sábado, 28 de septiembre de 2019

La colección de Tomás García del Cerro: un homenaje al Tajo y a las Vespas

Tomás García del Cerro es un auténtico enamorado de Toledo, de esos que sienten a la ciudad como una prolongación de su propia personalidad. Además, tenemos la inmensa suerte de que Tomás sea una persona generosa y ordenada a partes iguales, pues me ha permitido mostraros su colección de fotografías que cuidadosamente ha ido tomando, recopilando y archivando a lo largo de su vida. El resultado es una pura delicia: un homenaje visual a sus dos grandes pasiones, que no son otras que las motos Vespa y el río Tajo.
De la mano de las imágenes de Tomás haremos un repaso lleno de nostalgia y preciosos recuerdos a la vida del Toledo de los años 50 y 60, en los que las motos Vespa (de cuyo concesionario en Toledo él fue muchos años responsable) hacían furor y los toledanos las paseaban por sus lugares de ocio y recreo, de entre los que sobresalía el río Tajo, por entonces limpio y lleno de vida.
Comenzaremos por las fotografías en las que el Tajo es protagonista, pues algunas de las más antiguas de su colección tienen como como testigo a nuestro hoy maltrecho río. Tomás y sus amigos disfrutaron de lo lindo en sus aguas y en sus orillas y tuvieron además la genial idea de inmortalizarlo con sus cámaras en aquellos años. La contemplación de estas fotografías genera una doble impresión, por un lado de "rabia melancólica" por lo que hemos perdido, y por otro de "ilusión esperanzadora" por poder constatar que el Tajo puede (y debe) constituir de nuevo un recurso de ocio y disfrute de primer orden para toledanos y visitantes, pues ello es perfectamente posible si se toman las medidas adecuadas, es decir, derogar inmediatamente el Trasvase Tajo-Segura y mejorar la depuración de las aguas vertidas al Jarama que luego entran en el Tajo. Poder ver a Tomás con sus amigos bañándose, comiendo, bebiendo, jugando, paseando, riendo...en definitiva, viviendo, junto al río tanto en Safont como en San Servando es algo que al menos a mí me emociona.
Con unos amigos en la Playa de Safont junto al río Tajo, años 40. Colección de Tomás García del Cerro
Con unos amigos en la Playa de Safont junto al río Tajo, años 50. Colección de Tomás García del Cerro
Con unos amigos en el Puente de Alcántara junto al río Tajo. Colección de Tomás García del Cerro
Con unos amigos en el azud de San Servando junto al río Tajo. Colección de Tomás García del Cerro
Bañándose en el río Tajo junto al Puente de Alcántara, años 50. Colección de Tomás García del Cerro
Con unos amigos en la Playa de Safont junto al río Tajo. Colección de Tomás García del Cerro
Con unos amigos en la Playa de Safont junto al río Tajo. Colección de Tomás García del Cerro
Bañándose en el río Tajo en el azud de San Servando en Toledo. Colección de Tomás García del Cerro
En el azud de San Servando junto al Tajo, años 50. Colección de Tomás García del Cerro
Con una barca de remos junto a la Playa de Safont en el río Tajo. Colección de Tomás García del Cerro
Con unos amigos en la Playa de Safont junto al río Tajo. Colección de Tomás García del Cerro
Con una amiga en la Playa de Safont junto al río Tajo. Colección de Tomás García del Cerro
Con unos amigos en la Playa de Safont junto al río Tajo. Colección de Tomás García del Cerro
Junto al Tajo y un rebaño de ovejas. Colección de Tomás García del Cerro
Gran crecida del río Tajo en Toledo. Colección de Tomás García del Cerro
Plantación de frutales junto al Palacio de Galiana, años 60. Colección de Tomás García del Cerro

Tomás ama al Tajo en todas sus facetas, incluida la botánica. En sus orillas y gracias al frescor de sus aguas crecía el inmenso moral (o morera) que tanto ha defendido Tomás para poder salvarlo (incluso logró que se le protegiera y se le dedicaran unos versos). Aquí le vemos en sus años de esplendor en la Huerta del Granadal (actual parque de Safont):
Con una cabra junto a la gran morera de la Huerta del Granadal (hoy Parque de Safont). Colección de Tomás García del CerroCon una amiga junto a la gran morera de la Huerta del Granadal (hoy Parque de Safont). Colección de Tomás García del Cerro
Junto al gran moral o morera de la Huerta del Granadal, actual Parque de Safont. Colección de Tomás García del Cerro

