viernes, 13 de junio de 2025

El mítico Lamberto Vitali fotografía Toledo en 1958

Son muchos los que en Italia consideran a Lamberto Vitali como una pieza clave en el panorama cultural del país en el siglo XX y una de las figuras más destacadas en el estudio de la historia de la fotografía italiana. No en vano, Vitali fue un polifacético y activo coleccionista, historiador del arte, apasionado por el grabado y fotógrafo.
Nació en Milán el 22 de noviembre de 1896, siendo el único varón de los cuatro hijos del matromonio formado por Gustavo —empresario en el sector del cuero, café y productos coloniales— y Vittoria Soria, ambos judíos procedentes de Livorno que se trasladaron a Milán en la década de 1890.
Cultivó la pasión por los grabados desde muy joven, cuando comenzó a frecuentar la librería de antigüedades Cesati de Milán. Se graduó en 1912 en el Instituto Técnico Carlo Cattaneo. Fue reclutado durante la Primera Guerra Mundial, en la que sirvió en artillería y permaneció como oficial hasta 1919. Durante esta etapa militar realizó sus primeras fotografías, comenzando una afición que lo acompañaría ya toda la vida. Al regresar, se dedicó a la empresa comercial familiar, dándole un nuevo impulso. Su curiosidad intelectual, rasgo distintivo de su personalidad, lo llevó a estudiar Historia del Arte de forma autodidacta, motivado por Paolo D’Ancona, con quien mantuvo siempre una estrecha relación. Mientras se integraba en el ambiente cultural milanés, Vitali no descuidó los antiguos lazos con la familia del pintor Amedeo Modigliani en Livorno. En esos años realizó su primera adquisición artística, una pintura de Vittorio Matteo Corcos, dando inicio a una colección heterogénea en épocas y tipos, que abarcaba desde materiales arqueológicos, esculturas y mosaicos medievales, a pinturas del Renacimiento italiano y obras de los Macchiaioli, hasta llegar a piezas maestras de Giorgio Morandi y Modigliani.
Lamberto Vitali en su juventud Desde los años 20 hasta 1938 colaboró con revistas de arte y periódicos (entre ellos L’Italia letteraria, Emporium, L’Ambrosiano, Poligono), consolidándose como crítico activo y como estudioso de la historia de la fotografía. Interesado desde temprano en el enriquecimiento de las colecciones públicas, en 1924 escribió su primer artículo, titulado I musei di Milano, para la revista literaria Il Caffè, y en 1925 publicó Amici dei musei en Le arti plastiche. Entre 1927 y 1929 participó en Grafica Moderna, una editorial fundada con Giovanni Scheiwiller (que luego dirigió él solo bajo el nombre de Grafica Nova), con el objetivo de difundir los grabados de artistas de aquella época como Giorgio De Chirico, Carlo Carrà, Felice Casorati, Mario Sironi y Ardengo Soffici. En ese contexto nació su gran amistad con Giorgio Morandi, a quien conoció en la XVI Bienal de Venecia en 1928, donde compró su primer cuadro del artista: Fiori (1918).
Ese mismo año se casó con America Campagnani, con quien tuvo tres hijos. Desde entonces hasta 1937, escribió una serie de artículos para la prestigiosa revista Domus. Interesado en la tendencia novecentista, combinó su labor como articulista con la organización de exposiciones como la “Segunda muestra del Novecento italiano” en la Permanente de Milán (1929) y “Grabado italiano moderno” en Ámsterdam (1931). Sus amplios conocimientos sobre el grabado contemporáneo, un campo aún poco explorado, se recogieron en su libro L’incisione italiana moderna (Milán, 1934). En esa época, eran numerosas y frecuentes las visitas de amistades en casa de Vitali con artistas relevantes del momento como Carrà, Casorati, De Pisis, Guttuso, Mafai o Treccani, así como críticos como Giuseppe Marchiori y coleccionistas como Emilio y Maria Jesi.
