viernes, 20 de diciembre de 2013

Una presencia inesperada 130 años después

La generosidad de los 700 mecenas que habéis hecho posible la edición del libro Toledo Olvidado 2 ha vuelto a darme la posibilidad de obtener en altísima resolución cientos de preciosas e increíbles imágenes que han sido incluidas en el mismo. La contemplación pausada de ellas me ha deparado muchas horas de enorme disfrute, pues la definición de muchas de estas joyas es absolutamente impresionante, especialmente cuando se trata de escaneos de las placas de cristal originales.
Es el caso del fondo de la casa Léon&Lévy conservado por la agencia parisina Roger Viollet, cuya autoría ya adelanto en el libro que hay indicios de que pudiera atribuirse a Casiano Alguacil y no a fotógrafos franceses de la casa citada.
Lo que hoy voy a contaros ya lo adelanté el pasado viernes en la presentación del libro y estaba previsto mostrarlo en aquel acto, pero un extraño suceso informático impidió poder verlo aquella noche.
Todo comenzó este verano, cuando adquirí varias fotografías en alta resolución del citado archivo para incluirlas en el segundo volumen del libro de Toledo Olvidado. Hacía tiempo que estaba deseando poder ver esas fotos en alta resolución pues son escaneos de las placas originales tomadas hacia 1885 y su definición y nitidez es sencillamente asombrosa. Decidí pasar un buen rato mirando detenidamente una de las imágenes, tal vez la mejor de esa serie: la vista frontal de la fachada de la Iglesia de San Ildefonso (vulgo Los Jesuitas) obtenida desde la torre de la catedral. Una toma realmente magistral.
Iglesia de San Ildefonso vista desde la Catedral de Toledo hacia 1885. © Léon et Lévy / Cordon Press - Roger-Viollet

Pasé largos minutos observando cada detalle: un gato que pasea por un tejado, una ventana con macetas, ropa tendida, una puerta desvencijada, el intrincado caserío con sus tejas árabes, los detalles de las esculturas de la fachada de la iglesia, la torre mudéjar de San Pedro Mártir... estuve disfrutando como un niño muchos minutos hasta que, de pronto, un escalofrío me recorrió la espalda. No era posible lo que estaba viendo.
- Estás loco, Edu, me dije, mientras mi mente se esforzaba en no creer lo que los ojos le mostraban. En la parte inferior, en unas ventanas que se corresponden con el hoy desaparecido Convento de Jesús y María, una figura se asomaba a una ventana. Era necesario ampliar mucho la imagen para poder verlo.
Detalle de una foto de la casa Léon&Lévy hacia 1885 (c) Cordon Press

Un poco más cerca, la presencia aparecía más clara. Parecía evidente que una figura humana con hábitos de monja estaba presente en esa ventana:
Detalle de una foto de la casa Léon&Lévy hacia 1885 (c) Cordon Press

Decidí ampliar incluso más la fotografía, casi deseando que lo que creía haber visto se esfumara... pero lejos de hacerlo, cada vez era más patente:
Detalle de una foto de la casa Léon&Lévy hacia 1885 (c) Cordon Press

Era verano, sí, pero el sudor que recorría mi espalda no se debía en absoluto al calor:
Detalle de una foto de la casa Léon&Lévy hacia 1885 (c) Cordon Press

¿Eran imaginaciones mías? ¿No era evidente que esa imagen parece mostrar claramente un cadáver momificado de una monja mirando por la ventana? El hallazgo se lo enseñé sólo a un círculo muy reducido de personas.
Pasaron los meses y el libro había de maquetarse... ¿qué debía hacer entonces con esta foto?
Opté por ponerla sin ampliar, bellísima, pero sin el zoom suficiente como para apreciar esto sin ayuda de una lupa. Es la foto 47 del libro, página 56. Pero decidí hacer un guiño al hallazgo dejando entrever en el texto descriptivo que la foto esconde una inquietante sorpresa... pero no se desvela cual. Días antes de la presentación, Toté, uno de los editores, me dijo que esto podíamos enseñarlo en el acto. Preparó un sensacional powerpoint pero... por causas que nunca sabremos, el archivo quedó inutilizable al hacer unos pequeños cambios.
En estos días sois muchos los que me habéis preguntado por este detalle y, por eso, hoy lo publico con el deseo de que ahora sí podáis verlo. Pero hacedlo con cuidado... tal vez, ¿quién sabe?, alguien os mira desde la ventana de enfrente. Puede, incluso, que lleve 130 años haciéndolo.

11 comentarios

Jesús Sánchez de Haro dijo...

