Decir que Toledo es una de las ciudades de Europa sobre la que más libros se han escrito no en absoluto una afirmación pretenciosa ni desmesurada. Nuestra ciudad ha sido, es y será una fuente inagotable de motivos para escribir, para investigar, para divulgar y para dar a conocer nuestra historia y nuestro pasado.
A comienzos del siglo XX, como continuadores de la corriente romántica del XIX, fueron muchos los escritores extranjeros que visitaron la ciudad y publicaron preciosos libros sobre Toledo y sobre nuestro país.
La principal novedad de estos libros del siglo XX es ya la inclusión de fotografías, que si bien no podían tener aún una resolución ideal dados los métodos de impresión de la época, sí representan un legado precioso y aún no demasiado divulgado desde el punto de vista fotográfico.
Del grueso grupo de libros publicados en estos primeros años del siglo XX destacan los escritos por autores franceses, muy proclives a sentirse atraídos por España en general y por Castilla y Toledo en particular.
En estos años de investigación fotográfica he adquirido bastantes libros franceses de este periodo y ahora he creído que ha llegado el momento de mostraros una selección de las fotografías que incluyen los tres más desconocidos y representativos que forman parte de mi colección.
Comenzaré con uno publicado en 1905 y que tiene la particularidad de tener como autor a una mujer, algo no muy habitual en la época. Se trata de De Tolède a Grenade escrito por Madame Jane Dieulafoy para la colección Le Tour du Monde.
Jane Dieulafoy, de soltera Jane Henriette Magre, nació en 1851 en Toulouse y falleció en Pompertuzat en 1916. Esposa de Marcel Dieulafoy de quien tomó su apellido, fue una arqueóloga, fotógrafa, escritora y periodista.
Se trata de una auténtica mujer pionera, adelantada a su tiempo, capaz de hacerse pasar por un hombre a lo largo del mundo para poder viajar y conocer a fondo culturas tan machistas como las de entonces en países tan exóticos como Persia (actual Irán).
Nacida en una familia de ricos comerciantes, Jane se forma en el Convento de la Asunción de Auteuil, donde recibió una educación clásica mostrando un gran talento para el dibujo y la pintura. En 1869 dejó el convento y comenzó su relación con Marcel Dieulafoy, Ingeniero de Caminos, quien también era un apasionado del arte y la arqueología. Se casaron el 11 de mayo 1870. Durante la Guerra Franco-Prusiana, Marcel fue nombrado capitán de ingenieros del ejército y Jane se niega a separarse de él participando en todas las operaciones disfrazada de soldado.
Entre 1881 y 1882 hicieron realidad uno de sus viejos sueños: ir a Persia, a petición del Departamento de Instrucción Pública y Bellas Artes, en la búsqueda de los orígenes de la arquitectura occidental. Marcel y Jane se embarcaron en Marsella rumbo a Estambul, y luego cruzaron el Mar Negro en una nave rusa hasta Poti. A continuación, montaron a caballo todo el camino, viajando desde Tiflis durante catorce meses por los caminos de Persia. Jane fotografió todos los monumentos, mezquitas y puentes que llamaron su atención. Se integraron en la sociedad y cultura persa para conocerla a fondo, describieron los los caravasares y las ciudades por las que pasaron en caravanas, a veces corriendo grave peligro. Escribió sobre la historia del país y la gran miseria de la sociedad y la crueldad de sus líderes, así como sobre el refinamiento de las costumbres y su deliciosa gastronomía. Combinó en sus libros una equilibrada mezcla de descripción, anécdotas y recuerdos históricos siempre con ingenio y precisión. Criticó con decepción el estado en que se encontraba la legendaria ciudad de Isfahán cuyas joyas estaban medio destruidas y abandonadas. También escribió en detalle sobre su larga estancia entre los armenios de Julfa y la persecución que sufrían. En esta estancia en países musulmanes Jane Dieulafoy hubo de retomar su costumbre de vestirse como un hombre para no poner en riesgo su vida cortándose el pelo para seguir a su marido en sus viajes. Este hábito le valió gran fama.
Sus vivencias en este gran viaje fueron publicadas entre 1883 y 1886 en Le Tour du Monde con un gran éxito.
En 1883 la pareja deja Persia para investigar la ciudad de Susa, antigua ciudad de los imperios Elamita, Persa y Parto. Descubren el Friso de los Leones, la barandilla del Palacio de Artajerjes y finalmente, el Friso de los Arqueros informando de ello a Francia para ser exhibidos en el Louvre. Así, el 20 octubre de 1886, se inauguraron las dos "salas de Dieulafoy" recibiendo por ello Jane Dieulafoy la distinción de la Legión de Honor.
En 1888 publicó su diario sobre sus excavaciones en Susa. En 1890 publicó su primera novela y compuso una ópera basada en el libro estrenada en el Teatro Arena de Béziers en 1902.
Tras publicar varias novelas y cuentos con menor éxito decidió volver exclusivamente a la literatura de viajes y estudios históricos.
Como arqueólogos, a pesar de su éxito y su fama, el matrimonio no logró obtener nuevas misiones en países lejanos por lo que entre 1888 y 1914 exploran culturas más cercanas. De este modo viajaron a España en muchas ocasiones dedicando el resto del tiempo a una vida plácida y mundana en París, donde ella solicitó y recibió el permiso para ejercer su travestismo y ser capaz de vestirse como un hombre de modo habitual.