En los años treinta conoció al bibliógrafo y publicista Marino Parenti, con quien compartió una duradera amistad basada en la pasión por el coleccionismo fotográfico, a la que Vitali se había dedicado desde finales de los años veinte. Con una serie de escritos en Emporium —revista que dirigió entre 1935 y 1938—, inició el discurso crítico sobre la historia de la fotografía en Italia. Sus aportes pioneros, como el ensayo Ritorno all’antica fotografia (1936), ofrecieron un original análisis estético e histórico-documental del medio fotográfico en el contexto de la cultura visual del siglo XIX. En esos mismos años nació su amistad con el periodista Silvio Negro, experto en fotografía histórica romana. En 1937 publicó la primera monografía italiana sobre el escultor Marino Marini.
La entrada en vigor de las leyes raciales de Mussolini en 1938 marcó profundamente su vida: por su condición de judío se vio obligado a abandonar toda actividad pública y comercial. Puso la empresa familiar a nombre de su esposa, que no era de origen judío, y también a nombre de ella pudo adquirir L’Enfant gras (1915) de Modigliani. En los años previos a la Segunda Guerra Mundial, su colección se enriqueció con una emblemática obra metafísica de Morandi: Naturaleza muerta (1920). Durante la guerra se trasladó con su familia a Pescia, donde protegió su colección y biblioteca, pero tras el 8 de septiembre de 1943 tuvo que huir y buscar refugió en Suiza con la ayuda de Fernanda Wittgens y los hermanos Ferdinando y Gianni Mattioli. Allí enseñó pintura francesa en la Universidad Libre de Mürren y entabló amistades con Giorgio Strehler, Dante Isella, Paolo Grassi, Luigi Caccia Dominioni, entre otros.
Ruinas de Milán en 1943 tras un bombardeo. Foto de Lamberto Vitali De regreso en Italia en julio de 1945, Vitali retomó su actividad empresarial y participó activamente en la vida cultural de la Milán de la posguerra. Su amistad con Morandi se profundizó, y a partir de 1947, estrechó lazos con funcionarios de los principales museos milaneses, como Costantino Baroni y Gian Alberto Dell’Acqua. Tras publicar un segundo libro sobre Marini, organizó la sección de grabado para la muestra “Tesoros de arte de Lombardía” (Zúrich, 1948) y colaboró en la exposición “Arte italiano contemporáneo” (Bruselas, 1949). A principios de los años cincuenta conoció a Franco Russoli, director de la Pinacoteca de Brera entre 1957 y 1977, con quien compartió una intensa relación intelectual y la visión museológica de la “gran Brera”. En 1952 comenzó a colaborar con la editorial Einaudi, donde forjó amistad con Giulio Einaudi, Giulio Bollati y especialmente con Roberto Cerati. En 1953 publicó Cartas de los Macchiaioli, una valiosa obra, convertida en referencia sobre el siglo XIX italiano. Al año siguiente salió la traducción de su Diario de Eugène Delacroix en tres volúmenes, que revitalizó el estudio del pintor francés. A propuesta suya, Einaudi publicó varios libros de edición limitada sobre la obra gráfica de artistas del siglo XX: Morandi (1957), Modigliani (1959) y Alberto Giacometti (1963). También cultivó relaciones con artistas contemporáneos como Achille Funi, Giacomo Manzù y Bruno Cassinari. En 1957 comisarió la sección Fotografía italiana antigua en la XI Trienal de Milán, considerada la primera exposición sobre fotografía del siglo XIX en Italia. Logró, de este modo, el reconocimiento al protagonismo de la fotografía en la modernidad nacional. Con su ensayo Fotografía italiana del siglo XIX contribuyó decisivamente a la gran obra Historia de la fotografía (1959) de Peter Pollack, donde analizó la autoría de los denominados "irregulares", fotógrafos no profesionales que exploraron nuevas formas expresivas en oposición al pictorialismo. En La fotografía y los pintores (Florencia, 1960), abordó un tema inédito para la crítica de su época, centrado en las obras fotográficas de Telemaco Signorini, Federico Faruffini y más adelante Francesco Paolo Michetti.