Impresiona ver la imagen ampliada. Aunque las lupas hacen maravillas...ya te lo dije...tu locura se asomaba a la ventana. Enhorabuena!!!

José María Moreno Santiago dijo...

Y esto muchos años antes del famoso Blow-Up de Antonioni. Y además de verdad, porque el de la película es más falso que Judas. :)
Sensacional, Eduardo, nos dejas sin palabras.

Pedro Liñán de Riaza dijo...

Acojona un poco...

arturphoto dijo...

Si es así, vaya con las monjitas para dejar cadáveres (última voluntad de la monja podría ser) o una monja que le gustaba ver la ciudad y aprovechaba sus ratos para contemplarla y en ese momento la cámara la capto....misterios sin resolver.

Alberto dijo...

Con esta foto Iker Jiménez te hace un programa entero

David Utrilla Hernández dijo...

Está claro. Tiene toda la pinta de ser un monjita muerta. Que interesante Eduardo. Es posible conseguir una interpolación más precisa, si te apetece me mandas un recorte de la ventana y a ver que sale.

maria jose dijo...

Hola buenas tardes, estoy buscando información sobre la casa de las cadenas, en la calle las bulas, mi madre se crío allí con su familia durante la guerra civil, tuvieron que abandonar todo cuando el bombardeo al alcázar, alguien me podría dar más información, eran la familia sánchez sánchez ella se llamaba maría y mi abuelo creo run benito

Vicente Camarasa dijo...

Cuando desees pásate por sdelbiombo; hay un premio dardo para ti.
Una pequeña manera de decirte cuánto disfruto con tu blog

Ricardo Sánchez Candelas dijo...

No sería ésta la primera ocasión en que las ventanas adquieren una presencia significativa en el escenario de leyendas toledanas, como si su apertura esporádica o inesperada a un mundo exterior tuviera todo el valor simbólico de abrirnos a la fascinación de lo mágico o misterioso que se esconde tras de ellas.
Me detengo en la cita de pasajes de tres de esas leyendas.
El primero, el referido a la romántica leyenda de Bécquer que el escritor, en su vivencia toledana, denominó con el título “Tres fechas”:
“Ya la ventana de por sí era digna de llamar la atención por su carácter; pero lo que más poderosamente contribuyó a que me fijase en ella fue el notar que cuando volví la cabeza para mirarla las cortinillas se habían levantado en un momento para volver a caer, ocultando a mis ojos la persona que, sin duda, me miraba en aquel instante”.
Y continúa la descripción:
“…saqué el lápiz y apunté una fecha. Es la primera de las tres, a la que yo llamo la fecha de la ventana”
La segunda mención la refiero a la leyenda, también toledana, y también de Bécquer, que tituló “La rosa de pasión”. Dice ese texto:
“Cuando los vecinos del barrio pasaban por delante de la tienda del judío y veían por casualidad a Sara tras de las celosías de su ajimez morisco…”.
Y más adelante prosigue:
“…pero las celosías del morisco ajimez de Sara no volvieron a abrirse, ni nadie vio más a la hermosa hebrea recostada en su alfeizar de azulejos de colores…”
De la leyenda de “La Casa del Diamantista” hice en su momento una descripción de la que ahora recupero la siguiente cita:
“Fascinado por ambas y devorado por la curiosidad, buscó el lugar de su procedencia hasta descubrir que melodía y voz salían de una estrecha ventana de la Casa”
Y concluye:
“…por no faltar a aquella cita y llegar hasta la ventana de su amada”.
¿Nos estará sugiriendo este insólito “descubrimiento” de Eduardo en su Toledo Olvidado la creación de una nueva leyenda toledana? ¿Podría ser su título “La monjita de la ventana”? ¿Tendremos que dar por definitivamente acabada en Toledo la exaltación de cualquier fantasía? ¿Somos tan prosaicos y materialistas que ya no podemos engendrar nuevas leyendas?
Una vez más quisiera resistirme al pesimismo y dejar volar los sueños.

Anónimo dijo...

Probablemente se trate de una pareidolia (en lo que se refiere a la cara de "momia", no es que no hubiera nada ni nadie ahí).

Anónimo dijo...

Edu:
Esto de la monja, yo que trabajo en el edificio de San Pedro Mártir, anexo a Madre de Dios, es algo muy " expecial ", cuando algo no aparece o aparece inesperadamente todos hemos dicho siempre: ¡¡ anda mira, seguro que ha sido la monja !!, una vez hubo un congreso y el vigilante nocturno, aparecio muerto de un infarto. Permiteme que no te diga quien soy aquí, aunuqe supongo que tu ya lo sabes. Un abrazo.

© TOLEDO OLVIDADO
Maira Gall