Comenzaré con un ejemplo de enorme tamaño: la antigua Escuela Normal de Magisterio. Pocos edificios de ese tamaño han tenido una vida tan corta y desdichada. Edificado en el año 1929 en los terrenos que hoy son el Paseo de Sisebuto, pronto comenzó a tener graves problemas de estabilidad derivados de la escasa capacidad portante del suelo sobre el que se asentaba, que era una escombrera. Poseía cuatro torres y dos grandes patios y competía en tamaño con el mismísimo (y cercano) Hospital Tavera. Tras la Guerra Civil y hasta 1945 fue cuartel de infantería, y sus últimas clases de magisterio fueron impartidas hacia 1951. En esos últimos años ya sólo podía usarse la parte del edificio que miraba al Paseo de Merchán. En estas imágenes podéis ver el enorme edificio.
En esta otra se aprecia la Escuela ya semidemolida, con su volumen reducido a la mitad:
Otro edificio desaparecido, este de mucho menor tamaño, es la Ermita del Calvario. Se situaba junto al Convento de San Gil, hoy sede de las Cortes Regionales. Era una humilde construcción, que había sido ya semiderruida en la Guerra de la Independencia y que en 1847 fue reedificada por los hermanos Juan y Joaquín Villalobos gracias a sus aportaciones y a limosnas que estos dos presbíteros recaudaron. Contaba con una sencilla nave, y en su interior existía un altar, un retablo y un crucifijo, que aún perdura. Es el Cristo de la Fe, o del Calvario, que desfila cada Viernes Santo con la Hermandad del Cristo de la Fe y Nuestra Señora del Rosario. Estas son las imágenes que han quedado de la humilde ermita: en primer lugar tenéis la más antigua, tomada por Jean Laurent en 1872 desde el Valle.
A finales del siglo XIX J. Lacoste llegó a tiempo de fotografiarla desde el mismo lugar muy poco antes de su demolición:
Siguiendo con elementos arquitectónicos desaparecidos, nos centraremos ahora en los arcos que existían en Zocodover, en la subida hacia el Alcázar, hasta 1865, fecha en la que fueron derribados. Fueron construidos en 1656 por Juan García de San Pedro en estilo herreriano y formaban parte de una remodelación integral de Zocodover que jamás llegó a efectuarse como nos cuenta Rafael del Cerro Malagón en el último número de la maravillosa revista Archivo Secreto del Ayuntamiento de Toledo. De estos arcos nos han llegado dos fotografías, muy similares, pero diferentes, tomadas por un fotógrafo anónimo antes de 1865:
Otros edificios que dejaron hace tiempo de existir fueron algunas fábricas, con hornos y chimeneas, destinadas a fabricar loza y cerámica. Hoy día sería impensable ubicar edificios fabriles en plena ciudad, pero en esos tiempos las regulaciones industriales brillaban por su ausencia. También sorprende pensar que, tal vez, el aire que respiramos hoy en Toledo puede que sea más puro que el que respiraban entonces. Os muestro primero imágenes de una fábrica con su chimenea en la misma orilla del Tajo:
Y en estas imágenes podéis ver una fábrica de loza en la Antequeruela:
Otro elemento que durante años existió en Toledo fue el depósito de la elevadora de aguas, que mediante la recién descubierta para la sociedad toledana energía eléctrica, subía el agua del Tajo desde las turbinas de Vargas (construidas en el emplazamiento del Artificio de Juanelo) hasta este depósito situado junto al Alcázar. Inaugurado en 1870, se comunicaba con los depósitos situados en la Plaza de San Román. En estas imágenes podéis ver el depósito situado junto al Alcázar.
Estos eran los depósitos de la Plaza de San Román, justo delante de la entrada a San Pedro Mártir:
Dichos depósitos fueron derribados en 1979:
Otra desaparición fue la del Puente de los Polvorines de la Fábrica de Armas, que comunicaba ambas márgenes del río y que feneció en una riada de 1947.
Una curiosidad desaparecida es el surtidor de gasolina que existía en la mismísima Puerta de Bisagra y que ofertaba "gasolina filtrada":
Cerca de allí, junto a la iglesia de Santiago del Arrabal, se situaba la báscula municipal de pesaje de camiones, tractores y demás vehículos de mercancías. Fue fotografiada por mi abuelo Eduardo Butragueño:
Otra desaparición, algo peculiar, fue la sufrida por un islote que solía aparecer cerca del Puente de Alcántara cuando el caudal era reducido en las cercanías de la Playa de Safont y que pasó a mejor vida con la ejecución del Puente de Azarquiel en los años 80 del siglo XX (Gracias a Rafael del Cerro Malagón edito la entrada aclarando que no se trata de la Isla de Antolínez, que ocupaba el espacio que se corresponde con el paseo existente entre la orilla derecha del río y la avenida de Castilla de Castilla-La Mancha, pues el Tajo al llegar a la actual presa de Safont se abría en dos brazos, de modo que el derecho discurría por las actuales dársenas de la estación de autobuses, Hotel Mayoral y puerta del Vado para encontrarse con el cauce principal antes del puente de Alcántara. Este tramo se desecó entre finales del siglo XVIII y principios del XIX):
Como curiosidad desaparecida final, esta más moderna, os dejo los míticos katangas, autobuses urbanos de Toledo denominados así por la población local al coincidir su implantación con los conflictos en esta región congoleña. Su color amarillo era inconfundible y aún hoy muchos toledanos siguen hablando de "coger el katanga" en lugar de tomar el autobús.