Lamberto Vitali conversa con Giorgio Morandi en .  Raccolte Grafiche e Fotografiche del Castello Sforzesco. Civico Archivio Fotografico, fondo Lamberto Vitali Fotografo, LVF LC 03 Durante los años 50 y 60, sus intereses se orientaron hacia el desarrollo internacional de la fotografía y, en sintonía con la straight photography de Alfred Stieglitz, se enfocó en la fotografía documental, alentado por su contacto con Edward Steichen. Para la XII Trienal de Milán (1960), ideó exposiciones sobre figuras clave de la fotografía contemporánea como Mario De Biasi, Ugo Mulas, Anselm Adams, Brassaï, Robert Doisneau y Lee Friedlander, con varios de los cuales trabó amistad. Fue un infatigable animador cultural, promoviendo en Milán exposiciones de Henri Cartier-Bresson (1956), Werner Bischof (1958) y Robert Capa (1961). Sus contactos internacionales incluyeron a Alfred H. Barr y Beaumont Newhall.
En 1964 participó en el proyecto de restauración de la Pinacoteca Ambrosiana de Milán, encargándose de la disposición de La Escuela de Atenas de Rafael. En 1966, dos años después de la muerte de Morandi, que le afectó profundamente, organizó la primera retrospectiva del pintor en el Archiginnasio de Bolonia. Sus icónicos retratos fotográficos de Morandi, junto con otros realizados por él, se expusieron en 1964 en la librería San Babila de Milán. Fruto de intereses cultivados desde los años treinta, y tras años de investigación, publicó en 1968 Un fotógrafo fin de siècle: El conde Primoli, el primer estudio clave sobre Giuseppe Primoli. En esa década se formó en gran parte su colección fotográfica, una de las más destacadas de Italia, que abarcaba los principales géneros y protagonistas de la fotografía de los siglos XIX y XX: Nadar, los hermanos Alinari, Hippolyte Deroche, Francesco Heyland, Luigi y Giuseppe Primoli, Luigi Sacchi, Ludovico Tuminello, entre otros.
Lamberto Vitali Entre 1968 y 1975 fue presidente de la Asociación Amigos de Brera. Su profundo conocimiento del mercado del arte y de los coleccionistas fue decisivo para la adquisición de varias obras maestras, entre ellas Cristo en trono adorado por ángeles (1360–65) de Giovanni da Milano en 1970. De 1972 a 1975 fue presidente de la Asociación Amigos del Poldi Pezzoli, de la que fue consejero desde 1958. En 1973 regresó a la fotografía de los orígenes con el libro Nadar (Turín), en el que comparó fotografías e impresiones de la época. En 1975 organizó una importante retrospectiva sobre Morandi en la Galería de Arte Moderno de Bolonia, y en 1977 publicó el catálogo general de los cuadros del artista, ampliado en 1983. Ese año también adquirió un dibujo de una cabeza viril atribuido a Leonardo da Vinci, posteriormente donado a Brera. La compra en Londres de álbumes de Eugène Sevaistre fue clave para la publicación de El Resurgimiento en la fotografía (1979), último título de la trilogía de Einaudi sobre imagen fotográfica. Su innovadora metodología, que le permitió reconstruir la vida de autores anónimos y crear una terminología específica para el medio fotográfico, lo consagró como el “primer historiador moderno de la fotografía en Italia”, (Costantini, en Lamberto Vitali e la fotografia, 2004, p. 39).
Portada del libro "Il Risorgimento nella Fotografia" de Lamberto Vitali editado por Einaudi en 1979 Tras la muerte de su esposa America en 1979, Vitali atravesó una crisis existencial reflejada en su poemario Oggi la luce (1980). Su siguiente volumen poético, Come sabbie, apareció en 1983. Al año siguiente se retiró de la actividad pública.
Murió en Milán el 2 de diciembre de 1992, a los noventa y seis años de edad.
