sábado, 1 de junio de 2019

Guillermo Zúñiga retrata la agonía del Tajo en 1974 (y nada hemos mejorado)

Hacía alrededor de dos años que estaba oficialmente prohibido bañarse en el Tajo en Toledo cuando el genial pionero del reporterismo ambiental Guillermo Zúñiga llegó a la orilla del ponzoñoso río para filmar su agonía.
Era el año 1974, con Francisco Franco aún en el poder, y Zúñiga ultimaba la grabación de su documental titulado "El agua en la vida", todo un alegato en defensa del uso racional del agua en una época en la que los problemas ambientales eran poco abordados por los medios.
No en vano, Guillermo Zúñiga es considerado el padre del cine científico en España, aunque su biografía tiene muchos más puntos de interés como más adelante veremos. Conquense de nacimiento, su nombre completo era Guillermo Fernández López Zúñiga y había nacido el 27 de abril de 1909. Marchó joven a Madrid y entre 1919 y 1925 cursó el Bachillerato en el Instituto San Isidro de la capital de España. Su formación universitaria se encaminó a Ciencias Naturales, carrera que estudió en la Universidad Central, licenciándose en 1932.
El estallido de la Guerra Civil le pilla siendo profesor en el actual Instituto Ramiro de Maeztu, entonces conocido como Instituto Escuela, cuando ya había dado comienzo un tiempo atrás su producción cinematográfica. Al ser simpatizante comunista, se involucró con el bando republicano aportando sus conocimientos audiovisuales.
Guillermo Zúñiga
No fue hasta el año 2011 cuando se conoció su importante legado fotográfico obtenido en la contienda civil, gracias a la donación que su familia realizó al estado a través de la Asociación Española de Cine e Imagen Científicas (ASECIC).
De este modo pudimos conocer su trabajo durante la guerra al servicio del bando republicano, rodando los noticieros “España al día” y “Gráfico de la juventud”, que emitía el Servicio de Propaganda del PCE.
Al finalizar la guerra tuvo que exiliarse a Francia, cruzando los Pirineos orientales, sufriendo el recelo del gobierno francés que le confinó en el campo de concentración de Argeles-sur-Mer en condiciones infrahumanas. También pasó por los campos de Bram y Gurs. En aquellos durísimos meses, Zúñiga no dejó de fotografiar la vida de los refugiados españoles, abandonados a su suerte y expuestos a la intemperie. Finalmente pudo salir del campo de concentración, trasladándose hasta Toulouse donde hubo de dedicarse a esculpir figuras en muebles de madera para obtener algún ingreso. Más adelante se trasladó a París.
Al dar comienzo la II Guerra Mundial, Zúñiga volvió a ser detenido y enviado de nuevo al campo de concentración de Gurs, de donde logró fugarse evitando la muerte pues es sabido que desde allí numerosos presos españoles fueron llevados a campos de exterminio alemanes. Nuestro protagonista de hoy logró emigrar hasta Argentina, donde sus amigos Gori Muñoz, Alejandro Casona o Rafael Alberti le consiguieron un trabajo en los Estudios Cinematográficos San Miguel en 1947. En aquel país participó en varios rodajes como “Las aguas bajan turbias” y dirigió “Las Abejas”, ambas en 1951. En 1954 pudo reunirse por fin con su familia. Entre 1953 y 1956 fue profesor de “Producción cinematográfica” en el Instituto Argentino de Arte Cinematográfico, de Buenos Aires.
1957 marca la fecha de su añorado regresó a España, llevando una vida política discreta para evitar problemas. Se convierte en director de la productora UNINCI, en la que trabajaban Paco Rabal, Juan Antonio Bardem o Luis García Berlanga. Entre 1967 y 1972 fue profesor de cine científico en la Escuela Oficial de Cinematografía de Madrid. En paralelo, funda su propia productora "Zúñiga Films" en 1964, realizando documentales científicos que le permitieron tener el merecido reconocimiento obteniendo numerosos premios nacionales e internacionales. En 1966 impulsó la creación de la ASECIC (Asociación Española de Cine e Imagen Científicos) que presidió hasta el 2005, año de su fallecimiento a los 96 años de edad en Montalbo (Cuenca).
Gracias a su etapa de madurez, la faceta científica de Zúñiga era bastante conocida, pero sin embargo su labor como fotógrafo de guerra era muy ignorada y ha supuesto una de las más agradables sorpresas en el panorama fotográfico español de los últimos años. Dentro del material donado se encuentran no solo las excelentes imágenes de Zúñiga sino también las fotografías del mítico Walter Reuter con hallazgos tan sorprendentes como el negativo que demuestra autoría de Reuter en la fotografía más célebre tomada a la famosa Gerda Taro fotografiando:
Gerda Taro fotografiada por Guillermo Zúñiga  © Fondo Guillermo Fernández Zúñiga. Foto de Guillermo F. Zúñiga