El maridaje perfecto para Tomás era poder unir su amado Tajo con su inseparable moto Vespa, dejándonos estampas impagables:
Con su moto Vespa en la Playa de Safont junto al río Tajo. Colección de Tomás García del Cerro
Con su moto Vespa en la Playa de Safont junto al río Tajo. Colección de Tomás García del Cerro

Tomás se retrató junto a su moto en innumerables lugares de la ciudad, consiguiendo algunas fotografías que hoy son joyas:
Montados en dos moto Vespa junto a la Puerta de Bisagra. Colección de Tomás García del Cerro
Con su vespa en la portada del Cigarral del Ángel Custodio. Colección de Tomás García del Cerro
Motos Vespa en el Valle en Toledo hacia 1965. Colección de Tomás García del Cerro
8 personas subidas a una moto Vespa en las dependencias de obras públicas en Toledo. Colección de Tomás García del Cerro
En el taller Moto Vespa de la Covachuelas. Colección de Tomás García del Cerro
Con una moto vespa junto al Castillo de San Servando. Colección de Tomás García del Cerro
Con su moto Vespa en la zona de Alijares con Toledo al fondo. Colección de Tomás García del Cerro
Con su moto Vespa en el Valle con Toledo al fondo, años 60. Colección de Tomás García del Cerro
Con una vespa haciendo la mili en el Hospital Provincial de Toledo en 1960. Colección de Tomás García del Cerro
En una vespa junto al militar Mediavilla y las hermanas Corcuera. Colección de Tomás García del Cerro
En una moto Vespa en Toledo. Colección de Tomás García del Cerro
Con su moto Vespa en las inmediaciones de Toledo. Colección de Tomás García del Cerro
jugando en una moto Vespa. Colección de Tomás García del Cerro
Una moto Vespa de juguete en una atracción en la feria de Toledo. Colección de Tomás García del Cerro

Tomás guarda algunas curiosidades realmente entrañables, como por ejemplo este recorte en el que aparece él mismo en el acto de entrega del aguinaldo que los motoclubs Vespa de toda España otorgaban a los guardias municipales en Navidad. En el caso de Toledo, se le entregaban los regalos en su pequeño atril situado en Zocodover:
Miembros del Vespa Club de Toledo entregan el aguinaldo al Guardia Urbano de Zocodover. Colección de Tomás García del Cerro
Revista del  del Vespa Club con fotos de las entregas del aguinaldo a los Guardias Urbanos. Colección de Tomás García del CerroColección de Tomás García del Cerro

El toledanismo de Tomás le ha llevado durante su vida a protagonizar momentos muy especiales, como por ejemplo ser extra en el rodaje de dos películas: "Los Crímenes de la Calle Morgue" en 1970 y "El diablo se lleva a los muertos" en 1973:
Haciendo de extras como guardias en el rodaje de "Los crímenes de la Calle Morgue" en octubre de 1970. Colección de Tomás García del Cerro
Haciendo de extras como supuestos turistas en el rodaje de "El Diablo se lleva a los Muertos" en 1973. Colección de Tomás García del Cerro
Haciendo de extras como supuestos turistas en el rodaje de "El Diablo se lleva a los Muertos" en 1973.Colección de Tomás García del Cerro

Como habéis podido comprobar, las fotos de Tomás tienen ese poder mágico de trasladarnos sin esfuerzo al Toledo de hace medio siglo. Estamos todos en deuda con él por su generosidad al compartirlas con nosotros. Ojalá tanto Tomás como el resto de toledanos podamos volver a ver un Tajo limpio a su paso por Toledo, de modo que el río vuelva a formar parte de nuestras vidas.
Tomás García del Cerro en los cobertizos. Fotografía de Renate Takkenberg-Krohn