Al llegar la I Guerra Mundial abogó públicamente por la integración de las mujeres en las fuerzas armadas. En 1914 Marcel es movilizado como Coronel de Ingenieros y enviado a Rabat. Jane lo sigue y allí dirige el trabajo de limpieza de la mezquita de Hassan, y tenía previsto ir a explorar la ciudad romana de Volubilis cuando por el grave deterioro de su salud debido a la disentería se vio obligada a regresar a Francia. Murió el 25 de mayo de 1916 en la finca familiar de Langlade.
El libro que poseo publicado en 1905, en el capítulo dedicado a Toledo, hace una pormenorizada descripción de la ciudad y en él se incluyen preciosas fotografías, muchas de ellas probablemente tomadas por ella, que a continuación os muestro.
Mi preferida es esta vista de la subida al Castillo de San Servando, justo al lado del actual restaurante "La Cubana", que por entonces no era más que un chamizo. La imagen es casi seguro obra de Jane, por lo que estamos ante una de las fotografías con firma femenina más antiguas jamás tomadas en Toledo:
Es muy buena también esta vista del Palacio de los Toledo desde el Pasadizo de Balaguer:
Es también fenomenal esta vista de la calle Ancha:
Aquí tenemos una preciosa fotografía de un mendigo, si bien se trata de un error pues no es Toledo sino otra ciudad castellana, Ávila, en concreto la Iglesia de San Vicente:
Esta es una vista del Palacio de Inés de Ayala en la Plaza de Santa Isabel:
En el libro aparece también esta fotografía de la casa Lévy pero que me inclino a pensar -como ya expuse- que es obra de Casiano Alguacil:
El segundo libro que os voy a desglosar en lo fotográfico es uno titulado "Les Villes d´Art Célebres: Tolède", escrito por Élie Lambert y publicado en 1925 por H. Laurens.
Lambert fue un historiador y arqueólogo francés nacido en Bayona en 1888 y fallecido en 1961. Dedicó la mayor parte de su labor investigadora a España, siendo especialista en arte gótico. El libro está plagado de fotografías tomadas por él mismo, por lo que he hecho una selección de las mejores.
Para empezar, mis preferidas, las de tinte etnográfico y costumbrista:
Son buenas también las que retratan los puentes de la ciudad y sus contornos:
Son geniales las imágenes interiores como el Taller del Moro o la Sinagoga del Tránsito entre otros espacios retratados:
Hay buenas vistas interiores de la Catedral:
Hay varias vistas panorámicas y paisajes de la ciudad:
También la Mezquita del Cristo de la Luz fue retratada por Élie Lambert:
Aquí tenemos las principales plazas de la ciudad: Zocodover y el Ayuntamiento:
Lambert fotografió los patios más célebres de los monumentos de Toledo:
Aquí vemos otros lugares típicos de la ciudad:
Por último, el tercer libro que hoy os traigo es el titulado "L´Espagne. Provinces du Nord, de Toléde a Burgos" cuyo autor es Octave Aubry y fue editado en Grenoble por J. Rey y B. Arthaud en 1930.
Se trata del libro más lujoso de los tres y su autor, nacido en París en 1881 y fallecido en 1946, fue un destacado escritor de novelas e historiador. Sin embargo Octave Aubry no debía ser buen fotógrafo por lo que en el libro las imágenes que aparecen son de varios fotógrafos profesionales. De todos ellos destaca el fotógrafo suizo Frédéric Boissonnas, un verdadero genio nacido en Ginebra en 1858 y fallecido en 1946.
Fue hijo y padre también de fotógrafos, siendo los Boissonnas la dinastía de fotógrafos más importantes de la historia de Suiza. Las fotografias de Frédéric Boissonnas incluidas en el libro son sensacionales.
Otra buena parte de las fotos incluidas en este libro son obra del fotógrafo parisino Henri Bertault-Foussemagne, menos conocido pero que a la vista de las imágenes era otro gran fotógrafo. Sirva como ejemplo esta toma de Zocodover.
Este es el resto del trabajo de Bertault-Foussemagne incluido en el libro en el que destacan los paisajes, los monumentos y los interiores de la catedral:
Otro autor representado en este libro es G. Darcis. Estas son sus fotografías:
Y hasta aquí llega este resumen de estos tres raros libros. Una muestra más de lo mucho que aún queda por descubrir en lo relativo a fotografía histórica toledana. Espero que no se os haya hecho demasiado largo y os haya gustado tanto como a mí.
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3 comentarios
Que gran trabajo, Eduardo y que extraordinaria labor vienes haciendo para divulgar los secretos de Toledo. En mi biblioteca tengo el libro de Lambert. Los otros dos no los conocía hasta ahora. Enhorabuena y gracias. Manuel
Me ha gustado especialmente esta entrada. Dada mi vasta incultura desconocía la existencia de Jane Dieulafoy, y has hecho que me ponga a buscar sobre ella por todos los lados porque me parece una persona extraordinaria con una vida apasionante. Es un orgullo que nos visitara en su día y nos dejara tan espléndido testimonio de ello.
Las fotos de Frédéric Boissonnas son sensacionales, me gusta especialmente la del puente de Alcántara tomada junto a la Cubana.
La de Zocodover de Bertault-Foussemagne es otra de mis favoritas, una captura de la vida cotidiana que nos llega del pasado y que me emociona mirar.
Ah!... eso de “espero que no se os haya hecho demasiado largo” será un decir, que nosotros encantados y disfrutando si hay más fotos.
Gracias Eduardo.
excepcionales imágenes, que bien que se hayan conservado tanto tiempo.
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