La compañía MZA (siglas de Madrid-Zaragoza-Alicante), concesionaria del servicio, había invertido una buena suma de dinero para lograr conectar Madrid con Toledo mediante un moderno tren denominado "automotor", capaz de realizar el trayecto entre ambas capitales en algo menos de una hora, lo que suponía todo un hito de las comunicaciones.
Los automotores eran vehículos ferroviarios autopropulsados, dotados de uno o varios motores que les permitían el movimiento de forma autónoma sin necesidad de ser remolcados por una locomotora. Constaban generalmente de una unidad motriz y una o más unidades remolcadas acopladas entre sí mediante enganches automáticos. Se destinaban preferentemente al transporte de viajeros. En Toledo se usó el modelo WE-401 con motor diésel.
El día 25 de aquel mes fue el elegido para inaugurar solemnemente el servicio, con la presencia de las máximas autoridades del gobierno de la II República por aquel entonces: el presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, y el ministro de la Guerra José María Gil-Robles.


El caso es que en aquel vagón viajaba buena parte del poder español del momento, con personas que muy poco después verían cómo sus vidas cambiaban por completo al estallar la guerra. Repasar las biografías de Alcalá-Zamora, Gil-Robles, Domingo Batet o Rafael Sánchez Guerra (otro de los integrantes del vagón, por entonces presidente del Madrid C.F., denominación del Real Madrid en aquellos años) es sinónimo de conocer a fondo el siglo XX de nuestro país, con todos los hechos históricos que en él se sucedieron.
Como el análisis de todo ello excede las pretensiones de este blog, os lanzo el guante de indagar en sus vidas y en las acciones que desempeñaron. Por mi parte os dejo las imágenes del viaje, con sus protagonistas ajenos a los próximos acontecimientos que se sucederían en los años venideros, así como de la comida que se celebró en la preciosa estación de ferrocarril de Toledo:













3 comentarios
No puedo asegurar si este automotor permaneció en servicio después de la guerra, y de ser así tampoco hasta qué año. Hasta su propio nombre ya era atractivo. Pero sí recuerdo, siendo aún niño, haberle visto situado en los andenes de nuestra hermosísima estación. Recuerdo la impresión que me producía ver un mono-vagón tan limpio y la ilusión que me habría hecho ir a Madrid en un tren tan moderno, del que se decía que te plantabas en Atocha en menos de una hora. Quizá no fuera tanto, ¡vaya usted a saber!, pero eran tiempos en que cualquier cosa era capaz de ilusionarnos.
Eduardo, las dos últimas fotos no corresponden al Madrid-Toledo (están mal catalogadas)
Muchas gracias, Luis, llevas razón. He editado la entrada ya sin esas dos fotos.
Un abrazo.
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