Donó su colección de arte a la Pinacoteca de Brera, que le rindió homenaje en 2001 con una exposición. En 1998 esta institución también adquirió parte de su biblioteca. En 1995, sus colecciones fotográficas (1848–1943) y de grabados fueron donadas a la Civica Raccolta delle Stampe A. Bertarelli de Milán, que luego pasaron al Archivo Fotográfico Cívico, donde también se conservan sus fotografías. En 2002 el Castillo Sforzesco de Milán le dedicó la muestra Obiettivo sull’800. En 2008, la Biblioteca Marucelliana de Florencia expuso el Fondo fotográfico Vitali, adquirido en 2003. En 2019, la exposición El retorno del ’900 a Brera permitió contemplar las obras maestras del arte moderno donadas por Vitali y los Jesi al Palazzo Citterio.
Una figura de su importancia no podía dejar dejar de tener su vinculación con Toledo, confirmando por enésima vez el magnetismo que la vieja ciudad castellana ha ejercido y ejercerá siempre sobre las personalidades más sensibles e inquietas que habitan este mundo. De este modo, corría el mes de mayo de 1958 cuando Toledo recibió la visita de Lamberto Vitali, que contaba por entonces con 61 años y se hallaba en una de las fases intelectuales más activas de su extensa carrera. En nuestra ciudad obtuvo interesantes fotografías entre las que yo destacaría las obtenidas en Zocodover durante la celebración de un mercadillo del Martes. Desde un discreto lugar oculto entre los puestos, Vitali logró capturar momentos de conversación de los vendedores y aspectos de las mercancías.
Toledo en mayo de 1958. Fotografía de Lamberto Vitali © Civico Archivio Fotografico, Milano Toledo en mayo de 1958. Fotografía de Lamberto Vitali © Civico Archivio Fotografico, Milano El italiano se acercó también al Hospital Tavera, donde obtuvo estas soberbias instantáneas de las alumnas del colegio allí establecido:
Toledo en mayo de 1958. Fotografía de Lamberto Vitali © Civico Archivio Fotografico, Milano Hospital Tavera en Toledo en mayo de 1958. Fotografía de Lamberto Vitali © Civico Archivio Fotografico, Milano La Puerta del Sol llamó la atención de Vitali:
Puerta del Sol en Toledo en mayo de 1958. Fotografía de Lamberto Vitali © Civico Archivio Fotografico, Milano Justo al lado, Vitali dirigió su cámara a la Antequeruela y Santiago del Arrabal:
Barrio de la Antequeruela y Puerta de Bisagra en Toledo en mayo de 1958. Fotografía de Lamberto Vitali © Civico Archivio Fotografico, Milano Santiago del Arrabal y puerta de Bisagra en Toledo en mayo de 1958. Fotografía de Lamberto Vitali © Civico Archivio Fotografico, Milano Cerca de allí, Vitali capturó la visión de la vega del Tajo desde la "bola del Miradero":
Vega del Tajo y zona de Safont desde las inmediaciones de la bola del Miradero en  Toledo en mayo de 1958. Fotografía de Lamberto Vitali © Civico Archivio Fotografico, Milano El puente de San Martín y el baño de la Cava aparecen así de bellos:
Puente de San Martín y San Juan de los Reyes en Toledo en mayo de 1958. Fotografía de Lamberto Vitali © Civico Archivio Fotografico, Milano Puente de San Martín en Toledo en mayo de 1958. Fotografía de Lamberto Vitali © Civico Archivio Fotografico, Milano Baño de la Cava en Toledo en mayo de 1958. Fotografía de Lamberto Vitali © Civico Archivio Fotografico, Milano Desde el puente de San Martín, el italiano inmortalizó los restos de los molinos de Santa Ana, siendo reseñable y curioso destacar que el azud (tan célebre en nuestros días por su rotura) por aquel entonces no existía tras haber quedado destruido por una crecida en los años anteriores. No fue reparado hasta 1962.
