En la última entrada del blog dedicada a desmenuzar las imágenes incluidas en el libro "El Sitio del Alcázar" publicado en 1937, hubo una fotografía que, premeditadamente, no incluí en dicho resumen.
Se trata de una fotografía que merecía un análisis exhaustivo de manera independiente, y ahora vais a comprender el porqué.
Leyendo detalladamente dicho libro, llegué a la página 97 en la que figura una fotografía firmada por el sello de la agencia Paramount que me resultaba muy familiar, en la que aparecen varios milicianos portando a hombros a un herido en el asalto que tuvo lugar con posterioridad a la tremenda explosión de la mina excavada bajo el torreón suroeste el día 18 de septiembre de 1936. Guiado por la curiosidad que me suscitaba esa imagen que tanto me sonaba, me detuve a leer el pie de foto. En él, una frase me llamó poderosamente la atención:
"Los milicianos, despavoridos, huyen y retiran en confusión a sus heridos a la vista de Margarita Nelken (en pie, a la izquierda); ese endriago judaico que no puede comprender lo que ve".
Automáticamente, mi atención se centró en esa zona izquierda de la toma, citada en el pie de foto, en busca de la figura de Nelken. Sin embargo, acostumbrado a ver muchas fotografías de Margarita Nelken en sus visitas a Toledo, habiendo consultado muchas fuentes de información en largas jornadas de investigación a lo largo de estos años, enseguida comprendí que esa mención a Nelken era errónea. Aunque la imagen es algo borrosa, cualquiera que conozca un poco cómo era el cuerpo y la manera de vestir de aquella dirigente política izquierdista, sabe que la persona que aparece en la foto no es ella. En las fotos conocidas de Nelken en Toledo, lucía siempre largos vestidos estampados y zapatos con tacón, con un aspecto bastante arreglado. Su cuerpo era de constitución entre normal y fuerte, con una cintura no demasiado marcada.
Por contra, la figura que aparece en la imagen es mucho más menuda, con estrecha cintura y luciendo un mono oscuro sobre una camisa blanca de manga corta.
Con todo esto en la cabeza, mi mente empezó a darle vueltas a la razón por la que los escritores del libro se habían molestado en citar la persona que aparece en esa fotografía pese a su no demasiado buena calidad y resolución. El hecho de mencionar su presencia y hacer hincapié en su condición de judía me hizo reflexionar durante bastante tiempo. De pronto, sin tener el libro delante, tuve una especie de corazonada. Tenía que ver la imagen de nuevo. Fuí a la estantería del despacho y tomé el desvencijado libro hasta llegar a esa página. La miré detenidamente y comencé a pensar que lo que me rondaba la cabeza podría tener sentido.
Por un lado, tenía la certeza de que la mujer de la imagen no era Nelken, pero entonces... ¿quién era?, ¿por qué había llamado la atención del escritor?, ¿quién había descrito la imagen?
Una idea comenzó a percutir mi mente: ¿y si el redactor hubiera escrito esa descripción "de oídas"? ¿Qué otras mujeres judías de cierto renombre estaban ya por entonces en la escena mediática durante la guerra? ¿Cuántas de ellas habían estado en Toledo?
Esa sospecha iba tomando forma, y en mi cabeza había un nombre que no paraba de sonar: Gerda Taro.
La joven fotógrafa de cuerpo pequeño y delgado, también mujer, también judía, también de origen alemán como Nelken, también comprometida con la causa republicana, también popular (ya era bastante conocida en los círculos internacionales cuando este libro fue publicado en junio de 1937, como desgraciadamente se comprobó en su multutudinario entierro de aquel verano), y con una manera de vestir que sí encajaría con la persona de la imagen.
Para lograr encontrar pruebas, comencé a rastrear fotografías de Taro tomadas por aquellos días, buscando indumentarias similares. Gracias de nuevo a las investigaciones en los últimos años de Carlos Vega, no tardé en encontrar al menos dos: un mono oscuro y una camisa blanca de manga corta... ¡justo como la chica de la fotografía!
Estaba en aquellos días imbuido de esa sensación que solo la investigación puede proporcionar, en la que hechos incontestables van apareciendo ante tí pero que sabes que nunca deben nublar tu juicio; en la que la intución no debe ser nunca confundida con la pasión; en la que, en definitiva, el investigador se debate entre la mera elucubración y la constatación.
Por tanto, era preciso aún atar más cabos y considerar más detalles para no caer en el terreno de lo simplemente hipotético.
Sin embargo, una visión ampliada en detalle de la imagen arroja el dato más revelador que apunta a que esa chica puede ser Gerda Taro. Si nos fijamos bien en la fotografia, vemos con bastante claridad que esa persona tiene algo a la altura del pecho. Y ese algo es... ¡una cámara fotográfica! Y no una cámara fotográfica cualquiera, sino una cámara que tiene todos los visos de poder ser la que, según diferentes estudios, ella utilizaba de manera más habitual en el verano de 1936: una Réflex-Korelle II de medio formato de la marca Kochman, con la que se solían tomar las imágenes situando la cámara a la altura del pecho como explica magníficamente Carlos Vega en su imprescindible blog Toledo GCE.
