actual kiosco base) en 1959. Fotografía de Santos Yubero © Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, fondo fotográfico
Bar en el Valle (actual kiosco base) en 1959. Fotografía de Santos Yubero © Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, fondo fotográfico
Toledo en 1959. Fotografía de Santos Yubero © Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, fondo fotográfico
Toledo en 1959. Fotografía de Santos Yubero © Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, fondo fotográfico

Son muy bellas también las vistas del Cristo de la Vega, en las que se vislumbran árboles en flor junto al río, tal vez almendros u otros frutales:
Basílica del Cristo de la Vega en 1959. Fotografía de Santos Yubero © Archivo Regional de la Comunidad de Madrid,  fondo fotográfico
Basílica del Cristo de la Vega en 1959. Fotografía de Santos Yubero © Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, fondo fotográfico

Espero que esta primera tanda de imágenes de Santos Yubero tomadas en Toledo os haya gustado. Os aseguro que aún quedan grandes momentos por compartir gracias a su legado que poco a poco iré desgranando.

sábado, 19 de noviembre de 2016

Toledo en 1852 fotografiado por Felix Alexander Oppenheim

Debo empezar esta entrada reconociendo que hubo momentos en los que pensé que jamás podría publicarla. Desde que tuve conocimiento de una pista que llevaba a la posibilidad de que existieran fotografías de Felix Alexander Oppenheim en el Museo de Arte Islámico de Berlín, tomadas nada menos que en 1852, su búsqueda se convirtió para mí, al principio, en una prioridad, y finalmente, en una verdadera obsesión.
Una obsesión guiada por la ilusión. La ilusión de localizar las que probablemente son las fotografías más antiguas jamás tomadas en Toledo junto con las de Edward King Tenison y un par de Charles Clifford de las que otro día os hablaré.
En su momento, con motivo de la publicación del primer libro de Toledo Olvidado en 2012, ya había incluido una imagen de Oppenheim que retrataba el patio del Alcázar. Pero la pista de la que os hablo dejaba la puerta abierta a que fuesen algunas más las imágenes toledanas de Oppenheim conservadas en Berlín. Comencé entonces mi habitual protocolo de correos electrónicos a los responsables del museo solicitando información. Solo obtuve silencio. Dejé pasar un tiempo y volví a la carga escribiendo a una especie de organismo que agrega todos los museos berlineses, por si mi primer correo no hubiera sido leído o no hubiera sido enviado al lugar correcto. De nuevo, silencio administrativo. Volví a escribir al museo. Nada. Me empezaba a desesperar. Mi ilusión era incorporar estas fotos, caso de hallarlas, al tercer volumen de Toledo Olvidado que por entonces estaba redactando. Era ya septiembre y el tiempo se agotaba pues en octubre el libro debía estar maquetado. Decidí recurrir a esa herramienta que parece exclusivamente reservada a los países latinos como España: la queja. Me informé del procedimiento alemán para formular una queja oficial ante el servicio de museos por no dar siquiera respuesta a mis escritos. Pasó una quincena sin noticias. De pronto, un día que nunca olvidaré, casi con el libro en imprenta, un mensaje en la bandeja de entrada me alegró el día, el mes y prácticamente el año. Allí estaban. Sí, era un correo en el que no solo se disculpaban por no haber respondido sino que tenía archivos adjuntos. Los archivos adjuntos más maravillosos que había visto. La pista era cierta: Felix Alexander Oppenheim no había tomado una única foto en Toledo en 1852, sino que había obtenido bastantes más. En tiempo récord pudimos incorporar las mejores fotografías al libro con sus correspondientes textos. El tercer volumen de Toledo Olvidado quedaba entonces completo, pues sin estas fotos, siempre hubiera sentido que la obra quedaba coja. Hoy, casi un año después de presentar el libro, tengo el placer de ofreceros esas imágenes y también las no publicadas en el libro. Preparaos a disfrutar.
Por completar la entrada, creo obligado resumir la biografía de este pionero fotógrafo alemán, cuya figura está siendo redescubierta en los últimos años por el estudioso Ludger Derenthal. Se sabe que nació en Kaliningrado (hoy ciudad rusa, denominada anteriormente Königsberg) en el año 1819. Su formación fotográfica contó con un maestro de excepción: el francés Gustave Le Gray. Sabemos que Felix Alexander Oppenheim recorrió España entre los meses de julio y noviembre del año 1852. En su periplo español visitó las ciudades más atractivas desde el punto de vista fotográfico, es decir, Madrid, Toledo, Burgos, Salamanca, Granada y Sevilla. Las fotografías tomadas en Toledo en aquel lejano año son, como os decía, las más antiguas jamás tomadas en la ciudad que se tenga constancia, junto con las de Edward King-Tenison y Charles Clifford obtenidas en el mismo año. Se trata de catorce fotografías que se conservan en el Museo de Arte Islámico de Berlín y que se suman a la ya citada del Alcázar conservada en la Kunstbibliothek berlinesa y suponen un verdadero tesoro por su antigüedad y rareza. Al año siguente, en 1853, Oppenheim viajó hasta Grecia obteniendo un gran número de notables calotipos. Recibió dos premios por su trabajo fotográfico: el de la Exposición Fotográfica de Ámsterdam y la medalla de la Exposición de Bruselas, en 1855 y 1856 respectivamente. Félix Alexander Oppenheim falleció en Berlín en 1898.
Sin más dilación, vamos a repasar estas fotos comenzando por mi preferida: una maravillosa vista desde la Plaza de Don Fernando que nos deja la primera toma conocida de la Catedral con su torre del Reloj:
Catedral de Toledo desde la Plaza de Don Fernando en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin

¿Qué decir de la vista que enamora a cualquier visitante? La torre de la Catedral observada desde la calle Ancha, o calle Comercio. Uno podría pasar horas mirando esta estampa, sobre todo reflexionando sobre su tremenda antigüedad, de 164 años:
Calle Ancha de Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin

Oppenheim se acercó también a la Plaza del Ayuntamiento, donde obtuvo las dos primeras fotos de las fachadas de la Catedral y del propio ayuntamiento:
Catedral de Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin
Ayuntamiento de Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin

Verdaderas joyas son estas imágenes del Claustro de San Juan de los Reyes, que muestran el deterioro del edificio desde la invasión napoleónica, tomadas bastante antes del comienzo de sus obras de restauración:
Claustro de San Juan de los Reyes en Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin
Claustro de San Juan de los Reyes en Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin

En el exterior del edificio, Oppenheim logró inmortalizar la Puerta del Pelícano en su emplazamiento original en perpendicular a la calle (hoy está a ras de la misma). El letrero de "Museo Provincial" hace referencia al uso que esta parte del monasterio tuvo desde 1846. Al fondo, a la izquierda, aparece el comienzo de la calle del Ángel:
Puerta del Pelícano Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin

Es una gozada para la vista poder ver el primer registro fotográfico conocido del barrio del Arrabal y la Antequeruela, obtenido desde las inmediaciones de la Puerta del Vado. Se ven claramente la Puerta de Bisagra y Santiago del Arrabal:
Arrabal de la Antequeruela en Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin

Aquí se ve el Torno del Tajo desde el Puente de Alcántara:
Torno del Tajo en Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin

Una imagen impresionante: el Puente de Alcántara en aquel lejano 1852 y arriba a la derecha la aguja del Convento del Carmen Calzado, muy pocos años antes de ser desmantelado del todo por su propietario José Safont. Precisamente el apellido de ese especulador, Safont, es el que hoy da nombre al paraje que se ve en primer término. Se trata de la imagen más antigua del Tajo con sus casetas de pescadores y baños en sus orillas:
Puente de Alcántara en Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin

Oppenheim retrató por partida doble el Puente de San Martín. En la primera imagen incluso se ve la Capilla de la Beata Mariana de Jesús con su cubierta puntiaguda, adosada a San Juan de los Reyes, y que fue demolida en 1864:
Puente de San Martín en Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin
Puente de San Martín en Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin

El Puente de Alcántara también figura por fortuna en la serie de Oppenheim en 1852:
Puente de Alcántara en Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin

Como no podía ser menos, la imponente Puerta del Sol también cautivó al pionero alemán:
Puerta del Sol en Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin

Para finalizar, os dejo las dos versiones de la imagen del Alcázar con la que comenzó mi obsesión por Oppenheim, nacida un buen día allá por 2009 al encontrar una reseña en un libro que le mencionaba como un posible fotógrafo de nuestra ciudad. Esta fue la primera imagen en ser localizada y os la muestro en la versión de la biblioteca de Berlín así como en la conservada en el Museo de Arte Islámico:
Patio del Alcázar de Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim. © Art Library, National Museums in Berlin.
Alcázar de Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin

Con el deseo de que estas verdaderas joyas de nuestra historia fotográfica os hayan gustado, finalizo con una doble reflexión en voz alta: la primera de ellas es la de haber constatado que no solo en España, sino que también en Alemania, en ocasiones la administración es lenta y a veces apática; la segunda es evidente: el que la sigue, la consigue. Os animo a ser perseverantes y tenaces a la hora de luchar por conseguir aquello que más os ilusione. Lo bueno, siempre se hace esperar.
© TOLEDO OLVIDADO
Maira Gall