Restos de los molinos de Santa Ana en Toledo en mayo de 1958. Fotografía de Lamberto Vitali © Civico Archivio Fotografico, Milano Como judío que era, Lamberto Vitali no podía dejar de adentrarse en el interior de las dos sinagogas más célebres de Toledo, la del Tránsito y la de Santa María la Blanca. A buen seguro, su sufrimiento por las persecuciones y privaciones sufridas durante la etapa de la dictadura de Mussolini debidas a su religión, aflorarían en el recuerdo de Vitali durante la visita a estos soberbios edificios:
Sinagoga del Tránsito en Toledo en mayo de 1958. Fotografía de Lamberto Vitali © Civico Archivio Fotografico, Milano Sinagoga del Tránsito en Toledo en mayo de 1958. Fotografía de Lamberto Vitali © Civico Archivio Fotografico, Milano Sinagoga de Santa María la Blanca en Toledo en mayo de 1958. Fotografía de Lamberto Vitali © Civico Archivio Fotografico, Milano Sinagoga de Santa María la Blanca en Toledo en mayo de 1958. Fotografía de Lamberto Vitali © Civico Archivio Fotografico, Milano Como experto en arte que era, Vitali sintió la poderosa llamada de la obra del Greco, visitando la iglesia de Santo Tomé para admirar el Entierro del Señor de Orgaz.
Entierro del Señor de Orgaz del Greco en la iglesia de Santo Tomé de Toledo en mayo de 1958. Fotografía de Lamberto Vitali © Civico Archivio Fotografico, Milano Entierro del Señor de Orgaz del Greco en la iglesia de Santo Tomé en Toledo en mayo de 1958. Fotografía de Lamberto Vitali © Civico Archivio Fotografico, Milano Lamberto Vitali tuvo acceso —o se coló— a un estudio fotográfico en el que un niño vestido de comunión (hay que recalcar que transcurría el mes de mayo) era retratado para fijar ese momento para siempre y entregarlo a sus seres queridos en el típico recordatorio:
Niño vestido de almirante para su comunión en Toledo en mayo de 1958. Fotografía de Lamberto Vitali © Civico Archivio Fotografico, Milano Y hasta aquí llega el repaso a las fotografías obtenidas por Lamberto Vitali en Toledo en 1958, que creo que —coincidiréis conmigo— vuelven a recordarnos la dimensión universal de Toledo como polo de atracción para los más grandes fotógrafos y estudiosos de la historia, para orgullo de quienes amamos este arte en nuestra ciudad. Espero que os haya gustado.
Portada del libro "Lamberto Vitali e la fotografia. Collezionismo, studi e ricerche".

sábado, 10 de mayo de 2025

Vivir junto al Tajo: los tesoros fotográficos de las familias Polo y Collado

Los que seguís el blog desde hace ya algunos años sabéis bien que el río Tajo es el protagonista de una buena proporción de las entradas y las fotografías que lo conforman.
El río es para mí la herida más sangrante que Toledo tiene en la actualidad y, por ello, recuperar la memoria fotográfica de las vivencias relacionadas con el Tajo de nuestros antepasados es una de mis obsesiones.
Esa es la razón por la que la entrada que hoy os ofrezco es para mí realmente especial, pues va a mostraros la vida cotidiana de las familias más estrechamente ligadas al río: las familias Polo y Collado, descendientes ambas de la misma rama, y vinculadas al embarcadero situado frente a la casa del Diamantista.
En primer lugar, quiero dar las gracias a las personas que ceden las imágenes: por un lado, las hermanas Valle y Pilar Polo, y por otro la familia Collado Arévalo. Su generosidad nos va a brindar la oportunidad de adentrarnos en el día a día de la vida junto al Tajo, por entonces libre de contaminación y sin la sangría del nefasto Trasvase Tajo-Segura.
El origen común de la presencia de ambas familias junto al río se debe a que Crisantos Collado, el abuelo de Pilar y Valle, trabajaba como empleado en el Palacio de la Sisla.
Empleadas del palacio de la Sisla, año 1923. Donación de la familia Collado Arévalo Empleadas en el Palacio de la Sisla, años 30. Donación de la familia Collado Arévalo Empleadas del palacio de la Sisla, años 20. Donación de la familia Collado Arévalo Los dominios de dicho palacio llegaban hasta el propio río Tajo, de modo que su dueña Consuelo Cubas —Condesa de Arcentales, señora de Pelizaeus y Condesa de Santa María de la Sisla— cedió una casa situada en el embarcadero a Crisantos y a su mujer Tomasa para que vivieran en ella con sus ocho hijos. Esa casa era una construcción situada en la orilla del río, en su margen izquierda, en el comienzo del zigzag que asciende hasta la ermita del Valle.