sábado, 14 de septiembre de 2019

Jesse Fernández, el mítico fotógrafo que vivió en Toledo entre 1974 y 1976

En las 346 anteriores entradas de este blog creo que hay bastantes pruebas de que por Toledo han pasado los más grandes fotógrafos de la historia, desde Cartier-Bresson a Inge Morath pasando por Robert Frank, Gerda Taro o Robert Capa, por citar solo algunos de los más grandes. Lo que constituye una novedad en la entrada de hoy es poder contaros que uno de ellos cohabitase entre nosotros durante varios años, siendo un vecino más de la ciudad. Me estoy refiriendo al gran Jesse Fernández, una de las referencias fotográficas mundiales de la segunda mitad del siglo XX.
Jesse Antonio Fernández nació en La Habana el 7 de diciembre de 1925, aunque cuando solo tenía siete años se mudó con su madre y su hermano a Asturias, tierra de la que procedía su familia, para escapar de la dictadura de Gerardo Machado instaurada en Cuba. Cuando Jesse tenía 10 años, comienza la guerra civil española y la familia regresa a Cuba tomando el último barco que parte de Santander.
A los quince años, Jesse Fernández ingresa en la Academia de Bellas Artes de San Alejandro de La Habana debido a sus grandes dotes para la pintura, y estudia allí unos años. Más adelante se muda a Filadelfia (Estados Unidos) para estudiar ingeniería electrónica, aunque abandonó pronto estos estudios para dedicarse al mundo del arte. Ya en Nueva York, estudia pintura bajo la dirección de George Grosz y Preston Dickinson. En 1948 conoce a Wifredo Lam, quien le introduce en círculos culturales y artísticos de vanguardia, presentándole a varios pintores europeos que vivían por entonces en Nueva York como Marcel Duchamp, Esteban Francés o Frederic Kiesler. Acude también a las reuniones de un club de pintores en la Calle 8, donde se encuentra nada menos que con Willem de Kooning, Jackson Pollock, Robert Motherwell o Milton Resnick.
Entre 1952 y 1954 vive en Colombia, donde trabaja para una agencia de publicidad en Medellín. Allí de nuevo sabe rodearse y encontrar a los artistas más influyentes, entablando relación con Fernando Botero y Gabriel García Márquez. Es allí en Medellín donde Jesse, poco antes de alcanzar la treintena, comienza a tomar fotografías:
“La fotografía se convirtió para mí en una forma de contacto con la realidad. Aquí es donde desarrollé mi propia técnica. No sabía nada sobre fotografía, ni siquiera qué era un diafragma. Sin embargo, me encerré con toneladas de libros y aprendí. Soy muy purista y fui influenciado por Henri Cartier-Bresson y Walker Evans".
De regreso en Nueva York, explota sus recientes progresos en el campo de la fotografía y trabaja como reportero gráfico y sus imágenes se publican en las grandes revistas gracias a la agencia Gamma. Su progresión es imparable y en 1958 se convierte en director de arte en la revista Visión. Viaja por toda América Central y, en 1959, surge el encargo de su amigo Guillermo Cabrera Infante de fotografiar a un joven Fidel Castro en los primeros meses de la revolución cubana para los periódicos Revolución y Lunes de Revolución. Fernández llegó a ser el fotógrafo oficial de Fidel, aunque pronto abandonó tanto al líder socialista como al país caribeño tras conocer la represión ejercida por la revolución, algo que de ningún modo él podía apoyar.
Fidel Castro and Jesse A. Fernandez, Cuba, 1959 © Estate Jesse A. Fernandez / Collection France Mazin Fernandez
A finales de 1959 regresa a Nueva York y se dedica de lleno a la pintura, con una fijación especial por las calaveras o cráneos, que se convierten en su leitmotiv:
“Cuando regresé a Nueva York, había cambiado y decidí comenzar desde cero. Fue entonces cuando aparecieron los primeros cráneos. Muchos de estos cráneos son paisajes. Y comencé una y otra vez. Llegó el día en que, en mi opinión, había eliminado el simbolismo. Era solo una cuestión de espacio”.
En esta época se reúne frecuentemente con Jorge Luis Borges, Joan Miró, Antoni Tàpies o Antonio Saura y enseña en la School of Visual Arts neoyorquina.
A finales de los años 60, cuando todavía se encontraba enseñando en Nueva York, compagina su trabajo con estancias en Puerto Rico, donde Jesse Fernández busca un entorno más propicio para la creatividad. También por entonces comienza a escribir como crítico de arte para el diario puertorriqueño San Juan Star.
La fase de su vida que más nos interesa hoy abarca entre 1974 y 1976, época en la que vive entre Toledo, a la que considera "la ciudad más bella del mundo", y Madrid, donde su trabajo fotográfico y artístico se exhibe regularmente, especialmente sus denominadas "cajas", que son una síntesis simbólica entre su lectura personal de la historia y la cultura universal. En 1977 se instala en Francia, donde sus fotografías se centran en la arquitectura y en retratos de artistas como Joan Mitchell, Francis Bacon o Henri Moore, participando también en una gran cantidad de exposiciones personales y grupales.
A principios de los años 80 se publica su libro Retratos, que reúne sus numerosas fotografías de artistas y escritores, y también Les Momies de Palerme, libro que constituye un "informe alucinante", como resultado de dos meses fotografiando las catacumbas de los capuchinos en Palermo.
Capuchin catacombs, Palermo, 1980 © Estate Jesse A. Fernandez / Collection France Mazin Fernandez
Jesse A. Fernández muere en Neuilly-sur-Seine (Francia) el 13 de marzo de 1986 y está enterrado en el cementerio de Père-Lachaise.
Su obra ha sido expuesta en el Museo Nacional de Arte Reina Sofía en Madrid (con una muestra retrospectiva en 2003), la Maison de l'Amérique Latine en París y en el Museo Nelson Atkins de Kansas City. Diferentes trabajos suyos pueden ser admirados en los mejores museos del mundo, como el MoMA de Nueva York, el Museo del Barrio también de Nueva York, el Centro Pompidou de París, o el Museo Nacional de Arte Reina Sofía de Madrid.
Hace unas semanas contacté con su viuda, France Mazin, quien custodia y gestiona su legado, con la esperanza de poder divulgar fotografías de Jesse Fernández en Toledo. Mi alegría fue inmensa cuando France me respondió de forma positiva, con una amabilidad enorme y un cariño a Toledo que me conmovió. France me envió las cuatro fotografías de Jesse Fernández tomadas en Toledo que hoy tengo el enorme placer y honor de mostraros.
Comenzaré por la más simbólica, en la que aparece el propio Jesse Fernández y, al fondo, la que él mismo calificó como "la ciudad más bella del mundo" y que durante dos años fue su hogar:
Jesse Fernández en el Valle con Toledo al fondo entre 1974 y 1976 © Estate Jesse A. Fernandez / Collection France Mazin Fernandez