Pero volvamos a lo que hoy más nos interesa: su trabajo en Toledo en 1974 para denunciar el lamentable estado del Tajo. Gracias a la generosidad de las personas que custodian su legado, hoy puedo ofreceros imágenes inéditas de Zúñiga filmando en nuestra ciudad. Sobrecoge ver el estado del río en aquellos días, absolutamente cubierto de espuma y con sus aguas completamente corrompidas por la contaminación procedente de Madrid a través del Jarama. Es importante contextualizar aquel momento, en el que Madrid crecía sin parar y se industrializaba a un ritmo muy rápido sin apenas control de los vertidos a los ríos. Sin embargo, en las imágenes aún vemos un Tajo caudaloso, pues el trasvase Tajo-Segura no comenzó a funcionar hasta 1979, lo que supuso la auténtica puntilla al río.
Guillermo Zúñiga rodando su documental "El agua en la vida" en Toledo en 1974 © Fondo Guillermo Fernández Zúñiga. Foto de Guillermo F. Zúñiga
Estado del río Tajo en Toledo durante la grabación del documental "El agua en la vida" en 1974 © Fondo Guillermo Fernández Zúñiga. Foto de Guillermo F. Zúñiga

Viendo estas fotografías de 1974, me indigna que nadie con un poco de cabeza no viera (ya en la democracia, a partir de 1976) que poner en marcha el Trasvase iba a suponer un castigo tremendo a un río que ya era un cadáver. Más de 40 años después, vemos los resultados: el Tajo en 2019 es cualquier cosa menos un río. La historia juzga hoy a aquella serie de políticos de cortísimas miras en los gobiernos con responsabilidad y capacidad para haberlo evitado, y los condena como verdugos del río más largo de la Península Ibérica, origen y sentido de nuestra milenaria ciudad. Que la historia no nos condene también a nosotros por no haber luchado por revertir la situación. Al menos yo, no estoy dispuesto a que se me recuerde entre los que, impasibles, consintieron que esta aberrante injusticia se consolidara.
Estado del río Tajo en Toledo (Playa de Safont) en el documental "El agua en la vida" en Toledo en 1974 © Fondo Guillermo Fernández Zúñiga. Fotograma de un documental de Guillermo F. Zúñiga
Estado del río Tajo en Toledo (Playa de Safont) en el documental "El agua en la vida" en Toledo en 1974 © Fondo Guillermo Fernández Zúñiga. Fotograma de un documental de Guillermo F. Zúñiga
Con este pequeño homenaje y mi agradecimiento a Guillermo Zúñiga y sus sucesores -y a mi buen amigo Aku Estebaranz por servir de enlace- y mi admiración por su trabajo científico como pionero divulgador, me despido ofreciéndoos el documental completo "El agua en la vida" en el que aparecen las secuencias grabadas en Toledo.


Para saber más:
- "Zúñiga, el misterio de un fotógrafo olvidado", artículo de Aitor Bengoa en El País.
- "Guillermo F. López Zúñiga científico y fotógrafo" por Pablo Torres.
- Aparece el tesoro de guerra del fotógrafo Walter Reuter, noticia en El País.

4 comentarios

Anónimo dijo...

Este documento videográfico muestra claramente la desidia de nuestros gobiernos en ponerse del lado del Tajo y, al tiempo, justificarlo como precio a pagar por supuestos beneficios de carácter general y de supuesto bien común por el que merecería la pena que la ciudadanía ribereña del Tajo y el Tajo mismo se hicieran el harakiri.

La fotos de las espumas de hoy y las del ayer son suficiente muestra de desprecio del territorio que ocupamos, del entorno en que vivimos, de los valores ambientales que depredamos, del río del que tanta historia, cultura, civilización y tantos beneficios ecosistémicos hemos recibido. Todo tirado por la borda hasta encontrarnos cercados por nuestras propias miserias, estupideces y miopías.

Cada vez que el deterioro de nuestro río se ha consentido por parte del Estado, de sus gobiernos, de sus administradores e incluso de sus fiscales y jueces, se ha estado prevaricando porque el origen de ese deterioro es y ha sido siempre bien conocido, y porque, a pesar de ello, se han dictado leyes que han abundado en su degradación. También es nuestra responsabilidad como ciudadanía por permitirles la reincidencia.

¿Qué más tiene que pasar para que la perspectiva histórica de los mismos acontecimientos que se repiten no sea suficiente para estimar y apreciar el territorio que habitamos?

Alejandro Cano.

Nuestros ríos son fuente de vida. Defiéndelos.

www.tajotoledo.es

https://www.fnca.eu/guia-nueva-cultura-del-agua/

marmol blanco bego dijo...

Ver los problemas ambientales ser perpetuados por décadas es muy triste. Esperemos que en algún momento esto cambie pero no se ve un cambio pronto.

Ratade Campo dijo...

y qué podemos hacer? si soy solo una mujer sin empleo y sola y por supuesto que deseo que nuestro río se limpie y se sane, se salve... ¿qué podría hacer yo sola? ¿en qué sentido podemos poner la energía y el corazón para que la misma podredumbre de nuestras mentes se limpie desde uno mismo y junto al que tenemos al lado para recrear y reconstruir a mejor los lazos invisibles de la maraña que teje nuestra sociedad que todos juntos rehacemos o permitimos seguir igual cada día? es algo que me llena de pena y de ...de tristeza sobre todo y de abatimiento. un abrazo para todas las mentes atentas, despiertas y corazones deseosos de cambiar y proteger nuestra Vida.

Daniel Romero dijo...

Gracias por traer a tu blog este documental, y acompañarlo de una biografía de su autor suficientemente detallada. Daniel Romero

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