Mujeres junto al Tajo en su casa en la orilla enfrente de la Casa del Diamantista, años 30. Donación de la familia Collado Arévalo Los datos más abundantes de los que dispongo corresponden a la rama familiar Polo. Ello se debe a la prodigiosa memoria de Valle y Pilar, cuyo testimonio nos permite adentrarnos en la historia de esta familia estrechamente ligada al Tajo.
De modo resumido, os cuento que la segunda hija de esos ocho hermanos fruto del matrimonio entre Crisantos y Tomasa, era Pepa Collado, la madre de Pilar y Valle.
Como toda la vida de aquellas familias se desarrollaba en torno al río, la joven Pepa conoció a un pescador que vivía enfrente, en la plaza de la Retama, que solía pescar en la zona de la Incurnia con su padre. Ese humilde pescador era Gregorio Polo, que se convirtió en el marido de Pepa. El matrimonio marchó a vivir a Madrid, donde la misma condesa había dado trabajo como portero a Gregorio en el centro de la capital cerca del cine Capitol. El estallido de la guerra hizo que Gregorio tuviera que marchar al frente, mientras que Pepa tuvo que refugiarse de los bombardeos en el metro de Madrid con sus dos pequeños hijos (Pilar, que aún vive, nacida en 1934 y el pequeño recién nacido Pepe —que ya falleció—). Al haber perdido su empleo, Gregorio hubo de regresar tras la guerra a Toledo con Pepa y los niños, estableciéndose muy cerca de la casa de Pepa y su familia junto al Tajo. Concretamente a escasos metros, en un humilde "chiringuito" que logró comprar a la empresa de la central hidroeléctrica de Saelices allí situada.
Fue en ese entrañable lugar donde vino al mundo Valle —la segunda de las hermanas Polo que hoy nos ceden estas fotos— en el año 1943.
La familia Polo Collado se ganó la vida ejerciendo como barqueros y gestionando el gango o merendero que instalaron junto a la casita, si bien Gregorio lo compaginaba con un empleo en el obrador de mazapán de Santo Tomé.
Gregorio Polo en su barca en el Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Las hermanas Polo con su madre y un amigo en su Casa junto a Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo La tremenda riada de febrero y marzo de 1947 se llevó por delante tanto la casa como el merendero —también arrasó en la otra orilla la mitad de la Casa del Diamantista— por lo que la familia hubo de instalarse precariamente unos días en la sala de juntas de la ermita del Valle, antes de mudarse a una vivienda en la otra orilla del río, ya en la ciudad. Desde entonces, pasaban el invierno en ese nuevo hogar y los meses de verano regresaban a su querido chiringuito de la orilla.
Foto de familia en el chiringuito de la familia Polo en el Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Valle y Pilar Polo con su madre Pepa Collado junto al Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo La pequeña Valle se ocupó desde que tiene uso de razón de ejercer como barquera. ¿Puede haber una persona más toledana?: nacer junto al río, llamarse Valle, vivir bajo esa ermita y trabajar como barquera cruzando el Tajo... ¡insuperable!
Valle Polo sostiene a Inmaculada Vaquero Aguilar junto a un primo en la orilla del Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Hay fotografías realmente entrañables de la actividad familiar como barqueros. Por ejemplo, en el día de la romería del Valle era tal la cantidad de personas que querían cruzar, que colocaban unas empalizadas de madera para gestionar la fila de gente y poder cobrar la pequeña aportación por pasajero sin que nadie se colara:
Pasajeros de la barca pagando tras cruzar el Río Tajo en el día de la Virgen del Valle en  Toledo. A la izquierda Pepa Collado y a la derecha Gregorio Polo. Colección de la Familia Polo En su merendero o gango, la familia Polo servía en ocasiones la comida transportándola en barca hasta los diferentes puntos de la orilla en la que estaban instalados los clientes pasando una jornada de campo junto al río. Pilar y Valle nos cuentan que eran muchos los madrileños que se desplazaban a Toledo para ello, y les encargaban la comida al bajar por el zigzag o cruzar en la barca. Los clientes les indicaban el lugar concreto de la orilla en el que iban a estar pasando el día y posteriormente ellas les llevaban la comida y la bebida a ese punto a la hora convenida. Tortillas, pescado frito, pollo al ajillo, conejo, pimientos fritos y demás platos típicos eran las raciones más demandadas.