Estamos, por tanto, ante muchas pistas que conviene recapitular: por la descripción de la imagen sabemos que la persona era alguien con cierto renombre (su mención, aunque errónea, a Nelken así lo indica), que es mujer, que es judía, que es republicana, que luce ropa compatible con los atuendos usados por Taro ese verano, que su fisonomía delgada encajaría con ella y que porta una cámara fotográfica que parece ser del modelo que usaba Taro en aquellos días.
Nos queda analizar la fecha y el lugar de la foto. Recordaréis que al comienzo del texto indicaba que la toma me resultaba muy familiar cuando la vi por primera vez. Ello se debe a que coincide casi exactamente con unos fotogramas de un vídeo del que os hablé hace unos años, en el que se muestran imágenes coloreadas del seguimiento de los asaltos que se sucedieron al Alcázar justo después de la explosión de la mina del 18 de septiembre. Del mismo modo, en el libro de Arrarás y Jordana se menciona exactamente lo mismo, por lo que parece inequívoco que la imagen y el vídeo se corresponden con ese día 18 de septiembre de 1936.
Entonces, la pregunta clave ahora es: ¿estaban Gerda Taro y Robert Capa en Toledo el 18 de septiembre de 1936? La respuesta es sí. Estaban en Toledo, como diferentes autores han comprobado, justamente para fotografiar lo que todos los afines a la República deseaban: la toma del Alcázar por sus tropas como consecuencia de los efectos de la mina... algo que como sabréis no sucedió. El fracaso de esa operación militar podría ser la explicación de la ausencia de fotografías de Taro o Capa que muestren aquel asalto.
He recopilado algunos de los fotogramas del mismo para que comprobéis todo esto y analicéis ciertos detalles: el cámara estaba en la cuesta de las Armas y vemos al comienzo de la grabación tanto el Arco de la Sangre en Zocodover como la zona del Alcázar, absolutamente ya destruido todo su entorno, lo que confirmaría la citada fecha.
En un momento del descenso de los milicianos portando al herido, uno de ellos mira a su derecha fijamente, como fijándose en alguien en concreto... ¿tal vez Gerda Taro tomando fotografías?
Como dato añadido, comentar que una de las fotos en las que aparece con un mono similar, en concreto la que publicó el diario francés La Dépêche, vio la luz en ese medio el día 20 de septiembre de 1936 (solo 2 días después del asalto) en un artículo plagado de referencias a Toledo, por lo que es muy probable que esa toma también se corresponda con nuestra ciudad:
En cuanto al lugar exacto donde se inmortalizó la escena, se trata del tramo final de la cuesta de las Armas, muy cerca ya de la Plaza de Zocodover:
Es ciertamente un entorno en el que se sabe que pisó la, por entonces inseparable, pareja Capa-Taro, pues se conservan al menos dos fotografías tomadas por Capa en la propia calle así como al inicio de la plaza:
Para finalizar, y sabiendo que por aquellos días Gerta Pohorylle (Gerda Taro) y Endre Ernő Friedmann (Robert Capa) prácticamente iban a todas partes juntos, conviene fijarse en las personas que, muy difuminadas, vemos junto a la figura de la joven. Creo que no es descabellado pensar que existe bastante similitud física entre el genial fotógrafo húngaro y la persona que aparece en la imagen:
En definitiva, creo que estamos ante una suma importante de datos como para poder decir que existen bastantes posibilidades de que, tras muchos años de búsqueda, hemos podido encontrar una imagen en la que Gerda Taro y Robert Capa aparecen juntos en Toledo aunque, lógicamente, será complicado poder asegurarlo al cien por cien en tanto no localicemos una imagen de mejor resolución. En cualquier caso, es siempre un placer investigar siguiendo el rastro de estos mitos de la fotografía que forjaron su leyenda en aquellos tristes meses durante nuestra maldita guerra civil. Creo, además, que es realmente interesante cómo un pie de foto con una descripción errónea puede ser la llave para abrir una investigación con final feliz 86 años después.
Espero vuestras opiniones.
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3 comentarios
Enorme entrada, Eduardo. Interesantísima. Muchísimas gracias!!!
Yo diría que la fotografía (de Paramount) podría ser fácilmente un fotograma de la película documental de la que se ha sacado el video coloreado. Hay un instante en que coincide, como dices. La diferencia es que el documental esta cortado por arriba y no permite ver la cara de la joven. ¿Puede haberse recortado al editarse?
Por aquellos primeros meses de la contienda, Robert Capa era el pseudonimo con el que firmaban las fotos ambos, despues de morir Gerda, Endre siguio firmando sus trabajos como Homenaje a ella. Lo normal es que ambos estuvieran en Toledo en esos momentos, pero las fotos se firmarian como Robert Capa las hicieran indistintamente.
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