Jesse Fernández obtuvo esta preciosa fotografía de un niño jugando con un rudimentario arco en la calle Martín Gamero, junto a la antigua tienda de Ramírez, demostrando que era un fotógrafo excepcional:
Un niño juega con un arco en la calle Martín Gamero entre 1974 y 1976 © Estate Jesse A. Fernandez / Collection France Mazin Fernandez

En aquellos años entre 1974 y 1976, España vivía intensamente el final de los días de la dictadura y era habitual encontrar muchos carteles pegados y arrancados en las paredes de nuestras calles. Jesse Fernández obtuvo esta significativa imagen en Toledo:
Unos carteles en una pared de Toledo  entre 1974 y 1976 © Estate Jesse A. Fernandez / Collection France Mazin Fernandez

Para finalizar, os dejo con esta maravillosa vista interior de la Sinagoga de Santa María la Blanca que Jesse Fernández retrató con su habitual maestría:
Sinagoga de Santa María la Blanca  entre 1974 y 1976 © Estate Jesse A. Fernandez / Collection France Mazin Fernandez

Agradeciendo infinitamente a France Mazin la cesión de estas fotografías tomadas por su marido en Toledo en la época en que fue su hogar, solo me queda recordar una vez más el maravilloso privilegio que tenemos de habitar y disfrutar esta ciudad que ha cautivado a tantos y tantos seres humanos especiales a lo largo de la historia. A algunos hasta el punto de convertirlos, aunque fuese solo por unos años, en uno más de sus vecinos como fue el caso de Jesse Fernández.


© TOLEDO OLVIDADO
Maira Gall