Las hermanas Valle (i) y Pilar (d) Polo lavan la vajilla de su gango en las limpias aguas del Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo En una barca bajo el Puente Nuevo de Alcántara en el Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Fabricaron con sus propias manos una barca a la que llamaron "Paloma Blanca" que aparece en varias de las fotografías:
Foto de familia junto a la barca llamada "Paloma Blanca" con el chiringuito o gango al fondo, a la orilla del Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Estas son otras fotografías con la barca llena de pasajeros y la vida asociada a esta actividad:
Cruzando la el río Tajo en la barca de pasaje en Toledo. Colección de la Familia Polo Mujeres en una barca junto al Tajo enfrente de la casa del Diamantista, años 20. Donación de la familia Collado Arévalo Valle y Pilar Polo con más personas en la barca cruzando el Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Cruzando el Río Tajo en Toledo en la barca de pasaje. Colección de la Familia Polo Valle Polo con un cliente de su chiringuito o gango, cruzando el Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Las hermanas Valle y Pilar Polo en una barca en el Río Tajo en Toledo, años 50. Colección de la Familia Polo Valle Polo ejerciendo de barquera cruzando el Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Familia en una barca junto al Tajo en la orilla enfrente de la Casa del Diamantista, años 50. Donación de la familia Collado Arévalo Valle Polo cruzando a varias personas en una barca en el Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Foto de familia en la barca en el Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Valle y Pilar Polo con más personas en la barca cruzando el Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Pilar Polo en el centro con los dos los hijos de los santeros de la ermita del Valle cruzando el Río Tajo en Toledo, hacia 1945. Colección de la Familia Polo Valle Polo y su marido en el Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Valle Polo con su prima en una barca cruzando el Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Cargando material en una barca en el Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Las hermanas Polo con primos en el Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Valle Polo y su marido junto al Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Junto al merendero o gango plantaron árboles para sombrear el espacio. Aquellos chopos o álamos aparecen en varias imágenes:
Arboleda plantada por la familia Polo junto a su gango en el Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Arboleda plantada por la familia Polo junto a su gango en el Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Pilar Polo junto al Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Arena fina en la orilla del Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo En el gango, los clientes pasaban las horas con muchos entretenimientos. Uno de los favoritos era el popular "juego de la rana" que aparece en esta fotografía. Consistía en el lanzamiento de unas fichas ("tejos") o piezas metálicas que se debían introducir en los múltiples agujeros que existían en la "mesa de la rana". Algunos de los orificios tenían obstáculos que dificultaban la precisión del lanzamiento:
La familia Polo posa con el popular "juego de la rana" que tenían en su gango junto al Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo La vida de estas familias junto al río se veía también acompañada por la presencia de algunos animales que criaban, como por ejemplo cerdos:
Cerdos junto al chiringuito o gango de la familia Polo junto al Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Lechones mamando en el gango de la familia Polo junto al Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo También cultivaban huertos en las fértiles orillas:
Santiago y Felipe junto al pequeño huerto regado con agua del Tajo en su casa en la orilla enfrente de la Casa del Diamantista, años 1934. Donación de la familia Collado Arévalo Ambas ramas familiares, muy bien avenidas, pasaban alegres jornadas que reunían a decenas de tíos, primos y hermanos que vivieron su niñez, juventud, madurez y ancianidad en un entorno único como era este:
Familia con Niños en bañador junto al Tajo en su casa en la orilla enfrente de la Casa del Diamantista, años 40. Donación de la familia Collado Arévalo Los hermanos Polo y sus primos pescando en el Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Trampolín en el Río Tajo en Toledo, en el embarcadero frente a la casa del Diamantista. Colección de la Familia Polo Pilar Polo con otros niños junto al Río Tajo en Toledo hacia 1945. Colección de la Familia Polo Foto de familia junto al Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Valle Polo y una prima junto al Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Foto de familia en el chiringuito o gango junto al Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Eusebio Collado en bicicleta junto al Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Foto de familia junto al Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Foto de familia en el chiringuito o gango junto al Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Las hemanas Valle y Pilar Polo con su prima en unas rocas con el Río Tajo al fondo en Toledo. Colección de la Familia Polo Valle Polo con un bebé en brazos en la playa del Río Tajo en Toledo, con arena muy fina. Colección de la Familia Polo Río Tajo en Toledo, al fondo la casa del Diamantista dañada en la crecida de 1947. Colección de la Familia Polo Hermanos Polo y sus primos junto al Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Las hermanas Polo y sus primos en la "piedra de medio Río" en el  Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Pilar Polo junto al Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Un niño junto al Río Tajo en Toledo, con la casa del Diamantista al fondo, hacia 1945. Colección de la Familia Polo Las hermanas Valle y Pilar Polo con sus primos en el Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Familia Polo y sus primos junto al Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Valle Polo con un perro junto al Río Tajo en Toledo. Colección de la Familia Polo Valle Polo y una prima junto al Río Tajo en Toledo. Se ve un burro al fondo. Colección de la Familia Polo Niño junto al Tajo en los años 50 junto al cerro del Bú. Donación de la familia Collado Arévalo Familia junto al Tajo en su casa en la orilla enfrente de la Casa del Diamantista, años 50. Donación de la familia Collado Arévalo Familia junto al Tajo en su casa en la orilla enfrente de la Casa del Diamantista, años 43. Donación de la familia Collado Arévalo Mujeres en una roca en el centro del curso del río Tajo, años 40. Al fondo se ven el puente nuevo de Alcántara y el Castillo de San Servando. Donación de la familia Collado Arévalo Felipe junto al Tajo en su casa en la orilla enfrente de la Casa del Diamantista, año 1934. Donación de la familia Collado Arévalo Familia junto al Tajo en su casa en la orilla enfrente de la Casa del Diamantista, años 50. Donación de la familia Collado Arévalo La tía Sofía, el tío Sandalio y el abuelo Máximo el 2 de mayo de 1936 junto a su casa bajo el cerro del Bú.  Donación de la familia Collado Arévalo Familia con un burro junto al Tajo en la orilla enfrente de la casa del Diamantista bajo el cerro del Bú. Donación de la familia Collado Arévalo Niños junto al Tajo en su casa en la orilla enfrente de la Casa del Diamantista, años 40. Donación de la familia Collado Arévalo Varios hombres junto al Tajo en su casa en la orilla enfrente de la Casa del Diamantista, años 30. Donación de la familia Collado Arévalo Mujeres junto al Tajo en su casa en la orilla enfrente de la Casa del Diamantista, años 30. Donación de la familia Collado Arévalo La preciosa historia de convivencia entre estas familias y el río Tajo se fue al traste a partir de 1972, con la prohibición oficial del baño en el río y la posterior puesta en marcha del maldito Trasvase Tajo-Segura. Privados de su modo de vida, pues ya nadie quería ni podía sumergirse en sus aguas, ni disfrutar de sus orillas, estas familias toledanas tuvieron que abandonar su vínculo con el Tajo y emigrar a otros barrios. La familia Polo vendió su casita al célebre herrero Antonio Balmaseda que instaló allí su fragua y pasó a ser el nuevo barquero, aunque ya pocos demandaban sus servicios.
Agradeciendo de nuevo a las familias Polo y Collado la cesión de estos maravillosos tesoros fotográficos, solo me queda esperar que os hayan hecho disfrutar tanto como a mí, y que sirvan para que ese nexo que existía entre los toledanos y su río nunca caiga en el olvido y sigamos luchando hasta el final por poder recuperarlo.
© TOLEDO OLVIDADO
Maira Gall